domingo, 29 de agosto de 2010

La migración en tiempos del sadismo. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 29 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=528803

Vivimos en una sociedad no sólo cínica, sino sobre todo sádica. Pareciera que toda posibilidad de compasión ha sido erradicada y que la única ruta disponible es la de la violencia; ruta de triste destino, sobre todo si consideramos que el resultado previsible es el de una generación dispuesta a todo en aras de conseguir dinero y poder, como los fines mayores de la existencia.

La masacre de los 72 migrantes que tuvo lugar la semana que concluye es una muestra inequívoca del nivel de agresividad que los cárteles están dispuestos a utilizar de no ver cumplidas sus exigencias; caso de una gravedad extrema, más aún si se considera la tibieza y torpeza de la respuesta gubernamental ante el caso.

La desastrosa política migratoria que ha tenido el gobierno federal desde hace años nos ha llevado a la mayor de las hipocresías que, aunque a estas alturas es ya un lugar común decirlo, nos sitúa como un país poseedor de un doble discurso en el que se exige allende el Río Bravo lo que no somos capaces de construir aquí: una política migratoria integral sustentada en una sólida perspectiva de derechos humanos.

El fracaso en esta materia tiene nombres y apellidos; en este sexenio, la Comisionada Cecilia Romero ha ido de un traspié a otro, pues durante el periodo en el que ha fungido como titular del Instituto Nacional de Migración se han suscitado casos de escándalo en los que aflora no sólo una profunda incapacidad, sino visos de una profunda corrupción en la dependencia que tiene la responsabilidad de dirigir.

Nadie puede negar, por ejemplo, que ante el caso de los cubanos que habían sido detenidos y después “liberados por un comando armado” (http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=368266), nunca hubo una explicación satisfactoria de cómo fue que los agentes de migración permitieron su secuestro y posterior “aparición” en los Estados Unidos de América.

Tampoco ha quedado claro quiénes y cómo han presionado al INAMI a fin de legalizar el tráfico de mujeres, sobre todo provenientes de Europa del Este y Suramérica, a fin de que puedan venir a “trabajar” en los llamados “table dance”. ¿Por qué la Comisionada está dispuesta a otorgar “visas de trabajo”, cuando hay señales de alerta por todo el mundo de que una inmensa cantidad de las mujeres que son “contratadas” en este tipo de antros son o pueden ser víctimas de redes de tratantes y traficantes de indocumentados?

Por otro lado, debe alertarse que hasta hace poco, los expertos en el tema establecían una clara diferencia entre el tráfico de migrantes y la trata de seres humanos. El primero, se decía, es un crimen de carácter temporal y termina una vez que el migrante llega a su lugar de destino. En la trata, por el contrario, la víctima queda sujeta a su captor durante periodos prolongados.

Con la evidencia disponible, comenzamos a ver que tal diferencia comienza a borrarse y cada vez son más numerosos los testimonios de víctimas que son obligadas a prostituirse, a posar desnudas para materiales pornográficos o a actuar como “esclavas sexuales” de los polleros o de sus jefes, a fin de saldar la deuda contraída por el “paso” de la frontera.

Con todo esto, una de las situaciones más preocupantes se encuentra en el hecho de que cada vez hay más jóvenes y mujeres participando en la comisión de estos crueles delitos y, lamentablemente no sorprendería saber, de haber algún día detenidos por este cobarde crimen, que quienes mataron a los 72 migrantes son en su mayoría menores de 30 años.

En este contexto, es triste darnos cuenta de que nos estamos convirtiendo rápidamente en una sociedad casi necrofílica; es decir, no sólo nos estamos acostumbrando a la muerte violenta e injustificada de miles de seres humanos, sino que además toleramos y hasta consumimos productos apologéticos de la muerte.

Pensemos por ejemplo en diarios vespertinos como el Gráfico. No hay día en que su portada no esté dividida en dos secciones: por un lado, una fotografía digna de las mejores épocas de “Alarma”, y junto a ella, la fotografía de una mujer semidesnuda. Pienso que ni al Marqués de Sade se le hubiese ocurrido una combinación más terrorífica.

¿Cómo construir una sociedad convivencial en medio de todo esto? ¿Cómo construir un mundo en el que la pobreza y la desigualdad no lleven a millones de personas, como ocurre ahora, al éxodo y a la huída ante el hambre y la frustración social? ¿Cómo modificar nuestros valores y principios para hacer de México un país en el que ser migrante, ya sea extranjero o nacional, no sea condición de riesgo y de vulnerabilidad ante la violencia sádica.

Una respuesta seria del gobierno no nos vendría mal, sobre todo en estos días en los que, a pesar de estar tremendamente cerca del Bicentenario, más que un ambiente de fiesta se vive una lúgubre sensación de miedo e inseguridad, marcada por la nueva realidad, ya no sólo de la impunidad y corrupción que cunden por todo el país, sino por el sadismo con el que hoy los perpetradores ejecutan a sus víctimas.

No hay comentarios: