domingo, 11 de enero de 2009

Una mala estrategia con Obama. Periódico La Crónica

Saúl Arellano Opinión
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=408264
Domingo 11 de Enero, 2009

Uno de los mayores retos para quien tiene la responsabilidad de tomar decisiones políticas es saber “leer los tiempos” y tener un pulso adecuado de los temas que pueden posicionarse públicamente, sobre cuáles es mejor no avanzar, y sobre cuáles otros es necesario sacar provecho en función de las coyunturas que se presentan.En las relaciones internacionales estas capacidades son prioritarias para cualquier Estado, a fin de lograr que un país se inserte con éxito en las dinámicas globales, y para construir relaciones bilaterales y multilaterales de beneficio para su población.Estas consideraciones que pueden parecer incluso de sentido común, son importantes de cara al encuentro que sostendrá el día de mañana lunes el presidente Felipe Calderón con el presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama.En prácticamente todos los foros se ha destacado que es “una buena señal” que el nuevo mandatario de los Estados Unidos se reúna con el presidente de México a unos días de asumir formalmente la Presidencia de aquel país. Es claro que este “gesto de diplomacia” es una buena noticia; sin embargo, lo que no se percibe con claridad es si la agenda que se ha planteado para este encuentro es la más pertinente y la que responde efectivamente al “timing” que se está viviendo, y del cual el presidente electo Obama ha dado muestras claras de que sabe a la perfección cómo manejarlo.De acuerdo con la información que ha planteado la SRE, los temas centrales que se tratarán en este encuentro son, entre otros: el de la seguridad; el de la migración; y el del manejo de la crisis económica.Sin duda que los tres temas son de fundamental importancia; empero, a juzgar por el discurso que pronunció el presidente Obama el pasado jueves, las prioridades del gobierno de los Estados Unidos, así como las que marca la agenda global, rebasan con mucho la dimensión que se está planteando desde la agenda de temas de nuestro país., a juzgar por las declaraciones del día viernes vertidas por el presidente Calderón.Los tiempos de incertidumbre son tiempos también para ser audaces, para innovar y para imaginarse soluciones a problemas que no se habían vivido con antelación. Este es el desafío que enfrentamos todos en medio de la crisis económica mundial, y en esa lógica es importante que el Estado mexicano asuma una posición de liderazgo y de avanzada si de verdad quiere ser tomado en serio por la administración norteamericana que está por iniciar.Llegar a la primera reunión con el presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica con planteamientos tradicionales de la agenda bilateral puede ser un error de proporciones mayúsculas. El presidente Calderón estará frente a un hombre que ha acreditado tener una visión-país y una visión-mundo renovadora e incluso contraria a las políticas y visiones hasta ahora predominantes en la Casa Blanca.Si esto es así, será lamentable la pérdida de la oportunidad si no se consigue posicionar una agenda que abra oportunidades que sirvan de base para la construcción de una nueva era en las relaciones bilaterales México-Estados Unidos.Las rutas para una agenda de esta naturaleza ya están perfiladas, y sus cimientos de algún modo establecidos en el Acuerdo para crear una Sociedad de Prosperidad entre México y los Estados Unidos de Norteamérica. A mi juicio, se trata de asumir esta asociación en serio y exponenciar temas comunes y de alcance regional que debieran ser prioridades fundamentales para nuestros países y desde luego, para todo el Hemisferio Occidental.El presidente electo Obama ha manifestado desde su campaña electoral una profunda preocupación por la pobreza en su país; en el nuestro es el mayor saldo social que tenemos; el presidente Obama ha hecho hincapié en la urgencia de reducir la desigualdad; en nuestro país este problema es quizá la mayor sombra de injusticia que nos cubre; el presidente Obama ha planteado una profunda transición hacia una economía basada en energías limpias; México es uno de los países que menor competitividad tienen en esta materia a escala mundial; el presidente Obama ha propuesto refundar su sistema educativo y de salud; en México estos dos sectores requieren igualmente de una profunda revisión y reforma.Ante todas estas coincidencias de temas urgentes, lo increíble del caso es que ni en la cancillería ni en las áreas de asesoría de la Presidencia se haya tenido la imaginación necesaria para replantear la estrategia del discurso y de las propuestas de colaboración que pueden ponerse sobre la mesa ante un hombre que entiende de la complejidad mundial y de la necesidad de alianzas para recobrar el liderazgo internacional de los Estados Unidos.¿Por qué no plantear una poderosa alianza de recursos y capacidades para generar un corredor de la innovación científica y tecnológica entre los Estados Unidos y México? ¿Por qué no plantear inversiones conjuntas y estrategias de recuperación del medio ambiente a fin de convertir a América del Norte en la región más verde del planeta? ¿Por qué no construir alianzas para detonar nuevos procesos educativos y fortalecer a América del Norte como la zona de mayor educación y cultura del mundo, aprovechando la riqueza y diversidad de nuestro país y los desarrollos pedagógicos y educativos que hay en los Estados Unidos? ¿Por qué no arriesgarnos a plantear una verdadera alianza para reducir la desigualdad y la pobreza no solo al interior de ambos países, sino en toda la región de Norteamérica y avanzar de verdad juntos hacia una sociedad de prosperidad para América del Norte que genere beneficios adicionales para América Latina?Lo paradójico es llegar a Washington con una agenda desgastada y en la que hemos insistido en los últimos 20 años sin éxito debido a las resistencias de los factores de poder real en aquel país y que, ya por cuestiones económicas, ya con base en argumentos estrictamente racistas, han impedido un acuerdo migratorio de largo aliento.Avanzar en los temas de una agenda que incluya la defensa de la democracia, el cuidado del medio ambiente, el combate a la pobreza y la desigualdad, y los demás temas ya señalados, permitiría en no más de cinco años llegar a acuerdos migratorios de otro tipo; en condiciones de mayor equidad, y en condiciones de mayor justicia y dignidad para los mexicanos.El presidente Calderón ya se equivocó, a decir de varios comentaristas de radio y televisión, al haber sostenido en un foro privado que el senador John McCain ganaría la presidencia de los Estados Unidos; lo deseable es que no vuelva a equivocarse, como jefe de Estado, al plantear una agenda que a ojos de un político que apuesta por la audacia y la innovación como lo es Barack Obama, puede parecer no sólo desfasada, sino carente de inteligencia y capacidad de renovación.El presidente Calderón ha estudiado en los Estados Unidos; con esta base, debe saber bien que en la mentalidad norteamericana pesa mucho la capacidad de arriesgarse; de aventurarse en proyectos creativos y de proponer acciones con base en una enorme innovación. Por ello sorprende una agenda tan limitada como la que se lleva bajo el brazo y por ello, preocupa que al plantearla del modo que parece que lo hará, cierre para los siguientes cuatro años la posibilidad de renovar nuestra relación con nuestro socio comercial más importante, y el país en que más connacionales viven.

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