domingo, 28 de marzo de 2010

Es la hora de un rescate social. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 28 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=497329

En el marco del Diálogo Bicentenario por un México Social, el doctor José Narro, rector de la UNAM, planteó dos ideas de la mayor relevancia para nuestro país, en torno a las cuales propongo reflexionar.

La primera de ellas se refiere a la necesidad de reconocer que el modelo de desarrollo en México está agotado desde hace ya varios años, ante lo cual no hemos tenido la capacidad de reaccionar adecuadamente.

“México no puede seguir creciendo sólo para una minoría”, sentenció con toda razón el rector. Al respecto, vale la pena destacar que 400 empresas concentran la mayor cantidad de capital en todo el país, y que son al mismo tiempo estos negocios los que son beneficiados por los regímenes de excepción fiscal que la Secretaría de Hacienda ha diseñado para beneficiar a sus patrones fácticos.

Por ello también, el juego del Congreso, mediante el cual se ha pospuesto reiteradamente un nuevo pacto fiscal, como lo propuso Leonardo Lomelí el pasado jueves en el mismo evento, tiene como trasfondo, no la ausencia de acuerdos, sino la decisión de los principales grupos parlamentarios de subyugarse al mandato de los que resultan privilegiados por un régimen de privilegios.

Dos conocedores del tema, Luis Enrique Mercado y Javier Guerrero, coincidieron en que es indispensable modificar la estructura tributaria del país, pero además ampliar urgentemente la base gravable con el fin de distribuir con mayor equidad la carga impositiva. Como ejemplo, Mercado destaca el hecho de que tan sólo mediante la eliminación de la mitad de los casos de excepción que benefician a los más ricos el Estado recibiría alrededor de 400 mil millones de pesos, lo cual cerraría el déficit que heredamos del “catarrito financiero”, pero sobre todo la brecha de desigualdad que beneficia a los más ricos.

Todo ello deberá estar acompañado por un modelo de generación masiva de empleos dignos y de una nueva política industrial que fomente la creación de un nuevo mercado interno. Si esto se diera así, la idea de un impuesto generalizado, por ejemplo el IVA con una tasa de 12 por ciento, podría ser aceptable por todos.

Lo que no puede permitirse más es el hecho de que hoy México recauda mucho menos que los estándares internacionales e incluso mucho menos, con respecto a su PIB, que países de América Latina. Hay un hecho incontrovertible: México requiere elevar cuando menos en 80 por ciento su capacidad recaudatoria en los próximos cinco años, si no queremos que ocurra una nueva catástrofe financiera cuando el petróleo de verdad se agote.

La segunda idea de enorme relevancia que planteó el doctor Narro es relativa a la urgencia de un rescate social. Para ilustrar la dimensión de esta propuesta valdría la pena señalar el Fobaproa, que constituye uno de los mayores agravios sociales en nuestra historia, y que el rescate carretero nos ha costado más de 150 mil millones de pesos del 2000 a la fecha.

Si se generan “rescates” bancarios, carreteros y de otro tipo para beneficiar a los que más tienen, ¿por qué no deberíamos pensar mejor en un rescate social que sirva de homenaje a los 200 años de nuestra vida independiente?

México no puede seguir siendo un país en el cual la desigualdad provoca que haya regiones indígenas en las que se tiene un promedio de vida inferior en hasta 10 años a la media nacional. No podemos seguir aceptando tener una tasa de mortalidad infantil casi cinco veces superior a la de Finlandia, cuatro veces superior a la de un país como España o casi tres veces superior a la que registra un país como Cuba.

Por ello es relevante destacar también las preguntas planteadas por Mario Luis Fuentes: ¿por qué a 200 años de vida independiente no hemos sido capaces de construir un sistema educativo universal y gratuito hasta el nivel universitario? ¿Por qué en dos centurias no hemos logrado construir un sistema de seguridad social universal? O bien, ¿por qué en 200 años no hemos podido construir una economía capaz de dar empleo digno a todos?

Las respuestas son múltiples, pero, en buena medida, no hemos sido capaces de serlo fundamentalmente por la mezquindad y la mediocridad de nuestras élites gobernantes, las cuales se han dedicado a administrar la tragedia, pero no a construir un país digno e incluyente.

La memoria de los héroes que pagaron con su vida nuestra libertad de hoy no merece la arrogancia del poder y el desprecio por lo social de la mayoría de nuestros políticos. Y no merece tampoco la mediocridad del crecimiento económico que tiene en la calle a 2.5 millones de desempleados.

Nuestra generación tiene la responsabilidad de asumir en toda su dimensión la magnitud simbólica del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Por ello, una nueva revuelta intelectual y ética es urgente para celebrar con dignidad estas enormes fechas, y evitar que en los años venideros se nos acuse de no haber estado a la altura del momento y de haber reducido las mayores fechas que podremos celebrar a una gran kermés, como ya lo ha hecho el gobierno federal.

sábado, 27 de marzo de 2010

México Bicentenario: una crónica de la desigualdad

Saúl Arellano

Opinión Jueves 25 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=496638

El día de ayer dio inicio el Diálogo Bicentenario por un México Social. Se abordaron temas relativos a la educación, la salud y el mundo del trabajo. En cada una de estas mesas participaron académicos como Rolando Cordera, Olac Fuentes, Manuel Gil Antón, y políticos de una gran trayectoria y experiencia como Dulce María Sauri.

