sábado, 1 de enero de 2011

Juan María Alponte, un hombre sabio. Periódico La Crónica de Hoy

Saúl Arellano. Opinión. Domingo 2 de Enero, 2011http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=552566
Nos dice George Steiner en su texto Lecciones de los maestros, que el profesor no es más, pero tampoco menos que un auditor y mensajero cuya receptividad inspirada y después educada le ha permitido aprehender un logos.
Aprender un logos implica tener la capacidad de desentrañarlo, y en consecuencia, de comunicarlo, a pesar de los escépticos. La aprehensión consecuente de tal logos, el ser depositario de una forma de racionalidad, es decir, de una forma de comprender y codificar al mundo, convierte al profesor en custodio de una o de varias tradiciones.
En México hemos tenido grandes profesores, inspirados sin duda, que han cumplido con gran dedicación con su responsabilidad pedagógica. Reconocerlos es reconocernos todos en una comunidad compartida de pensamiento crítico; porque es en el proceso dialéctico del lenguaje y la acción comunicativa, en donde el logos se pone en movimiento y se concreta como tal.
Cuando el profesor es además de un depositario del logos, un generoso cómplice de la formación de mentes jóvenes, y cuando tal generosidad está acompañada de humildad, el profesor asume la posición, casi siempre involuntaria, de mostrarse como un verdadero filósofo, un amante continuo de la sabiduría.
Ser sabio es mucho más que estar en simple posesión de la sabiduría; porque poseerla exige cultivarla, alimentarla y ser respetuoso de sus exigencias: disciplina, pensamiento crítico, lecturas y reflexiones interminables, pero sobre todo, el ser consecuente con una infinita vocación de habla; de ser siendo dado, como expresaría bellamente Jean-Luc Marion.
Juan María Alponte ha escrito a lo largo de su vida en distintos diarios y cuenta con una portentosa obra de al menos 35 títulos, casi todos publicados por nuestra UNAM; a lo largo de su trayectoria ha acreditado no sólo una brillantez excepcional, sino ante todo una enorme capacidad de sintetizar lo complejo.
De manera afortunada, llegó a mis manos recientemente su Homero entrevista al mundo, libro prologado por Otilio Flores, amigo y profesor de gran lucidez. En él, Alponte sintetiza su visión de la vida y de la realidad, maravillosamente narrada a través de los ojos de Homero.
No se trata sólo de un ejercicio literario de una imaginación inaudita (imaginación, término aristotélico de alcances mayores); en el libro se nos abre una mirada universal a muchas de las cuestiones que nos son o deberían sernos, problemáticas en nuestro mundo atribulado.
Ahora que estamos a una década de lo que Alponte ha llamado el siglo de los totalitarismos, podemos ver a través de su obra justamente el retrato de una familia universal babélica, confusa y confundida en sus lenguajes, pero también en su noción de sí misma; en su incapacidad de comprender que la humanidad es una y que requerimos de una nueva ética de alcances globales a fin de recomponer el sentido de lo que somos y podemos ser.
Comprender nuestro tiempo en clave de barbarie constituye un reto de enormes consecuencias porque nos sitúa, como expresaría Levinas, en “la otra orilla”, en la posición del otro para visualizar, por vez primera o quizá de manera necesariamente reiterada, que es tiempo de un nuevo proyecto civilizatorio.
México y el mundo es el nombre con el que ha aparecido la columna con la que Juan María Alponte ha ofrecido una mirada serena, pero implacable, en torno a las cuestiones de mayor calado de nuestro tiempo. Su lectura es obligada en el aún árido panorama de la opinión pública en nuestro país.
Recuerdo que siendo su alumno en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos hizo una generosa invitación a varios de sus estudiantes a visitar su casa; fue ahí en donde conocí a Giordano Bruno, gigante del pensamiento moderno y que por cierto, en esa época, dio también nombre a uno de sus espléndidos gatos.
De quienes ahí estuvimos, no hay nadie que no reconozca en Alponte a un verdadero educador, y a un extraordinario maestro; su erudición y dominio de varias lenguas hacen de él el mejor de los charlistas, no sólo por lo que sabe y dice, sino precisamente por su disposición de hablar y darse a través del más preciado de los dones humanos: el lenguaje.
La escritura de este hombre contiene, como gustaba en llamarles el filósofo Eduardo Nicol (otro hombre sabio), Palabras Mayores. En sus textos el Verbo fluye, renace y se reconcilia en distintos momentos de maravillosa dialéctica.
La alocución latina Scripta manent, asume toda su dimensión en la obra de Alponte, porque sus palabras están articuladas para perdurar, si es que encuentran, y eso ya es decisión de cada uno, lectores con el talante para asumir la responsabilidad de dialogar y de completar la dialéctica del logos, en la lectura sí, pero también en la reflexión y la nueva escritura a fin de construir pensamiento nuevo.
Alponte ha arrojado luces —y sigue haciéndolo— que nos permiten vislumbrar mejor a nuestro país, en el contexto del logos que orienta y determina a nuestra civilización. Y es la posesión, la comprensión y la capacidad de expresar tal logos, lo que hace de Juan María Alponte, uno de los hombres sabios de nuestros días.

1 comentario:

Ernesto Ortiz dijo...

El Dr. Enrique Restituto Ruiz García "Juan María Alponte", fue un excelente conferencista y narrador, sin duda fue un sabio de las ciencias sociales y humanidades, desde que me enteré de su existencia en la FCPyS-UNAM, lo seguí leyendo en su análisis EL Mundo en que vivimos, El Mundo y México, en su blog, etc., poseo casi todos sus artículos y conferencias, en lo personal, lamento profundamente su fallecimiento, descanse en paz.
Dr. Ernesto Ortiz Diego
Cel. 7471363575
eodiego@yahoo.com.mx
Tixtla, Gro.