domingo, 19 de diciembre de 2010

CONACULTA y su encuesta de 7 millones. Periódico La Crónica

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Saúl Arellano. Opinión. Domingo 19 de Dic., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=550889

Que los mexicanos leemos poco ya lo sabíamos. Que tenemos una cultura raquítica, también. Que el capital cultural escolar familiar es ínfimo no es noticia, pues desde que en 2007 el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE) presentó su estudio sobre rendimiento escolar sabíamos que los mexicanos tenemos muy poco acceso a actividades culturales de calidad.

México es el país de la OECD que tiene menos museos per capita; menos bibliotecas públicas per capita; la menor cantidad de escuelas de educación media superior y superior per capita; los más bajos niveles de rendimiento escolar y los más bajos niveles de comprensión de la cultura.

Una nueva encuesta sobre este tema será siempre bienvenida, porque permite verificar y generar evidencia en torno a la insuficiencia de las políticas públicas que existen en materia de promoción cultural, acceso a bienes y servicios culturales, así como programas y acciones específicas para fomentar la lectura, el conocimiento de la música, la apreciación y el disfrute del arte, entre otras actividades de formación y crecimiento personal.

Conaculta pagó más de 7 millones de pesos –de acuerdo con la información pública disponible- a fin de levantar la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales, 2010, cifra ya cuestionable porque la comunicación que ha hecho la institución sobre el tema hace que se dude de la calidad y alcances de la información recabada a través de la citada encuesta.

Dice el sitio oficial de Conaculta: “Se llevaron a cabo 32 mil entrevistas, mil por estado, superando el número de entrevistas y el rango de edad de la población entrevistada en la encuesta del año 2003”.(www.conaculta.gob.mx, consultado el 17-12-210)

Esta información llama de inmediato a duda, porque toda persona que tenga conocimientos mínimos de estadística sabe perfectamente que una muestra representativa no puede tener una dimensión similar para tamaños de población diferentes; es decir, si una entidad tiene 15 millones de habitantes y otra llega apenas al millón, no es posible aplicar el mismo número de cuestionarios en un ejercicio estadístico.

Así, no tendría sentido construir una muestra de 32 mil cuestionarios, a fin de aplicar mil cuestionarios en cada entidad federativa, pues no es lo mismo el Estado de México que Nayarit, Tlaxcala, Campeche o Baja California Sur, las cuales, sumando su población, no llegan ni al 50% de la que tiene el primero.

El segundo tema que llama a duda es por qué se tomó como unidad de análisis (denominado como “marco-muestral”) a las secciones electorales del IFE. ¿Por qué si el criterio de integración de las secciones electorales es la presencia de 50 a 1,500 electores (personas mayores de 18 años), y la unidad de respuesta de la encuesta de Conaculta es toda persona mayor de 13 años, no se eligió mejor como unidad de análisis a las Áreas Geo-estadísticas Básicas (AGEB)? Es pregunta.

Así pues, la nota metodológica de la Encuesta sostiene que se consideraron 3,200 secciones electorales, y se aplicaron 10 cuestionarios en cada sección. Pero si se aplicaron, como dice la información oficial del Conaculta, mil cuestionarios por entidad, ¿cómo es que se sostiene que se aplicaron encuestas por sección de acuerdo con la probabilidad proporcional a su tamaño? Es decir, si esto fuese cierto, no podrían haberse aplicado mil cuestionarios por entidad, sino una cantidad proporcional a su dimensión poblacional.

Por ejemplo, Campeche tiene dos Distritos Electorales Federales. En el primero, hay 255 secciones electorales; en el segundo hay 238 secciones. En contraste, el Estado de México tiene 40 Distritos electorales (20 veces más que Campeche), que en conjunto integran a 6,364 secciones electorales; ¿cómo pues justificar el levantamiento de mil cuestionarios en cada una de las entidades, con estas magnitudes en las diferencias? Nuevamente, es pregunta.

Si el comunicado de Conaculta es erróneo y no se levantaron mil cuestionarios por entidad, entonces lo inaceptable es el enorme descuido en el manejo de la información institucional, en un tema que es tan importante y serio para el país; es decir, si ni un comunicado se puede redactar bien en la tendencia responsable de la cultura en México, definitivamente estamos en problemas.

Si por otra parte efectivamente el levantamiento de la encuesta está basado en una distribución de mil cuestionarios por entidad, alguien debería avisarle a Consuelo Sáizar que los 7 millones de pesos que se pagaron por la multicitada encuesta puede ser una suma muy mal gastada, pues metodológicamente resulta muy difícil aceptar que una muestra se diseñe sin tomar en cuenta un criterio elemental de distribución proporcional de los cuestionarios que se aplican.

Tal vez lo que ocurre es que en la dependencia encargada de la cultura en México su personal se ubica entre el 57% de los mexicanos que nunca han acudido a una librería, o bien, entre el 79% que nunca ha comprado un libro en su vida.

Empero, no hay que hacer mucho caso de lo anterior; a final de cuentas, mientras no nos aclaren si los 7 millones de pesos invertidos en la encuesta de donde provienen estos datos valieron la pena, cualquier especulación carece de todo sentido.

domingo, 12 de diciembre de 2010

La violencia es el fracaso de todos. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano. Opinión
Domingo 12 de Dic., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=549598

Lo ocurrido esta semana en Apatzingán y Morelia, en el estado de Michoacán, constituye no ya un punto de inflexión, sino de quiebre en la estrategia de seguridad pública en el país.

En los últimos años se ha dado un intenso debate en torno a si la estrategia de combate al crimen organizado es la adecuada, y justamente en esa forma de plantear el problema se encuentra el fracaso anticipado del desarrollo de las estrategias.

El gobierno de Calderón se equivocó desde el inicio de su mandato al haber asumido que la estrategia nacional de seguridad pública debía reducirse al combate al narcotráfico; así, sin diagnóstico adecuado, sin una estructura de inteligencia y peor aún, sin consenso con todas las fuerzas políticas, el Ejecutivo nos sumió en una absurda espiral de violencia sin precedentes.

Hacer de la lucha contra el crimen organizado una bandera política es el mayor error que haya cometido Calderón en su administración. Intentar construir con las armas la legitimidad que no obtuvo en las urnas le va a costar el fracaso de su sexenio, como ya comienza a percibirse no sólo en los círculos críticos, sino en el ánimo generalizado de desesperanza de la ciudadanía.

La estrategia de seguridad pública debió plantearse como un problema de cohesión social, y no exclusivamente delincuencial. Al crimen del orden común y al organizado se le combate también con educación, solidaridad, empleos dignos, proyecto de desarrollo, y no sólo con balas que terminan asesinando a criminales, pero también a niñas y niños inocentes como ha ocurrido a lo largo y ancho del país.

Se ha llegado al absurdo de medir la eficacia de la guerra que estamos viviendo en términos del número de “bajas” de uno u otro bando, e insistiendo en los comunicados oficiales que los muertos, en su inmensa mayoría, son delincuentes; como si eso redujera la barbarie que implica asumir que es positivo matar, aun cuando se trate del peor de los líderes de las bandas delincuenciales.

El debate nacional que debiera asumirse no es si la estrategia de guerra que se sigue es la adecuada; es que nunca debimos llegar a tal situación. La guerra, decía Tzun Tzu, es en todo caso un grave error; pero es peor no estar preparado para cuando ésta acecha; y eso es precisamente lo que ocurrió en México.

Calderón y sus asesores se han equivocado en casi todo en este aspecto. Por ejemplo, más allá del debate de la legalización de las drogas, lo que debió generarse era una intensa estrategia de prevención y reducción de las adicciones. Abatir el consumo significa abatir la oferta y con ello disminuir las capacidades de los criminales.

Al contrario de esto, la última Encuesta Nacional de Adicciones revela que en los últimos cinco años el consumo de mariguana y cocaína creció exponencialmente; que el abuso del alcohol también se disparó y que se redujo significativamente la edad de inicio en el consumo de todas las drogas.

La Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo muestra que más del 60% de las jóvenes en México han sufrido violencia durante el noviazgo. La Encuesta Nacional de Discriminación, Intolerancia y Violencia en Educación Media Superior indica que más del 70% de los jóvenes mexicanos vive con altos niveles de estrés; y el más reciente estudio de Unicef sobre violencia en la educación básica nos muestra un panorama desolador de agresión y violencia desde la niñez.

Calderón ha intentado explicar su estrategia de combate a la impunidad y la corrupción —el otro cáncer asociado a la delincuencia—, sosteniendo que “las escaleras se barren de arriba hacia abajo”. El problema es asumir que hay que barrer cuando la casa está en llamas y en camino de derrumbarse.

Delitos como el de la trata de personas presentan un índice de impunidad de prácticamente el 100%; del total de los delincuentes detenidos, por cualquier delito, en menos del 15% de los casos los procesos judiciales llegan a las últimas instancias; mientras que casi uno de cada nueve delitos no son denunciados debido a la percepción generalizada en torno a que la autoridad es corrupta o ineficaz.

El Presidente está profundamente equivocado; ha abierto numerosos frentes que antes de beneficiarle, le han ganado animadversiones incluso en grupos que hace seis meses mostraban lealtad hasta la ignominia.

Cada vez más solo, Calderón comenzará sentir el agotamiento del poder, y dado su carácter explosivo, puede tomar decisiones extremas, erróneas y contrarias a toda vocación democrática y decidida a proteger los derechos humanos a costa de lo que sea.

El peor error que puede cometer el Presidente es seguir con su estrategia de polarización social, sobre todo porque la violencia criminal que se vive por todas partes está derivando muy rápidamente en violencia política.

Si el asesinato del candidato a gobernador en Tamaulipas y del ex gobernador de Colima en este 2010 no son alarmas suficientes, entonces quiere decir que, peligrosamente, al Presidente no le importa conducirnos a una violencia extrema, escenario que resulta a veces impensable, pero cuyas dimensiones deben exigirnos asumir que la violencia significa llanamente el fracaso de todos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Presidencia autista y su fábrica de pobres. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano. Opinión. Domingo 5 de Dic., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=548199
El autismo es definido como un síntoma esquizofrénico que consiste en referir a la propia persona todo cuanto acontece a su alrededor. Después de haber escuchado las dos partes de la entrevista que el licenciado Felipe Calderón otorgó esta semana al noticiario que conduce Joaquín López Dóriga, queda una profunda duda en torno a si el titular del Ejecutivo está afectado por este síntoma.