La conferencia inaugural, dictada por el rector de la UNAM, el doctor José Narro, marcó el tono del debate: México no puede ser un país en el que se siga concentrando la riqueza en unas cuantas manos, y tampoco puede ser uno en el que los más pobres no tienen la posibilidad de dejar de serlo.

Las cifras recogidas por el rector Narro constituyen una poderosa síntesis descriptiva de las condiciones generales que guarda la cuestión social: alta mortalidad infantil, miles de muertes evitables, casi seis millones de analfabetas, más de 19.5 millones de hambrientos, así como desigualdades entre municipios que son comparables a la distancia que existe entre un país como los Estados Unidos de América y Zambia.

Por ello, comentó atinadamente el doctor Narro, no es posible que sigamos siendo un país en el cual se generan rescates económicos de todo tipo, desde los bancarios hasta los carreteros, y no ser capaces de generar el rescate más importante: el rescate social de una masa empobrecida y agobiada por la carencia.

Asimismo, el doctor Narro hizo hincapié en la necesidad de generar un nuevo modelo de crecimiento y, más aún, un modelo de desarrollo para las minorías, es decir, uno que permita la inclusión de todos, independientemente de su origen, condición étnica o pertenencia familiar.

Rolando Cordera, por su parte, hizo énfasis en el hecho de que el proceso modernizador del país se ha dado en las últimas décadas sin un rumbo bien definido; en esta mesa, hubo coincidencia en dos temas mayores: el primero, lograr una reforma laboral que efectivamente se diseñe para garantizar el trabajo digno para todos los mexicanos, y en segundo término revisar la política salarial en el país, la cual pasa necesariamente por la revisión del salario mínimo y su papel efectivamente remunerador.

Olac Fuentes abordó el tema de las enormes desigualdades educativas que persisten en el país; una de las principales conclusiones de la mesa relativa a la agenda educativa pendiente es lograr construir una nueva política que ponga el énfasis en el derecho al aprendizaje, antes que en el derecho a tener acceso a servicios educativos que no han logrado garantizar calidad.

David Kershenobich sostiene que México es también un país desigual en lo que se refiere a los servicios de salud. Habló de la existencia de distintos “Méxicos” y de cómo una persona que nace en las regiones más pobres de nuestra nación puede tener hasta 10 años menos de esperanza de vida con respecto a las zonas más adelantadas.

Todo ello lleva de vuelta a un interesante argumento de Rolando Cordera: vivimos una serie de dislocaciones de la cuestión social, que impiden el diálogo interinstitucional; que impiden el diálogo entre distintos sectores y actores y, sobre todo, que impiden concluir y perfeccionar la transición, tanto política como económica, la cual persiste extraviada.

Todo ello inserto en un proceso globalizador, ante el cual, a la luz de la desigualdad y la pobreza planetarias, no puede dejar de pensarse en la estructura de un sistema que está diseñado para devorar sangrientamente a sus miembros.

Esta figura obliga a evocar a la clásica pintura de Rubens, recreada posteriormente por Goya como parte de sus obras negras, de Saturno devorando a sus hijos. En ella se ve al dios enterrando sus dientes en la carne viva de uno de sus hijos, en una de las escenas de mayor belleza y violencia recogida por la pintura.

México no puede ser este Saturno, ni mucho menos puede asumir que la tragedia es su único destino posible. No podemos seguir aceptando que sólo tres de cada 10 jóvenes que ingresan a la universidad la concluyan, que sólo seis de cada 10 jóvenes en edad de asistir al bachillerato puedan hacerlo y que tengamos regiones en las que la deserción en tercer grado de secundaria llegue hasta el 40 por ciento.

Sin duda, las preguntas planteadas al inicio del diálogo por Mario Luis Fuentes atraviesan toda esta discusión: ¿cuáles son las esferas de justicia ante las cuales el Estado no puede retraerse? Y más aún, ¿cómo es posible que a 200 años de vida independiente no hayamos sido capaces de haber creado un sistema educativo universal y gratuito hasta la universidad?

¿Cómo ha sido posible que a 200 años de la Independencia no hayamos podido construir un sistema universal de acceso a la seguridad social y por qué en estas dos centurias no hemos logrado construir un modelo de desarrollo que genere empleo digno para todos?

Este día se discutirán en el Diálogo Bicentenario temas relativos a la nueva agenda social que impera en el país; participarán Mario Luis Fuentes, Fernando Cortés, Ruth Zavaleta, y los diputados Luis Enrique Mercado y Felipe de Jesús Cantú.

domingo, 21 de marzo de 2010

Una democracia de mentirosos. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 21 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=495756

En su convocatoria a construir un nuevo diálogo social, Mario Luis Fuentes sostiene una dura sentencia: nuestros principales dirigentes mienten. Estoy convencido de que tiene razón, y que esto es lo que en buena medida tiene atrapado al país en el desempleo, la desigualdad y la pobreza.

