domingo, 29 de agosto de 2010

La migración en tiempos del sadismo. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 29 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=528803

Vivimos en una sociedad no sólo cínica, sino sobre todo sádica. Pareciera que toda posibilidad de compasión ha sido erradicada y que la única ruta disponible es la de la violencia; ruta de triste destino, sobre todo si consideramos que el resultado previsible es el de una generación dispuesta a todo en aras de conseguir dinero y poder, como los fines mayores de la existencia.

La masacre de los 72 migrantes que tuvo lugar la semana que concluye es una muestra inequívoca del nivel de agresividad que los cárteles están dispuestos a utilizar de no ver cumplidas sus exigencias; caso de una gravedad extrema, más aún si se considera la tibieza y torpeza de la respuesta gubernamental ante el caso.

La desastrosa política migratoria que ha tenido el gobierno federal desde hace años nos ha llevado a la mayor de las hipocresías que, aunque a estas alturas es ya un lugar común decirlo, nos sitúa como un país poseedor de un doble discurso en el que se exige allende el Río Bravo lo que no somos capaces de construir aquí: una política migratoria integral sustentada en una sólida perspectiva de derechos humanos.

El fracaso en esta materia tiene nombres y apellidos; en este sexenio, la Comisionada Cecilia Romero ha ido de un traspié a otro, pues durante el periodo en el que ha fungido como titular del Instituto Nacional de Migración se han suscitado casos de escándalo en los que aflora no sólo una profunda incapacidad, sino visos de una profunda corrupción en la dependencia que tiene la responsabilidad de dirigir.

Nadie puede negar, por ejemplo, que ante el caso de los cubanos que habían sido detenidos y después “liberados por un comando armado” (http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=368266), nunca hubo una explicación satisfactoria de cómo fue que los agentes de migración permitieron su secuestro y posterior “aparición” en los Estados Unidos de América.

Tampoco ha quedado claro quiénes y cómo han presionado al INAMI a fin de legalizar el tráfico de mujeres, sobre todo provenientes de Europa del Este y Suramérica, a fin de que puedan venir a “trabajar” en los llamados “table dance”. ¿Por qué la Comisionada está dispuesta a otorgar “visas de trabajo”, cuando hay señales de alerta por todo el mundo de que una inmensa cantidad de las mujeres que son “contratadas” en este tipo de antros son o pueden ser víctimas de redes de tratantes y traficantes de indocumentados?

Por otro lado, debe alertarse que hasta hace poco, los expertos en el tema establecían una clara diferencia entre el tráfico de migrantes y la trata de seres humanos. El primero, se decía, es un crimen de carácter temporal y termina una vez que el migrante llega a su lugar de destino. En la trata, por el contrario, la víctima queda sujeta a su captor durante periodos prolongados.

Con la evidencia disponible, comenzamos a ver que tal diferencia comienza a borrarse y cada vez son más numerosos los testimonios de víctimas que son obligadas a prostituirse, a posar desnudas para materiales pornográficos o a actuar como “esclavas sexuales” de los polleros o de sus jefes, a fin de saldar la deuda contraída por el “paso” de la frontera.

Con todo esto, una de las situaciones más preocupantes se encuentra en el hecho de que cada vez hay más jóvenes y mujeres participando en la comisión de estos crueles delitos y, lamentablemente no sorprendería saber, de haber algún día detenidos por este cobarde crimen, que quienes mataron a los 72 migrantes son en su mayoría menores de 30 años.

En este contexto, es triste darnos cuenta de que nos estamos convirtiendo rápidamente en una sociedad casi necrofílica; es decir, no sólo nos estamos acostumbrando a la muerte violenta e injustificada de miles de seres humanos, sino que además toleramos y hasta consumimos productos apologéticos de la muerte.

Pensemos por ejemplo en diarios vespertinos como el Gráfico. No hay día en que su portada no esté dividida en dos secciones: por un lado, una fotografía digna de las mejores épocas de “Alarma”, y junto a ella, la fotografía de una mujer semidesnuda. Pienso que ni al Marqués de Sade se le hubiese ocurrido una combinación más terrorífica.

