domingo, 27 de diciembre de 2009

Adiós a la clase media y el presidente del desempleo. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 27 de Dic., 2009
Hora de modificación: 00:42
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=477905

Un gobierno irresponsable y cínico es aquel que ante la adversidad le miente a la población en aras de mantener popularidad y cotos de poder basados en las preferencias electorales.


Al respecto vale la pena recordar a Winston Churchill, quien en su discurso dirigido al Parlamento de su país en la antesala de la Segunda Guerra Mundial sostuvo: “Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este gobierno: No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Esta honestidad, llena de coraje y valentía, estaba respaldada por un liderazgo moral que le ganó la confianza y el apoyo indeclinable de la población inglesa, aun en medio de los constantes bombardeos de las baterías alemanas en contra de Londres.

En contraste, en nuestro país, en medio de una batalla sin rumbo en contra del crimen organizado y gracias a la cual las calles de todo el país se han llenado de sangre, los llamados patrioteros del Ejecutivo a actuar con heroísmo parecen más estertores de un gobierno en decadencia que el impulso político y social de un líder éticamente sólido.

Al Presidente casi todo le sale mal. La pírrica victoria sobre el SME contrasta con los fracasos monumentales en materia social y económica; se ha llegado al colmo de que aun la detención de uno de los capos más peligrosos terminó en un escándalo de brutalidad policiaca o militar –aún no lo sabemos– y que ha tenido como corolario el terrible asesinato de los familiares de uno de los marinos que participó y resultó muerto en el enfrentamiento.

El problema radica en las estrategias fallidas que se han seguido desde el inicio del sexenio. Se han estado dando palos de ciego, en lugar de contar con un sistema de planeación estructural capaz de impulsar una reforma institucional gradual, que nos lleve a mejores niveles de desarrollo económico con equidad y con altos grados de desarrollo humano.

Resulta ser, sólo por citar un ejemplo, que en fechas próximas se dará a conocer el nuevo “programa nacional de desarrollo social”; ¿a mitad de sexenio?, ¿con un nuevo secretario del ramo que lo único que ha acreditado hasta ahora es que ya se aprendió el guión oficial en torno a la pobreza?

Se dice que en ese nuevo “programa” se establecerán las bases para vincular a la política económica con la política social. ¿De verdad? Habría que esperar de esto que el secretario Cordero aceptara darle prioridad a los pobres antes que seguir privilegiando, por ejemplo, al sistema bancario, el cual no otorga créditos suficientes ni de bajo costo, ni se ha logrado que reduzca sustantivamente las altísimas comisiones que siguen cobrándonos prácticamente por hacer uso de sus instalaciones.

Ante todo ello, a tres años de gobierno, hay que apelar a la memoria y recordar que la principal oferta de campaña del Ejecutivo federal fue crear suficientes empleos, hecho que sin duda ha sido poco menos que una quimera a lo largo de los últimos años.

Lo que los datos nos muestran es que desde 2007 se comenzaron a tener altísimas tasas de desempleo en todo el país, y que la crisis lo que hizo fue agudizarla, lo que en sentido estricto significa decir que la crisis en el país ya estaba en marcha, y que lo que hizo el terremoto financiero internacional fue derruir el fracturado edificio económico y fiscal nacional, arrojando a la calle y a la pobreza a millones de personas.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo muestra cómo, desde 2007, no ha habido un solo mes en el que se haya registrado una tasa de desocupación por debajo de tres puntos; en efecto, el mínimo registrado fue de 3.23 en un lejano mayo de 2007; en contraste, la tasa más alta fue de 6.28, registrada en agosto de este 2009.

La media mensual de la tasa de desocupación entre 2007 y 2009 ha sido de 4.38, lo que permite prever, como dirían los economistas, que considerando la tendencia de la curva estaríamos viendo una tasa de desocupación nuevamente cercana a los tres puntos hasta a mediados o finales de 2012, es decir, este sexenio ya fracasó en materia de empleo. Para que las cosas fueran distintas se necesitaría una tasa de crecimiento del PIB de al menos un seis por ciento anual, y aun con ello la tasa de desocupación, por el crecimiento natural de la PEA, no podría bajar más allá de los dos puntos.

La consecuencia de todo esto ha sido que, según los datos del Coneval, con más del 80 por ciento de la población en pobreza o vulnerabilidad, la clase media se ha convertido en una más de las leyendas urbanas del país, y a quien debemos agradecer por esta tragedia es nada menos a quien prometió ser el presidente del empleo.

domingo, 20 de diciembre de 2009

El desempleo y las mentiras del gobierno. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 20 de Dic., 2009
Hora de modificación: 02:11
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=476986

Uno de los cuestionamientos que con mayor validez se puede hacer a cualquier gobierno es el relativo al uso de los recursos públicos para generar propaganda engañosa, y eso es precisamente lo que el Gobierno de Felipe Calderón está haciendo con respecto a la economía del país y los efectos de la crisis en la economía de las familias.