Es cierto que tenemos un sistema democrático muy joven; en ese sentido, tendrían relativa razón quienes sostienen que aún es “muy pronto” para exigirle cuentas; sin embargo, si se piensa desde otra perspectiva, en este “muy pronto” se nos está haciendo rápidamente tarde para construir una plataforma política desde la cual pueda impulsarse la equidad y la erradicación de la pobreza.

Se ha dicho en muchos espacios que la clase política ha extraviado el rumbo; sin embargo, habría que pensar por el contrario que no es así, que la clase política lo tiene perfectamente claro: el saqueo sistemático del país. Porque lo que ocurre en el fondo es que sus intereses no son los de las mayorías y porque tristemente se cumplió la advertencia que Octavio Paz hizo ya hace más de 20 años: hay una usurpación de las instituciones del Estado.

¿Quiénes son los usurpadores? Fundamentalmente las dirigencias de los partidos que sirven de parapeto y fachada a los intereses de cuatro o cinco grupos económicos que les dictan cuáles son las agendas aceptables; cuáles son los temas que tienen prioridad en la discusión legislativa y cuáles son las urgencias que deben resolverse en el día a día.

Dulce María Sauri tiene completa razón cuando critica a Beatriz Paredes, al argumentar que la líder priista dejó de ser una socialdemócrata progresista (¿de verdad lo fue alguna vez?) al ceder ante las presiones de los grupos de poder fáctico.

Tiene razón el ex senador Corral cuando denuncia que el PAN está lleno de farsantes que no responden a los ideales democráticos con que fue fundado ese partido.

Tuvo razón Ruth Zavaleta al dejar al PRD por considerarlo un nido de tramposos; y la tiene también el ingeniero Cárdenas cuando señala que de continuar las alianzas, el PRD llegará “muy chiquito” a las elecciones de 2012, como si el país no necesitara de una izquierda progresista e incluyente de las visiones de mayor calado y compromiso social.

Una democracia dirigida por mentirosos se puede orientar rápidamente hacia el desfiladero; y lo peor es que un derrumbe así en nuestro país está latente, porque más de la mitad de la población no cree que vivimos en una democracia y peor aún, estaría dispuesta a vivir en un régimen autoritario si éste fuese capaz de garantizarnos empleo, mayor bienestar y seguridad.

El otro problema de fondo es que no puede haber un diálogo auténtico entre quienes por oficio mienten. Los cínicos pueden ponerse de acuerdo para expoliar a la ciudadanía; pero esto en realidad no constituye un diálogo porque es excluyente de la otra parte, la más importante: las y los ciudadanos.

Ante ello debemos preguntarnos: ¿cómo puede haber una interlocución honesta si la ciudadanía, en términos generales, no les cree nada a quienes ocupan los cargos de elección popular? ¿Cómo pueden construirse los acuerdos necesarios, si nuestros dirigentes se dedican a sembrar la discordia y la intriga? ¿Cómo puede arraigarse una democracia cuando quienes tienen la responsabilidad de dar la cara a la ciudadanía asumen que es más importante proteger a los poderosos y a los privilegiados de siempre, sin importar que haya millones de hambrientos clamando por justicia?

Ante estas preguntas hay dos opciones: o nos situamos del lado de un pesimismo desde el que se piense que no tenemos más que sentarnos a rumiar el tedio hasta que nos llegue la muerte; o asumimos nuestra responsabilidad ciudadana, levantamos la voz y le exigimos a los cínicos que nos rindan cuentas y les cobramos los saldos pendientes que tienen con nuestro país.

Un problema para lograr esto, y en el que no se ha hecho suficiente hincapié, es que el dinero del que viven los partidos, que no es otro sino el que pagamos vía los impuestos, no se ha usado para formar a una nueva generación de políticos que puedan renovar los ideales, visiones y posturas de los partidos. Hasta en eso han fallado las dirigencias, pues su renovación ha consistido en la construcción de un sistema en el que los hijos de los políticos heredan prebendas y canonjías, cerrando con ello el paso a jóvenes verdaderamente comprometidos con México.

Sin duda hay salidas. Pienso por ejemplo en que las universidades públicas pueden ser los espacios de reconstrucción de un espíritu de servicio honesto a la nación y de defensa del pensamiento libre.

Cuando Nietzsche pensaba en el porvenir de las universidades alemanas, lo hacía con la preocupación de verlas invadidas por espíritus frívolos. El problema de nuestro país es que éstos ya ni siquiera pasan por la Universidad pública.

