domingo, 7 de noviembre de 2010

La verdadera crisis del IMSS. Periódico La Crónica

Saúl Arellano. Opinión. Domingo 7 de Nov., 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=542656

El Instituto Mexicano del Seguro Social fue creado en 1943. La idea de construirlo tuvo como sustento las tesis del Estado de bienestar, pero sobre todo, la convicción de generar instrumentos del Estado capaces de moderar la opulencia.

En efecto, la exposición de motivos de la Ley del IMSS de 1943 establece que el instituto fue concebido como el principal instrumento del Estado mexicano para garantizar la redistribución del ingreso y generar las bases elementales del bienestar y la equidad nacional.

Como puede verse, los constructores del IMSS estaban pensando en una arquitectura institucional con las capacidades necesarias para lograr la justicia social en aras de dar sentido al mandato constitucional relativo a la obligación de cumplir con los derechos sociales.

Ahora que el director del Instituto, Daniel Karam, nos dice que el IMSS vive la peor crisis de su historia nos está diciendo la verdad; pero no porque en efecto hay un boquete financiero de dimensiones mayores, sino porque este boquete tiene una causa previa: el olvido histórico y la renuncia a un Estado social, argumentos que el flamante director no incluye en sus explicaciones.

En ese sentido, el IMSS vive una profunda (crisis) que ha sido generada porque las tesis de bienestar han caído en desuso y peor aún, porque se les embate desde la iniciativa privada y la tecnocracia dominantes, con la perversa intención de desmantelar lo poco que nos queda de las instituciones de un modelo de desarrollo que apostaba, al menos en la retórica, por la justicia y la equidad.

Para los tecnócratas como Santiago Levy y compañía, el IMSS es visto como una carga fiscal monstruosa para la sociedad. Para demostrarlo, construyen gráficas de todos colores, para mostrarnos que las pensiones que se pagan a los ex trabajadores de la institución, así como las prestaciones que se cubren a su sindicato constituyen una sangría impagable.

No puede negarse que el sindicato del IMSS sí tiene secciones y liderazgos que poco tienen de democráticos y que en no pocas ocasiones incurren en prácticas que llaman a la sospecha en torno a la posibilidad de actos de corrupción.

Pese a lo anterior, la verdadera crisis del IMSS tiene su origen en la fractura del modelo de desarrollo, pues no es aceptable bajo ninguna premisa, que el acceso a la seguridad social universal gratuita sea una amenaza fiscal ni un impedimento del crecimiento económico.

En la semana que concluye, se presentaron los resultados del Índice de Desarrollo Humano a nivel global; resulta ser que las naciones con mejores indicadores son aquellas en las que existen esquemas de cobertura gratuita y universal tanto de la seguridad social como de la educación, desde el preescolar
hasta la universidad.

También coincide que las naciones mejor ubicadas en el índice son las que tienen mejores esquemas de recaudación fiscal a la par de los mejores instrumentos de redistribución de la riqueza. Por citar un ejemplo, hay países europeos en donde existen disposiciones legales para evitar que al interior de las instituciones públicas, quien más ingresos percibe no puede ganar más allá de 10 veces el monto de quien menos gana.

Al contrario de ello, en México, el director general del IMSS percibe como sueldo alrededor de 220 mil pesos mensuales, mientras que una secretaria de base no percibe más allá de 7 mil pesos al mes, es decir, una escandalosa diferencia de 31.5 veces más ingresos entre quien dirige la institución y quien le toma las llamadas.

La crisis del IMSS no es financiera. Es parte de la crisis moral en la que ha caído el Estado, al permitir las inmensas brechas de desigualdad que existen a lo largo y ancho del país.

No es cierto que no haya recursos financieros para sanear a la institución. Se dice que su déficit equivale a casi 5.6% el PIB nacional. Pero no se dice que lo que manejan las AFORES equivale a eso y más, negocio que fue prácticamente regalado a los banqueros y a las aseguradoras; sectores que dieron origen por su codicia, corrupción y cinismo, al mayor terremoto económico conocido desde 1929.

La crisis del IMSS se encuentra sobre todo en el cambio de visión en el modelo de desarrollo del país. Si los ingresos del Instituto están determinados por la cantidad de trabajadores y patrones registrados, resulta ridículo pretender que haya solvencia financiera cuando más del 28% de la población ocupada se encuentra en la informalidad y cuando en números absolutos representa una masa de casi 13 millones de personas, cifra casi similar al número de afiliados al IMSS que no ha logrado llegar a 15 millones.

Mienten quienes afirman que la crisis del IMSS se debe a sus trabajadores. La crisis del instituto es la crisis de la inmoralidad de los políticos y los privados que han hecho del hambre y la enfermedad un negocio, y del aparato público un nido de corrupción y fuente de una aterradora desigualdad, que a
todos debería llenarnos de coraje e indignación, pero sobre todo, convocarnos a la movilización para exigir justicia y seguridad social para todos.

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