Los medios de comunicación electrónicos han sido saturados con mensajes en los que se sostiene que la economía se está recuperando, pues en los últimos meses —reza el credo calderonista— se han creado cerca de 500 mil empleos lo cual, según siempre el gobierno, es signo inequívoco de la recuperación y el fin de la crisis.

La primera “mentira verdadera” en tal despropósito comunicacional, es la que se refiere a la creación de los dichosos 500 mil empleos. La parte cierta del dato es que entre el segundo y tercer trimestre del año, la población ocupada en el país pasó de 43.34 millones, a 43.91 millones de personas.

En sí mismo, el dato podría ser hasta impactante y probablemente hasta sorprenda a los no enterados; sin embargo, como dicen los clásicos, “el diablo está en los detalles”. Y el primero de ellos se encuentra en la definición de “Ocupación”. INEGI considera que una persona está “ocupada”, en los supuestos de que: a) tiene un empleo permanente, remunerado o no; b) ha trabajado al menos dos horas a la semana o; c) si en las últimas dos semanas ha buscado trabajo activamente, lo haya encontrado o no. De este modo, habría que preguntar a INEGI cuántas de las personas que denomina como “ocupadas” se encuentran buscando trabajo, y restarlas del número de los que se dice “están ocupados”.

El segundo “detallito” está en que al cuarto trimestre de 2007 había en el país poco más de 44 millones de personas ocupadas, es decir, casi 80 mil personas más registradas en algún nivel de ocupación que las contabilizadas al cierre del tercer trimestre de 2009, o lo que es lo mismo, a estas alturas habría menos ocupación que hace dos años.

Ahora bien, hay un dato que salta a la vista y que hace trizas el intento del Gobierno de hacernos creer que las cosas ahora sí van bien, y que a pesar del mal diagnóstico del “catarrito”, ahora sí sabemos que “tenemos cáncer” y del cual nos vamos a curar simplemente porque el gobierno dice que así será.

El dato aludido es el relativo a que la cantidad de personas desocupadas en México pasó de 1.61 millones en el cuarto trimestre de 2007 a 2.92 millones en el tercer trimestre de 2009, es decir, 1.31 millones de personas más en lo que llama INEGI “desocupación”, que hace dos años.

Aquí es donde la estrategia de mentira de la Presidencia de la República se hace evidente. Esto, porque lo que no se dice en su publicidad engañosa es que la cantidad de personas en edad de trabajar se incrementa año con año en casi un millón de jóvenes, lo que implica que la economía debería ser capaz de mantener los empleos existentes, pero también de crecer con la intensidad necesaria para generar los nuevos puestos de trabajo que se requieren.

Lo anterior se verifica en el hecho de que en el citado cuarto trimestre de 2007, la población económicamente activa (PEA), era de 45.62 millones de personas, mientras que al tercer trimestre de 2009 había crecido a 46.84 millones; esto es equivalente a un crecimiento de 2.61% en dos años.

Esto debe contrastarse con el promedio de crecimiento de la población ocupada y desocupada, para terminar de desvelar la actitud mentirosa del “gobierno” de Calderón. Así, mientras que la población ocupada decreció en .2% entre el cuarto trimestre de 2007 y el tercero de 2009, la desocupación creció en el orden de 55.2% en el mismo periodo.

A todo ello deben agregarse dos factores adicionales. Los empleos que se han generado son para “trabajadores por cuenta propia”, lo que muy seguramente puede significar ambulantaje y comercio informal; y por otro lado el número de personas “trabajadoras no remuneradas” se ha mantenido prácticamente constante desde 2007, lo que significa seguramente trabajo y explotación infantil y adolescente.

El Gobierno parece asumir la actitud de la propaganda nazi en la que regía el famoso dictado de Goebels: “una mentira, repetida cien o mil veces, se convierte en verdad”. Así, el gobierno de la República asume que si nos dice una y mil veces que ya no hay desempleo, éste desaparecerá.

Cuando vino la epidemia de la influenza, el Rector de la UNAM hizo un llamado para que, en su prevención, todos nos apegáramos más al pensamiento racional y científico, antes que al “pensamiento mágico”.