Una democracia sin espacios suficientes para cultivar y hacer crecer al espíritu, corre el riesgo de ser una democracia dominada por los mentirosos. Y eso es tristemente lo que hoy nos está ocurriendo.

jueves, 18 de marzo de 2010

La importancia de un diálogo social. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Jueves 18 de Marzo, 2010
ttp://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=495066

El diagnóstico presentado esta semana por CEIDAS, A.C., en torno a los alcances de la desigualdad y la pobreza que hay en el país, evidencian la polarización social y la urgencia de construir un diálogo; y más aún, las reglas para un diálogo constructivo que permita avanzar en la construcción de propuestas para resolver nuestros problemas más ingentes.

Sin duda, el primer obstáculo que debe salvarse en su construcción se encuentra en la falta de credibilidad y representatividad que tienen los partidos políticos, las y los legisladores y el propio gobierno, en todos sus órdenes y niveles.

Por ello, la convocatoria que ha realizado la UNAM, en alianza con la Universidad de Guanajuato, de construir un debate que surja desde la universidad pública, constituye una noticia que es al menos novedosa.

Este debate llevará por título “Diálogo Bicentenario por un México Social”, y emblemáticamente se realizará en el estado de Guanajuato los próximos días 24 y 25 de marzo, con la finalidad de darle un simbolismo especial al recuento de las condiciones sociales que imperan a 200 años de la Independencia nacional.

Los datos oficiales son en ese sentido escalofriantes. Más de 80 millones de mexicanos viven en pobreza o en vulnerabilidad, lo que significa llanamente que perder la salud, el empleo o dejar la escuela puede llevarlos a la miseria más cruel.

Ante estas condiciones inaceptables, puede decirse que el Presidente de la República miente cuando sostiene que por el hecho de que este año se haya pronosticado que la economía crecerá en alrededor de 4 por ciento se reducirá la pobreza.

Constituye un engaño que no podemos aceptar, porque la evidencia disponible muestra que, aún con crecimiento económico, entre 2006 y 2008 el número de pobres alimentarios pasó de 14.5 millones a 19.2 millones, la gran mayoría de ellos en los ámbitos rurales e indígenas, y que la pobreza en general se incrementó de poco más de 44 millones a casi 50 millones.

El Presidente miente además porque en ese mismo lapso los más pobres se hundieron todavía más en la miseria; en efecto, entre 2006 y 2008, el decil de menores ingresos en el país registró una caída de –8 por ciento, mientras que el decil de más altos ingresos vio incrementada su riqueza en casi 2 por ciento.

Dicho de otro modo: el actual sistema económico y social está diseñado para que los pobres pierdan todo, o simplemente no ganen nada, y en contraste, que los ricos logren incrementar su patrimonio. En síntesis, la desigualdad es hoy una política de Estado.

En los Sentimientos de la Nación, el generalísimo José María Morelos y Pavón subrayaba que el motivo de mayor profundidad que inspiró al movimiento insurgente que luchó por nuestra Independencia, fue el de moderar la opulencia y garantizar que el “jornal del pobre” creciera para lograr vivir con dignidad.

Lo que nuestra clase política ha olvidado es poner por delante de sus decisiones eso que el generalísimo Morelos llamaba “los sentimientos de la nación”. Han olvidado también lo que Guillermo Prieto exigía a los políticos: asumir a la patria como oficio.

Por ello, es importante que el doctor José Narro, rector de nuestra máxima casa de estudios, se ponga a la cabeza de este Diálogo Bicentenario. Por ello, es importante también que el formato del evento esté planteado para salirse de los márgenes tradicionales, y se haya elegido a intelectuales de la talla de Rolando Cordera, Olac Fuentes Molinar, David Kershenobich y Carlos Tello, para que sean quienes propicien el diálogo entre los legisladores, expertos y funcionarios que participarán en las distintas mesas de trabajo.

Mario Luis Fuentes lanzó la iniciativa de generar no sólo éste, sino múltiples diálogos para tratar de revertir en lo inmediato el oprobio y la vergüenza de ser un país con inmensos recursos, en el que verdaderas legiones de hambrientos no cuentan con las oportunidades de al menos luchar por tener ingresos para subsistir.

En el Congreso se ha discutido varias veces sobre cómo lograr crecimiento económico; pero la pregunta ausente en este debate ha sido siempre cómo combatir las inequidades.

El gobierno ha hecho numerosos llamados para movilizar recursos para abatir la pobreza; empero ha tenido desde hace ya varias décadas la omisión de combatir los intereses creados; de modificar las estructuras que permiten la concentración de la riqueza en muy pocas manos; y de erradicar la discriminación y la exclusión de la que son víctimas millones de indígenas, personas con discapacidad e incluso millones de mujeres por el simple hecho de serlo.

Si se analizan los resultados de las encuestas sobre percepciones ciudadanas sobre las instituciones, los partidos políticos y sus integrantes, las y los diputados y las policías son los peores evaluados. Del otro lado, las universidades, los medios de comunicación y las ONG aparecen como instancias de alta confiabilidad.

