domingo, 28 de junio de 2009

Michael Jackson o el rostro deforme de nuestros días. Periódico La Crónica

Saúl Arellano Opinión
Domingo 28 de Junio, 2009
Hora de modificación: 01:52
¿Qué significa que un hombre sea tan popular, y que pueda vender más de 100 millones de discos? ¿Qué es lo que hace posible que algo así ocurra? Que el recientemente fallecido Michael Jackson era un verdadero fenómeno de masas global no hay duda. Y eso es lo que llama a cuestión en términos culturales, sociológicos y quizá, hasta de una actitud psicológica de nuestros tiempos.En una extraña ola masiva de pesares que va de comentaristas de programas de revista, hasta “especialistas” en música pop, no he escuchado a nadie que vislumbre –ya no que haga una crítica consistente- todo lo que este personaje puede significar para nuestra cultura. Lo más cercano a una visión no fanática dentro de los comentarios del mundo de la farándula, lo escuché el viernes en un programa matutino de noticias, en donde uno de los “expertos” consultados decía algo así, como que sólo pequeños pasajes de la vida personal de Michael Jackson, le empañaba lo que fue su aportación a la música, empero, citó a un periodista del New York Times diciendo: “Michael Jackson, y todos los demás”.No tengo duda con respecto a que los medios de comunicación electrónica son responsables de la creación de una buena parte de la vida cultural de nuestras sociedades: sólo por mencionar un ejemplo, los noticiarios televisivos son la principal fuente de información (al menos en Occidente) para la mayoría de la gente; seguidos de las noticias y programas informativos de la radio y ahora de internet.En esa lógica no deja de ser sorprendente la capacidad que tienen los medios de encumbrar y destruir figuras de todo tipo. Desde políticos hasta remedos de artistas que pueden, a través de un solo acto de melodrama, “conmover” a millones y ganarse una fama planetaria que el mejor de los escritores, con quizá buenas razones, hasta podría llegar a envidiar. Michael Jackson era una persona; sin embargo, él y en general quienes viven del show, se transfiguran en mayor o menor grado por un efecto mediático que no acaba de comprenderse, en figuras cuasi míticas; en íconos de una forma de ser y de percibir a la realidad, que los despoja de su personalidad y los transforma en fantasmagóricas presencias que son queridas y admiradas de manera masiva y en algunos casos, con alcances planetarios.No importa si esta persona es denunciada por abuso sexual a menores de edad; no importa si para librarse de una demanda de este tipo tiene que pagar 23 millones de dólares (cifra escandalosa tanto para quien la paga como para quien la recibe, por lo que implica en términos de justicia para la supuesta víctima); lo que importa es que la maquinaria de hacer dinero a través de la industria discográfica siga funcionando.Esta oscura disociación es lo que en el fondo no logro comprender: una especie de esquizofrenia colectiva en la que pueden separarse facetas distintas de las personas, que a su vez, parecieran constituir dos ámbitos de alguien a quien puede exculparse de todo por su supuesta aportación a un mundo ficticio creado y recreado hasta el cansancio por los medios de comunicación que lo encumbraron.Nadie puede negar que se trata de un asunto de locos. Mi pregunta quizá parezca fuera de lugar, pero creo que éticamente se sostiene: ¿cómo se puede admirar a quien a todas luces era una persona con un desfase psicológico de proporciones mayores, y sobre quien además pesa la sospecha del abuso sexual a menores de edad?Las letras de lo que el señor Jackson cantaba son la imagen viva de la “cultura light”; son la encarnación de la vacuidad extrema, que a lo más elevado que llegan es a un patético llamado a “curar al mundo”, reproduciendo aquello que lo tiene sumido en una miseria espiritual que no sé si tenga parangón en la historia de la humanidad: vivir para ganar dinero y más dinero.No creo que haya un personaje público que en mayor medida haya sido racista consigo mismo. Todos sabemos de las múltiples cirugías de rostro a las que se sometió en vida este personaje, y se sabe de la adicción que tenía de un medicamento, y que probablemente su abuso fue lo que le llevó a la muerte.Una vez más, una pregunta ética básica: ¿cómo puede alguien que niega su propia identidad y se autodestruye lentamente, generar tanta fascinación y admiración?No encuentro más respuesta sino decir que se trata del espejo en el que nuestras sociedades se miran. Pienso, no sin pesar, que Jackson es de esos personajes que se admiran en demasía, porque paradójicamente nada tienen de verdaderamente admirable. Reconociendo que toda pérdida humana es lamentable, pienso en que el “fenómeno Jackson” tiene mucho que enseñarnos: lamentablemente creo que de un análisis serio de un fenómeno de masas como él, lo que resultaría no sería otra cosa sino que el diagnóstico sobre su rostro deformado, es el del propio rostro deformado de la realidad violenta, desigual y sinsentido de nuestros tiempos.