Sin duda, lo mismo aplicaría hoy para el gobierno en materia de desempleo, pues lo urgente es pasar de una actitud desde la que se asume que la crisis se combate con discursos, a otra mucho más pro-activa avocada a la transformación de las condiciones estructurales de pobreza y desigualdad que persisten en el país.

domingo, 13 de diciembre de 2009

¡Es la pobreza, estúpido! Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 13 de Dic., 2009. Hora de modificación: 02:26
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=475479

Es suficientemente famosa la alocución de “It’s the economy, stupid!”, como para detenerse a explicar la validez de la analogía con respecto a lo que pasa en nuestro país.


El jueves adelantábamos aquí en La Crónica sobre los resultados de la nueva medición multidimensional de la pobreza que presentaría el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social.

Los datos son más que deprimentes y no es exagerado decir que tienen niveles de escándalo: 47.19 millones de personas en lo que ahora se llama “pobreza multidimensional”, de los cuales 11.2 millones viven en lo que se ha denominado como “pobreza extrema multidimensional”.

Estos datos han confundido a muchos, pues no queda muy claro cuál es la diferencia entre estas nuevas definiciones de la pobreza y las que teníamos hasta hace unas semanas, en las que se categorizaba a la pobreza como de patrimonio, de capacidades y alimentaria.

La cuestión es muy simple: antes de esta medición se consideraba sólo la variable de ingreso para determinar quién era o no pobre; en esta ocasión se construyó una metodología que considera múltiples variables, y que miden el nivel de privación social en el que se encuentran las personas, es decir, carencia relativa a: alimentación, ingreso, calidad de las viviendas, servicios en las viviendas, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, rezago educativo.

Sin duda esta medición es mucho más compleja y completa que la anterior, y lo que hace es revelar la inmensa vulnerabilidad en la que estamos los mexicanos, pues según el diagnóstico del CONEVAL, hay 40 millones que sin ser pobres, de cambiar su situación laboral o de salud, se verían de inmediato engrosando las filas de la pobreza.

Otra anotación importante es que la nueva medición de la pobreza está referida a datos de 2008, y no recoge el impacto de la crisis y sus efectos a lo largo de 2009, incluida la disminución en los montos de las remesas, que seguramente llevará a más hogares a ser pobres, particularmente en zonas rurales.

Para decirlo de manera resumida, los cálculos del CONEVAL muestran que 77.2% de la población nacional vive con al menos una carencia social; es decir, la cifra nada menos que escalofriante de 82.37 millones de personas con al menos la privación de uno de sus derechos, si asumimos que de lo que se carece es precisamente de lo necesario para garantizar alguno de los derechos sociales establecidos por la Constitución.

Por si el panorama no fuera suficientemente negro, la medición confirma lo que muchos habíamos sostenido con base en cálculos independientes: la mayoría de los pobres son niñas, niños y adolescentes; en efecto, 53% de los menores de 18 años viven en pobreza extrema o moderada; 3.03 millones de ellos presenta condiciones de rezago educativo; y sólo 13.3% no vive en situación de vulnerabilidad.

La situación para los indígenas no es menos preocupante, pues entre ellos hay más pobres extremos que pobres moderados; es decir, 39.2% están en la primera condición, mientras que 36.5% se encuentra en la segunda; con esto, sólo 3.1% de los más de 12 millones de indígenas del país no padece vulnerabilidad.

El gobierno federal está empeñado en decirnos que con lo que se está haciendo basta. La realidad y los números lo desmienten radicalmente.

Lo cierto es que si se asumieran con responsabilidad los datos dados a conocer por el CONEVAL, la Presidencia debería ofrecer una disculpa pública por su ineficacia y mediocridad en la conducción del país, y por el saldo de más de cinco millones de pobres que, entre otras cosas, nos dejó el mal diagnóstico del “catarrito” que, como se ve, está resultando ser una pulmonía fulminante.

Queda una profunda duda sobre lo que va a hacer el gobierno: ¿Seguir con sus programitas? Si la realidad y la evidencia demuestran que con ellos no alcanza para evitar que haya más pobres. ¿Asignar más recursos? Si las evaluaciones del CONEVAL muestran que más de 60% de los programas sociales están mal hechos o mal evaluados.

Un gobierno con estatura ética hubiera asumido con humildad que se ha equivocado, y hubiera presentado de la mano de estos resultados una nueva estrategia, construida y consensada con las principales voces, expertos y académicos en la materia; y basada en un amplio pacto social construido con el Congreso y los gobiernos de los estados.

Lamentablemente no es así. El gobierno decidió que para revertir la vulnerabilidad de más de 80% de los mexicanos, su mejor carta es una persona que hasta hace una semana estaba encargado de repartir créditos a pequeñas empresas. ¿Tendrá una idea el nuevo titular de SEDESOL del dolor, sufrimiento, angustia y desesperación que implica el vivir privado de lo elemental?