El repliegue del discurso presidencial sobre sí mismo denota no sólo una peligrosa incapacidad de crítica, sino la ruta hacia un autoritarismo riesgoso que debe alertarnos sobre posibles tentaciones marcadas por el odio, en este caso equivocadamente asumido como exclusivamente contra el PRI, pues en realidad el Presidente enfurece y arremete en contra de todo aquel que no le acepta con sumisión.

Cuando un Presidente está rodeado mayoritariamente de incapaces, como es el caso, el cerco ante la crítica se hace cada vez mayor, generando un círculo vicioso en el que la institución presidencial se ve incapacitada para tomar decisiones sustentadas en información proveniente de múltiples voces, incluidas sobre todo las del disenso.

La cantaleta de la creación de empleos que el Presidente recita una y otra vez como si se tratase de un mantra, no es sino la manifestación más grave —ofensiva para la ciudadanía— de la incapacidad de reconocer que las cosas están muy mal. Es cierto que se han creado casi un millón de empleos, pero éstos apenas van a alcanzar para reponer los que se perdieron durante la crisis; es decir, en el mejor de los casos, estamos en condiciones similares a las que había en 2008, año en el que las cosas ya estaban en medio de un “incendio económico” caracterizado por una lógica de “no crecimiento”.

Ante la cerrazón de la Presidencia, esta semana la Cepal dejó de manifiesto el nivel de la catástrofe generado por el calderonato: a diferencia de lo que ocurrió en América Latina en los últimos dos años en México la pobreza creció; amén de que nuestro gasto social, como porcentaje del PIB, apenas se sitúa en el mismo nivel que el de Nicaragua.

El Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval) estimó en 2008 que en México había un 44.2% de pobres. El problema es que el cálculo se hizo con base en la consideración de que éramos 107 millones de habitantes. Hoy que conocemos los datos preliminares del Censo 2010, las cifras son de verdad terroríficas. Si tenemos 112.32 millones de habitantes, y la pobreza alcanza (como indican estimaciones independientes) a un 47.2% de la población, el número de pobres sería de 53 millones.

Lo sorprendente se encuentra no sólo en la magnitud del dato, sino ante todo en la magnitud del silencio de la Secretaría de Desarrollo Social, desde donde su titular, Heriberto Félix Guerra, no ha tenido al menos el “detalle”, de explicarnos qué va a hacer la dependencia a su cargo para revertir estas condiciones.

Lo inaceptable del caso es que la respuesta provenga de la Subsecretaría de Prospectiva y Planeación de la Sedesol, la cual, en voz de su titular, nos regala una joya discursiva que no tiene desperdicio. Dice Marco Antonio Paz Pellat: en el Comunicado número 180 de la Sedesol, fechado el 2 de diciembre: “Yo tengo una gran confianza en que vamos a revertir los números y, sobre todo, que ya nos pusimos como fecha el 2015; en cinco años queremos abolir la pobreza alimentaria y a partir de enero del 2011 vamos a lanzar un gran paquete, junto con los bancos de alimentos, sociedad civil y fundaciones altruistas, para abolir la pobreza alimentaria”.

Al respecto, vale la pena señalar que como en toda noticia, hay tres aspectos: el bueno es que al menos “ya se pusieron como fecha el 2015” para acabar con la pobreza. El malo es que esa fecha debió asumirse con seriedad desde que se firmaron los Objetivos del Desarrollo del Milenio, porque ahí se establece que en 2015 México debía haber abatido el hambre y reducido a la mitad el número de pobres; y el peor, el hecho de que es altamente improbable que el Subsecretario siga en su cargo en el 2015 para que pueda darnos cuentas sobre los resultados de su nuevo “gran paquete”.

Para colmo, es de llamar la atención que en el Congreso, la Comisión de Desarrollo Social no haya tenido la iniciativa de llamar a cuentas al titular de la Sedesol para que explique por qué no hay un replanteamiento de la política social en su conjunto.

El autismo social de la Presidencia y su fábrica de pobres, consiste en seguir viendo sólo “hacia adentro”, y con base en tal visión, asumir que con “un gran paquete” se va a “abolir” la pobreza. Abolir significa: “Derogar, dejar sin vigencia una ley o precepto”. Ergo, el Gobierno piensa que la pobreza se puede erradicar por Decreto.

Si Calderón sigue escuchando sólo a los suyos, va a seguir polarizando al país y lo más grave: va a seguir conduciéndonos a la ruina, lo cual además de injusto, resulta infinitamente irresponsable.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Los costos de un gobierno mojigato. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano, Opinión
Domingo 28 de Nov., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=546782

Los resultados preliminares del Censo de Población y Vivienda 2010 deben encender las luces de alarma para los gobiernos en todos sus niveles y órdenes. En primer lugar, deberían llevar a un inmediato replanteamiento del Presupuesto de Egresos de la Federación, y plantear las reasignaciones requeridas para garantizar el adecuado cumplimiento de los derechos sociales de toda la población.

La cuestión es tan grave que debería provocar, desde una posición de responsabilidad pública, la revisión integral de los principales programas sociales, así como la reconfiguración de la planeación del desarrollo nacional y del sistema de políticas públicas, que además de encontrarse atrapadas en una
indeseable inercia, han resultado a todas luces ineficaces en lo que a generación de bienestar y equidad se refiere.

El hecho de que el Censo nos dé información respecto a que en México somos ya 112.32 millones de habitantes, es la mayor muestra de la infinita irresponsabilidad en la que el Gobierno de Felipe Calderón ha incurrido en los últimos años al debilitar y fracturar las políticas de cumplimiento de los
derechos sexuales y reproductivos de la población.

La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID 2009), había alertado del inmenso grado de insuficiencia de los servicios de atención a la salud reproductiva, principalmente de mujeres entre los 15 y los 49 años, y de los adolescentes y jóvenes en general.

Aunado a ello, la complicidad de los gobiernos priistas haciendo el juego a los grupos conservadores de poder que han presionado a lo largo de país para impulsar una nueva oleada de políticas regresivas, en lo que a salud reproductiva se refiere, nos sitúa hoy en una circunstancia límite en la que tendrán que replantearse todas las metas y objetivos que se habían considerado en los últimos años.

Todos los promedios nacionales en las áreas clave del desarrollo que se habían considerado tendrán que someterse a revisión. Por ejemplo, si el porcentaje de analfabetismo en mayores de 15 años se consideraba en 7.6% en 2009, y este indicador implicaba una suma de 5.85 millones de personas, con los nuevos datos del Censo tendría que considerarse que el número absoluto de analfabetas es superior a los 6.5 millones de personas.

Asimismo, si se consideraba que el número de personas en rezago educativo era de 33.4 millones de personas, en el 2010 la cifra, manteniendo el porcentaje estimado del INEA, podría llegar a 35 millones o más.

Otro ejemplo: en 2009 se consideraba que el porcentaje de mujeres de 15 a 19 años que habían tenido al menos un hijo nacido vivo era de 12.7%; este porcentaje implicaba que en ese año había al menos 5.26 millones de madres adolescentes. Considerando las nuevas cifras, el nuevo número podría situarse en 5.8 o quizá seis millones de madres menores de 19 años.

Pensemos ahora en el número de pobres. Coneval estimó que en el 2008 habría un 44.2% de la población en condiciones de pobreza, lo que implicaba un total de 47.2 millones de personas, tomando como base el dato de poco más de 107 millones de habitantes; ahora, considerando el necesario ajuste de población que debería hacerse, manteniendo el mismo porcentaje, la cantidad de pobres sería cercana a los 50 millones.

Sin embargo, los expertos señalan que debido a los efectos de la crisis y al desempleo prolongado (la tasa de desempleo para octubre se estimó en 5.7% de la PEA, superior al del mes anterior), el porcentaje de pobres podría haber aumentado a 46 ó 47% de la población, con lo que en 2010 tendríamos al menos 52.7 millones de pobres y alrededor del 85% de la población vulnerable por carencia social, es decir 95.47 millones de habitantes vulnerables.

México no puede ni debe seguir atrapado en ideologías propias del Medioevo ni en una lógica de diseño de políticas públicas sustentada en visiones anquilosadas de la sexualidad y sobre todo, contrarias a una noción respetuosa de los derechos humanos.

El hecho de que las principales instituciones responsables de garantizar los derechos sexuales y reproductivos de la población estén en manos de los más fieles herederos de Torquemada, representa un salto al vacío que pone en riesgo nuestras posibilidades y capacidades de desarrollo presente y futuro.

Alcanzar el bienestar para todos implica que nuestra política de población siga garantizando el derecho de toda persona a tener los hijos que considere pertinente, pero que al mismo tiempo pueda hacerlo con base en la responsabilidad.

La ENADID 2009 revela que sólo el 91.4% de las mujeres en edad reproductiva conocen algún método anticonceptivo; mientras que sólo el 49.9% era usuaria de alguno de ellos. Estos indicadores, a la luz de las nuevas cifras, nos hablan de la magnitud de los retos que tenemos que solventar, pero ya, si queremos tener mejores perspectivas de bienestar en el siglo XXI.

112 millones de habitantes representan un reto gigantesco —dato que por lo demás nos sitúa muy cerca de ser el 10º país más poblado del planeta. Si no actuamos con responsabilidad con respecto a lo que esto implica, el futuro cercano comenzará a cobrarnos facturas, que está en duda si podremos saldar.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Urge que ya nos pongamos de acuerdo. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano. Opinión
Domingo 21 de Nov., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=545363

La polarización social se percibe en todos los espacios y ámbitos de la vida política, social y cultural de nuestro país. El desánimo cunde y el pesimismo se convierte en la actitud dominante de los principales actores y tomadores de decisiones en todos los niveles y órdenes.

El vacío de poder, que cada vez más parece no sólo ensancharse sino prohijarse desde Los Pinos, nos ha llevado a una profunda ausencia de liderazgo y de capacidad de conducción de un proyecto nacional capaz de cohesionar y de articular una serie de procesos virtuosos de mejoría constante y progresiva.

En todo el mundo, la crisis ha dejado una estela de confusión y desolación que, mientras que para nosotros se ha convertido en parálisis, en otras latitudes ha sido tomada con seriedad, madurez y con una enorme capacidad de diálogo y debate para la construcción de soluciones de corto y largo plazo.