sábado, 20 de junio de 2009

Mil millones de hambrientos, y el manifiesto por un México Social. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 21 de Junio, 2009
Hora de modificación: 00:19
Nunca, como ahora, hubo tantas personas hambrientas sobre el planeta. La FAO lo destaca como nota principal en su sitio electrónico y nos advierte que la cifra alcanzó un récord histórico este 2009. A diferencia de otras ocasiones, el hambre que se padece hoy y que afecta a 1,020 millones de personas, se debe fundamentalmente a la crisis económica más que a las malas cosechas o la insuficiencia de alimentos disponibles en el mundo.En México tenemos a 50 millones de pobres y es probable que este año contribuyamos, a pesar de lo que dicen los datos oficiales, con cerca de 16 millones de hambrientos a la terrorífica cifra que nos da la FAO.Ante esta realidad, es de destacarse que un grupo de 57 prestigiados académicos de la UNAM integrantes del Seminario Universitario de la Cuestión Social, (coordinado por Rolando Cordera, Mario Luis Fuentes y Alicia Zicardi), han lanzado un poderoso texto titulado “Manifiesto por un México Social”, en el que llaman a realizar ya la reforma social del Estado.El peso de los nombres de los firmantes del manifiesto debería llevar al gobierno a repensar su política social y más aun, a aceptar la convocatoria de generar un amplio diálogo político y social a fin de reducir a la brevedad el número de pobres que tenemos en el país, pero sobre todo, a fin de reconstruir la economía nacional con un objetivo central: potenciar el crecimiento económico para garantizar la equidad y los derechos sociales.Lo que expresa el Manifiesto es que no sólo urge reformar los programas sociales, sino dar un vuelco de 180 grados a la manera en cómo los ayatolas del libre mercado han pensado y, en consecuencia, cómo han construido las políticas económicas del país, dejando sólo como un asunto residual, el combate a la pobreza y la reducción de la desigualdad.Se trata de reconstruir al mundo del trabajo, hoy fracturado, y de generar políticas capaces de enfrentar los dilemas de una complejidad social que hoy nos abruma y que se traduce en el dolor, la desesperación y la frustración de quienes han sido literalmente echados a la calle como producto de la crisis.Debe destacarse la enorme falsedad que implica decir que esta crisis “vino de afuera”; ésta ya estaba instalada en nuestro país por los raquíticos resultados de “misceláneas fiscales” que están diseñadas más para beneficiar a los amigos de los decididores hacendarios que para reconstruir a la economía nacional. No se han creado empleos ni suficientes ni de calidad en los últimos 8 años, y el fracaso de las políticas gubernamentales se hace evidente en la incapacidad de impulsar y garantizar el bienestar de todos los mexicanos.El campo sigue arrastrando los rezagos estructurales que hacen que ahí sea en donde hay más hambre. Por ello destaca que a la fecha, sólo la SRA nos ha dado información sobre los avances en el ejercicio presupuestal para el campo (entre 70 y 80% de los recursos asignados). De los programas de SAGARPA, dice la ASF, sabemos muy poco no sólo en su ejercicio, sino en su efectividad.El llamado de la Universidad, a través del grupo de académicos mencionado, quienes han acreditado a lo largo de más de 20 años estar preocupados por el tema de lo social no es menor. La voz de la