sábado, 6 de junio de 2009

Voto en blanco: ni con el repudio entienden. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 7 de Junio, 2009
Hora de modificación: 00:32
México atraviesa por una crisis política singular, aderezada y caracterizada por un descontento generalizado ante los efectos de una crisis económica que ya tiene en la calle a más de 2.3 millones de personas sin empleo, a casi 50 millones de mexicanos en la pobreza, y que mantiene a más de 1.8 millones de niñas, niños y adolescentes trabajando. En ese contexto, en las últimas dos semanas se han incrementado el nivel y el tono del debate en torno a si la ciudadanía hará bien o hará mal al anular el voto; al no acudir a votar o al simplemente dejar en blanco la boleta electoral el próximo 5 de julio.Ante tal posibilidad, los partidos políticos y un anodino IFE siguen atrapados en un paroxismo ridículo que no atina a dar respuestas creíbles a una ciudadanía cada vez más descontenta ante la corrupción, la incompetencia y la estulticia de los partidos y sus corifeos.Los “sabios” que tienen por tarea defender a capa y espada a un régimen democrático ficticio como el que vivimos se parapetan detrás de tesis derivadas a su vez de teorías democráticas diseñadas para latitudes a las que ni entendemos y de las que cultural, educativa y socialmente hablando estamos muy lejos.Con doctorados en mano, obtenidos en escuelas de Madrid, Nueva York, Yale y otras prestigiadas escuelas, estos sabios nos sermonean en torno a que emitir un voto en blanco es un contrasentido democrático; que tachar y anular la boleta electoral constituye una traición al espíritu de la representatividad que anima a nuestro sistema político, y una serie de argumentos que comienzan a sonar cada vez más a posiciones esotéricas propias de adivinos y lectores de tarot.Al poner atención a las aberrantes campañas políticas que circulan por todos lados, puede uno darse cuenta de lo absurda que resulta la sarta de perogrulladas que los políticos sostienen sin ton ni son: el PRI lanza una campaña masiva de correos electrónicos argumentando que si uno está descontento con el PAN mejor vote por ellos; el PAN, liderado tristemente por un porro, llama a “apoyar al Presidente” en la lucha contra el narcotráfico; y el PRD nos presenta una retahíla de comerciales que parecen más diseñados para vender papas, que para promover un diálogo político inteligente digno de la izquierda que dicen representar. De la escuela del resentimiento encabezada por López y compañía ya mejor ni hablar.La cuestión del voto en blanco no debería estar planteándose pues, en términos de si es “bueno” o no para la democracia, porque un debate así constituye en el fondo un intento de trasladar la responsabilidad de la crisis política a quienes la padecen, es decir, a los ciudadanos.Según la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, 2008 (ENCUP), menos del 8% de los ciudadanos “confía mucho” en los partidos políticos y porcentajes similares se expresaron con respecto a diputados y senadores. Así, cuando precisamente se va a elegir a la totalidad de la runfla de becarios que cobran por las curules que ocupan en San Lázaro, ¿cómo pretenden que la gente esté feliz y contenta de salir a votar por una mafia que defiende los intereses de todos, excepto los de las mayorías?Revise el lector las listas de candidatos a diputados plurinominales de todos los partidos y verá que, en contadas excepciones, se trata de personalidades propias del cuaternario político que lejos están de poder representar un proyecto para construir un Estado nacional incluyente, o la formación de nuevos liderazgos que nos den salidas a las crisis y a la tragedia social que significará una vez más la recesión que padecemos.Las preguntas que podrían orientar una discusión seria no versan sobre cómo hacer para que la gente le dé a los políticos la legitimidad de la que ya carecen, sino cómo hacer para que la democracia se sustente en un régimen de gobierno diseñado para lograr la equidad social. ¿Por qué votar por partidos que postulan a personas de las que se sospecha tienen vínculos con el crimen organizado? ¿Por qué votar por partidos que postulan a los mismos de siempre, que representan los vicios, corrupción e incompetencia de siempre? ¿Por qué para ser candidato a cualquier cargo de representación los ciudadanos deberíamos afiliarnos y formar parte de las mafias en que se han convertido las dirigencias de los partidos? ¿Por qué darle legitimidad a un sistema político que nos mantiene con los mismos niveles de pobreza y desigualdad que teníamos en 1993, es decir, hace 16 años? ¿Qué van a hacer los políticos para cambiar una lacerante realidad en la que por nacer en el mundo rural o en una comunidad indígena, la esperanza de cumplimiento de los derechos sociales en la niñez es de un tercio que en el resto del país? Que respondan cómo van a resolver eso, y luego que nos sermonen, por el deseo de muchos, de manifestarles abiertamente que el repudio social es enorme.

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