El Diálogo Bicentenario por un México Social está convocado por éstas últimas; el reto será lograr que los primeros escuchen y tomen nota de que hay una sociedad que no está dispuesta a esperar más a que cumplan con la responsabilidad que la ciudadanía les ha asignado.

martes, 16 de marzo de 2010

La crisis de la palabra. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Martes 16 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=494623

Eduardo Nicol reflexiona en uno de sus textos en torno a la magnitud cósmica que debió tener la emisión de la primera palabra sobre el mundo. El alcance de esta imagen es mayúsculo, pues obliga a pensar en el significado que podemos asignarle al hecho de que, en medio del silencio imperante en todo el sistema solar, nuestro mundo tenga la posibilidad de llenarse con nuestras voces.

Lo que es más, la ciencia ha permitido que esta voz salga de nuestro vecindario planetario, pues a través de sondas espaciales así como con la emisión de ondas de radio desde la Tierra, estemos enviando mensajes a través del universo para intentar contactar con otras posibles voces en los sistemas solares más cercanos.

Pensado desde esta perspectiva, la actuación del Congreso mexicano en los últimos meses no puede sino generar vergüenza, pues si se asume que las y los diputados son los representantes de la Nación, esta sensación cobra tintes de “pena ajena” ante su inopia verbal.

Retomando al maestro Nicol, es importante pensar en una frase como la de Juan el Evangelista, quien abre su texto diciendo: “En el principio fue el verbo”. Nicol sostiene que se trata de Palabras Mayores, pues lo sublime no se encuentra en el significado, sino en la propia forma de hablar.

En la Grecia clásica el hablar de la política era considerado igualmente un Verbo Mayor, pues no había nada más importante que pensar y vivir para el ejercicio de la cosa pública. El Estado, en tanto protector del bienestar de la comunidad política, debía dirigirse con base en las mejores ideas y argumentos.

Lo interesante de pensar en Grecia, es que no se trataba sólo de un ideal. Quienes tuvieron la responsabilidad de gobernar Atenas, Esparta y otras Ciudades-Estado, se dedicaron a generar instituciones para garantizar que los mejores tendrían la primacía en el gobierno.

Su sistema educativo, atestigua Werner Jeager, estaba diseñado para formar a los mejores; de hecho, siguiendo el ideal pitagórico de una paideia tendiente a lo perfectivo, se diseñó un modelo basado en la enseñanza de siete “ciencias”, que de hecho permaneció hasta finales de la Edad Media en los corpus del Trivium (Retórica, Gramática y Lógica); y el Cuadrivium (Geometría, Aritmética, Astronomía y Música).

Para un griego clásico sería un completo misterio cómo en las democracias contemporáneas los Congresos están llenos de iletrados; y lo peor, cómo esos iletrados obedecen no al interés de la República, sino los intereses de quienes les dieron el cargo, vía el reparto de cuotas, como ocurre a través de las estructuras de los partidos políticos.

Lo que se ha visto en San Lázaro las últimas semanas no debería sorprendernos. En realidad es el resultado inevitable de la suma de los cínicos con los iletrados, ante quienes, la reducida minoría de legisladores con dignidad, poco o nada pueden hacer.

Palabras mayores son Pobreza y Desigualdad; lo son también Desesperanza, Suicidio, Homicidio, Violencia, Discriminación. Empero, ¿Cómo se va a comprender su dimensión, si quienes tendrían la responsabilidad de darnos respuestas ante lo que implican piensan y hablan con palabras menores?

La política de hoy está caracterizada por los peores adjetivos, lo que debe ser un motivo de preocupación y acción para los ciudadanos: mezquindad, cinismo, estulticia, corrupción, incapacidad, mediocridad y un largo etcétera que incluiría a un sinnúmero de adjetivos, son las palabras que hoy cualquier ciudadano podría asignar con toda certeza a nuestro Congreso.

Es muy grave que la Palabra esté en crisis. Porque al estarlo no hay posibilidad de diálogo. Así, puede sostenerse que esta crisis tiene como origen dos profundas fracturas: la de la ética y la de la inteligencia, virtudes que se extrañan en nuestra política porque debe insistirse, una y otra vez, es sólo con base en ellas como puede asumirse un proyecto de nación incluyente.

No deberíamos dejar de pensar en las palabras del Poeta Hölderlin: “Desde que somos un diálogo y podemos oír unos de otros”.

Para ser un diálogo se requiere sin embargo, como condición previa, la capacidad de “la escucha”. Y desde la Presidencia de la República, pasando por el Congreso, los Gobiernos de los Estados y los Municipios, la capacidad de escuchar a los otros está fracturada.

No se escucha porque al estar en la política para defender intereses particulares, no hay razón alguna para oír al otro. Y al evadir la palabra de los diferentes, se termina esquivando la mirada, evitando con ello el acto que de verdad importa, como sostendría el Poeta Paz: ver; pero mirar de verdad para encontrar lo que somos y lo que podemos ser.

Por eso nuestros políticos no ven la pobreza, ni les importa; no ven la desigualdad, al contrario, la defienden y la perpetúan; no ven el dolor del hambre y la frustración social, pues el cinismo los ha vuelto indiferentes.