UNAM, la mejor universidad de Iberoamérica, debería entenderse como un reclamo ético a los fanáticos del libre mercado y sus operadores, que ven en cualquier crítica a sus modelos, anatemas a los que debe combatirse con toda la fuerza de la persecución hacendaria.Un gobierno que no tiene como objetivo generar bienestar social y cumplir a cabalidad con los derechos humanos, no merece ser reconocido como tal, pues su vocación consiste en consecuencia en fungir como una patética gerencia de los intereses de los poderes fácticos que se han aposentado en las más importantes estructuras de decisión del país.En los últimos años hemos ido acumulando profundos agravios sociales, provocados por la corrupción y la incompetencia: asesinatos de periodistas, violaciones a derechos humanos de mujeres en el caso de Atenco, tremendas violaciones a los derechos humanos e irregularidades en el caso del “News Devine”, y ahora el doloroso caso de la guardería ABC, todo ello enmarcado en la pérdida de miles de empleos que nos da 2.3 millones de personas desempleadas que se debaten todos los días entre precarias alternativas para llevar algo de comer a su casa.Estamos ante un caldo de cultivo que puede ser verdaderamente explosivo, y ante el cual las autoridades no pueden simplemente cerrar los ojos. Todavía estamos a tiempo de construir un proyecto que en 20 años nos lleve, de ser uno de los países más inequitativos del planeta, a uno justo e incluyente; de eso se trata el Manifiesto por un México social. Esperemos que los políticos comprendan la importancia y el alcance de tal propuesta, y que se comprometan, no a andar firmando populacheramente compromisos, sino a reformar estructuralmente al país para lograr vivir, todos, con dignidad.

sábado, 13 de junio de 2009

Se autoasignan un millón y quieren que les creamos. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 14 de Junio, 2009
Hora de modificación: 22:25
¿Cuántos niños muertos se requieren para que se declare luto nacional? Al parecer 46 no son suficientes. Esto no se comprende al pensar por ejemplo en que, cuando ocurrió la lamentable muerte del entonces Secretario de Gobernación, el Gobierno federal fue contundente en la declaración del luto nacional, e incluso el líder de los diputados priistas, de acuerdo con las notas de la prensa el 6 de noviembre de 2008: “calificó de acto insólito la muerte de Juan Camilo Mouriño, y anticipó que en estos momentos no hay ánimo entre los grupos parlamentarios para aprobar el Decreto de Presupuesto de Egresos para el Ejercicio fiscal del 2009”.Es válido traer a cuento este hecho, porque en medio de la tragedia que implica lo que Rafael Cardona llama acertadamente en su columna del ayer “un asesinato múltiple”, en la guardería ABC de Hermosillo, las y los diputados sí tuvieron ánimo para aprobar asignaciones presupuestales para garantizar su retiro del cargo que hoy ostentan.Según lo publicado en varios diarios, las y los diputados del Congreso de la Unión recibirán en agosto, por su “retiro”, un millón 168 mil 948 pesos. Por cada niño fallecido en la guardería ABC sus familias recibirán 150 mil pesos. El cinismo y la grosería que esto implica son simplemente inauditos. Lo esperable en términos éticos sería otra cosa; empero ya sabemos que la moral en San Lázaro se entiende tal y como la concebía Gonzalo N. Santos: “La moral es un árbol que da moras”.Sólo estos