Uno de estos ejemplos se encuentra en la llamada “Propuesta Transforma España”, impulsada por la Fundación Everis, una organización de la sociedad civil en aquél país, que tuvo la capacidad de convocar a cien destacadas personalidades, no sólo para debatir, sino para construir un documento de
propuesta de solución a los problemas más graves que enfrenta aquella nación.

Uno de los elementos que más llama la atención en el documento de 120 páginas, es el subtítulo: “Una visión optimista pero contundente de la sociedad civil de España”.

SI bien es cierto que no se puede copiar al calce lo que se está haciendo en otras regiones para enfrentar la crisis, lo es también el hecho de que podemos aprender lecciones sobre el método para dialogar en civilidad y construir propuestas viables para crecer y generar una economía dinámica, competitiva y diseñada para el bienestar.

El documento de la Fundación Everis se estructura desde una lógica de simplicidad que constituye precisamente su enorme fortaleza: ofrece una introducción; desarrolla con precisión un diagnóstico; y ofrece finalmente una propuesta de solución.

Al respecto vale la pena señalar que el diagnóstico que debe construirse para México debe tener el arrojo —la contundencia como lo señala la Fundación Everis—, de abordar temas que hasta ahora son tabú en nuestro país. Por ejemplo, la urgencia de defender a las organizaciones sindicales, pero simultáneamente garantizar que éstas sean democráticas y transparentes en el manejo de los
recursos.

Otro tema que debe abordarse es la urgencia de abrir el monopolio que ejercen los partidos políticos en el juego democrático, y abrir mecanismos y procedimientos de consulta y participación ciudadana, a fin no sólo de establecer en la Constitución figuras como el plebiscito, el referéndum y la Iniciativa Popular, que ya funcionan en distintas entidades de la República.

Al contrario de lo anterior, la falta de diálogo y la capacidad de consenso nos ha frenado en múltiples espacios y proyectos; uno de los casos más recientes y visibles, fue el de Atenco, en donde por un lado los machetes, y por el otro la necedad y la estulticia gubernamental, dislocaron el proyecto del nuevo
aeropuerto que urgía tanto no sólo para el Distrito Federal sino para el país.

Otro caso es el de la llamada Refinería del Bicentenario, proyecto en el que se provocó una insana competencia entre gobiernos estatales, y que derivó en una falta de acuerdo y consenso que aún hoy mantiene estancado, por la incapacidad del gobierno, el inicio de la construcción de esta mega obra.

En el estado de Guanajuato, el próximo 5 de diciembre, se llevará a cabo un plebiscito para determinar si la población aprueba o desaprueba un acuerdo del Ayuntamiento de la Ciudad, por el que se autorizó el cambio de uso de suelo de un predio, y en el que se tiene proyectado un desarrollo de cerca de cuatro mil empleos.

Una vez más, en este último caso, ha sido la falta de capacidad para acercar a las partes involucradas, y con base en el diálogo inteligente, generar soluciones colectivas compartidas, a fin de garantizar por un lado, que la viabilidad ecológica no se comprometa, pero que por otro puedan generarse alternativas de desarrollo económico que generen los empleos que tanto nos urgen para elevar el bienestar de la población.

La lección que podemos retomar del ejercicio realizado por la Fundación Everis es el reconocimiento de que España no es un líder en la sociedad del conocimiento; que es un país globalmente poco atractivo; y que carece de la identidad requerida para impulsar un proyecto nacional de largo alcance.

Si esto se percibe en un país como España, que ocupa el lugar 19 en el Índice del Desarrollo Humano, hace falta que en nuestro país se deje de lado la arrogancia de la Presidencia de la República y se convoque a un Gobierno de Transición que permita consensuar un nuevo pacto-país, y que nos lleve al
reconocimiento de que no somos competitivos, que no tenemos una economía atractiva basada en el conocimiento, que nuestra identidad está fracturada y que el liderazgo de los políticos está agotado.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La economía-ficción del Presidente. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano. Opinión
Domingo 14 de Nov., 2010

http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=544036

El de Felipe Calderón está condenado a ser un sexenio perdido en materia de empleo. A casi cuatro años del inicio de su mandato, la economía no ha logrado detonar un proceso de crecimiento con equidad y con la capacidad de generar empleos dignos.

El manejo tramposo de las cifras que ha hecho el Ejecutivo federal es tanto irresponsable como contrario a los principios que deben mover a un jefe de Estado: hablar con la verdad a la población y asumir, al costo que sea, las decisiones requeridas para garantizar el bienestar de los gobernados.

En ese sentido, declarar una y otra vez a los medios de comunicación que ya estamos en franca recuperación económica y laboral es tan falso, que resulta verdaderamente ofensivo, sobre todo ante la realidad de un país que vive la zozobra de la inseguridad pública, así como el oprobio del hambre y la
enfermedad.

Esta tendencia mentirosa del Ejecutivo comienza también a ser frustrante, porque cada mes que el INEGI informa sobre las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, de inmediato Felipe Calderón nos receta la misma cantaleta: “vamos por el camino correcto”; “hemos creado cifras récord de empleo”; y una larga lista de verdades a medias que antes de generar confianza entre los ciudadanos, confunden y llevan a la pregunta de ¿por qué si hay tan “buenos” datos, la gente sigue empobreciéndose más y más?

Lo primero que el Presidente omite en sus discursos es que la población mayor de 14 años ha crecido de 75, 164, 132 de personas a 79, 855, 163, entre el mes de diciembre de 2006 -en el que tomó posesión de su mandato- y el mes de septiembre de este 2010, lo que significa nada menos que un incremento de 4.69 millones de personas.
Lo anterior implica también un crecimiento de 2.68 millones de personas en el segmento que integra a la Población Económicamente Activa (PEA), la cual se sitúa ya en 47.13 millones.
Durante su campaña en 2006, Felipe Calderón prometió ser el “presidente del empleo”. Hoy las cifras le dan la espalda: en ese año, había en México 1.6 millones de personas desocupadas, es decir, una tasa de 3.6% del total de la PEA. Ahora, casi después de cuatro años completos de su mandato, la tasa de desocupación registrada por INEGI es de 5.6% de la PEA, lo que significa en términos absolutos 2.65 millones de desocupados a lo largo y ancho del país.

¿Dónde está la tan “cacareada” recuperación? En términos estrictos, el sexenio de Calderón ha provocado el desempleo de un millón de personas adicionales a las que había cuando asumió el poder, mientras que la tasa de desocupación se encuentra dos puntos porcentuales por arriba.
Si el Presidente se empecina en decirnos mentiras sobre el empleo cada mes, es importante mostrarlas también cada mes. En ese sentido, es importante mostrar más cifras para que quienes hacen los discursos del Ejecutivo puedan tomarlas en cuenta y nos digan toda la verdad y no sólo aquello que pretende hacer parecer que todo va bien.

Por ejemplo, al momento en que Calderón tomó posesión, el 13.04% de la población ocupada percibía ingresos por debajo de un salario mínimo. A finales de septiembre, el porcentaje es de 12.98%. Así, no sólo no se crean más empleos, sino que los creados siguen siendo de pésima calidad.

En la misma tendencia, ha ocurrido que tanto el número absoluto como el porcentaje de personas que perciben más de 5 salarios mínimos se han reducido severamente. Mientras que en diciembre de 2006 había un 11.94% de la población ocupada en ese nivel salarial, en septiembre de 2010 el porcentaje es de 8.92%.
Asimismo, ahora que está de moda hablar de la crisis del IMSS, vale la pena destacar que mientras que en 2006 el porcentaje de personas ocupadas que tenían acceso a servicios de salud por el trabajo que desempeñan era de 36.7%, en septiembre de 2010 se redujo aún más a sólo el 35.41%.

La precarización del empleo ha llevado a que un mayor número de personas tenga que trabajar más de 48 horas a la semana a fin de completar los ingresos necesarios para satisfacer a medias las necesidades de sus familias. Así, mientras que en diciembre de 2006 había 7, 982, 716 de personas que trabajaban más de 48 horas a la semana, es decir, el 28.4% de la población ocupada, en septiembre de 2010 la cifra es de 8, 158, 064, o sea un 27.9% del total de ocupados.
Por si lo anterior fuera poco, el costo de la línea del bienestar mínimo en el ámbito urbano ha crecido, de diciembre de 2006 al mes de agosto de 2010, en un 17.4%; mientras que en el ámbito rural el crecimiento ha sido del 16.2%.

Las políticas del gobierno federal han provocado una verdadera catástrofe social en todo el país, por lo que el licenciado Calderón ya no puede simplemente seguir mintiendo y pretender que nada pasa.
Con todo lo anterior no es aceptable pues, que el Presidente siga tratando de engañarnos a través de su “economía-ficción”.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La verdadera crisis del IMSS. Periódico La Crónica

Saúl Arellano. Opinión. Domingo 7 de Nov., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=542656

El Instituto Mexicano del Seguro Social fue creado en 1943. La idea de construirlo tuvo como sustento las tesis del Estado de bienestar, pero sobre todo, la convicción de generar instrumentos del Estado capaces de moderar la opulencia.

En efecto, la exposición de motivos de la Ley del IMSS de 1943 establece que el instituto fue concebido como el principal instrumento del Estado mexicano para garantizar la redistribución del ingreso y generar las bases elementales del bienestar y la equidad nacional.

Como puede verse, los constructores del IMSS estaban pensando en una arquitectura institucional con las capacidades necesarias para lograr la justicia social en aras de dar sentido al mandato constitucional relativo a la obligación de cumplir con los derechos sociales.

Ahora que el director del Instituto, Daniel Karam, nos dice que el IMSS vive la peor crisis de su historia nos está diciendo la verdad; pero no porque en efecto hay un boquete financiero de dimensiones mayores, sino porque este boquete tiene una causa previa: el olvido histórico y la renuncia a un Estado social, argumentos que el flamante director no incluye en sus explicaciones.

En ese sentido, el IMSS vive una profunda (crisis) que ha sido generada porque las tesis de bienestar han caído en desuso y peor aún, porque se les embate desde la iniciativa privada y la tecnocracia dominantes, con la perversa intención de desmantelar lo poco que nos queda de las instituciones de un modelo de desarrollo que apostaba, al menos en la retórica, por la justicia y la equidad.

Para los tecnócratas como Santiago Levy y compañía, el IMSS es visto como una carga fiscal monstruosa para la sociedad. Para demostrarlo, construyen gráficas de todos colores, para mostrarnos que las pensiones que se pagan a los ex trabajadores de la institución, así como las prestaciones que se cubren a su sindicato constituyen una sangría impagable.

