sábado, 26 de junio de 2010

Recentrar lo social. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión, Domingo 27 de Junio, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=515110


El filósofo francés Jaques Derrida argumentaba —reduciendo su planteamiento al máximo— que las sociedades contemporáneas se caracterizan por un corrimiento del “centro” hacia la “x”, lo que por definición las convierte en sociedades sin centro.

Valdría la pena retomar esa idea para pensar lo que está ocurriendo en nuestro país, tanto en lo político como en lo social. Así, lo que tendría que plantearse en primer lugar es que la “pérdida del centro” en lo político no significa la pérdida del control autoritario desde, por ejemplo, la Presidencia de la República; de lo que se estaría hablando es antes bien de la pérdida de proyecto de cohesión social y de un modelo diseñado para la equidad.

Lo que hemos atestiguado en esta primera década del siglo XXI, son intentos fallidos de suplantar a un PRI autoritario con un PAN incompetente, que por lo demás, no ha tenido la decisión de impulsar una transformación democrática del país, con lo que se ha dedicado a reproducir las lógicas y estructuras de control, manipulación electoral, triquiñuelas y transas políticas y económicas, como las que utilizó durante 70 años el PRI, y que por lo visto en las últimas semanas, no ha dejado de usar.

La pérdida del centro también significa la fractura ética de quienes dirigen al Estado. Fractura que se expresa en la incapacidad de todos los partidos políticos para construir gobiernos socialmente comprometidos. Esto ha dado como resultado la operación de, por ejemplo, programas sociales que a diestra y siniestra, actúan desde la lógica del control de los procesos electorales vía el uso de los recursos públicos y el lucro con la necesidad de los pobres.

El cumplimiento de los derechos humanos no es una prioridad para ningún gobierno, ni en lo federal ni en lo estatal. El combate a la pobreza es parte de todos los discursos oficiales, pero ningún gobierno ha sido capaz de modificar las condiciones estructurales de reproducción de la pobreza en todo el territorio nacional.

Todos los gobernantes hablan de generar condiciones de equidad, y en ningún estado ni mucho menos en el Gobierno Federal, se ha iniciado una estrategia de largo plazo para mejorar la redistribución de la riqueza, para limitar la voracidad de los más ricos y para detonar un proceso gradual de reducción de la desigualdad económica y social.

Los pobres y las víctimas de todas las formas de violencia y desigualdad no son motivo de reflexión responsable de los políticos. Ni siquiera los “Centenarios” han servido como un acicate para atrevernos a imaginar nuevamente un país grande, un país con oportunidades para todos; un país en el que el mayor orgullo sea precisamente haber nacido en él.

Es claro pues, que lo social ha sido colocado como un tema marginal en las decisiones del Estado, y sólo es abordado tangencialmente en función del beneficio electoral y las posibilidades de permanencia en el poder de grupos que buscan todo, excepto la generación del bienestar colectivo.

Todo esto hace evidente la necesidad de que la sociedad civil no se quede cruzada de brazos. El Bicentenario y el Centenario deben motivarnos a reconocer que es indispensable aportar, en la medida de lo posible, propuestas e ideas alternativas a las existentes.

En este contexto, resulta sorprendente que en un país en el que prácticamente la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, y en donde más de 80 millones de personas viven o en pobreza o en vulnerabilidad por carencias sociales o económicas, no haya ningún medio especializado en la generación de datos y de alternativas a las visiones y propuestas tradicionales que han demostrado ya su fracaso y su incapacidad para transformar nuestra realidad.

Pensando en estas cuestiones y atendiendo a las recomendaciones de numerosos lectores, el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, A.C., ha decidido lanzar un nuevo proyecto de información especializada en la cuestión social en México.

Este proyecto consiste en la edición de una revista electrónica que llevará por título México Social, la cual estará en línea a partir del próximo día 01 de julio, en el sitio electrónico www.mexicosocial.org. En su Consejo Editorial participan personalidades como el Dr. Jesús Kumate, Dulce María Sauri y hasta jóvenes y talentosas personalidades del mundo del arte como la soprano Irasema Terrazas.