Su primer discurso mueve a dudas: ante el desolador diagnóstico, que seguramente ya conocía desde que tomó posesión de su encargo, nos receta la misma medicina de hace 10 años, obviando que los programas existentes no alcanzan para enfrentar la magnitud del desastre social.

Por estas razones, vale la pena parafrasear a William Clinton: ¡Es la pobreza, estúpido!

jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Adiós a la pobreza! Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Jueves 10 de Dic., 2009
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=474731
 
En uso de sus facultades constitucionales, aunque parece que no de las mentales, el Ejecutivo federal decidió que era buena idea realizar cambios en su gabinete, más apurado por el desgaste político, que por la construcción de una visión de país incluyente.


La más que anunciada salida del doctor Carstens de la Secretaría de Hacienda llevó al Ejecutivo a nombrar como su sucesor a uno de sus hombres de mayor confianza, aunque no necesariamente la confianza del Presidente es la misma que la de los mercados internacionales.

A diferencia de lo que ha ocurrido en otras latitudes, cuando es nombrado un nuevo funcionario de este nivel, la reacción de los mercados es positiva. Así ha ocurrido en los casos de Estados Unidos e Inglaterra, donde el anuncio de quienes ocuparían el Departamento del Tesoro o el Ministerio de Hacienda en Inglaterra, detonó un nuevo impulso y una renovada confianza de los inversionistas.

En nuestro país, por el contrario, todo el día de ayer, la Bolsa Mexicana de Valores estuvo registrando número rojos, con una ligera recuperación sólo al final de la jornada, y aún con ello, cerrando con una ligera pérdida.

La salida de Ernesto Cordero de la Secretaría de Desarrollo Social obligó entonces al nombramiento de un nuevo titular de la dependencia que como mayor experiencia en los temas relacionados con la pobreza, cuenta haber sido presidente de la Coparmex en el estado de Sinaloa, y haberse desempeñado recientemente en la atención de pequeñas y medianas empresas en la Secretaría de Economía.

Con estos cambios, parece que en lo que resta del sexenio podremos decir “adiós a la pobreza”, sí, pero de la agenda gubernamental, porque sólo va a faltar que en lo que viene, se asuma, como en los peores tiempos del sexenio de Fox (léase los seis años de su mandato), se consideró que los pobres lo son sustancialmente por su falta de cultura emprendedora y por su falta de capacidades empresariales.

Usar una metáfora para ilustrar lo que ocurre en nuestro país es válido en estos momentos: los cambios anunciados ayer son el equivalente a que, en medio de una tormenta, el capitán decide cambiar al timonel y mandarlo de jefe del almacén; traer en su lugar al jefe de operaciones, y a éste sustituirlo por el jefe de las negociaciones comerciales en tierra.

El día de hoy, apenas 24 horas después de estar estrenando oficina, el nuevo Secretario de Desarrollo Social se encontrará con la presentación de las nuevas cifras, resultado de lo que se conoce como la primera medición multidimensional de la pobreza en México.

Sin duda, se trata de un ejercicio técnico y conceptual de calidad mundial, generado por los consejeros y expertos que integran el Coneval, pero también es cierto que se trata de cifras obtenidas a través de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto, 2008, por lo que estos resultados deberán leerse en la consideración de que no recogen el durísimo impacto que ha tenido la crisis a lo largo del 2009, tanto en el desempleo como en los ingresos de las familias.

Hace unas pocas semanas, el Ejecutivo federal había anunciado que una de sus mayores prioridades es el combate a la pobreza. Si con ello nos quería anticipar que colocaría en la Secretaría de Hacienda a Ernesto Cordero, para que desde ahí maneje a la Sedesol, es muy mala señal, tanto en el ámbito político, como en el combate en serio a la desigualdad.

Mala noticia para los pobres y malas noticias en general para el país. La transformación social de México requiere de un acuerdo político de grandes proporciones, que altere las tendencias estructurales de concentración del ingreso, y que modifique las políticas para el desarrollo social. El detalle se encuentra en que para esto se requiere de una personalidad política mayor y, con todo respeto sea dicho, el nuevo Secretario es un completo desconocido, al menos en el sector social.

En este escenario no hay mucho que esperar en los discursos que habrán de pronunciarse el día de hoy. Seguramente escucharemos las mismas frases gastadas de toda la vida: “las cosas se han hecho bien, pero falta mucho por hacer”; “si no hubiera sido por nuestras acciones, la crisis no sólo hubiera hundido el barco, también lo hubiera quemado”, y “bla, bla, bla”.