No puede negarse que el sindicato del IMSS sí tiene secciones y liderazgos que poco tienen de democráticos y que en no pocas ocasiones incurren en prácticas que llaman a la sospecha en torno a la posibilidad de actos de corrupción.

Pese a lo anterior, la verdadera crisis del IMSS tiene su origen en la fractura del modelo de desarrollo, pues no es aceptable bajo ninguna premisa, que el acceso a la seguridad social universal gratuita sea una amenaza fiscal ni un impedimento del crecimiento económico.

En la semana que concluye, se presentaron los resultados del Índice de Desarrollo Humano a nivel global; resulta ser que las naciones con mejores indicadores son aquellas en las que existen esquemas de cobertura gratuita y universal tanto de la seguridad social como de la educación, desde el preescolar
hasta la universidad.

También coincide que las naciones mejor ubicadas en el índice son las que tienen mejores esquemas de recaudación fiscal a la par de los mejores instrumentos de redistribución de la riqueza. Por citar un ejemplo, hay países europeos en donde existen disposiciones legales para evitar que al interior de las instituciones públicas, quien más ingresos percibe no puede ganar más allá de 10 veces el monto de quien menos gana.

Al contrario de ello, en México, el director general del IMSS percibe como sueldo alrededor de 220 mil pesos mensuales, mientras que una secretaria de base no percibe más allá de 7 mil pesos al mes, es decir, una escandalosa diferencia de 31.5 veces más ingresos entre quien dirige la institución y quien le toma las llamadas.

La crisis del IMSS no es financiera. Es parte de la crisis moral en la que ha caído el Estado, al permitir las inmensas brechas de desigualdad que existen a lo largo y ancho del país.

No es cierto que no haya recursos financieros para sanear a la institución. Se dice que su déficit equivale a casi 5.6% el PIB nacional. Pero no se dice que lo que manejan las AFORES equivale a eso y más, negocio que fue prácticamente regalado a los banqueros y a las aseguradoras; sectores que dieron origen por su codicia, corrupción y cinismo, al mayor terremoto económico conocido desde 1929.

La crisis del IMSS se encuentra sobre todo en el cambio de visión en el modelo de desarrollo del país. Si los ingresos del Instituto están determinados por la cantidad de trabajadores y patrones registrados, resulta ridículo pretender que haya solvencia financiera cuando más del 28% de la población ocupada se encuentra en la informalidad y cuando en números absolutos representa una masa de casi 13 millones de personas, cifra casi similar al número de afiliados al IMSS que no ha logrado llegar a 15 millones.

Mienten quienes afirman que la crisis del IMSS se debe a sus trabajadores. La crisis del instituto es la crisis de la inmoralidad de los políticos y los privados que han hecho del hambre y la enfermedad un negocio, y del aparato público un nido de corrupción y fuente de una aterradora desigualdad, que a
todos debería llenarnos de coraje e indignación, pero sobre todo, convocarnos a la movilización para exigir justicia y seguridad social para todos.

domingo, 24 de octubre de 2010

Se equivoca Usted, Señora Beatriz Paredes. Periódico La Crónica

Saúl Arellano | Opinión Domingo 24 de Octubre, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=539952

En la sesión del jueves 21 de octubre la Cámara de Diputados fue testigo de uno de los actos de incongruencia ideológica más bochornosos en que ha incurrido el PRI en muchos meses. Quizá mi ignorancia sea muy grande, pero que yo recuerde, ningún socialdemócrata —posición en la que la Lic. Paredes ha dicho situarse— impulsaría la creación de “vales” para que en lugar de que la seguridad social proteja el derecho a la salud de la población, sea la empresa privada la que dé surtimiento a las recetas.

Asumir lo anterior es, como diría el clásico, “poner a la carreta delante de los bueyes”, y no comprender que la seguridad social forma parte de un proyecto de cohesión social de envergaduras mayores, y no una cuestión técnica-presupuestaria a la que han pretendido reducirla tecnócratas como Santiago Levy o el actual director Daniel Karam.

Es preocupante que la diputada Beatriz Paredes y el diputado Jorge Carlos Marín olviden su origen y den la espalda a uno de los proyectos sociales más importantes que surgieron de los gobiernos autodenominados como “Revolucionarios”.

En la sesión del jueves, la mayoría de los priistas se comportó a la altura de los panistas y representantes de la derecha que en 1943 se opusieron a la creación del Seguro Social, bajo el argumento de que el mercado privado es mucho más eficiente en la prestación de los servicios sociales; para demostrar que no es así baste recordar el caso de la guardería ABC.

Hay que preguntarle al PRI: ¿Qué sigue? ¿Dar vales para también desmantelar la educación pública? ¿Renunciar a un Estado Social capaz de garantizar los derechos humanos de toda su población?

Es una mala noticia para el país que la dirigencia del PRI apueste por las alianzas políticas de coyuntura antes que por las instituciones del Estado; también es mala noticia que el PRI, un partido con la oportunidad de transformarse para renovar un proyecto social tendiente a construir una nación generosa, apueste por alianzas que no tienen como mira sino el triunfo electoral del mes siguiente.

¿Por qué la Señora Paredes ha avalado alianzas con un partido como el Verde Ecologista, que propugna por la pena de muerte? Para un partido que forma parte de la Internacional Socialista esto debería ser motivo suficiente para romper todo acuerdo o negociación.

No sé si los asesores de la presidenta del PRI le hayan advertido que detrás de esta propuesta hay un mercado de alrededor de 30 mil millones de pesos. No sé si quienes evaluaron la propuesta no saben de los poderosos intereses que están presionando para que pase esta iniciativa.

Si no es así, deberían enterarse, además, de que un esquema como el que proponen sería aún más perverso que el del Seguro Popular, en el cual las compras diferenciadas en las entidades han llevado a un incremento de casi el 30% en un año en diversos medicamentos del cuadro básico, y que son las entidades con menos recursos las que más están pagando y peores esquemas de compra están logrando construir.

¿No le advirtieron a la Señora Paredes de las dificultades técnicas que hay en un proyecto así? ¿Qué van a hacer? ¿Incorporar recetas con chip para evitar su falsificación? ¿Y el costo del envasado de las medicinas que se distribuyen en las farmacias privadas, quién lo va a absorber?, además de un largo etcétera que aún cuando se tratase de una mera cuestión técnica, tendría implicaciones sociales y presupuestales peores a las de llevar a cabo una reforma integral de la seguridad social.

Lo que está en el fondo de esta discusión es el país que queremos construir y el PRI, por lo que puede juzgarse en los temas sociales, le ha dado la espalda a los principios que dice defender y que no deberían ser otros, al menos por congruencia histórica, sino los postulados de la Revolución Mexicana.

Es ominoso que a unos días del Centenario de nuestra Revolución, el PRI intente dar un albazo de este tipo, del lado del peor aliado que puede tener en términos de declaración de principios, ideología y valores.

En función de esa conmemoración, el PRI debería estar más preocupado por los 30 mil muertos por desnutrición que van en este sexenio; por los 50 millones de pobres que hay, 11 de los cuales son saldo de la actual administración panista; por los 2.5 millones de desempleados que hay en México, y por los más de 2.7 millones de niños que trabajan.

La reforma a la seguridad social que nos falta debería buscar que el 62% de la población que no tiene cobertura, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Seguridad Social, 2009, pueda acceder a servicios integrales de salud, independientemente de su condición laboral.

Por éstas y por muchas otras razones, la dirigente nacional del PRI se equivoca, porque al avalar el intento de votación de la iniciativa sobre los “vales de medicinas” del Partido Verde, se pone del lado de las peores políticas de derecha que hay en el mundo. Si no lo creen, que volteen a ver lo que está pasando en París.

domingo, 17 de octubre de 2010

La irracional política mexicana. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión. Domingo ,17 de Octubre, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=538523

El lenguaje revela las mentalidades de las personas; a través de las palabras de que se sirven puede descubrirse si se trata de seres megalómanos, autoritarios, violentos, manipuladores, mentirosos o cínicos.

Hay un fenómeno inverso al mencionado y se genera cuando las personas no se sirven de la palabra, sino que deciden servirle, volverse sus custodios y en una relación profundamente íntima, se convierten en quienes pueden arrojar claridad ética sobre lo que ocurre en nuestra sociedad.

En la política mexicana hacen falta personas así. Se ha mostrado en múltiples ocasiones la infinita ignorancia de la mayoría de los políticos mexicanos; y que conste que no se trata de que anden recitando libros o poemas, sino que tengan la capacidad de procesar la complejidad de nuestros tiempos.

Es preocupante que nuestra clase política esté caracterizada por la irracionalidad. En términos generales, han convertido a la disputa electoral en un juego de mezquindades, apegándose en todos los casos a los más cínicos pragmatismos; de las propuestas, programas y proyecto de país no hay quien se acuerde.

Muestra de lo anterior son las plataformas político-electorales de todos los candidatos en todos los partidos; la construcción de los documentos que se registran ante los órganos electorales se han convertido en el gran negocio de consultorías y despachos que cobran cientos de miles de pesos por “refritos” en los que en ocasiones incluso repiten el nombre de municipios o entidades en que previamente trabajaron.

La ausencia de ideología, en el sentido más estricto del término, es un riesgo mayor para nuestro país, porque entonces todo se queda en la lógica de la racionalidad ramplona de quienes defienden, por ejemplo, que las alianzas entre izquierda y derecha son “exitosas” simplemente porque obtienen victorias electorales.

El problema de posiciones así consiste en asignarle un sentido o significado político al concepto de “éxito”. Hacerlo constituye un despropósito teórico y una muestra más de la irracionalidad en que se desarrolla el análisis de lo que está ocurriendo en nuestro atribulado país.

Nuestra política ha “vaciado” al lenguaje. Hoy da lo mismo hablar de seguridad social, derechos humanos, combate a la pobreza, educación, libertad, seguridad pública, equidad, etcétera. Y esto demuestra que no hay políticos que tengan una claridad conceptual de qué es lo que están diciendo u ofreciendo a la ciudadanía. Se trata, a final de cuentas, de hacer “discursos bonitos”.

En el extremo están personajes que como Vicente Fox tiene por costumbre ejercitar la estulticia hasta el paroxismo. En la misma categoría está el gobernador de Jalisco, Jorge Emilio González Márquez, sinónimo del conservadurismo extremo y de una intolerancia propia de un troglodita.