No hay duda de que es la hora de que la ciudadanía asuma como una responsabilidad el diseño de instrumentos para evaluar desde perspectivas independientes y ajenas a los partidos políticos alguno, el desempeño de los gobiernos en lo social, haciendo énfasis ya no en los montos presupuestales, sino en los resultados que se obtienen desde la gestión pública.

México Social tiene así la misión de contribuir a que lo social sea colocado al centro de la discusión pública. Que el descentramiento de las cuestiones importantes para el país se detenga y que volvamos a situar nuestros principales debates no en la diatriba, la descalificación y la ruindad, como ha ocurrido hasta ahora, sino en el diálogo cordial sobre cuáles son los temas que de verdad importan para hacer justicia a los pobres y las víctimas de siempre.

sábado, 19 de junio de 2010

37,941 crímenes de odio en 5 años. Periódico La Crónica

Saúl Arellano,
Opinión Domingo 20 de Junio, 2010


Ella Wheeler Wilcox, una poeta norteamericana, fallecida en 1919, escribió: “pecar callando cuando debemos protestar, convierte a los hombres en cobardes”. Cuando se protesta, sin embargo, la mesura y la vocación de paz deben prevalecer. Esto, porque la violencia no puede erradicar la violencia, aún cuando nos hemos empecinado a lo largo de nuestra historia humana en tratar de demostrar lo contrario, y hay que decirlo, con terribles resultados.

Nos advirtió Bertolt Brecht en uno de sus hermosos poemas: “Y sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza desfigura la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz”.

1935 es un año negro en la historia de la humanidad. Puede decirse que en ese año comenzó la persecución oficial de los judíos por parte de los nazis. En efecto, en ese año se promulgaron las llamadas Leyes de Nuremberg, en las que se le negó la nacionalidad alemana a toda persona judía, así como el acceso a los derechos sociales.

Sin pretender jamás que los Estados Unidos tengan una política de Estado racista, sí puede decirse que la “Senate Bill 1070” tiene contenidos marcadamente xenófobos y que repite el mismo error histórico que se cometió en la Alemania Nazi: criminalizar a los extranjeros basándose en criterios raciales; comparte además como similitud con las leyes de Nuremberg, la obligatoriedad de que los “no-norteamericanos” porten identificaciones, además de que se les niega el acceso a los servicios públicos elementales.

La ley complementaria que ya se prepara en Arizona es aún mucho más racista y similar a las medidas de los nazis: intenta negar la nacionalidad a los niños y niñas que, aún naciendo en los Estados Unidos, sean hijos de “no-americanos” radicados irregularmente en su territorio.

Hanna Arendt explica en Los orígenes del totalitarismo, que el régimen nazi no surgió de la nada. Muy por el contrario, encontró profundos asideros en lo que llamó “un racismo popular”, es decir, una cultura racista ampliamente difundida y compartida por numerosos sectores sociales.

En esa lógica, lo que puede advertirse en los Estados Unidos es una creciente cultura anti-inmigrante, que ante la crisis económica, la incertidumbre ecológica y una creciente violencia social, podría rápidamente pasar a la búsqueda de “chivos expiatorios”, y como consecuencia adquirir peligrosos tintes violentos.

Tuve la oportunidad de participar en 2005 como becario del International Visitors Program, patrocinado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. En él, pude constatar las profundas raíces democráticas de las instituciones de aquél país; por lo que puedo sostener que la SB 1070 va en contra de los fundamentos que le dan legitimidad al régimen político norteamericano.

Hay datos que muestran las dimensiones del racismo, la xenofobia y la intolerancia que prevalece en los Estados Unidos. El primero de ellos es el relativo a que entre 2004 y 2008, según los datos del U.S. Department of Justice, se han cometido en ese país 37,941 crímenes de odio.

