domingo, 22 de agosto de 2010

Las cifras de un verdadero escándalo. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 22 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=527266

Una de las acepciones que la Real Academia de la Lengua ofrece para la voz Escándalo es la siguiente: "Ruina espiritual o pecado en que cae el prójimo por ocasión del dicho o hecho de otro".

Más allá del sentido religioso que aquí se revela, el escándalo es un fenómeno de proporciones mayores porque como puede verse, provoca la ruina más atroz en que puede vivir una persona, que no es otra sino la ruina espiritual debido a los hechos de otros.

La pobreza es, en ese sentido, un verdadero escándalo". Lo es más cuando en ella están atrapadas más de 50 millones de personas y peor aún, cuando el destino esperable para ellas está fincado en la desolación y la frustración que significa el desempleo permanente y la ausencia de expectativas.

El filósofo Heidegger, en su bello texto la pobreza, nos advierte que el riesgo de las hambrunas no consiste sólo en que mueran millones de personas debido a la carencia, sino sobre todo, que quienes sobrevivan lo hagan únicamente para tener qué comer.

Esta terrible imagen es una realidad en nuestro país. Ante ella, los cínicos que toman decisiones en la Secretaría de Hacienda se muestran inconmovibles y nos siguen recetando las mismas medicinas, con dosis variadas y nada precisas, cuando la enfermedad no sólo es ahora más grave sino que amenaza con entrar a una fase terminal.

Los gnomos hacendarios están convencidos de que es por arte de la "magia del mercado" como espontáneamente se superará esta condición. Nos dicen que es profundizando las reformas económicas como lograremos crecer y generar empleos. Así, estigmatizados con los signos del libre mercado, estos extraños seres asumen con profunda religiosidad que es generando incentivos para el mercado como los mexicanos vamos a superar la severa crisis en que estamos sumidos desde hace dos décadas.

De este modo, lo que nos muestra la extrema lógica economicista que determina a los tomadores de decisiones en las esferas económicas de México, es la ausencia absoluta de una ética pública que nos permita generar justicia para los desposeídos.

El escándalo tiene, desde esta perspectiva, una segunda dimensión: la de la indiferencia ante el dolor de los demás, que en México se expresa de una manera indolente que impide percibir que ser pobre no sólo genera efectos negativos en la calidad de vida de las personas, sino en la espiritualidad de un pueblo entero; empero, lo problemático de ello es que una idea así no cabe en la lógica tecnocrática.

Las cifras del desastre son muchas, pero pueden sintetizarse en lo que sigue: en México 12.8 millones de personas trabajan en la informalidad; 66% de quienes tienen un trabajo perciben menos de tres salarios mínimos, es decir, uno de cada tres trabajadores en el país gana menos de 165 pesos al día; mientras que el promedio percibido por hora trabajada es de $20 pesos lo cual, para ponerlo en perspectiva, es de vergüenza si se considera que en los Estados Unidos de América el salario mínimo es de cerca de ocho dólares por hora.

La desigualdad es la peor trampa en que hemos podido caer como nación. Los más ricos son los únicos que ganaron con la crisis pues los dos deciles de más altos ingresos fueron quienes lograron proteger sus ingresos e incluso incrementarlos ligeramente entre 2008 y 2009; con ello, en promedio, los súper ricos del país tendrían 14 mil veces más ingresos que un trabajador situado en los promedios nacionales. Otra vez, sin exagerar, se trata de una cifra de escándalo.

¿Por qué no vemos la magnitud de lo que esto implica? ¿Por qué no generar de una vez por todas, una política de cobertura universal de la seguridad social y no la tomadura de pelo que significa el Seguro Popular? ¿Por qué no construir un sistema educativo en donde la educación sea universal y gratuita hasta el nivel superior?

Los gnomos hacendarios dirían que eso no es posible porque tendría enormes costos para las finanzas públicas. ¿Y qué no el tener a más de 80 millones de personas en la pobreza o en algún nivel de carencia social también es una tragedia no sólo fiscal y contable, sino ética?

Otras preguntas ¿el atraco del Fobaproa no implicó un desfalco mayor para las capacidades financieras del país? ¿Los más de 100 mil millones de pesos que hemos pagado de intereses por el "rescate carretero", no hubiesen servido más para construir hospitales, escuelas, mejorar la infraestructura social y generar empleos? Ante ello es importante reconocer, como lo ha sostenido en varias ocasiones el rector José Narro, que no podemos seguir siendo un país de rescates bancarios y carreteros, y no uno en el que pueda impulsarse un rescate social para la equidad.

México se nos está resquebrajando poco a poco, y a este ritmo, la fractura social que se avecina es preocupante. Al respecto vale la pena preguntarse si algún día podremos decir con el poeta Hölderlin, y con ello exorcizar al escándalo: "entre nosotros todo se concentra en lo espiritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a ser ricos"

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