La crisis social de hoy es la crisis de la palabra; por ello, ante el silencio y el bullicio, como pensaba el poeta Paz, es urgente inventar la libertad bajo palabra; la libertad que se inventa y que nos inventa cada día.

sábado, 13 de marzo de 2010

Una deuda democrática de Gómez Mont. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 14 de Marzo, 2010
Hora de modificación: 23:39
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=494150
 
No conozco personalmente al secretario Fernando Gómez Mont; sin embargo lo he escuchado en tres ocasiones en las que ha improvisado y su discurso es el de un hombre que, más allá de su formación como abogado, posee una amplia cultura.


Una persona que es capaz de citar y contextualizar adecuadamente a un poeta como Octavio Paz o a una filósofa como Hanna Arendt, es alguien que tiene la capacidad de comprender las dimensiones, aun las más “relajadas”, del autoritarismo.

En ese sentido, llama la atención que una persona con las capacidades del Secretario de Gobernación, no haya reparado aún en los resabios característicos de un Estado autoritario que persisten en una de las principales áreas de su dependencia.

En efecto, la estructura y funciones de la Segob, aun sin proponérselo, atenta contra varios de los pilares de la democracia: la libertad de expresión, la prensa libre y el ejercicio pleno las libertades de creencia y pensamiento; además, por si fuera poco, del derecho a la información.

Esto se expresa fundamentalmente en la autoridad que la ley le confiere a esta Secretaría para “normar” y “regular” a los medios de comunicación. Así las cosas, en pleno siglo XXI sigue existiendo un trámite que lleva por nombre “Certificado de Licitud de Título y Contenido”, el cual tiene su fundamento en una ley anacrónica que lleva por nombre, figúrese Usted, “Ley sobre delitos de imprenta”.

Las primeras preguntas que surgen ante algo así es ¿por qué el Estado podría negar un “permiso” o más aún, por qué el Estado debería “certificar” los contenidos de cualquier medio de comunicación? ¿Puede un Estado democrático restringir o sancionar a un medio de comunicación por las ideas que difunde y defiende? ¿Puede un Estado democrático negar el derecho de cualquier persona a expresar públicamente sus ideas a través de un medio de comunicación?

¿Puede el Estado, en un país como el nuestro, que ocupa el segundo lugar mundial en asesinatos de periodistas en el desempeño de su trabajo, mantener cualquier viso de represión o vigilancia autoritaria sobre los medios?

¿Es sano para una República que su Presidente acuse a los medios de cobrar millones de pesos por aparecer en primeras planas? Y si es cierto, ¿no se trataría de una extorsión? ¿no debería el titular del Ejecutivo denunciarlos penalmente antes que hacer escarnio y acusaciones públicas de este calibre?

Es evidente que en una democracia, la respuesta a estas preguntas se inclina por la libertad y por la exigencia de que el Estado defienda las libertades, antes que restringirlas; que el Estado promueva la pluralidad, la diversidad y la tolerancia de distintas ideas, antes que “certificarlas” como “ilícitas o lícitas”.

El Presidente de la República ha hecho diversos llamados a denunciar públicamente trámites inútiles; en este caso, los que se han señalado no sólo lo son, sino que además restringen las garantías constitucionales.

Es cierto que desde una posición leguleya se puede defender la existencia de tales mecanismos de control que mantiene el gobierno sobre los medios. Lo que es más, se podría incluso argumentar que no debería haber queja sobre ello, porque en la práctica a casi nadie se le niega un permiso para editar lo que se le pega la gana.

El quid del asunto, sin embargo, está en ese “casi” porque mientras exista la posibilidad de que el Estado use ese tipo de instrumentos para presionar, restringir o limitar la actuación de los medios o de los ciudadanos que quieren contribuir al debate en sus sociedades, es un Estado en el que se mantiene latente la aparición de regresiones autoritarias.

La instancia responsable de todo esto lleva por título, increíble en el siglo XXI, de Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, la cual, dice en su sitio electrónico: “tiene como facultad el examen del título y contenido de las publicaciones y revistas ilustradas, a efecto de declarar su licitud o, en su defecto, ilicitud”. Esta facultad es a todas luces antidemocrática, más aún al ser otorgada a un órgano administrativo, y debería ser desaparecida a fin de garantizar la plena libertad de expresión.

La Segob es la dependencia del Ejecutivo federal que tiene la responsabilidad de garantizar la gobernabilidad democrática del país, y no es manteniendo resabios autoritarios como lo va a conseguir. Así visto, la existencia de una Subsecretaría de Normatividad de Medios es un despropósito para la democracia y su existencia, en un marco de plenas libertades, debería ser revisada a fondo.

La Ley sobre Delitos de Imprenta fue creada en 1917 y tuvo como fin evidente reprimir y controlar a los enemigos. Es obvio que un ordenamiento así no tiene cabida en un régimen diseñado para proteger la libertad.