Ante una sucesión presidencial tan adelantada, ante los peligros inminentes de una “recaída financiera” nacional; pero sobre todo, ante la inmisericorde realidad que aqueja a más de 20 millones de personas que hoy viven en la pobreza alimentaria, la pregunta es ¿con este Gobierno vamos a avanzar decididamente al abatimiento de la pobreza y la desigualdad?

Mi hipótesis es que ni la una ni la otra. Una política pública se mide en función de su eficacia, y por los resultados que tenemos en el país, puede sostenerse que las políticas públicas con que contamos no alcanzan a resolver la dimensión de los problemas para los que fueron diseñadas.

Con las decisiones de ayer, el Gobierno hizo oficial que en esta administración, se le ha dicho definitivamente adiós a la pobreza.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Instituciones chiquitas. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 6 de Dic., 2009, Hora de modificación: 03:24
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=473897

Douglass North, laureado en la década de los noventa con el Premio Nobel de Economía, ha sostenido en distintas obras que las instituciones son el equivalente a las “reglas del juego” de una sociedad.

A lo que se refiere el profesor North con esta idea, es al hecho de que los marcos institucionales definen los ámbitos y normas en las que se da la actuación tanto de los individuos, como del Estado y su aparato burocrático.

En ese sentido, las instituciones son mucho más que meras dependencias públicas. Se trata de entidades de interés público, responsables de velar, cada una en su ámbito de actuación, por el cumplimiento del texto constitucional y sus leyes, a fin de reducir la incertidumbre y mejorar el orden social.

Un ejemplo de esto puede encontrarse en las Fuerzas Armadas, las cuales no podrían o no deberían ser reducidas simplemente a una “dependencia del Ejecutivo federal”, materializada en la figura de la Secretaría de la Defensa Nacional. Muy por el contrario, en tanto que uno de los elementos constitutivos del Estado es la soberanía nacional, la responsabilidad de su garantía le ha sido asignada al Ejército, Fuerza Aérea y a la Armada de México, las cuales, en su conjunto, constituyen a la institución que por excelencia vela y resguarda la integridad del territorio y la soberanía del Estado mexicano.

Existen desde luego otro tipo de instituciones, que han sido categorizadas por diversos autores con el término genérico de “instituciones sociales”; así, por ejemplo, el matrimonio civil y las familias, las distintas religiones, etcétera.

Lo que interesa aquí es el primer tipo de instituciones, es decir, las del Estado, pues en los últimos años han sufrido embates orquestados por grupos de poder que han usurpado las posiciones que la Constitución considera como prioritarias para el desarrollo.

Los organismos autónomos del Estado han sido reducidos a una lógica de disputas político-electorales que han puesto en riesgo ya no su viabilidad sino a la propia democracia mexicana. Esto es así porque al responder a las cúpulas de decisión de los partidos políticos, limitan su capacidad de protección y defensa de los derechos y garantías constitucionales.

Los organismos de regulación han sido cooptados por los intereses privados, convirtiendo a estas instancias en “juez y parte”, por lo que quienes las dirigen en realidad buscan proteger los intereses de quienes eran o han sido sus jefes en empresas privadas. Así el caso de Cofetel y Cofeco, ante las cuales el Banco Mundial, en su documento titulado “La Competitividad en México: Alcanzando su Potencial”, recomienda llevar a cabo reformas y procedimientos para incrementar su eficacia en el control y combate a los monopolios.

Muchas de las dependencias gubernamentales, en los tres órdenes de gobierno, se han convertido en la “oficialía de partes” de los intereses en turno. Así, las titularidades de las secretarías y organismos descentralizados con mayores presupuestos, tanto del Ejecutivo federal como de los gobiernos estatales y municipales, se distribuyen no en función de un proyecto o proyectos políticos-sociales de largo aliento, sino de cuotas asignadas en función de la “aportación” hecha en campaña.

Así por ejemplo, no es extraño ver que en las secretarías responsables de las políticas agropecuarias se encuentran poderosos productores agrícolas o ganaderos, exportadores de hortalizas o alimentos, comercializadores de fertilizantes, etc. Lo mismo ocurre con las dependencias relacionadas con los transportes y las obras públicas, en las que lo común es encontrar familiares, amigos, socios o ex empleados de contratistas, constructores; y suma y sigue.

De la mano de lo anterior, la corrupción sigue siendo uno de los mayores lastres del país. Somos considerados como una de las sociedades más corruptas del planeta, y las estimaciones del costo económico y social son de magnitudes inauditas, con lo que las posibilidades para incrementar la competitividad, la eficiencia y la eficacia de la política pública se reduce sustantivamente.

