domingo, 13 de septiembre de 2009

Un PRI a la derecha. Periódico la Crónica

Saúl Arellano Opinión
Domingo 13 de Sep., 2009
Hora de creación: 00:52 Ultima modificación: 00:52
En México tenemos una frase popular que sirve para describir cuando alguien, o incluso una institución, dice defender o creer en algo, pero cuyas acciones o decisiones contradicen radicalmente sus afirmaciones. A eso se le llama “doble cara” o simplemente hipocresía, vocablo que procede del griego ὑποκρισία que no significa otra cosa sino fingir sentimientos o cualidades contrarios a los que realmente se experimentan.Esta semana, el estado de Oaxaca, entidad gobernada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), se convirtió en el estado número 16 en reformar su Constitución Política para garantizar “el derecho a la vida desde su concepción hasta la muerte”, convirtiendo con ello en un delito la interrupción voluntaria del embarazo, aun en casos de violación o abuso sexual, malformación congénita o riesgos para la vida y salud de la madre.De las entidades que han realizado este tipo de reformas, sorprende que la gran mayoría son gobernadas por priistas que dicen defender las causas sociales, tener una gran sensibilidad social y ser –sostienen en sus discursos– los principales defensores de lo que llaman “las causas de las mujeres”, la equidad entre los géneros y, en general, se llenan la boca diciendo que no hay partido más solidario y comprometido con las mujeres que el suyo.Los hechos desmienten gravemente al PRI. Y es en serio que no da gusto decirlo, más aún en un país que, como el nuestro, hoy más que nunca requiere de un corrimiento hacia la izquierda y hacia posiciones progresistas que nos permitan revertir las ya monstruosas desigualdades y la ingente pobreza en las que vivimos, y en las que con sus nuevos impuestos, incluida su nueva “contribución para el combate a la pobreza”, Acción Nacional quiere hundirnos aún más.Desde la década de los 90, cuando el grupo de tecnócratas se incrustó, usando al PRI, en las estructuras del poder del Estado, el Revolucionario Institucional ha tenido como “virtud” aliarse con los peores intereses que existen en el país. Se prestó a construir el monumental fraude que seguimos pagando a través del Fobaproa. Impulsó y aprobó el “rescate carretero”, el cual nos ha costado en pago de intereses más de 100 mil millones de pesos desde 1997. En episodios recientes, vimos cómo amplios sectores del PRI salieron airosos a la defensa de la llamada “Ley Televisa”; y de no ser por la valentía de algunos legisladores, estaríamos en un país en el que las televisoras serían dueñas nada menos que del espectro electromagnético nacional.En el tricolor no se han levantado voces contundentes para defender los derechos de los periodistas asesinados, torturados o amenazados por sus propios gobiernos: desde el caso de Lydia Cacho en Puebla, pasando por los atentados a medios de comunicación en Chihuahua y Tamaulipas, o el caso de Brad Will en Oaxaca, en donde los derechos humanos y su defensa brillan por su ausencia.El escandaloso asunto de las legisladoras que solicitaron licencia para ausentarse de sus encargos es una muestra más del machismo y misoginia que impera en buena parte del priismo: es el partido que en términos porcentuales cuenta con menos legisladoras en la Cámara de Diputados (menos del 23 por ciento); tuvo que ser una legisladora del PAN quien levantó la voz e iniciar un debate para evitar que un albazo de esta naturaleza se consumara. En el Senado las cosas están en la misma tesitura: de las 32 curules ocupadas por priistas, sólo 5 son mujeres, es decir, apenas el 16 por ciento.Por supuesto que, como en todo, siempre hay excepciones: legisladores y legisladoras que por compromiso y coherencia se oponen y critican a este tipo de medidas; empero, el hecho de que tenga que hablarse de excepciones revela la profundidad de la fractura ética y el extravío ideológico del priismo. ¿Es de verdad el PRI un partido socialdemócrata? ¿Cómo puede tolerar tales extravíos ideológicos y políticos? La única explicación posible es que se ha consolidado en los últimos 15 años como un partido de intereses y apegado al peor de los pragmatismos, cuando lo que se requiere, debe insistirse, no es un partido político de “centro”, como le llaman ahora, sino un partido que tenga la capacidad y el arrojo moral de luchar verdaderamente por la justicia social, aun enfrentando o afectando intereses creados desde sus principales grupos dirigentes. Cuando las urgencias nacionales apremian, lo esperable sería contar con políticos congruentes y partidos ideológicamente sólidos, capaces de hacer frente a los embates de los grupos del poder, dirigidos a mantener privilegios y resolver los problemas a través de la sangría popular. En este contexto, ya hay legisladores priistas que han sostenido “estar considerando” votar a favor de más impuestos y de gravar al hambre y la enfermedad con su dichoso 2 por ciento. Ahora que el PRI es mayoría en el Congreso, debería entender que la gente votó contra el PAN porque lo que exige es un partido capaz de representar sus intereses. De no hacerlo, simplemente se confirmará lo que ha sido hasta ahora: un partido “doble cara”.

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