¿Cómo construir una sociedad convivencial en medio de todo esto? ¿Cómo construir un mundo en el que la pobreza y la desigualdad no lleven a millones de personas, como ocurre ahora, al éxodo y a la huída ante el hambre y la frustración social? ¿Cómo modificar nuestros valores y principios para hacer de México un país en el que ser migrante, ya sea extranjero o nacional, no sea condición de riesgo y de vulnerabilidad ante la violencia sádica.

Una respuesta seria del gobierno no nos vendría mal, sobre todo en estos días en los que, a pesar de estar tremendamente cerca del Bicentenario, más que un ambiente de fiesta se vive una lúgubre sensación de miedo e inseguridad, marcada por la nueva realidad, ya no sólo de la impunidad y corrupción que cunden por todo el país, sino por el sadismo con el que hoy los perpetradores ejecutan a sus víctimas.

viernes, 27 de agosto de 2010

Saúl Arellano en la Tercera Emisión de MVS

En este enlace se encuentra la entrevista que me hizo Fernanda Tapia sobre el tema de trata de personas

Saúl Arellano en la Tercera Emisión

domingo, 22 de agosto de 2010

Las cifras de un verdadero escándalo. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 22 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=527266

Una de las acepciones que la Real Academia de la Lengua ofrece para la voz Escándalo es la siguiente: "Ruina espiritual o pecado en que cae el prójimo por ocasión del dicho o hecho de otro".

Más allá del sentido religioso que aquí se revela, el escándalo es un fenómeno de proporciones mayores porque como puede verse, provoca la ruina más atroz en que puede vivir una persona, que no es otra sino la ruina espiritual debido a los hechos de otros.

La pobreza es, en ese sentido, un verdadero escándalo". Lo es más cuando en ella están atrapadas más de 50 millones de personas y peor aún, cuando el destino esperable para ellas está fincado en la desolación y la frustración que significa el desempleo permanente y la ausencia de expectativas.

El filósofo Heidegger, en su bello texto la pobreza, nos advierte que el riesgo de las hambrunas no consiste sólo en que mueran millones de personas debido a la carencia, sino sobre todo, que quienes sobrevivan lo hagan únicamente para tener qué comer.

Esta terrible imagen es una realidad en nuestro país. Ante ella, los cínicos que toman decisiones en la Secretaría de Hacienda se muestran inconmovibles y nos siguen recetando las mismas medicinas, con dosis variadas y nada precisas, cuando la enfermedad no sólo es ahora más grave sino que amenaza con entrar a una fase terminal.

Los gnomos hacendarios están convencidos de que es por arte de la "magia del mercado" como espontáneamente se superará esta condición. Nos dicen que es profundizando las reformas económicas como lograremos crecer y generar empleos. Así, estigmatizados con los signos del libre mercado, estos extraños seres asumen con profunda religiosidad que es generando incentivos para el mercado como los mexicanos vamos a superar la severa crisis en que estamos sumidos desde hace dos décadas.

De este modo, lo que nos muestra la extrema lógica economicista que determina a los tomadores de decisiones en las esferas económicas de México, es la ausencia absoluta de una ética pública que nos permita generar justicia para los desposeídos.

El escándalo tiene, desde esta perspectiva, una segunda dimensión: la de la indiferencia ante el dolor de los demás, que en México se expresa de una manera indolente que impide percibir que ser pobre no sólo genera efectos negativos en la calidad de vida de las personas, sino en la espiritualidad de un pueblo entero; empero, lo problemático de ello es que una idea así no cabe en la lógica tecnocrática.

Las cifras del desastre son muchas, pero pueden sintetizarse en lo que sigue: en México 12.8 millones de personas trabajan en la informalidad; 66% de quienes tienen un trabajo perciben menos de tres salarios mínimos, es decir, uno de cada tres trabajadores en el país gana menos de 165 pesos al día; mientras que el promedio percibido por hora trabajada es de $20 pesos lo cual, para ponerlo en perspectiva, es de vergüenza si se considera que en los Estados Unidos de América el salario mínimo es de cerca de ocho dólares por hora.