datos bastarían para justificar que la ciudadanía salga el próximo 5 de julio a anular su boleta electoral y a enviarles así un mensaje de repudio a los políticos que van a ir a San Lázaro, en su inmensa mayoría, a hacer prácticamente lo mismo que los que ya se van: defender sus intereses y los de sus grupos.Una democracia implica la defensa a ultranza de la libertad de expresión y del derecho a disentir. Hoy, ante la propuesta que muchos hacemos de reclamar a los políticos, vía la anulación del voto, se han hecho manifiestas justamente el autoritarismo de quienes se rasgan las vestiduras defendiendo la plutocracia imperante en México, generando con ello paradojas que no hacen sino ratificar que de demócratas no tienen nada.El ejemplo más reciente se dio en el PRI. Dulce María Sauri hizo un llamado a anular el voto e invita a que los ciudadanos escribamos en la boleta “así no”. El argumento: “los partidos están secuestrados por los poderes fácticos del país”.Sauri tiene, desde mi perspectiva, razón; empero, en lugar de abordar y asumir el debate desde los argumentos, un amplio sector del PRI enfiló sus baterías en su contra, e incluso personajes como Carlos Flores, hicieron un llamado a su expulsión del PRI. No se les vio a estos personajes así de prestos y estrictos con la disciplina del partido cuando, por ejemplo, Mario Marín fue acusado de haber ordenado la detención y tortura de Lydia Cacho, o como cuando los diputados locales del PRI han aprobado vergonzantes reformas constitucionales en las entidades para penalizar la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras complicidades haciéndose “de la vista gorda”, o participando directamente en la generación de retrocesos importantes al marco de libertades de que gozamos los mexicanos.En los otros partidos la tendencia es la misma: el PRD sigue dando, una semana sí y otra también, ejemplos lamentables de pleitos internos y de incapacidad de generar propuestas viables para el país.En el PAN las cosas son mucho peores: el gobierno está dedicado a sacar adelante, no un proyecto de país, sino un proyecto electoral que nadie sabe bien a bien para qué sirve. Si ratifican la mayoría que ahora tienen en el Congreso; ¿van a crear más empleos? Si la economía está en recesión y en caída libre. ¿Van a mejorar las condiciones de seguridad? Si teniendo la mayoría de diputados su política en la materia es más que cuestionable. ¿Van a abatir la pobreza? Si en lo que va del sexenio se estima que ya tenemos tres millones más de pobres, y desde luego, los que se acumulen la próxima semana.Así las cosas, los políticos se rasgan las vestiduras y nos dicen que el voto anulado será un voto inútil. Yo digo que lo inútil sería creerles que “ahora sí están escuchando a la ciudadanía”, o que es importante votar por ellos porque si no el país va a ir rumbo al caos. Ahí es donde ellos lo han colocado y es de donde los ciudadanos les exigimos sacarlo.En un una mesa de debate en Imagen Informativa, realizada el pasado jueves, el senador del PAN, Federico Döring, a pregunta expresa de si los partidos van a “escuchar” el reclamo de los ciudadanos que anularemos nuestro voto, respondió que no y que prácticamente no le importa. Eso sí, él percibe ingresos por más de 150 mil pesos mensuales; y sus correligionarios en San Lázaro se irán con el ya mencionado bono de más de un millón de pesos. En buenas manos estamos.

