domingo, 3 de febrero de 2008

... Y la crisis nos alcanzó

Por: Saúl Arellano Opinión
Periódico La Crónica (www.cronica.com.mx)
Domingo 3 de Febrero de 2008 Hora de publicación: 01:06
En solidaridad con los campesinos pobres de México.
El campo mexicano no es, lamentablemente, tan ganador, ni como Lorena Ochoa ni como la Selección Nacional de Futbol “Sub-17”, que tanta emoción, quizá tanto como la crisis económica que se avecina, le generan de manera tan efusiva al Presidente de la República.Las mentiras —o verdades a medias— que está difundiendo la Secretaría de Agricultura con respecto al ámbito exportador de nuestro sector agrícola, lo único que están logrando es enconar más los ánimos de una sociedad de por sí crispada por la pobreza y la desigualdad, y amenazada por los ventarrones de una desaceleración económica global de la que todavía no conocemos a ciencia cierta sus alcances, su duración y sus repercusiones para nuestro país.Con respecto a la posibilidad de la recesión de la economía norteamericana, el gobierno federal nos ha dicho reiteradamente que estamos preparados; que vamos a resistir los embates de los vaivenes económicos globales y que hoy más que nunca la fortaleza de nuestras finanzas públicas nos permitirá sortear de manera adecuada la ralentización económica global.Lo que no nos ha dicho el gobierno es cómo piensa sortear los problemas generados por la reducción de las expectativas económicas anunciadas hace unos días por la Secretaría de Hacienda. Todos sabemos por la experiencia vivida en los últimos 20 años, que cada que hay recorte a las expectativas de crecimiento, tienen que darse ajustes tanto en las expectativas de los ingresos de la hacienda pública, como en las expectativas de gasto, esto es, en el presupuesto público asignado a cada una de las dependencias gubernamentales.En esa lógica, lo que se ha vivido recurrentemente es que cuando hay recortes al presupuesto, son las áreas sociales las que más ven afectadas sus partidas presupuestales; aún y cuando hoy tenemos una Ley General de Desarrollo Social que establece que en ningún caso pueden reducirse los presupuestos de los programas para el desarrollo social.Vale la pena hacer la pregunta en torno a si los programas dirigidos a apoyar al “exitoso” sector agropecuario en México van a tener, de inicio, algún recorte y si en consecuencia, habrá reducciones en las expectativas de la producción y productividad tanto en el sector exportador como en el sector de la producción de autoconsumo y de pequeña escala, que es en la que se encuentran la inmensa mayoría de los campesinos mexicanos.Si el TLC es el culpable o no de la crisis agropecuaria nacional, es lo de menos. Lo que debería estar haciendo el secretario de Agricultura es iniciar un proceso de concertación real, para analizar las alternativas que tenemos como país para lograr conjuntar nuestras políticas de desarrollo agropecuario con las de desarrollo social, a fin de generar más y mejores sinergias que nos permitan, en el corto, el mediano y el largo plazo, generar alternativas para los más de 9 millones de mexicanas y mexicanos que viven la miseria y hambrientos en el sector rural nacional.Quizá su equipo de asesores no le ha avisado, pero el secretario de Hacienda debería saber, por ejemplo, que las Reglas de Operación de sus Programas no están alineadas de manera adecuada con las de los programas de combate a la pobreza; quizá de esto tampoco está enterado el secretario de la Función Pública, aún y cuando es responsabilidad de su dependencia avalar y revisar la normatividad y su estricta aplicación en todas las dependencias públicas; más aún después de haberse dado a conocer las evaluaciones de Coneval con respecto a la desarticulación y falta de cooperación interinstitucional en el ámbito de lo social.Quizá el secretario de Agricultura tampoco se ha enterado de que la mayoría de los programas de apoyo a la comercialización, a la producción de autoconsumo y a la generación de economías para la supervivencia se han desmantelado, y que ésta es una de las razones por las que las personas del mundo rural siguen siendo las más pobres y