Como resultado de estos crímenes, se tiene otra cifra más que preocupante: el número de víctimas asciende a 47,210 personas; de las cuáles, más del 50% lo fueron por motivos raciales, es decir, más de 23,600 personas que sufrieron alguna agresión por su origen racial o pertenencia étnica.

Por lo anterior, llama poderosamente la atención la estulticia del Gobierno mexicano, expresada en los tibios reclamos emitidos ante los recientes asesinatos de connacionales en la frontera con los Estados Unidos, en los que ni por asomo se exigió que se abran averiguaciones por crímenes de odio, y no por brutalidad policiaca, amén de exigir que los perpetradores sean juzgados aquí.

Con todo, esos crímenes deben llevarnos de aquél, pero también de este lado de la frontera, a una profunda reflexión compartida en torno a los derechos humanos y a la necesidad de erradicar de nuestras culturas cualquier rasgo de racismo, y xenofobia.

2008 ha sido, durante el período en el que se cuenta con información al respecto, el año más violento en lo que a crímenes de odio se refiere: 7,783 casos, con 9,691 víctimas.

En nuestro país no contamos con información sobre el tema y lo más grave es que, según los más recientes informes sobre migración y trata de personas elaborados por la CNDH, lo que sabemos es que en nuestro territorio también se ejerce una inadmisible discriminación y crímenes no juzgados, motivados por el origen étnico y la nacionalidad de los inmigrantes en situación irregular que provienen de Centroamérica.

No podemos darnos el lujo de la cobardía y no protestar, apelando a Wheeler Wilcox; pero tampoco podemos exigir acciones justicieras basadas en el odio, como nos lo señala Bertolt Brech.

Lo que requerimos con urgencia es una nueva ética de la solidaridad que nos permita dialogar en la diferencia, así como comprender que la convivencia solidaria en nuestro frágil planeta, es hoy más que nunca la clave para superar los dilemas morales más urgentes que nos asedian: el hambre, la desigualdad y la posibilidad de un cataclismo ecológico provocados por una civilización que no ha encontrado cómo construir una ética convivencial, con todos los seres humanos, pero también con la naturaleza.

domingo, 13 de junio de 2010

Los reacomodos del PAN y la 13a gubernatura. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 13 de Junio, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=512463
 
La muy posible catástrofe electoral que se avecina para el Partido Acción Nacional va a generar ondas de choque a su interior; las encuestas muestran que de las 12 gubernaturas en disputa, solamente en Oaxaca el candidato de la alianza lleva una ventaja relativamente importante, mientras que en Tlaxcala y Puebla se registran predicciones sobre resultados sumamente cerrados.

En todos los demás estados, parece que el PRI se alzará con victorias que van a determinar en buena medida la lógica política rumbo al 2012. De este modo, aún obteniendo el triunfo en las tres entidades señaladas, el resultado será poco más que malo para todos los partidos que conformaron las alianzas, pero en particular para el Partido Acción Nacional.

Lo anterior, porque Tlaxcala está ahora en manos del PAN; de tal forma que sólo obtendrían en realidad dos gubernaturas adicionales; empero, perderían Aguascalientes, mientras que el PRI le arrebataría al PRD Zacatecas, uno de los bastiones más importantes de este partido político.

Todo parece indicar pues, que el próximo 4 de julio el PRI ganará al menos nueve de las 12 elecciones para gobernador, resultado que aún sin ser nada despreciable, provocaría que en el agregado, el PRI pasara de 20 a 19 gubernaturas. Aún con ello, en el agregado, las victorias que podrían obtenerse en alianza por los otros partidos terminará por debilitarlos electoralmente pues en el 2012, los gobernadores aliancistas tendrán que elegir hacia qué lado se inclinan.

Por otra parte, el fracaso de las alianzas traerá como consecuencia una verdadera disputa interna, tanto al interior del PRD como del PAN, al grado de que las actuales dirigencias están al borde del precipicio. Las críticas que se han hecho tanto a Jesús Ortega como a César Nava por sus pactos, los hacen estar hoy con un pie fuera de sus oficinas.

