domingo, 13 de diciembre de 2009

¡Es la pobreza, estúpido! Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 13 de Dic., 2009. Hora de modificación: 02:26
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=475479

Es suficientemente famosa la alocución de “It’s the economy, stupid!”, como para detenerse a explicar la validez de la analogía con respecto a lo que pasa en nuestro país.


El jueves adelantábamos aquí en La Crónica sobre los resultados de la nueva medición multidimensional de la pobreza que presentaría el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social.

Los datos son más que deprimentes y no es exagerado decir que tienen niveles de escándalo: 47.19 millones de personas en lo que ahora se llama “pobreza multidimensional”, de los cuales 11.2 millones viven en lo que se ha denominado como “pobreza extrema multidimensional”.

Estos datos han confundido a muchos, pues no queda muy claro cuál es la diferencia entre estas nuevas definiciones de la pobreza y las que teníamos hasta hace unas semanas, en las que se categorizaba a la pobreza como de patrimonio, de capacidades y alimentaria.

La cuestión es muy simple: antes de esta medición se consideraba sólo la variable de ingreso para determinar quién era o no pobre; en esta ocasión se construyó una metodología que considera múltiples variables, y que miden el nivel de privación social en el que se encuentran las personas, es decir, carencia relativa a: alimentación, ingreso, calidad de las viviendas, servicios en las viviendas, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, rezago educativo.

Sin duda esta medición es mucho más compleja y completa que la anterior, y lo que hace es revelar la inmensa vulnerabilidad en la que estamos los mexicanos, pues según el diagnóstico del CONEVAL, hay 40 millones que sin ser pobres, de cambiar su situación laboral o de salud, se verían de inmediato engrosando las filas de la pobreza.

Otra anotación importante es que la nueva medición de la pobreza está referida a datos de 2008, y no recoge el impacto de la crisis y sus efectos a lo largo de 2009, incluida la disminución en los montos de las remesas, que seguramente llevará a más hogares a ser pobres, particularmente en zonas rurales.

Para decirlo de manera resumida, los cálculos del CONEVAL muestran que 77.2% de la población nacional vive con al menos una carencia social; es decir, la cifra nada menos que escalofriante de 82.37 millones de personas con al menos la privación de uno de sus derechos, si asumimos que de lo que se carece es precisamente de lo necesario para garantizar alguno de los derechos sociales establecidos por la Constitución.

Por si el panorama no fuera suficientemente negro, la medición confirma lo que muchos habíamos sostenido con base en cálculos independientes: la mayoría de los pobres son niñas, niños y adolescentes; en efecto, 53% de los menores de 18 años viven en pobreza extrema o moderada; 3.03 millones de ellos presenta condiciones de rezago educativo; y sólo 13.3% no vive en situación de vulnerabilidad.

La situación para los indígenas no es menos preocupante, pues entre ellos hay más pobres extremos que pobres moderados; es decir, 39.2% están en la primera condición, mientras que 36.5% se encuentra en la segunda; con esto, sólo 3.1% de los más de 12 millones de indígenas del país no padece vulnerabilidad.

El gobierno federal está empeñado en decirnos que con lo que se está haciendo basta. La realidad y los números lo desmienten radicalmente.

Lo cierto es que si se asumieran con responsabilidad los datos dados a conocer por el CONEVAL, la Presidencia debería ofrecer una disculpa pública por su ineficacia y mediocridad en la conducción del país, y por el saldo de más de cinco millones de pobres que, entre otras cosas, nos dejó el mal diagnóstico del “catarrito” que, como se ve, está resultando ser una pulmonía fulminante.

Queda una profunda duda sobre lo que va a hacer el gobierno: ¿Seguir con sus programitas? Si la realidad y la evidencia demuestran que con ellos no alcanza para evitar que haya más pobres. ¿Asignar más recursos? Si las evaluaciones del CONEVAL muestran que más de 60% de los programas sociales están mal hechos o mal evaluados.

Un gobierno con estatura ética hubiera asumido con humildad que se ha equivocado, y hubiera presentado de la mano de estos resultados una nueva estrategia, construida y consensada con las principales voces, expertos y académicos en la materia; y basada en un amplio pacto social construido con el Congreso y los gobiernos de los estados.

Lamentablemente no es así. El gobierno decidió que para revertir la vulnerabilidad de más de 80% de los mexicanos, su mejor carta es una persona que hasta hace una semana estaba encargado de repartir créditos a pequeñas empresas. ¿Tendrá una idea el nuevo titular de SEDESOL del dolor, sufrimiento, angustia y desesperación que implica el vivir privado de lo elemental?

Su primer discurso mueve a dudas: ante el desolador diagnóstico, que seguramente ya conocía desde que tomó posesión de su encargo, nos receta la misma medicina de hace 10 años, obviando que los programas existentes no alcanzan para enfrentar la magnitud del desastre social.

Por estas razones, vale la pena parafrasear a William Clinton: ¡Es la pobreza, estúpido!

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