En medio de todo esto, la pregunta es qué puede hacerse. Y lo primero sería considerar, retomando una vez más al profesor North, en un proceso doble: por una parte, construir una nueva generación de servidores públicos, profesionalizados y expertos en el manejo de los temas de responsabilidad pública, a fin de contar con una burocracia nacional técnica y científicamente sólida.

El segundo es mucho más difícil: generar un sistema político en el que los equilibrios estén orientados al cumplimiento del orden constitucional antes que a la simple estabilidad del reparto de posiciones de poder; esto implica un diálogo inteligente de alto nivel, a fin de reformar al sistema institucional y a los mecanismos que se diseñan a su interior para la toma de decisiones.

Una reforma de esta magnitud exigiría, como es obvio, de personalidades con suficiente legitimidad para conducir la construcción de las reglas para el diálogo público; la generación de consensos; y la conducción del proceso de operación del cambio de políticas y programas que tendría que derivarse.

El problema es que los espacios de toma de decisiones que hoy tenemos (en el gobierno y el Congreso, fundamentalmente) están llenos no sólo de iletrados sino de cínicos e inmorales, y así es muy difícil cambiar.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los Amos del siglo XXI. Periódico El Universal

Liliana Alcántara

El Universal
Jueves 03 de diciembre de 2009
http://www.eluniversal.com.mx/primera/34030.html

Se vende una esclava mulata de 20 a 25 años. Sabe guisar, coser, lavar, planchar y peinar con todo primor. Darán razón de ella en la calle ancha de San Bernardo”.

Este es un anuncio de ocasión publicado en 1760 en un pasquín español durante la época de la esclavitud, cuando las personas se comercializaban como objetos en México y en el mundo.

Carmen Sarasúa, escritora del libro Criados, nodrizas y amos: el servicio doméstico en la formación del mercado, cita en su obra decenas de anuncios similares, uno de ellos publicado en 1768: “En la calle de Las Infantas, casa número 12, se vende una esclava negra de 26 años de edad; sabe guisar, planchar, hacer pan y otras cosas”.

Ha transcurrido un siglo y aunque las actrices de esas historias de esclavitud cambiaron y las circunstancias son otras, las formas de explotación y los malos tratos se mantienen actualmente pese al paso del tiempo.

Los amos de aquella época son, en este siglo XXI, señoras de “la alta sociedad” en el Distrito Federal. Ellas ahora colocan anuncios afuera de sus casas solicitando “sirvienta” o “muchacha” o visitan las sierras de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Guerrero para buscar y comprar mujeres y utilizarlas en los quehaceres del hogar.

Las nodrizas de antes son ahora niñas, adolescentes y mujeres indígenas en su mayoría, con educación básica inconclusa, que suelen trabajar entre 16 y 18 horas diarias en casas o departamentos que se convierten casi en prisiones y donde sólo les es autorizada la salida los fines de semana, tras una larga jornada con bajo salario, sin seguro social y ninguna otra prestación.

Los calabozos de esa época son ahora residencias en las que a la “servidumbre” se les acondiciona un cuarto ubicado detrás o hasta arriba del inmueble, muchas veces en obra negra, húmedo, sin puertas o ventanas y con camas estropeadas o camastros.

El conteo oficial dice que hay un millón 558 mil mujeres que se dedican al trabajo doméstico en México. Las organizaciones que agrupan a algunas de estas trabajadoras del hogar —como exigen que se les llame— aseguran que nueve de cada 10 comparten historias de explotación y de esclavitud.

Largas jornadas de trabajo, encierro, raquítica alimentación, golpes, humillaciones, sin derecho a recibir asistencia médica y abuso sexual son situaciones que día a día padecen las mujeres del servicio doméstico, una actividad que no está bien regulada en la Ley Federal del Trabajo y que no es considerada por la sociedad, en general, como una forma de empleo, aunque sea remunerada.

En casos extremos, las patronas han suministrado anticonceptivos a sus empleadas y las han utilizado en fiestas de iniciación sexual de juniors.

Estos abusos han obligado que algunas mujeres se agrupen para exigir respeto a sus derechos humanos, y a partir del próximo domingo, con una marcha, iniciarán en el país una campaña que llegará hasta Ginebra, Suiza, donde en 2010 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) convocará a los gobiernos a una conferencia mundial en la que deberán comprometerse a mejorar las condiciones laborales de este sector.

La organización de este movimiento comenzó justo en esta época del año porque es la temporada de los despidos. La Unidad de Investigación solicitó en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social una entrevista para conocer la forma como el gobierno federal protege los derechos laborales de las empleadas del hogar pero no hubo respuesta.