Quizá el caso más visible es el de César Nava, profesional de la frivolidad y la estulticia, a quién al interior del PAN ya nadie respeta. Cuentan en los pasillos de ese partido que son cada vez menos los gobernadores y secretarios de Estado que le toman la llamada; y cada vez más quienes simplemente lo toleran porque es el presidente del PAN que está a punto de irse.

Para decirlo coloquialmente, las afiladoras de cuchillos están en marcha, y ya se prepara un verdadero festín. Lo único que se está esperando es que se oficialice la debacle electoral el día 4 de julio, y se evidencie que la aplanadora priista está de regreso.

En medio de todo esto, el debate que se sostiene es quién será el sucesor de César Nava. Los “duros” del panismo no están nada contentos con él, pero sobre todo con su jefe, que es desde luego el licenciado Felipe Calderón. En ese sentido, no le van a perdonar la traición que significó haber pactado en lo oscurito, primero con el PRI en los vergonzantes acuerdos firmados con Beatriz Paredes, y luego haber ido en alianza con quienes de espurios no los han bajado a lo largo de tres años.

Lo que se dice es que el nuevo presidente del PAN debe ser un político experimentado, que haya demostrado tener capacidad para ganar elecciones, y que tenga el nivel político suficiente para actuar con relativa ascendencia con el Gabinete, las estructuras formales del partido, los diputados y senadores, y desde luego con los gobernadores.

Por ello, es de llamar la atención el activismo del gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, quien ha participado activamente en las campañas de prácticamente todos los candidatos del PAN, a las que antes de realmente acudir en respaldo a mítines electorales, se dice que está asistiendo para terminar de amarrar los acuerdos necesarios para su llegada a la presidencia nacional del PAN.

Así pues, Guanajuato se convertiría en la 13ª gubernatura que va a cambiar de titular este 2010, con lo que esta sería la tercera ocasión que, en 20 años, la entidad tendría un gobernador sustituto: la primera fue en 1991, con la penosa “concertacesión” que colocó a Carlos Medina Plascencia como el primer gobernador panista en el estado. La segunda, en 1999, cuando Vicente Fox decidió contender por la Presidencia de la República.

En este contexto, hay una discusión al más alto nivel del panismo para determinar quién podría ser el sustituto de Oliva, pues en todo caso, el triunfo del 2012 pasa por obtener un triunfo importante en Guanajuato, estado que le aportó más de un millón de votos, tanto a Fox como a Calderón.

Si en realidad Oliva es nombrado presidente del PAN, deberá ser muy cauto en el manejo político sobre quién debe quedarse en su sitio. Un panista radical podría llevar a confrontaciones innecesarias con un PRI en crecimiento; un panista muy débil podría llevar a la pérdida de votos que serán más que necesarios en la elección presidencial.

Así, a pesar de parecer un asunto local, en realidad el tema juega un papel muy importante en el tablero político nacional, por lo que, dicen los que saben, el gobernador Oliva debería comenzar a voltear la mirada hacia la Universidad pública estatal.

sábado, 5 de junio de 2010

El país de los victimarios impunes. La Crónica

Saúl Arellano
Opinión. Domingo 6 de Junio, 2010

Cada vez más, México se aproxima a la semejanza absoluta con la figura del mundo al revés. Imagen de ello es el hecho de que, mientras el presidente de la República hurga en los osarios patrios, la impunidad de los perpetradores de los más infames crímenes campea a diestra y siniestra los cuatro puntos cardinales de nuestro país.

La muerte de 49 niñas y niños justifican plenamente la declaratoria del día 05 de junio como Día de Luto Nacional. Empero, como siempre, la insensibilidad del gobierno hace que llegue otra vez tarde, reaccionando sólo ante el alud de críticas, medidas por las encuestas de los Pinos, y con base en las cuáles se tomó la decisión de “no exponer más al presidente” en reuniones públicas con los deudos de las víctimas inocentes.