Por su parte, el secretario de Desarrollo Social sostiene públicamente que él “juega póquer con cartas abiertas”. Más allá de que se trata de una figura o un intento de metáfora, es inaceptable que un Secretario de Estado se conciba a sí mismo como un tahúr; porque hasta donde yo recuerdo, en el póquer el que gana, gana todo, y deja en la ruina a los demás.

Hay otros ejemplos que esconden con sutileza el carácter autoritario de los políticos; el más grave es el del Presidente de la República, quien un día le endilga a su adversario la categoría de ser “un peligro para México”, y días se llena la boca con un discurso en el que apela a la tolerancia y al respeto a las diferencias.

La ligereza con que nuestros políticos hablan debe ser un motivo de preocupación para los ciudadanos. No podemos permitir continuar siendo gobernados por entes iletrados que no son capaces de transmitir con claridad sus ideas y mucho menos, podemos conformarnos a que nuestro futuro siga en manos de cínicos irresponsables que lo único que están buscando es enriquecerse a costa del bienestar de la mayoría.

Es momento de que los ciudadanos nos arriesguemos a “ir más allá”; de asumir que nuestro país requiere de los ciudadanos de todo lo que se tiene; en voz del filósofo Finkielkraut: “de todo un dinero ganado miserablemente, todo un dinero de pobre y de miserable, todo un dinero de gentes humildes, de miseria y de pobreza; todo el tiempo, toda la vida, toda la carrera, toda la salud… la ruina del cuerpo, todas las ruinas, la ruptura del corazón… toda la vida social. Toda la vida del corazón, en fin, de todo”.

Lo irracional de la política mexicana está en su pragmatismo y en su renuncia a la emoción social para servir a los demás, con entrega y con todas las capacidades de que se dispone. Y me atrevo a sostener que en gran medida, esa carencia está determinada por su incapacidad de comprometerse con lo mejor del espíritu humano; con lo mejor del lenguaje y con el coraje de intentar comprender la complejidad e intentar transformarla.

Necesitamos políticos que, parafraseando a otro gran filósofo, François Michelet, tengan el arrojo de salir al encuentro del país desde una “visión apasionada, desde miradas nuevas, animadas, ardientes” como se mira pues, “bajo la primera atracción del amor”.

sábado, 9 de octubre de 2010

Los ciudadanos y los medios. Periódico La Crónica

Saúl Arellano | Opinión
Domingo 10 de Octubre, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=537067 


Tenemos en México una extraña tendencia hacia la autoflagelación. Cuando hablamos de nuestros males nacionales, las generalizaciones fluyen y el argumento del “todo está mal y nadie hace nada” se pronuncia casi siempre en tono doctoral.

También se encuentra la idea extendida de que los mexicanos somos como los cangrejos: “cuando alguien intenta salir de la cubeta, los de abajo lo jalan para que no lo logre”; y algo hay de cierto en esta aseveración. Es de uso corriente, por ejemplo, que a las niñas y niños que más estudian se les catalogue de “barberos”, “matados”, “nerds”, “extraños”, “desadaptados” y un largo etcétera.

Empero, frente a estas ideas vale la pena preguntar: ¿de verdad no tenemos remedio los mexicanos? ¿De verdad nada se hace y todos somos una horda de trogloditas que no tenemos la capacidad de ser solidarios?

Hay evidencia de que las cosas no son así; hace poco se conmemoró un aniversario más del terrible sismo de 1985, y además de la tragedia, lo que más se recuerda es el valor y el arrojo de una sociedad que desbordó al gobierno en inteligencia, acción y compromiso con los afectados.

Así también, cada que hay un huracán o cualquier otro desastre natural, la gente se vuelca a los centros de acopio y se muestra solidaria con nuestros hermanos en desgracia. Y aún más, en casos como el terremoto de Haití, fue el pueblo mexicano uno de los que más ayuda aportaron al grado de que una vez más, desbordaron las capacidades de las autoridades para recibir adecuadamente la ayuda entregada por millones de personas.

Somos un gran país atribulado por muchos problemas, no hay duda; pero soy de los que nos resistimos a creer que nada puede hacerse y que lo poco que pueda conseguirse con la acción ciudadana no tiene sentido ni impactos positivos.

Por eso es importante destacar la nueva tendencia que se ha generado, desde la cual se han construido nuevas alianzas entre la sociedad civil y los medios de comunicación. Esta nueva forma de inteligencia social es muy importante y debe potenciarse. Y en ese sentido, es una gran noticia que los medios tengan cada vez más autonomía y que se pongan cada vez más del lado de la sociedad, cumpliendo con ello la tarea fundamental que les asigna la Constitución y nuestras leyes.
El Premio La Crónica que se otorgará el próximo día 13 de octubre es un ejemplo de esto que aquí se habla. Una iniciativa que surge para reconocer a destacadas mexicanas y mexicanos sin mayor propósito que destacar mucho de lo mejor que tenemos, y mostrarnos que México sí tiene futuro y que en nuestro país sí hay muchas cosas que se están construyendo y logrando a pesar del Gobierno y de los políticos.

La mayor lección que podemos obtener de este tipo de iniciativas es que si los ciudadanos y los medios podemos ir de la mano en la brega por un país más justo y generoso, podremos resistir todo lo que venga y vamos a construir muy rápido una verdadera democracia que no esté atrapada por las perversas lógicas de poder en que hoy se encuentra.

Una de las virtudes de mayor calado que nos enseñaron nuestros abuelos es la de la generosidad. Palabra hermosa que es definida por la Real Academia de la Lengua como “nobleza heredada de nuestros mayores”, pero también como la “propensión del ánimo a anteponer el decoro a la utilidad y al interés”.

Esto es justamente lo que va a poner en práctica La Crónica con el otorgamiento de este premio, y lo deseable es que más medios pudieran retomar la iniciativa y que se generase —¿por qué no?— una sana competencia en el ánimo de convertirse en quien mejor puede reconocer a los mexicanos ejemplares que están dando su tiempo, talento y a veces hasta su proyecto de vida, para construir una nación más justa.

México puede ser un país más bonito. Uno en el que la mayoría podamos actuar en libertad y realizar nuestros proyectos de vida. Podemos ser un país con acceso a más educación, con menos violencia, con mejor salud, con menos corrupción, con mayor equidad social.

Se trata de convencernos a nosotros mismos que no es por la vía de la queja permanente como vamos a transformarnos en un mejor país. Antes bien, lo importante es saber que el cambio, más allá de los lugares comunes, podemos comenzarlo cada quien desde nuestros espacios: siendo mejores estudiantes, mejores padres, mejores hijos, mejores ciudadanos.

No podemos merecer un mayor bienestar si no luchamos por él. Dice Silvio Rodríguez en una de sus canciones, que la libertad sólo es visible para quien la labra; y es el momento de darnos cuenta que nadie, sino nosotros mismos, va a otorgarnos aquello que no exijamos y aquello que no estemos dispuestos a construir.

México es cuna de personas ejemplares y de movimientos históricos de alcance mundial, y es hora de asumir el valor de reconocernos y de ser generosos unos con otros. Enhorabuena por La Crónica y por esta importante iniciativa.

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Por qué no funciona el Congreso? Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Domingo 3 de Octubre, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=535613

A la memoria de las víctimas del 2 de octubre

La naturaleza de la democracia se funda en el ejercicio del diálogo. No puede concebirse a la política sin una práctica deliberativa ni mucho menos a un Parlamento sin vocación discursiva, en el sentido de hacer públicas sus posiciones y de presentar, de cara a la ciudadanía, los argumentos y evidencia científica que las respaldan.

La esencia de la democracia se encuentra pues en su carácter dialogante y en la puesta en práctica de la inteligencia social, en aras de construir procesos de largo plazo dirigidos a la generación del bienestar y a la elevación de la calidad de vida de las personas y sus familias.

Lo opuesto es la formación de grupos facciosos que tienen como propósito defender intereses particulares; camarillas dispuestas a todo en aras de conseguir privilegios a costa de la pobreza de millones, así como más poder en detrimento de las libertades y las capacidades ciudadanas para ejercerlas.

No hay nada peor para una democracia que la conquista del poder por uno o varios de estos grupos, los cuales generalmente logran diseñar aparatos publicitarios y propagandísticos con la capacidad de decir y sostener todo aquello en lo que no creen y con respecto a lo cual nunca actúan en congruencia.

Me atrevo a sostener que la inmensa mayoría de las y los legisladores están en sus cargos como producto de acuerdos políticos cupulares; la mayoría de ellos no tiene ni experiencia previa ni conocimientos especializados en los temas que dicen encabezar, y a pesar de los inmensos currículum que presentan, la mayoría no ha acreditado una historia de vida de servicio público ni de vocación de país.

Valdría la pena realizar un proceso de evaluación del Congreso que, en el marco de las Garantías que establece la Constitución para proteger su autonomía e independencia, nos permitiera a los ciudadanos saber qué partidos están representando en serio los intereses populares, y quiénes los cupulares o bien, quiénes están ahí simplemente para cobrar los 150 mil pesos mensuales que nos cuesta cada uno de ellos en la nómina.

Por ejemplo, sería importante realizar un examen, tipo las pruebas ENLACE, aplicado a los legisladores en torno a los temas que les corresponde analizar en las comisiones que presiden o de las que forman parte. De hecho lanzo el reto y podría asegurar que más del 60% de los diputados y senadores no pasarían un examen así.

Si bien todo esto tiene que ver con un problema mayor de ignorancia, lo cierto es que se trata aún más de una cuestión ética. Las dirigencias de los partidos, las elites políticas y económicas y los poderes fácticos, están en su mayoría corrompidos por una ambición desmedida y por una vocación de poder que busca el lucimiento y la fama, antes que el servicio a la Patria.

¿Quién pudiera en el Congreso defender a México, pensado y sentido como en el inigualable poema Piedra de Sol, de Octavio Paz? Dice ahí el poeta: “tu falda de maíz ondula y canta, tu falda de cristal, tu falda de agua, tus labios, tus cabellos, tus miradas, toda la noche llueves, todo el día abres mi pecho con tus dedos de agua, cierras mis ojos con tu boca de agua, sobre mis huesos llueves, en mi pecho hunde raíces de agua un árbol líquido”…

El día de ayer se conmemoró en México un aniversario más de la cruel represión de 1968; síntesis de la vergüenza de un régimen que se negó al diálogo e intentó acallar las voces de la crítica con las balas asesinas, ordenadas por un loco que juraba haber conjurado la peor de las conspiraciones contra la patria.