las que mayor intensidad migratoria registran en el país, generando consecuencias que aún desconocemos para la integración de las familias, las comunidades y en general, la cohesión social del mundo rural.Lo que más lastima y ofende en este sentido, es la resistencia del secretario de Agricultura a darse cuenta de que en el campo mexicano existe algo que se llama dignidad; y que las y los campesinos ya no están dispuestos a vivir de la limosna, la dádiva y mucho menos permanecer en el olvido y la indiferencia de los funcionarios públicos que cínicamente creen que el campo mexicano de verdad es, en todos sus sectores, tan exitoso como el orgullo deportivo nacional que es Lorena Ochoa.Quizá tampoco nadie le ha informado al secretario de Agricultura que en su Informe sobre la Agricultura y la Alimentación 2007, la FAO ofrece novedosas alternativas para los países pobres y en desarrollo, a fin de vincular las políticas agrícolas con las políticas ambientales y de desarrollo social y avanzar en novedosos esquemas hacia el fortalecimiento de los sectores agrícolas locales a fin de contribuir a la reducción del hambre, la pobreza y la desigualdad social.Hoy que vemos los anuncios publicitarios de la Secretaría de Agricultura, sería bueno mostrar al secretario de Agricultura los contrastes que hay en el campo mexicano y pedirle, con base en ello, que retire del aire esos mensajes que en verdad resultan ofensivos para los sectores más pobres del sector rural nacional. Se olvida también el secretario de Agricultura que invertimos 10 veces menos por año en el campo mexicano que en los Estados Unidos de Norteamérica; que nuestros subsidios son 30 veces menores que los de Europa y que estamos al borde del colapso ecológico e hídrico nacional.El caso del campo guanajuatense, por ejemplo, es paradigmático de las contradicciones que el secretario Cárdenas nos quiere ocultar a través de sus mensajes, propios de un funcionario miope y obtuso que está más preocupado por aferrarse a un cargo que por resolver los problemas frente a los cuales tiene responsabilidad jurídica y política. Si este secretario tuviera la voluntad de conocer el campo mexicano, tal vez tendría la voluntad de viajar 3 o 4 horas de caminos sin pavimentar, para ver el hambre y la frustración, por ejemplo, de un municipio rural como Santa Catarina, el cual es uno de los más pobres del país y que tiene una de las mayores tasas de intensidad migratoria a nivel mundial. Ojalá el secretario tuviera cara para ir ahí, donde en muchos de los hogares no hay siquiera agua, ya no digamos televisor, y sostener que estas personas son tan exitosas como la mejor deportista nacional de este momento. El Secretario de Agricultura al parecer no está enterado de que a unos cuantos kilómetros de Irapuato, Celaya o León, que tienen en efecto un poderoso sector agrícola, mecanizado y exportador, hay municipios como Xichú o el mencionado Santa Catarina, en donde se vive como en Gabón, en África. Que a unos cuantos kilómetros de Los Mochis o Culiacán, en Sinaloa, municipios de alta productividad agrícola se encuentra una de las zonas indígenas más deprimidas y más desiguales del país; que a unos cuantos kilómetros de Zacapu o Uruapan, en Michoacán, hay municipios como Tiripetío en donde hay niveles de desarrollo humanos similares a los de los países más pobres de Asia. Y así, a lo largo y ancho del país, el cual sin duda, un secretario acostumbrado a viajar en helicóptero y vehículos de lujo, le parece inconcebible y de hecho ignora, que sigue habiendo un México en el que se calzan huaraches; en el que se batalla todos los días para comer y en el que el hambre se trae pegada al pellejo, junto con la ignominia y la humillación pública de la indiferencia de las autoridades.Hoy que la crisis nos alcanzó es tiempo de invocar a la conciencia y la humildad de nuestros políticos y exigirles de una vez por todas que si no pueden con la responsabilidad, le abran paso a mexicanos que sí tienen vocación de servicio y que están dispuestos a trabajar hombro con hombro junto a los más pobres de nuestro país.

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