sábado, 6 de junio de 2009

Voto en blanco: ni con el repudio entienden. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 7 de Junio, 2009
Hora de modificación: 00:32
México atraviesa por una crisis política singular, aderezada y caracterizada por un descontento generalizado ante los efectos de una crisis económica que ya tiene en la calle a más de 2.3 millones de personas sin empleo, a casi 50 millones de mexicanos en la pobreza, y que mantiene a más de 1.8 millones de niñas, niños y adolescentes trabajando. En ese contexto, en las últimas dos semanas se han incrementado el nivel y el tono del debate en torno a si la ciudadanía hará bien o hará mal al anular el voto; al no acudir a votar o al simplemente dejar en blanco la boleta electoral el próximo 5 de julio.Ante tal posibilidad, los partidos políticos y un anodino IFE siguen atrapados en un paroxismo ridículo que no atina a dar respuestas creíbles a una ciudadanía cada vez más descontenta ante la corrupción, la incompetencia y la estulticia de los partidos y sus corifeos.Los “sabios” que tienen por tarea defender a capa y espada a un régimen democrático ficticio como el que vivimos se parapetan detrás de tesis derivadas a su vez de teorías democráticas diseñadas para latitudes a las que ni entendemos y de las que cultural, educativa y socialmente hablando estamos muy lejos.Con doctorados en mano, obtenidos en escuelas de Madrid, Nueva York, Yale y otras prestigiadas escuelas, estos sabios nos sermonean en torno a que emitir un voto en blanco es un contrasentido democrático; que tachar y anular la boleta electoral constituye una traición al espíritu de la representatividad que anima a nuestro sistema político, y una serie de argumentos que comienzan a sonar cada vez más a posiciones esotéricas propias de adivinos y lectores de tarot.Al poner atención a las aberrantes campañas políticas que circulan por todos lados, puede uno darse cuenta de lo absurda que resulta la sarta de perogrulladas que los políticos sostienen sin ton ni son: el PRI lanza una campaña masiva de correos electrónicos argumentando que si uno está descontento con el PAN mejor vote por ellos; el PAN, liderado tristemente por un porro, llama a “apoyar al Presidente” en la lucha contra el narcotráfico; y el PRD nos presenta una retahíla de comerciales que parecen más diseñados para vender papas, que para promover un diálogo político inteligente digno de la izquierda que dicen representar. De la escuela del resentimiento encabezada por López y compañía ya mejor ni hablar.La cuestión del voto en blanco no debería estar planteándose pues, en términos de si es “bueno” o no para la democracia, porque un debate así constituye en el fondo un intento de trasladar la responsabilidad de la crisis política a quienes la padecen, es decir, a los ciudadanos.Según la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, 2008 (ENCUP), menos del 8% de los ciudadanos “confía mucho” en los partidos políticos y porcentajes similares se expresaron con respecto a diputados y senadores. Así, cuando precisamente se va a elegir a la totalidad de la runfla de becarios que cobran por las curules que ocupan en San Lázaro, ¿cómo pretenden que la gente esté feliz y contenta de salir a votar por una mafia que defiende los intereses de todos, excepto los de las mayorías?Revise el lector las listas de candidatos a diputados plurinominales de todos los partidos y verá que, en contadas excepciones, se trata de personalidades propias del cuaternario político que lejos están de poder representar un proyecto para construir un Estado nacional incluyente, o la formación de nuevos liderazgos que nos den salidas a las crisis y a la tragedia social que significará una vez más la recesión que padecemos.Las preguntas que podrían orientar una discusión seria no versan sobre cómo hacer para que la gente le dé a los políticos la legitimidad de la que ya carecen, sino cómo hacer para que la democracia se sustente en un régimen de gobierno diseñado para lograr la equidad social. ¿Por qué votar por partidos que postulan a personas de las que se sospecha tienen vínculos con el crimen organizado? ¿Por qué votar por partidos que postulan a los mismos de siempre, que representan los vicios, corrupción e incompetencia de siempre? ¿Por qué para ser candidato a cualquier cargo de representación los ciudadanos deberíamos afiliarnos y formar parte de las mafias en que se han convertido las dirigencias de los partidos? ¿Por qué darle legitimidad a un sistema político que nos mantiene con los mismos niveles de pobreza y desigualdad que teníamos en 1993, es decir, hace 16 años? ¿Qué van a hacer los políticos para cambiar una lacerante realidad en la que por nacer en el mundo rural o en una comunidad indígena, la esperanza de cumplimiento de los derechos sociales en la niñez es de un tercio que en el resto del país? Que respondan cómo van a resolver eso, y luego que nos sermonen, por el deseo de muchos, de manifestarles abiertamente que el repudio social es enorme.