El Ejecutivo federal tiene facultad de iniciativa, y bien podría construir una a través de la cual se abrogue la Ley sobre Delitos de Imprenta, y construir un nuevo marco jurídico que garantice certeza a los medios, pero sobre todo, que contribuya a construir una sociedad cada vez más tolerante, abierta y democrática. En este tema, el secretario Gómez Mont tiene la palabra.

lunes, 8 de marzo de 2010

La persistente inequidad de género en Guanajuato. Periódico Correo

Saúl Arellano
Lunes, 08 de Marzo de 2010

Uno de los mayores rezagos que persisten en Guanajuato es la desigualdad de ingresos que hay entre hombres y mujeres; además de que hay una marcada diferencia en cuanto a las oportunidades que tienen unos y otros de insertarse en el mercado laboral; de este modo, cuando lo logran, las mujeres lo hacen en los empleos de peor calidad y con menores remuneraciones y prestaciones sociales.

Así lo muestran las cifras históricas, las cuales revelan que ésta ha sido ya una década perdida en materia de equiparación de las condiciones de vida entre mujeres y hombres, y por los datos disponibles, puede sostenerse que no hay manera de revertir esta tendencia en lo que resta de la presente administración.

Al igual que en todo el país, 2009 ha sido uno de los peores años en la historia de Guanajuato en materia laboral, pues a la drástica caída en el empleo se le añade la precarización de los salarios y las prestaciones sociales, lo cual no sólo ha impedido que la desigualdad entre hombres y mujeres se reduzca, sino que hay signos alarmantes de que puede crecer.

Al analizar las tendencias de ingresos de las mujeres, en comparación con los hombres, se observa que a lo largo de la década se han mantenido marcadas diferencias.

Así, en el año 2000, de las 494 mil mujeres que laboraron en ese año, el 24% percibió ingresos mensuales por debajo de un salario mínimo, es decir, casi una de cada cuatro.

En contraste, de los 970 hombres que tenían empleo en ese año, el 11.13% percibió ingresos por debajo de un salario mínimo, es decir un porcentaje 2.15 veces menor.

En el otro extremo, del total de mujeres trabajadoras, sólo el 6.68% logró obtener ingresos por arriba de cinco salarios mínimos mensuales, mientras que la proporción lograda por los hombres fue de 12.16%, es decir, un porcentaje de prácticamente el doble que el alcanzado por las mujeres.

Para el año 2005 la situación no se modificó sustantivamente. Del total de mujeres trabajadoras, el 22.9% obtuvo ingresos mensuales por debajo de un salario mínimo; mientras que para los hombres el porcentaje registrado fue de 8.93%, es decir un promedio 2.56 menor que el de las mujeres.

En ese mismo año, el porcentaje de mujeres que logró ingresos por arriba de cinco salarios mínimos fue de sólo el 6.41%, mientras que el porcentaje de hombres en este nivel de percepciones fue de 11.83%, nuevamente, una tasa casi del doble que la alcanzada por las mujeres.

Para el año 2009 la desigualdad mostró una vez más un repunte, lo cual, en términos sociales, es inaceptable porque representa regresiones graves en el cumplimiento de los derechos humanos.

Así, el porcentaje de mujeres que percibían a julio de ese año menos de un salario mínimo fue de 24.17%, un indicador incluso superior al registrado en el año 2000. En contraste, el porcentaje de hombres que el año pasado percibieron ingresos mensuales por debajo de un salario mínimo se situó en 11.18%, es decir, 2.16 veces menor al registrado por las mujeres.

En la situación opuesta, es decir, el grupo de mujeres que a julio del año pasado logró ingresos por arriba de cinco salarios mínimos, se situó en un porcentaje de 6.73%, mientras que el porcentaje de hombres que se ubicaron en este nivel de percepciones fue de 10.86%, el dato más bajo registrado en la década, pero aún así mucho mayor al registrado por las mujeres, además de que tal reducción no se debió al mejoramiento de las políticas públicas, sino a la pérdida masiva de empleos, sobre todo en la industria de la construcción y de las manufacturas.

El otro indicador que permite evidenciar la precariedad y la desigualdad contra las mujeres es el de su condición de acceso a servicios de salud por el trabajo que desempeñan.

Este indicador se ha mantenido estancado prácticamente desde 2005, año en que INEGI estimó en el cuarto trimestre de ese año para el estado de Guanajuato, un porcentaje de 69.27% de las mujeres trabajadoras sin acceso a servicios de salud; mientras que en el cuarto trimestre de 2009, el porcentaje estimado fue de 68.73%.

Con base en estos datos, puede sostenerse que en Guanajuato es urgente modificar las políticas de desarrollo social y económico a fin de avanzar en la reducción de las disparidades, y en la erradicación del machismo, la discriminación y la violencia contra las mujeres, factores todos que determinan en buena medida, la marginación económica a la que han estado sujetas históricamente.