Este episodio bochornoso, para muchos punto de inflexión de nuestro inacabado transitar hacia la democracia, nos debe enseñar que urge la reconciliación; urge abrir los espacios para el encuentro de las diferencias y urge la reconstrucción de una clase política motivada por el Amor —escrito a propósito con mayúscula— por nuestro país.

México y sus venas abiertas, por las que fluye la sabia de una libertad que no termina de ser lo que debe ser. Un país que enternece y conmueve en la belleza de sus profundas raíces y tradiciones, y que al mismo tiempo encarna el enojo y la furia ante la injusticia, el hambre y la desesperación social.

Así pues, ha pasado un mes desde que inició el Periodo Ordinario de Sesiones y no ha ocurrido nada relevante en el Congreso: la diatriba y el pleito del día siguiente llenan las agendas, mientras que la testaruda realidad nos espeta en el mundo de lo cotidiano que hay 20 millones de hambrientos que claman por su reivindicación.

Asistimos a un pleito por los despojos, y cual buitres y chacales, todos buscan llevar un poco más de los hilachos del Presupuesto a sus entidades, porque saben que con ello quizá, tendrán los votos suficientes para ganar la próxima elección. No es para eso que los elegimos y es tiempo que los ciudadanos alcemos aún más la voz y tengamos la dignidad de recordárselos. 

sábado, 25 de septiembre de 2010

Esclavos del siglo XXI. Periódico La Crónica

Saúl Arellano. Opinión

Domingo 26 de Sep., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=534246 

Hay una tendencia global, impulsada sobre todo por los organismos internacionales de mayor peso político y financiero, a utilizar un lenguaje “aséptico”; ante lo impronunciable recurren a términos “neutros” desde los cuáles y bajo la lógica de lo “política y diplomáticamente correcto”, que contribuyen, aun sin proponérselo, a reproducir lo monstruoso.

En México, amantes casi siempre de las modas y de lo conceptualmente efímero, la tendencia se reproduce y al menos en el ámbito de lo social, hoy padecemos una anemia teórica que en el fondo lo que nos evidencia es una anemia moral para llamarle a las cosas por su nombre, pero sobre todo para encontrar nuevos significados y referentes que nos lleven a pronunciar todo aquello que no queremos reconocer ante nosotros mismos.

Lo peor es que la tendencia se institucionaliza: a los viejos se les llama “adultos mayores”; a los abandonados se les dice “personas en situación de calle”; a los hambrientos se les sitúa como “personas en pobreza multidimensional extrema”…

Lo extremo en todo caso es esa forma de fuga social, mediante la cual pretendemos no darnos cuenta de las aberrantes condiciones que se viven en todo el planeta, de la frivolidad que caracteriza a nuestras sociedades y del cinismo de los poderosos, quienes buscan a toda costa aparecer como “buenas conciencias” llenándose la boca, en cada ocasión propicia, de preocupaciones y conciencia social.

En medio de la indiferencia social, la desesperanza, se instala y abruma a los más pobres, a los exiliados del bienestar, a quienes los peores males sociales aquejan siempre con una fuerza brutal, comparable ni más ni menos con las peores amenazas vertidas por los dioses, cuando de amedrentar a los humanos se trata.

Nuestra cultura cierra los ojos y pretende negar que las víctimas existen, porque de reconocerlo tendría que identificar a los victimarios y exigirles el cese de sus acciones. Y como en nuestras sociedades se asume que aquello que no se nombra no existe, se impone el silencio a manera de exorcismo social y liberación de responsabilidades.

Ante las situaciones límite hemos tenido las mayores omisiones y en ello, el crimen de la trata de seres humanos resulta ejemplar. Resulta sorprendente que frente a la evidencia de que al menos 12.5 millones de personas son víctimas de trabajo forzado en todo el mundo (así lo consigna la OIT), ni la indignación masiva se impone ni mucho menos el escándalo crece y genera una movilización de gran escala para exigir el cese de tan aberrante circunstancia.

En México se ha denunciado una y otra vez que hay miles de víctimas, lastimadas y esclavizadas no sólo por los malhechores, sino por los testigos silentes en que nos hemos convertido, volviéndonos también en verdugos por omisión en la condena y exigencia de que ese crimen debe parar.

Hay quienes han denominado a ciertos delitos como “crímenes de odio”; empero, el concepto hoy resulta relativamente limitado y tendríamos que ser capaces de comenzar a hablar de crímenes de vileza, en los que la infamia de quienes los perpetran, pero también de quienes permanecen como testigos mudos, lastima a todos y cada uno de los seres humanos, porque es precisamente lo humano lo que desaparece cuando tales crímenes son cometidos.

Hacer visible lo tenebroso que hay en la voluntad de esclavizar, someter y explotar a un semejante es urgente; por ello hacen falta mucho más espacios públicos que nos permitan dialogar en cordialidad y encontrar nuevas rutas para el encuentro y la solidaridad ante lo que vale la pena y hace digna la vida.

Por ello es de celebrarse que la universidad pública en nuestro país esté asumiendo el liderazgo ético, tratando de reconducir procesos para los encuentros cara a cara, y para proponer soluciones a los problemas más ingentes que nos aquejan, pero que sobre todo nos despojan de nuestra humanidad.

Ejemplo de lo anterior es la unión de esfuerzos de la Universidad de Guanajuato con el Seminario UNAM de la Cuestión Social, las cuales, en alianza con la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de Guanajuato, lograron concitar con motivo del Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, a numerosas dependencias públicas, organizaciones de la sociedad civil, representantes del gobierno federal y del Congreso de la Unión, así como organismos públicos y privados de diversos estados de la República, a fin de debatir públicamente sobre cómo erradicar esos crímenes de vileza en México.

Lo que se puede mostrar con este tipo de eventos, es que discutir públicamente puede permitirnos comprender que la hora de la justicia es la que tenemos enfrente, y que debe haber una condena unánime y permanente en torno a la crueldad ejercida en contra de nuestros semejantes.

Aún podemos convertirnos en un diálogo; aún podemos lograr que entre nosotros reine lo espiritual y conseguir que lo humano se imponga, que cese la impunidad del mal radical expresado en crímenes como el de la trata de personas y construir en el siglo XXI una sociedad en la que la sola idea de la esclavitud resulte tan horrenda, que todos estemos dispuestos a combatirla y erradicarla.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Lección del Bicentenario: pueblo ejemplar, gobiernos mediocres. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 19 de Sep., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=532895

Dedicado a nuestra hermosa patria en el Bicentenario

México puede ser definido el pueblo de la fiesta. En nuestro Ser —dicho en el más profundo sentido del término— conviven la alegría y el pesar, la algarabía y la angustia del día a día. Nada más parecido a la celebración, que no es otra cosa sino remembranza de tragedias y su catarsis vía el desfogue pletórico de música y baile.


Huraños siempre, exigimos a los demás que se definan; pero una vez que se ha generado la apertura del otro, el mexicano transita de la amistad a la hermandad vía la comida, primero, y la borrachera después; símbolo de confianza y entrega, abandono al éxtasis del olvido y la alegría; signos todos que buscan, de manera por demás extraña, alejar de la vida la violencia y la tristeza.

Estas manifestaciones tienen sus lados oscuros, hoy más que nunca expresados en la violencia sádica desatada por el crimen organizado; violencia fraticida que está acabando con miles de jóvenes y ante la cual no alcanzamos a vislumbrar la salida ni el antídoto para contrarrestar el veneno que ha inundado las venas de nuestra patria.

Poco de esto se encontró en las fiestas organizadas por un Gobierno mediocre que propuso en el “arte abstracto” y “alegorías” que casi nadie entendió, retratar lo que somos. Para lograrlo no había más que salir a la calle y poner atención, y darse cuenta de que México es un pueblo vivo, alegre, que busca desesperadamente reencontrarse en sus raíces para ser lo que debemos ser.

Penosamente, ante la vitalidad de una nación deseosa de festejar, el Gobierno de la derecha decidió gastar más de mil millones de pesos en un evento que parecía más la inauguración de un espectáculo deportivo, que una magna conmemoración, es decir, el encuentro con nuestra memoria pensada y vivida; y con ello la vivencia de los sueños que aún debemos construir y alcanzar.

Así, el Lic. Felipe Calderón, de la mano de un gris secretario de Educación con aspiraciones presidenciales, tomó la ruta fácil de organizar un espectáculo aldeano, eso sí, magnificado y con alta tecnología, y se olvidó de lo importante: asumir que el Bicentenario debía ser una invocación, una fecha simbólica para propiciar la reconciliación de una nación atribulada por la violencia, la pobreza, las desigualdades y la vulnerabilidad ante la realidad inevitable del cambio climático.

Todas las generalizaciones son peligrosas, pero puede sostenerse que ningún gobierno en los estados y los municipios pudo ni supo estar a la altura de un pueblo que sigue cantándole a la libertad; que está orgulloso de sus instituciones; que se emociona ante nuestra hermosa Bandera y al que se le enchina la piel al escuchar nuestro Himno Nacional.

El Bicentenario y su conmemoración era momento de rescatar a Quetzalcóatl y a toda la cultura del Toltecáyotl, de la cual abrevaron los chichimecas, tezcocanos, los del Reino de Azcapotzalco, los tlaxcaltecas y por supuesto los aztecas.

Nos olvidamos de los cantos y las flores, del culto al pueblo del sol que fuimos y que en muchos sentidos no hemos dejado de ser; olvidamos darle nuevos referentes a una Colonia que fue capaz de generar un “siglo de oro”; del heroísmo de los forjadores de la Independencia y del talante de quienes les sucedieron: de Guadalupe Victoria y de José María Luis Mora, el gran presidente Juárez y toda la Generación del 57, por citar sólo algunos ejemplos.

Olvidamos que la traición también ha estado a la orden del día en apellidos como los de Iturbide, Santa Anna, Miramón y Mejía, Porfirio Díaz y Huerta a la cola de la lista, pero el primero en miseria humana. Nombres que hoy la derecha busca desesperada reivindicar para justificar la reescritura de una historia, siempre en el pasado, ante su incapacidad de vernos en nuestros dilemas de hoy y en nuestras posibilidades futuras.