Peor que un perro

Celerina Morales ha dedicado 18 años de su vida al trabajo doméstico. Su experiencia en las lujosas casas donde ha servido no se parece nada a la que se observa en las telenovelas mexicanas de exportación. No se enamoró del patrón adinerado ni un hombre rico se apiadó de su pobreza. Tampoco terminó siendo la gerente de una importante empresa ni heredó una fortuna inesperada.

Su peor episodio lo cuenta con lágrimas. Hace 12 años la contrataron para hacer la limpieza en departamentos que se rentan para extranjeros. Le prometieron que le pagarían 50 pesos diarios por trabajar desde las 8:00 hasta las 17:00 horas. Nada de eso le cumplieron. Le daban sólo 30, a veces 35 pesos, pero nada más y aún cuando se cumplía su horario de salida, ella seguía trabajando porque antes de retirarse, la dueña del edificio entraba a cada una de las habitaciones para deslizar sus dedos en los muebles y comprobar que no hubiera polvo. Si lo había, Celerina tenía que pasar de nuevo el trapo. “Yo le explicaba a la señora que no era polvo, que era la pelusa del trapo, pero no me creía y se enojaba más”.

Sus alimentos se los daban a las 12:00 para que comiera en una sola tanda y evitar darle el desayuno y luego la comida. Pero además, le daban restos de alimentos, todo en un solo plato. Así que si había sopa aguada, frijoles y un guisado se lo mezclaban todo.

“Comía peor que un perro porque ni a él lo alimentaban así. Llegó un momento en que le dije a la señora que ya no quería comer ahí. Nunca le dije que en realidad me daba asco”.

Diciembre, gustó pa’ que se fueran

Celerina renunció cuando encontró otro trabajo que parecía mejor. En ese sí había buenos tratos, pero la despidieron de mala manera. Un día, recibió un mensaje de texto en su celular: “Contraté a otra persona, ya no necesito tus servicios”. Su patrona la había acusado días atrás de robo. “Dijo que se le había perdido dinero y le juraba que no había sido yo, pero es que era casi diciembre”.

Diciembre representa un problema para las trabajadoras del hogar. Es la época en la que más viven angustiadas porque algunos empleadores —explica Marcelina Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para las Empleadas del Hogar— para no pagar aguinaldo las despiden usando un argumento común: el robo de dinero o pertenencias, o porque algo hicieron mal en su activdad laboral. “A finales del año comienzan a despedir a las empleadas para no darles indemnización”.

Bautista considera que les va peor, al grado de sufrir violencia, si eligen ese mes para pedir un incremento salarial. “Hasta el DIF (Desarrollo Integral de la Familia) llegó el caso de una señora que golpeó a dos de sus trabajadoras y las acusó de robar sus joyas. Ella aseguraba que el monto de lo robado era de 500 mil pesos, pero las empleadas aseguran que ellas jamás tomaron nada y que todo sucedió porque le pidieron un aumento de sueldo. Incluso a una de ellas la aventó por las escaleras y no pasó a mayores, pero es común”.

Celerina Morales piensa que los patrones “son insensibles y negreros” porque “no nos ven como personas que tenemos derechos. Se les olvida que también tenemos familia y queremos que nos traten como trabajadoras que somos, no como esclavas”.

Mujer contra mujer

Rocío García Gaytán, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), lamenta que el trabajo doméstico sea aún una forma de esclavitud.

“En el instituto recibimos denuncias anónimas que me gustaría que fueran con nombre y apellido, en las que me dicen que las mujeres de un estrato social alto van a Oaxaca o a Guerrero a comprar mujeres para el trabajo doméstico y entonces las tratan como si les pertenecieran. Eso es abominable”.

La funcionaria considera que “no podemos hacernos esto como mujeres porque si exigimos derechos, debemos empezar por respetarnos”.

Respeto es lo que pide Amalia Dorantes Islas, una mujer de 67 años de edad que ha dedicado su vida laboral al trabajo doméstico, quien fuera explotada y que hoy, por tener canas y arrugas está desempleada. Los empleadores le dicen que “ya no rinde”.

En su juventud rindió hasta más no poder en una residencia capitalina donde vivía para servir desde las siete de la mañana, hasta la 11 o 12 de la noche y a veces hasta la una o dos de la mañana si había fiesta de los patrones.

Era la casa de una ciudadana española. Se levantaba a las siete para hacer el desayuno, lavar trastes, limpiar la cocina y echar ropa a la lavadora. Al mediodía tenía que consultar el menú de la comida y prepararla. Mientras estaban listos los platillos, sacudía los muebles y arreglaba el jardín. Y si el niño de la casa llegaba de la escuela había que cuidarlo, bañarlo y alimentarlo.