Lo cierto ante esta evidencia es que una sociedad democrática no puede darse el lujo de estas desigualdades, originadas en la inequidad entre los géneros. Y es hora ya de que esta discriminación pare.

sábado, 6 de marzo de 2010

San Lázaro, el palacio de la ignominia. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Domingo 7 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=492648

En esta semana que termina se dieron a conocer dos noticias ignominiosas que ratifican la arrogancia, prepotencia y cinismo que habita en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Estas características se perciben desde las puertas mismas de la Cámara de Diputados, en donde un cuerpo de seguridad integrado por un grupo de prepotentes iletrados, tratan a los visitantes de ese cuerpo ¿legislativo? como si se tratara de delincuentes, malvivientes u otra especie despreciable.

Le sigue en el orden la arrogancia de una inmensa cantidad de asesores, secretarios particulares y demás cargos inventados, que viven de nuestros impuestos, y que por los resultados legislativos que vemos, también deberían ser evaluados y sancionados por incompetencia. Esta “especie parlamentaria” actúa como si fuesen “sub-diputados” y en los casos más patéticos al estilo de versiones mimetizadamente reducidas de sus jefes.

El cinismo es la característica más importante de la inmensa mayoría de quienes tiene la responsabilidad de analizar, discutir y construir las mejores leyes para nuestro país. Es en este punto en donde cobran relevancia las dos noticias que menciono en el primer párrafo.

La primera es la relativa a que las y los señores diputados, en un país en el que más de 50 millones de mexicanos viven con menos de 30 pesos diarios, cobrarán a partir de este mes la humilde suma de 150 mil pesos mensuales, más vales de gasolina, más bonos de transporte, más seguro de gastos médicos mayores, más todo lo que a Usted se le pueda ocurrir en prebendas y apoyos indirectos.

En nuestro país había a finales del año pasado, 5.96 millones de personas que ganaban menos de un salario mínimo, es decir, viven ellos y sus familias, el hambre y la marginación más agudas. A esta cifra habría que agregar los 2.5 millones de desempleados y los 9.97 millones de personas que ganan entre uno y dos salarios mínimos, es decir, entre 54 y 108 pesos diarios.

Si se comparan los ingresos mensuales de este último grupo de población, encontraríamos que, tomando como referencia a los de ingresos del margen más alto, es decir, dos salarios mínimos mensuales, resultaría que los “becarios de San Lázaro” perciben 46.2 veces más ingresos que ellos. Si se toma al grupo que está en el límite inferior, es decir, un salario mínimo mensual, resultaría que una vez más, “los becarios de San Lázaro” ganan 92.5 veces más que ellos.

Yo no sé si a Usted, que me hace el favor de leerme, esto le parece ofensivo, pero a mí me parece el colmo del cinismo y una desvergüenza mayor, porque no se trata de saber si los legisladores hacen mucho o poco para merecer este salario, sino que están contribuyendo a generar mayor desigualdad, polarización y encono entre los mexicanos.

La segunda noticia a la que aludo al inicio de este artículo es la confirmación de que había un pacto firmado entre el PRI y el PAN para que el primero aprobara el incremento de impuestos, que hoy tiene como efecto que en lugar de 15%, paguemos 16% de I.V.A., y 30% de I.S.R., y para que el segundo no construyera alianzas electorales con el PRD para dejarle el camino abierto al PRI en las elecciones de octubre del año pasado a julio de 2011.

Lo interesante del caso es que ese vergonzoso y antidemocrático pacto lo firmaron César Nava y Beatriz Paredes, nada menos que presidentes nacionales de sus partidos, pero imagínese Usted, también diputados federales, con gozo a los ya mencionados 150 mil pesos mensuales de ingreso.

¿Con qué cara la Señora Paredes y el Señor Nava nos pueden decir que cobran esa suma mensual, y aparte nos hacen el favor de atentar contra la democracia? ¿Con qué cara nos van a pedir que votemos otra vez por sus partidos? Desde mi punto de vista, si tuvieran vergüenza, deberían renunciar a su cargo como diputados o al menos desempeñarlo sin cobrar de aquí a que termine la Legislatura.

Sostenía Nietzsche que la historia se repite dos veces: la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como comedia. Si se piensa desde esta perspectiva en lo que significa el cinismo, nos encontraremos que Diógenes de Sinope, el creador de la escuela de los cínicos, se ganó el mote de El Perro, porque despreciaba la riqueza y exigía de sus conciudadanos una vida en moderación y simpleza.

Así, lo que tenemos como diputados no es, con honrosas excepciones, sino la versión cómica de Diógenes, porque al revés de aquél, hoy priva en ellos la codicia, la ambición y el desmedido deseo de poseer riquezas aún a costa del bienestar y el equilibrio de la República.

Cuenta el filósofo Plutarco que un tal Démades, al llegar a la casa de un político honesto, y al ver su mesa austera y sencilla le dijo: “Me asombro, Foción, de que puedas almorzar así y te ocupes de la política”. Sin duda alguna, nos hacen falta muchos más personajes como Foción, y menos semejantes a Démades, de los cuales está hoy lleno, lamentablemente, el recinto de San Lázaro.