Rememorar es ir en busca del tiempo perdido a fin de construir un tiempo recobrado; se trata de superar la mentalidad del “pelado”, como le llamaría don Samuel Ramos a lo peor de nuestra idiosincrasia; se trata de salir del Laberinto de la Soledad de Paz; de dejar atrás al páramo y el llano en llamas, territorio en el cual surgen las ventiscas que llegan y “nos alevantan”.

El pueblo que somos no merece a los políticos que dicen representarnos: llenos de mezquindad y mediocridad en visión y propósitos, no tienen ni pueden tener el arrojo de soñar, de anhelar de veras, un país de libertad por el cual vale la pena vivir y luchar cada día.

Cuando más deberíamos tener claro lo que ha de venir mañana, en nuestro Bicentenario enfrentamos un futuro incierto ante el cual los ciudadanos de a pie tenemos el reto de asumir con arrojo la construcción de nuevos liderazgos a la altura de gigantes que como Hidalgo, Allende, Morelos y Guerrero, estén dispuestos a soñar y a pelear por lo mejor que tenemos: la vitalidad y el privilegio de ser, a pesar de los historiadores de moda, un pueblo mítico, nada menos que el pueblo del sol.

domingo, 12 de septiembre de 2010

El Bicentenario, veinte años después. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 12 de Sep., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=531634
 
Me ha dado vueltas en la cabeza una pregunta elemental: ¿qué se va a decir de nuestra generación, la del Bicentenario, dentro de 20 años? La cuestión es angustiante porque de entrada, los festejos han resultado un fiasco que no han dejado nada importante para el país; a la fecha, lo único que se ha entregado a tiempo y que tiene posibilidades de perdurar es la Galería Nacional.

Honrar el Bicentenario nunca se ha comprendido en Los Pinos. No se trataba de organizar un dispendio de más de mil quinientos millones de pesos, de los cuales nadie ha rendido cuentas, y que supuestamente se van a erogar los días 15 y 16 de septiembre. Y a menos que demuestren que la luz con la que se dará el espectáculo en Paseo de la Reforma y en el Zócalo fue traída de Venus, será muy difícil comprobar que esa kermés costó la ofensiva suma de la que aquí se habla.

Si se suma lo que tanto el Gobierno Federal como algunos de los estados han erogado en la organización de los festejos, tenemos una cantidad superior a la que tiene el Sistema Nacional DIF como presupuesto anual. Es decir, con lo que se invertirá en las fiestas aldeanas que se han preparado, pudimos haber repartido más de 50 millones de desayunos escolares en todo el país, cifra que en una nación agraviada por el hambre, no hubiese sido un desperdicio.

Llegamos pues a las más importantes fiestas patrias que se podrán realizar en dos centurias, divididos y extraviados en torno a rutas transitables para reconstruir nuestro tejido social y el sentido de nación que nos puede dar unidad e identidad.

Es duro pensar que en 20 años seremos recordados como la generación que dilapidó de manera idiota la más importante oportunidad para llevar a cabo una reflexión importante sobre qué país queremos luego de 200 años de libertad y de casi 100 años de vigencia de una Constitución y un orden institucional surgidos de una Revolución que nos costó más de un millón de muertos.

Es probable que seamos recordados como una generación incapaz y de impotentes que no tuvimos el arrojo de soñar por un México justo. Que no tuvimos la fuerza y la inteligencia, pero sobre todo, la generosidad de replantearnos nuestros pactos sociales más elementales, nuestros métodos de diálogo y nuestras capacidades de solidaridad.

Me imagino a las niñas y niños, hoy menores de cinco años, ofreciéndonos en el año 2030, en el mejor de los casos, una mirada compasiva ante nuestra torpeza, y por qué no decirlo, nuestro egoísmo extremo, al haber pensado sólo en la lógica del día siguiente y no en la construcción de la nación vigorosa y boyante que podemos ser.

De continuar las tendencias sociales, económicas y de salud pública que hoy existen, en ese año habremos agotado definitivamente el bono demográfico; muy cerca del 20% de la población tendrá más de 65 años, sin servicios de salud ni pensiones dignas; tendremos rezagos difíciles de superar en lo que a la economía del conocimiento, la ciencia y las humanidades se refiere, y tendremos una población de más de 120 millones de habitantes en medio de un probable imbatible contexto de una pobreza que estamos sembrando desde hoy.

El juicio será y es desde ahora duro: no fuimos capaces de honrar la memoria de quienes dieron la vida por forjar a este país, aprendiendo a entendernos civilizadamente, a generar una nueva inteligencia social desde la cual se pueda entender que la pobreza no es un indicador del desarrollo económico, sino uno de los peores mecanismos de opresión y control social que pueden existir.

Será muy difícil poder explicar por qué fallamos, a las generaciones de jóvenes que no tendrán todas las oportunidades a que podrían acceder, si nos decidiéramos de una vez por todas a transformar las estructuras de desigualdad y de privilegio para unos cuantos, y convertirlas en espacios para la cobertura universal en salud, educación y alimentación, todo en un contexto de trabajo digno para cada uno de los mexicanos.

Diálogo; es la palabra que Felipe Calderón no comprende y que no ha querido incorporar no como parte de su discurso, sino como guía de sus acciones de Gobierno. Acuerdo y consenso; otros dos conceptos que a pesar de la trayectoria del licenciado Calderón, ha omitido y ha hecho a un lado en la práctica cotidiana de la política.

Ante todo ello, es preciso reivindicar el derecho a festejar y a sentirnos orgullosos de nuestro país a pesar de nuestros gobernantes. No podemos hoy dar marcha atrás ni podemos sucumbir ante la mediocridad y la indolencia de las elites políticas de nuestro querido México.

Ante la amargura de lo que representa la política nacional, los mexicanos tenemos la responsabilidad de enseñarle a nuestros niños, niñas y adolescentes, y con ello recordarnos a nosotros mismos, que las seis letras que componen el bello nombre de nuestro país, significan y transportan más de 500 años de lucha, de trabajo y de dignidad y que por ello vale la pena llenarse de orgullo gritando en estos días ¡que viva México!

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un siniestro informe de Gobierno. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Domingo 5 de Sep., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=530235
 
Felipe Calderón debió enviar su Informe de Gobierno al Congreso, con una convocatoria adjunta a construir un Gobierno de transición para restablecer los acuerdos fundamentales que como país nos dan cohesión e identidad.

Los resultados que el Ejecutivo Federal entrega a la nación son desastrosos. En materia de seguridad pública, economía y desarrollo social representan una fractura de inmensas proporciones, que son desde luego inaceptables para un país que aspira a la equidad.

Para completar el cuadro de la tragedia, la Presidencia de la República despliega una campaña publicitaria sustentada en mensajes que nadie entiende. Por citar sólo el peor de todos, el relativo al Seguro Popular, baste decir que resulta tremendamente confuso decir que al inicio de su mandato prometió cobertura universal en salud y que a cuatro años de gobierno, se han afiliado a ese esquema de servicio 30 millones de mexicanos, es decir, menos del 30% de la población nacional. ¿A eso se le puede llamar universalidad?

En contraste, la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social, 2009 muestra que hay más de 28 millones de mexicanos que carecen de todo sistema de protección social y atención médica, incluidos los servicios privados de salud. Peor aún, de acuerdo con los datos de esa encuesta, son los más pobres quienes más gastan en salud en nuestro país.

En materia económica, a pesar de los engañosos comerciales en los que se dice que se han creado más de 800 mil empleos, lo cierto es que la tasa de desocupación no se ha reducido un ápice a lo largo de los últimos tres trimestres, es decir, desde septiembre de 2009 hasta junio de 2010, este indicador se ha mantenido en 5.3% con respecto a la Población Económicamente Activa, lo que significa que hay en el país más de 2.4 millones de personas “desocupadas”.

Adicionalmente, la fractura del mundo del trabajo se expresa en el imparable crecimiento de la economía informal, en la que ya se encuentran casi 13 millones de personas, que representan prácticamente el 29% de la PEA; es decir, uno de cada cuatro personas ocupadas lo están en el sector informal.

He venido señalando desde hace meses que el número de pobres crecería significativamente para finales de este año, y el más reciente estudio del Tecnológico de Monterrey en la materia, ratifica que al finalizar el 2010 habrá al menos siete millones de personas en condición de pobreza, adicionales a las que había en 2009; es decir, cerraremos el año con la mitad de la población en la pobreza.

Por esto la pregunta obligada es ¿de dónde viene la siniestra sonrisa del Licenciado Calderón en sus mensajes publicitarios? ¿De verdad piensa que anima a la sociedad reiterando constantemente que tener muchos problemas lo impulsan a trabajar más arduamente?

¿No es ofensivo que el Presidente sostenga en el programa de noticias más visto del país, que el momento más difícil de su sexenio fue la muerte del Lic. Mouriño?; ¿Y los 49 niños muertos de la guardería ABC? ¿Y el darse cuenta de que los jóvenes asesinados en Ciudad Juárez no eran criminales? ¿Y los jóvenes asesinados en el Tec de Monterrey a quienes les sembraron armas y golpearon agonizantes? ¿Y las granadas el 15 de septiembre de 2008 en Morelia?

Al frivolizar sus preocupaciones el Presidente frivoliza su mandato. Y si no es capaz de darse cuenta de lo que está diciendo y del mensaje que nos da a los mexicanos en torno a los problemas que le afectan, entonces no merece el privilegio de ser el Presidente de México, menos aún en el Bicentenario y en el Centenario de la Revolución Mexicana.

Felipe Calderón debe darse cuenta de que su gobierno ya fracasó; que su proyecto, cualquiera que éste haya sido, no tiene futuro, y que es tiempo de convocar a la nación a refundar nuestro pacto social.

Ante las calamidades que nos aquejan, lo único que nos alcanza a ofrecer el Ejecutivo es más violencia y más muertos, ratificando que la suya es una Presidencia monotemática, obtusa y sin altura de miras.

Por eso insisto, Calderón debería hacer un llamado, desde ya, a construir un Gobierno de transición que incluya en el Gabinete a las figuras con mayor autoridad ética en el país, y que nos permita llegar al 2012 con acuerdos fundamentales para garantizar que, sea quien sea el nuevo presidente, esté obligado y cuente con los instrumentos necesarios para reconciliarnos como país.

