domingo, 1 de agosto de 2010

La importancia de la prensa libre. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión. Domingo, 1 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=522741


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos garantiza el derecho de toda persona a dedicarse a la profesión que quiera hacerlo, siempre y cuando ésta se desarrolle en el marco de la ley. No obstante lo anterior, hay un trabajo en particular que está específicamente protegido por nuestra Carta Magna, y ese es precisamente el del periodismo; en efecto, el cumplimiento de la Constitución con respecto a las libertades de pensamiento y expresión, requiere de una prensa capaz de promover y alentar valores y procedimientos democráticos en todas las esferas de la vida social.

Es un hecho que los Constituyentes del 17 sabían de la importancia del periodismo y de su poderosa influencia en la transformación social. Sabían, por ejemplo, de la relevancia que tuvieron los periódicos para informar y difundir información imprescindible durante la defensa de la República.

Sabían también de la intensa labor periodística que se desarrolló durante el Porfiriato, y su impacto positivo en la generación de propuestas, críticas y posturas de oposición que desenmascaraban la dureza del régimen dictatorial de Díaz, y la brutalidad de la violencia que se utilizaba en contra de sus enemigos, detractores y desertores.

Grandes nombres desarrollaron, aún con el riesgo de perder la vida o la libertad, actividades de investigación, análisis y crítica. Ireneo Paz, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, los hermanos Serdán y los Hermanos Flores Magón, son sólo algunos de ellos.

La Revolución tuvo a muchos cronistas que, desde la prensa defendieron ideas e ideales. Emblemáticamente, puede pensarse en Antonio Díaz Soto y Grama, o bien en el nombre de Martín Luis Guzmán como narrador de múltiples episodios de esta lucha armada, y quien destaca no sólo por su capacidad de análisis, sino por sus dotes como creador, a partir de la realidad vivida, de piezas como El Águila y la Serpiente.

El periodismo en el siglo XX ha sido ejercido también por inteligencias mayores. Las páginas de todos los periódicos han estado llenas de genialidad y brillantez a lo largo de las décadas, y sin ello no podríamos entender la democracia en que hoy vivimos.

Puede sostenerse sin exagerar, que la prensa juega hoy un papel crucial como guardián de la conciencia crítica de la sociedad. Por ello es tan delicado que México esté convertido en uno de los países en donde hay mayores riesgos por ejercer esta profesión-vocación.

Lo es más, si se considera que en esta ocasión las amenazas no vienen desde el poder político; tampoco desde la tiranía o el totalitarismo. El mayor enemigo del periodismo de hoy es el crimen organizado, el cual amenaza, secuestra, tortura y puede llegar al asesinato.

Ante el clima de hostilidad en que el periodismo se desarrolla hoy en el país, es fundamental que el Estado diseñe una nueva estrategia para proteger a esta profesión que, debe insistirse, tiene en función de su relevancia, su fundamento y sentido directo en nuestra Constitución.

Debe entenderse: los medios deben ser protegidos no porque sean sólo una parte del juego democrático, sino porque en esencia, la democracia no puede existir su ejercicio responsable, abierto, comprometido con la crítica y avocado al ejercicio de la inteligencia para la transformación social.

Es cierto que los medios también se han convertido en espacios para la defensa de poderes fácticos y de grupos de interés. También es cierto que hay quienes escriben al servicio del mejor postor; o que hay quienes se prestan como “matraqueros” de políticos y empresarios.

Pese a ello, el periodismo es tan relevante, que es la propia crítica social la que se encarga de desenmascarar a los impostores; que es el diálogo agudo el que permite posicionar y rebatir argumentos; que es siempre, a final de cuentas, la palabra la que persiste, la que sigue siendo guía y la que sigue orientando a la conciencia social hacia la libertad y la igualdad.

Los medios no pueden tener como tarea exclusiva el entretenimiento, la promoción de la frivolidad y la fatuidad intelectual; los medios no pueden estar al servicio de las administraciones públicas ni pueden asumir compromisos con ningún programa de Gobierno; hacerlo significa claudicar y dar la espalda a la ciudadanía que es a la cual debemos, todos lo que contamos con algún espacio en la opinión pública, nuestra tarea.

Con todo lo anterior, los medios pueden estar subsumidos a la lógica del chantaje y la extorsión de los criminales. No es aceptable, bajo ninguna premisa, que las líneas editoriales estén supeditadas a la disputa por el control de los territorios del crimen y es completamente reprochable que el Estado no cuente con las capacidades de prevenir y evitar que esto ocurra.

Le es atribuida a Federico García Lorca la metáfora de “la paloma y el leopardo”, haciendo referencia a la lucha entre la libertad de prensa y el totalitarismo. Parafraseando al gran poeta, hoy podemos pensar, apelando a las imágenes patrias, en una lucha entre águilas y serpientes que, de no ser erradicadas, pueden instilar un veneno tal, que podría herir de muerte a nuestra recién parida y aún frágil democracia.

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