La desigualdad es la peor trampa en que hemos podido caer como nación. Los más ricos son los únicos que ganaron con la crisis pues los dos deciles de más altos ingresos fueron quienes lograron proteger sus ingresos e incluso incrementarlos ligeramente entre 2008 y 2009; con ello, en promedio, los súper ricos del país tendrían 14 mil veces más ingresos que un trabajador situado en los promedios nacionales. Otra vez, sin exagerar, se trata de una cifra de escándalo.

¿Por qué no vemos la magnitud de lo que esto implica? ¿Por qué no generar de una vez por todas, una política de cobertura universal de la seguridad social y no la tomadura de pelo que significa el Seguro Popular? ¿Por qué no construir un sistema educativo en donde la educación sea universal y gratuita hasta el nivel superior?

Los gnomos hacendarios dirían que eso no es posible porque tendría enormes costos para las finanzas públicas. ¿Y qué no el tener a más de 80 millones de personas en la pobreza o en algún nivel de carencia social también es una tragedia no sólo fiscal y contable, sino ética?

Otras preguntas ¿el atraco del Fobaproa no implicó un desfalco mayor para las capacidades financieras del país? ¿Los más de 100 mil millones de pesos que hemos pagado de intereses por el "rescate carretero", no hubiesen servido más para construir hospitales, escuelas, mejorar la infraestructura social y generar empleos? Ante ello es importante reconocer, como lo ha sostenido en varias ocasiones el rector José Narro, que no podemos seguir siendo un país de rescates bancarios y carreteros, y no uno en el que pueda impulsarse un rescate social para la equidad.

México se nos está resquebrajando poco a poco, y a este ritmo, la fractura social que se avecina es preocupante. Al respecto vale la pena preguntarse si algún día podremos decir con el poeta Hölderlin, y con ello exorcizar al escándalo: "entre nosotros todo se concentra en lo espiritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a ser ricos"

domingo, 15 de agosto de 2010

Nuestras hermosas lenguas en el Bicentenario. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Domingo,15 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=525747

Los estudiosos de la lingüística nos han enseñado que hay una distinción fundamental entre lenguaje y lengua; entre ésta y un idioma. Los filósofos del lenguaje, como Wittgenstein, nos han mostrado además que el lenguaje es el límite del mundo, lo que es más, el lenguaje es en sí mismo nuestro mundo.

El gran poeta Octavio Paz nos invita a habitar en la casa de la presencia que es el lenguaje: "palabra, una palabra, la última y la primera, la que callamos siempre, la que siempre decimos, sacramento y ceniza".

Hay un silencio que preocupa y azora en nuestro Bicentenario: poco se ha dicho en torno a nuestra lengua y su devenir, sobre su importancia en el proceso de liberación y sobre todo, de construcción de nuestra identidad nacional y de la expresión de lo que hoy somos.

La kermés en la que los gobiernos, en todos los órdenes y niveles, han convertido a las fiestas patrias está muy lejos de incorporar una reflexión seria en torno a la forma en cómo el español ha ido modificándose en su estructura gramatical y sintáctica, como resultado de los profundos cambios culturales y espirituales que hemos tenido a lo largo de nuestros últimos 500 años de historia.

El Bicentenario debió ser un motivo especial para construir una amplia difusión de nuestras lenguas, porque no podemos olvidar que en México se habla de manera generalizada el español, pero que hay más de 60 idiomas y variantes que se hablan y se cultivan, en extensas regiones de nuestro territorio nacional.

No es posible que estemos en riesgo de perder en las próximas décadas la melodía cotidiana del zapoteco y el mixteco, la dulzura del otomí, la complejidad del maya, la armonía del náhuatl, los secretos del warihó o del yaqui, y toda la gama de lenguas que perviven en un país que ha hecho del olvido y la exclusión social, un olvido también de nuestro preciado tesoro lingüístico.

En el Bicentenario cada hogar en nuestro país debería tener un ejemplar del Catálogo de lenguas Nacionales, acompañado de instrumentos que nos explicaran la enorme variedad lingüística de la que somos depositarios, y con ello, las múltiples cosmovisiones, creencias y tradiciones que cada una de nuestras lenguas transporta, así como la inmensa veta de saber que podemos explorar a través de ellas.