Se ha dicho en numerosos espacios, que para Calderón se agotó el tiempo y debe decidir si seguirá actuando como el jefe de una facción de su partido, y con ello encaminarse junto con Fox al “basurero de la historia”, o recomponer el rumbo y actuar como el Jefe de Estado que está obligado a ser.

No podemos seguir posponiendo la realización de los anhelos de quienes nos dieron un país en el cual vivir y buscar el bienestar, y tampoco seguir actuando con mezquindad. Tenemos el reto de atrevernos a soñar y a tener el arrojo de perseguir esos sueños con toda nuestra energía porque de no hacerlo, será la cobardía la que marque nuestro futuro.

domingo, 29 de agosto de 2010

La migración en tiempos del sadismo. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 29 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=528803

Vivimos en una sociedad no sólo cínica, sino sobre todo sádica. Pareciera que toda posibilidad de compasión ha sido erradicada y que la única ruta disponible es la de la violencia; ruta de triste destino, sobre todo si consideramos que el resultado previsible es el de una generación dispuesta a todo en aras de conseguir dinero y poder, como los fines mayores de la existencia.

La masacre de los 72 migrantes que tuvo lugar la semana que concluye es una muestra inequívoca del nivel de agresividad que los cárteles están dispuestos a utilizar de no ver cumplidas sus exigencias; caso de una gravedad extrema, más aún si se considera la tibieza y torpeza de la respuesta gubernamental ante el caso.

La desastrosa política migratoria que ha tenido el gobierno federal desde hace años nos ha llevado a la mayor de las hipocresías que, aunque a estas alturas es ya un lugar común decirlo, nos sitúa como un país poseedor de un doble discurso en el que se exige allende el Río Bravo lo que no somos capaces de construir aquí: una política migratoria integral sustentada en una sólida perspectiva de derechos humanos.

El fracaso en esta materia tiene nombres y apellidos; en este sexenio, la Comisionada Cecilia Romero ha ido de un traspié a otro, pues durante el periodo en el que ha fungido como titular del Instituto Nacional de Migración se han suscitado casos de escándalo en los que aflora no sólo una profunda incapacidad, sino visos de una profunda corrupción en la dependencia que tiene la responsabilidad de dirigir.

Nadie puede negar, por ejemplo, que ante el caso de los cubanos que habían sido detenidos y después “liberados por un comando armado” (http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=368266), nunca hubo una explicación satisfactoria de cómo fue que los agentes de migración permitieron su secuestro y posterior “aparición” en los Estados Unidos de América.

Tampoco ha quedado claro quiénes y cómo han presionado al INAMI a fin de legalizar el tráfico de mujeres, sobre todo provenientes de Europa del Este y Suramérica, a fin de que puedan venir a “trabajar” en los llamados “table dance”. ¿Por qué la Comisionada está dispuesta a otorgar “visas de trabajo”, cuando hay señales de alerta por todo el mundo de que una inmensa cantidad de las mujeres que son “contratadas” en este tipo de antros son o pueden ser víctimas de redes de tratantes y traficantes de indocumentados?

Por otro lado, debe alertarse que hasta hace poco, los expertos en el tema establecían una clara diferencia entre el tráfico de migrantes y la trata de seres humanos. El primero, se decía, es un crimen de carácter temporal y termina una vez que el migrante llega a su lugar de destino. En la trata, por el contrario, la víctima queda sujeta a su captor durante periodos prolongados.

Con la evidencia disponible, comenzamos a ver que tal diferencia comienza a borrarse y cada vez son más numerosos los testimonios de víctimas que son obligadas a prostituirse, a posar desnudas para materiales pornográficos o a actuar como “esclavas sexuales” de los polleros o de sus jefes, a fin de saldar la deuda contraída por el “paso” de la frontera.

Con todo esto, una de las situaciones más preocupantes se encuentra en el hecho de que cada vez hay más jóvenes y mujeres participando en la comisión de estos crueles delitos y, lamentablemente no sorprendería saber, de haber algún día detenidos por este cobarde crimen, que quienes mataron a los 72 migrantes son en su mayoría menores de 30 años.

En este contexto, es triste darnos cuenta de que nos estamos convirtiendo rápidamente en una sociedad casi necrofílica; es decir, no sólo nos estamos acostumbrando a la muerte violenta e injustificada de miles de seres humanos, sino que además toleramos y hasta consumimos productos apologéticos de la muerte.

Pensemos por ejemplo en diarios vespertinos como el Gráfico. No hay día en que su portada no esté dividida en dos secciones: por un lado, una fotografía digna de las mejores épocas de “Alarma”, y junto a ella, la fotografía de una mujer semidesnuda. Pienso que ni al Marqués de Sade se le hubiese ocurrido una combinación más terrorífica.

¿Cómo construir una sociedad convivencial en medio de todo esto? ¿Cómo construir un mundo en el que la pobreza y la desigualdad no lleven a millones de personas, como ocurre ahora, al éxodo y a la huída ante el hambre y la frustración social? ¿Cómo modificar nuestros valores y principios para hacer de México un país en el que ser migrante, ya sea extranjero o nacional, no sea condición de riesgo y de vulnerabilidad ante la violencia sádica.

Una respuesta seria del gobierno no nos vendría mal, sobre todo en estos días en los que, a pesar de estar tremendamente cerca del Bicentenario, más que un ambiente de fiesta se vive una lúgubre sensación de miedo e inseguridad, marcada por la nueva realidad, ya no sólo de la impunidad y corrupción que cunden por todo el país, sino por el sadismo con el que hoy los perpetradores ejecutan a sus víctimas.

viernes, 27 de agosto de 2010

Saúl Arellano en la Tercera Emisión de MVS

En este enlace se encuentra la entrevista que me hizo Fernanda Tapia sobre el tema de trata de personas

Saúl Arellano en la Tercera Emisión

domingo, 22 de agosto de 2010

Las cifras de un verdadero escándalo. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 22 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=527266

Una de las acepciones que la Real Academia de la Lengua ofrece para la voz Escándalo es la siguiente: "Ruina espiritual o pecado en que cae el prójimo por ocasión del dicho o hecho de otro".

Más allá del sentido religioso que aquí se revela, el escándalo es un fenómeno de proporciones mayores porque como puede verse, provoca la ruina más atroz en que puede vivir una persona, que no es otra sino la ruina espiritual debido a los hechos de otros.

La pobreza es, en ese sentido, un verdadero escándalo". Lo es más cuando en ella están atrapadas más de 50 millones de personas y peor aún, cuando el destino esperable para ellas está fincado en la desolación y la frustración que significa el desempleo permanente y la ausencia de expectativas.

El filósofo Heidegger, en su bello texto la pobreza, nos advierte que el riesgo de las hambrunas no consiste sólo en que mueran millones de personas debido a la carencia, sino sobre todo, que quienes sobrevivan lo hagan únicamente para tener qué comer.

Esta terrible imagen es una realidad en nuestro país. Ante ella, los cínicos que toman decisiones en la Secretaría de Hacienda se muestran inconmovibles y nos siguen recetando las mismas medicinas, con dosis variadas y nada precisas, cuando la enfermedad no sólo es ahora más grave sino que amenaza con entrar a una fase terminal.

Los gnomos hacendarios están convencidos de que es por arte de la "magia del mercado" como espontáneamente se superará esta condición. Nos dicen que es profundizando las reformas económicas como lograremos crecer y generar empleos. Así, estigmatizados con los signos del libre mercado, estos extraños seres asumen con profunda religiosidad que es generando incentivos para el mercado como los mexicanos vamos a superar la severa crisis en que estamos sumidos desde hace dos décadas.

De este modo, lo que nos muestra la extrema lógica economicista que determina a los tomadores de decisiones en las esferas económicas de México, es la ausencia absoluta de una ética pública que nos permita generar justicia para los desposeídos.

El escándalo tiene, desde esta perspectiva, una segunda dimensión: la de la indiferencia ante el dolor de los demás, que en México se expresa de una manera indolente que impide percibir que ser pobre no sólo genera efectos negativos en la calidad de vida de las personas, sino en la espiritualidad de un pueblo entero; empero, lo problemático de ello es que una idea así no cabe en la lógica tecnocrática.

Las cifras del desastre son muchas, pero pueden sintetizarse en lo que sigue: en México 12.8 millones de personas trabajan en la informalidad; 66% de quienes tienen un trabajo perciben menos de tres salarios mínimos, es decir, uno de cada tres trabajadores en el país gana menos de 165 pesos al día; mientras que el promedio percibido por hora trabajada es de $20 pesos lo cual, para ponerlo en perspectiva, es de vergüenza si se considera que en los Estados Unidos de América el salario mínimo es de cerca de ocho dólares por hora.

La desigualdad es la peor trampa en que hemos podido caer como nación. Los más ricos son los únicos que ganaron con la crisis pues los dos deciles de más altos ingresos fueron quienes lograron proteger sus ingresos e incluso incrementarlos ligeramente entre 2008 y 2009; con ello, en promedio, los súper ricos del país tendrían 14 mil veces más ingresos que un trabajador situado en los promedios nacionales. Otra vez, sin exagerar, se trata de una cifra de escándalo.

¿Por qué no vemos la magnitud de lo que esto implica? ¿Por qué no generar de una vez por todas, una política de cobertura universal de la seguridad social y no la tomadura de pelo que significa el Seguro Popular? ¿Por qué no construir un sistema educativo en donde la educación sea universal y gratuita hasta el nivel superior?

Los gnomos hacendarios dirían que eso no es posible porque tendría enormes costos para las finanzas públicas. ¿Y qué no el tener a más de 80 millones de personas en la pobreza o en algún nivel de carencia social también es una tragedia no sólo fiscal y contable, sino ética?

Otras preguntas ¿el atraco del Fobaproa no implicó un desfalco mayor para las capacidades financieras del país? ¿Los más de 100 mil millones de pesos que hemos pagado de intereses por el "rescate carretero", no hubiesen servido más para construir hospitales, escuelas, mejorar la infraestructura social y generar empleos? Ante ello es importante reconocer, como lo ha sostenido en varias ocasiones el rector José Narro, que no podemos seguir siendo un país de rescates bancarios y carreteros, y no uno en el que pueda impulsarse un rescate social para la equidad.

México se nos está resquebrajando poco a poco, y a este ritmo, la fractura social que se avecina es preocupante. Al respecto vale la pena preguntarse si algún día podremos decir con el poeta Hölderlin, y con ello exorcizar al escándalo: "entre nosotros todo se concentra en lo espiritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a ser ricos"