Es triste decirlo pero el licenciado Calderón está en ruta de ser señalado en el futuro como uno de los Presidentes de mayor inmoralidad en la historia de nuestro país. Cabe esta posibilidad, porque fue él mismo quien asumió públicamente el término relativo a que las “bajas de civiles” constituyen sólo “daños colaterales”, cuando todos sabemos que este término se utiliza para decir pomposamente que la muerte de inocentes es aceptable.

El que el Presidente sostenga que la justicia mexicana se encuentra al mejor postor; y que el Secretario Gómez Mont diga que se subestimó la capacidad del crimen organizado, no son actos de honestidad sino de cinismo, pues lo que nos están diciendo es que nos metieron en un laberinto que a estas alturas parece ser uno de los que no tienen salida.

Si el Presidente sabe que no hay justicia posible para los mexicanos pobres, ¿en dónde está su iniciativa para reformar las estructuras y procedimientos con base en los cuales actúan ministerios públicos, fiscales y procuradores?

Si el secretario de gobernación reconoce que no se tenía idea de las dimensiones del narco, ¿en dónde está hoy el nuevo diagnóstico de inteligencia que nos ponga sobre aviso de los mapas de riesgo, criterios de búsqueda y detención de criminales, esquemas de organización de los delincuentes y listas de funcionarios corruptos, mapas sobre arsenales y trasiego de armas?

La violencia en México nos ha colocado en una situación límite. Hoy ser una víctima en nuestro país ha cobrado un nuevo sentido. Ya no se trata sólo de aquellas personas que han sufrido algún daño o ataque de parte de la delincuencia, sino de que en esa circunstancia no tienen a quién acudir para exigir la reparación del daño.

Estamos en un país en el que los únicos que tienen garantías, sobre todo extrajudiciales, son los delincuentes. Porque gozan de la protección de las autoridades; porque pueden sobornar jueces y hasta magistrados; porque atentan contra de los medios de comunicación; y porque pueden llegar al extremo del terrorismo, como en Morelia en aquél negro 16 de septiembre.

Hay pocas experiencias tan frustrantes en nuestro país como la de acudir a un Ministerio Público a interponer una denuncia de hechos. Antes que lugares de resguardo o como dice la Ley, de “representación pública”, parecen cuevas de ladrones en donde el temor es que los datos proporcionados por los quejosos sean utilizados para posteriores y peores ofensas que las ya recibidas.

México está fracturado porque los gobiernos del PAN, en lo federal, y los de todos los partidos en lo local, han sido incapaces de combatir la corrupción como un factor clave para la consolidación democrática. Muy por el contrario, al llegar al poder la han prohijado, alentado y protegido.

¿Por qué no se ha hecho justicia en los casos de los niños asesinados en Tamaulipas? ¿Y en el de los jóvenes asesinados en una fiesta en Chihuahua? ¿Y en el de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey? ¿Y en el caso de las indígenas asesinadas en Oaxaca? ¿Y en el de los más de 20 ejecutados en La Marquesa, en el estado de México? ¿Y en el de los periodistas asesinados en el ejercicio de su trabajo? ¿Y en los cientos de casos de denuncias de tortura, amenazas y hostigamiento contra luchadores sociales?

Enfrentamos un negro panorama y lo más preocupante es que, en la afición presidencial por las calaveras, se está olvidando que los huesos algún día estuvieron recubiertos de carne, de sangre tibia, de músculos y por supuesto, de anhelos, de voluntad y vida. Y nadie, absolutamente nadie, puede confiar en un presidente que le rinde culto a la muerte y no a la realización de la vida en el presente para la construcción de un futuro en libertad y dignidad.

No hay nada que fragmente y fracture más a una sociedad que vivir en medio de la impunidad y la corrupción. Y tampoco hay nada más cínico e inmoral que un gobernante, una vez sabiéndolo, se dedique más a promover la cultura de la muerte que a apostar por la vida, y la justicia como criterios elementales para cimentar un presente digno de ser vivido, y un futuro promisorio por el que valga la pena luchar y apostar todo.