¿Alguien puede dimensionar la riqueza con la que podría nutrirse el español, abrevando de las cosmovisiones de nuestras lenguas originarias? ¿Alguien puede negar que podríamos construir un diálogo intercultural en el que la dignidad y la solidaridad nos llevasen a una nueva forma de comunicarnos, entendernos y reconciliarnos como nación?

Lamentablemente la frivolidad está instalada en el Gobierno y ni en la SEP ni en las dependencias responsables de la cultura se ha querido asumir el reto de apostar por la espiritualidad; por el contrario, lo único que nos están ofreciendo es una feria con cuetes y si bien nos va, un espectáculo de "luz y sonido".

Insisto, por todo el país deberían estar circulando millones de ejemplares con los poemas de Netzahualcóyotl. ¿Quién podría evitar conmoverse con palabras tan profundas? Tomo como ejemplo los siguientes versos: "por fin lo comprende mi corazón: escucho un canto, contemplo una flor: ¡Ojalá no se marchiten!

¿Y qué decir de este poema anónimo escrito originalmente en lengua Otomí, y que se recita en la fiesta del Día de Muertos?: "De verdad. De verdad nos vamos, De verdad nos vamos. Dejamos las flores y los cantos, todo lo que existe en la tierra. ¡De verdad nos vamos, De verdad nos vamos!"

En lugar de las fatuas obras de relumbrón que pululan por todo el país, dilapidando recursos que no tenemos, debió invertirse en una intensa jornada nacional para erradicar el analfabetismo y comenzar a resarcir a los casi 6 millones de personas que viven en esa condición, de la privación y negación de los derechos humanos más elementales.

Una de las metas del Bicentenario debió ser dignificar y duplicar el número de bibliotecas públicas y a través de ellas, impulsar un intenso proceso de unidad e identidad nacional vía la promoción de la enseñanza y comprensión de nuestro hermoso idioma, y de nuestras bellas lenguas originarias.

¿Por qué no diseñar un programa de becas para que los jóvenes de mayor escolaridad de las zonas urbanas puedan realizar estadías en las comunidades indígenas y aprender y difundir y proteger el legado espiritual que está en las lenguas originarias? La respuesta que nos dirían los tecnócratas de la SEP sería "no, porque no es competitivo ni rentable económicamente", como si todo en esta vida pudiera tasarse en pesos y centavos.

Los festejos del Bicentenario no deberían terminar el 17 de septiembre. Antes bien, el Congreso debería impulsar un gran pacto nacional por la educación y la cultura, y destinar los recursos necesarios para instrumentarlo y reducir de aquí al 2012, al menos en una mitad el rezago educativo de nuestro país.

Infortunadamente hay un problema: pareciera que para ser legislador o para ocupar casi cualquier cargo de representación popular, el requisito es no saber leer.

sábado, 7 de agosto de 2010

Vivir entre lo sublime y lo grotesco. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 8 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=524249
 
Hay días en que no se puede evitar la sensación en torno a que México parece un país en “obra negra”. Infortunadamente, no hay en todo el territorio nacional una ciudad o región en la que no haya carreteras en reparación, infraestructura dañada o desgastada, insuficiencia de algún servicio social o simplemente una ausencia absoluta de criterios estéticos en el cuidado y protección de los entornos urbanos.


La corrupción que campea en distintos ámbitos, se hace más que patente en las oficinas de obras públicas estatales y servicios públicos municipales, en medio de una tremenda opacidad y carencia de mecanismos efectivos de transparencia y rendición de cuentas. Cada que se asigna una licitación para la construcción de cualquier obra, queda la sospecha de que “algo no se hizo bien.

El resultado es obvio: obras mal construidas; obras que se entregan a destiempo o con modificaciones de los criterios originalmente contratados; carreteras y autopistas en perpetua reparación o remodelación, como por ejemplo la México-Querétaro la cual, a pesar de ser uno de los troncales vitales de nuestro país, lleva casi una década de constantes obras sin que nadie sea capaz en el Congreso de cuestionar a Capufe sobre el tema.

Como contraste, se encuentra un conjunto de maravillas culturales y naturales de las que somos depositarios, las cuales en muchos casos, son poco conocidas por quienes habitamos este imponente país que es México.