Después de la comida, dice, lavaba trastes de nuevo y comenzaba a planchar la ropa hasta las seis o siete de la noche cuando debía preparar la cena. Después de la cena, otra vez los trastes y llevar a dormir al niño. Antes de que ella durmiera tenía que pedir autorización a la patrona porque si se le ofrecía algo debía estar disponible.

A su cuarto, que estaba arriba de la casa, subía arrastrando los pies de cansancio y no tenía vida personal, pues sólo le daban permiso para salir los sábados en la tarde y debía llegar el domingo antes de que oscureciera.

Si en alguna ocasión Amalia amanecía enferma, ella seguía trabajando. Su pago era de 750 pesos a la semana y cuando pidió un aumento salarial dejó de ser útil desde el punto de vista de su patrona, quien además le reprochó la edad.

“Deben vernos como seres humanos, la ven a una muy abajo como parásito, pero somos como cualquier trabajador”, dice Amalia Dorantes, quien colgó en pecho y espalda un letrero donde exige el respeto a sus derechos laborales durante una campaña informativa que comenzó hace dos semanas en la Alameda Central del Distrito Federal como parte de las movilizaciones que organiza el Centro de Apoyo y Capacitación para las Empleadas del Hogar.

Los riesgos a la salud

El trabajo doméstico también tiene sus riesgos. Susana Sottoli, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), asegura que según las estadísticas oficiales, 60% de los niños mexicanos que trabajan se desempeñan en las tareas de hogar.

Considera que además de ser una actividad casi invisible, los niños son sometidos a condiciones de explotación que les impide desarrollar su niñez, pues por lo regular dejan de jugar y educarse y adquieren responsabilidades de adultos como el cuidado de otros niños.

Saúl Arellano, director de Investigación del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS), comenta que hay niñas que desde los seis u ocho años de edad son contratadas en el servicio doméstico y los padres lo aceptan porque dicen: “pues aquí (en el pueblo) no tenemos ni para que coma, mejor que se vaya”.

“Las condiciones de vida en sus lugares de origen son tan deplorables que las familias de esas niñas y quienes las contratan consideran que el menor de los males es preferible, pero cuando se trata de los derechos humanos de las personas, eso no es aplicable porque como empleadas domésticas están privadas de la educación, la salud, de tener una vivienda justa y una vida familiar”.

Arellano agrega que además de los riesgos que implica esta actividad económica, “hay casos de trata en los que se explota a las trabajadoras del hogar y se les obliga a ejercer la prostitución y se sabe de casos en donde son usadas para una especie de rituales de iniciación sexual de jóvenes adinerados”.

Patricia Hernández, directora del Colectivo Atabal —una asociación civil que capacita a las trabajadoras del hogar— considera que sin importar si son niñas, adolescentes o adultas “todas terminan siendo vistas como máquinas porque además de hacer el quehacer, terminan siendo enfermeras, sicólogas y hasta mamás sustitutas”.

Dice que la mayoría de las mujeres padecen de enfermedades originadas por las cargas excesivas de trabajo como reumatismo, dolores de columna, problemas en los ojos por el uso de productos de limpieza, artritis y otros padecimientos, “pero si se quiere denunciar cualquier abuso ni siquiera pueden acudir a la Junta de Conciliación y Arbitraje porque les dicen que el doméstico no es considerado un trabajo”.

En defensa de ellas

La directora Marcelina Bautista insiste en que la legislación no las protege como trabajadoras mexicanas, mucho menos a las extranjeras.

Ese es el caso de una trabajadora doméstica que fue traída desde Perú por su patrona, quien le retuvo sus documentos migratorios para evitar que escapara de los malos tratos. “Cuando la trajeron a México le hicieron firmar un documento en el que le decían que el costo del traslado hacia acá era de 2 mil dólares y que no podía abandonar la casa si antes no pagaba esa deuda”.

Bautista, como parte de una red latinoamericana de empleadas del hogar, gestiona ante la OIT la elaboración de un convenio que especifique a los gobiernos su responsabilidad de respetar los derechos laborales de las trabajadoras domésticas. Pero además, en México, tiene planes de formar un sindicato que proporcione seguridad laboral a las trabajadoras del hogar “para dar fin de una vez por todas a la esclavitud”.

martes, 1 de diciembre de 2009

Presupuesto: apenas unas Migajas: Revista Emeequis

La Revista Emeequis dedica su número del 30 de noviembre (esta semana) al tema del diseño del Presupuesto.

Participo con algunas declaraciones en el texto de Vanessa Job, titulado "Apenas unas Migajas" y que de hecho es el tema de portada de la Revista.

Pueden descargarlo del siguiente enlace en la versión electrónica

http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/200/28.pdf