Esta semana llevó a cabo la Sesión Ordinaria de la Unesco, en la cual se dio a conocer el resultado de los dictámenes sobre los sitios naturales y culturales que habían solicitado su ingreso al catálogo del Patrimonio Cultural de la Humanidad, el que, en palabras del propio organismo de la ONU, está formado por sitios irremplazables que son fuente de vida e inspiración para todas las culturas y países.

Los sitios considerados en el catálogo del Patrimonio Mundial, sostiene la Unesco, tienen la característica de poseer un “valor universal excepcional”, por lo que pertenecen a todos los seres humanos, independientemente del lugar en que hayan nacido o en el que viven.

Por lo anterior, contar con una importante lista de sitios catalogados como parte de tal patrimonio implica una enorme responsabilidad porque nos sitúa como depositarios de una riqueza humana mayúscula.

México es desde hace varios años el país de América Latina con mayor número de sitios culturales o naturales que forman parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y con la adición de las Grutas de Mitla, en el estado de Oaxaca, así como el Camino Real de Tierra Adentro, cuyos paisajes más bonitos se encuentran en Zacatecas, San Luis Potosí y Guanajuato, llegamos a 31 sitios en la lista mundial, por encima de países como la Federación Rusa, Egipto, la República Checa y muchos otros más.

Somos pues un país de claroscuros: por un lado está la incompetencia de los políticos, su corrupción y su lodazal. Por el otro, la majestuosidad de nuestra cultura y nuestro patrimonio ecológico, pero sobre todo, el valor de la gente que está dispuesta a luchar por sus ideales, por sus sueños y por vivir con dignidad todos los días; y esto sin duda es mucho más que el cochinero en que se ha convertido el circo político de nuestros días.

Tengo la plena convicción de que poner las cosas en perspectiva puede ayudarnos a valorarnos mejor; a comprender que los mexicanos somos mucho más que quienes dicen representarnos; que nuestro legado es tan importante que no podemos dejarlo en manos irresponsables e incapaces, y que por ello, debemos dar lo mejor que tenemos para rescatar y proteger lo que es tan nuestro, pero también de toda la humanidad.

Me pregunto, por mencionar sólo un ejemplo, si Consuelo Sáizar, titular de Conaculta, tendrá idea de la enorme responsabilidad que está en sus manos; si el secretario Alonso Lujambio tendrá noción de que su despacho debería ser uno de los principales responsables de impulsar un modelo educativo para la inclusión y la movilidad social.

Me aterra pensar que México está condenado a no terminar de despegar, porque nos hemos resignado a ser liderados por una runfla de incompetentes, y que hemos aceptado que “con lo que tenemos” es suficiente para medio vivir, para medio trabajar y para medio generar capacidades para el futuro.

De manera lamentable, vamos a festejar en Bicentenario con un país impresentable el cual, como dirían las abuelas, se caracteriza por el “tiradero social” en que nos han terminado de hundir las últimas dos administraciones.

México no merece tener a la mitad de la población en condiciones de pobreza; a más del 87% de las niñas, niños y adolescentes en condiciones de pobreza o vulnerabilidad; a casi seis millones de analfabetas y a más de 25 millones de personas que no han terminado la secundaria.

Cuando se hace la comparación vis a vis de nuestro enorme legado cultural, de nuestra rica y apasionante historia, frente las condiciones arriba sintetizadas, creo que no puede dejarse de pensar en que estamos atrapados en la lógica de vivir entre lo sublime y lo grotesco.

domingo, 1 de agosto de 2010

La importancia de la prensa libre. La Crónica

Saúl Arellano

Opinión. Domingo, 1 de Agosto, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=522741


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos garantiza el derecho de toda persona a dedicarse a la profesión que quiera hacerlo, siempre y cuando ésta se desarrolle en el marco de la ley. No obstante lo anterior, hay un trabajo en particular que está específicamente protegido por nuestra Carta Magna, y ese es precisamente el del periodismo; en efecto, el cumplimiento de la Constitución con respecto a las libertades de pensamiento y expresión, requiere de una prensa capaz de promover y alentar valores y procedimientos democráticos en todas las esferas de la vida social.

Es un hecho que los Constituyentes del 17 sabían de la importancia del periodismo y de su poderosa influencia en la transformación social. Sabían, por ejemplo, de la relevancia que tuvieron los periódicos para informar y difundir información imprescindible durante la defensa de la República.

Sabían también de la intensa labor periodística que se desarrolló durante el Porfiriato, y su impacto positivo en la generación de propuestas, críticas y posturas de oposición que desenmascaraban la dureza del régimen dictatorial de Díaz, y la brutalidad de la violencia que se utilizaba en contra de sus enemigos, detractores y desertores.

Grandes nombres desarrollaron, aún con el riesgo de perder la vida o la libertad, actividades de investigación, análisis y crítica. Ireneo Paz, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, los hermanos Serdán y los Hermanos Flores Magón, son sólo algunos de ellos.

La Revolución tuvo a muchos cronistas que, desde la prensa defendieron ideas e ideales. Emblemáticamente, puede pensarse en Antonio Díaz Soto y Grama, o bien en el nombre de Martín Luis Guzmán como narrador de múltiples episodios de esta lucha armada, y quien destaca no sólo por su capacidad de análisis, sino por sus dotes como creador, a partir de la realidad vivida, de piezas como El Águila y la Serpiente.

El periodismo en el siglo XX ha sido ejercido también por inteligencias mayores. Las páginas de todos los periódicos han estado llenas de genialidad y brillantez a lo largo de las décadas, y sin ello no podríamos entender la democracia en que hoy vivimos.

Puede sostenerse sin exagerar, que la prensa juega hoy un papel crucial como guardián de la conciencia crítica de la sociedad. Por ello es tan delicado que México esté convertido en uno de los países en donde hay mayores riesgos por ejercer esta profesión-vocación.

Lo es más, si se considera que en esta ocasión las amenazas no vienen desde el poder político; tampoco desde la tiranía o el totalitarismo. El mayor enemigo del periodismo de hoy es el crimen organizado, el cual amenaza, secuestra, tortura y puede llegar al asesinato.

Ante el clima de hostilidad en que el periodismo se desarrolla hoy en el país, es fundamental que el Estado diseñe una nueva estrategia para proteger a esta profesión que, debe insistirse, tiene en función de su relevancia, su fundamento y sentido directo en nuestra Constitución.

Debe entenderse: los medios deben ser protegidos no porque sean sólo una parte del juego democrático, sino porque en esencia, la democracia no puede existir su ejercicio responsable, abierto, comprometido con la crítica y avocado al ejercicio de la inteligencia para la transformación social.

Es cierto que los medios también se han convertido en espacios para la defensa de poderes fácticos y de grupos de interés. También es cierto que hay quienes escriben al servicio del mejor postor; o que hay quienes se prestan como “matraqueros” de políticos y empresarios.

Pese a ello, el periodismo es tan relevante, que es la propia crítica social la que se encarga de desenmascarar a los impostores; que es el diálogo agudo el que permite posicionar y rebatir argumentos; que es siempre, a final de cuentas, la palabra la que persiste, la que sigue siendo guía y la que sigue orientando a la conciencia social hacia la libertad y la igualdad.

Los medios no pueden tener como tarea exclusiva el entretenimiento, la promoción de la frivolidad y la fatuidad intelectual; los medios no pueden estar al servicio de las administraciones públicas ni pueden asumir compromisos con ningún programa de Gobierno; hacerlo significa claudicar y dar la espalda a la ciudadanía que es a la cual debemos, todos lo que contamos con algún espacio en la opinión pública, nuestra tarea.

Con todo lo anterior, los medios pueden estar subsumidos a la lógica del chantaje y la extorsión de los criminales. No es aceptable, bajo ninguna premisa, que las líneas editoriales estén supeditadas a la disputa por el control de los territorios del crimen y es completamente reprochable que el Estado no cuente con las capacidades de prevenir y evitar que esto ocurra.

Le es atribuida a Federico García Lorca la metáfora de “la paloma y el leopardo”, haciendo referencia a la lucha entre la libertad de prensa y el totalitarismo. Parafraseando al gran poeta, hoy podemos pensar, apelando a las imágenes patrias, en una lucha entre águilas y serpientes que, de no ser erradicadas, pueden instilar un veneno tal, que podría herir de muerte a nuestra recién parida y aún frágil democracia.