domingo, 17 de enero de 2010

La crisis de la religión frente a un mundo en pobreza. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 17 de Enero, 2010
Hora de modificación: 02:11

¿Cómo es posible la fe? Llama la atención que en el reciente debate en torno a los derechos sociales, frente a los cuales, como normalmente lo hace, la jerarquía episcopal de la Iglesia católica se ha opuesto furibundamente, no haya surgido la pregunta que planteo.


William James, en su texto Las variedades de la experiencia religiosa, divide a la religión en dos dimensiones: la individual y la institucional. La primera atiende a la noción de la divinidad, mientras que la segunda se refiere a la parte del culto y el sacrificio.

Desde otra perspectiva, quizá mucho más poderosa que la de James, Mircea Eliade, en su Tratado de historia de las religiones, muestra cómo el problema de la religión debe centrarse en el tema de lo divino.

Lo que importa en todo caso en este debate es cómo es posible que surja la experiencia religiosa. Girard encuentra este origen en la búsqueda del cese de la violencia, a través de la generación del mecanismo expiatorio: las religiones institucionalizan un acto violento fundador y lo transforman en un rito mediante el cual se pretende mantener a la violencia en márgenes de control.

La creencia en la divinidad, sin embargo, no se había enfrentado jamás como ahora a la impresionante cantidad de evidencia científica que no sólo pone en cuestión lo que se encuentra escrito en los textos sagrados, sino que muestra con suma contundencia su falsedad, aun cuando lo que ahí está escrito sea tomado a manera de alegoría o metáfora.

En el siglo XIII surgió en el interior del pensamiento católico una cuestión mayor: ¿qué hacer cuando la fe y la razón se contraponen al punto de ser excluyentes? Guillermo de Ockham argumentó que debía hacerse caso a la razón; Tomás de Aquino tomó partido por la fe. Al primero lo excomulgaron; al segundo lo convirtieron en el principal padre de la Iglesia.

Phillipe Nemo, en Job y el exceso del mal, argumenta que el Libro de Job nos muestra a un dios violento; de hecho, llama la atención sobre la sorprendente demostración de poderío que hace frente a Job: convoca a miles de ejércitos, invoca a las legiones de ángeles, amenaza con pestes asesinas. Ante ello, la cuestión es: ¿por qué demostrar tanto poder ante un ser inferior?

Nemo argumenta que sólo se ataca a lo que se teme, y sólo se demuestra excesivo poder frente a quien nos representa una fuerza superior. De ahí que se pueda argumentar que la mayoría de las instituciones eclesiales han actuado siempre reproduciendo el mal, al mostrar una descomunal fuerza ante quien es moral y racionalmente superior.

Veamos ejemplos: en el siglo XV Giordano Bruno fue quemado vivo por la Inquisición por haber escrito el texto Del infinito universo y los mundos, refutando con ello la ingenua visión de la creación que nos ofrece el Génesis. Copérnico fue asesinado por haber sostenido que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés.

En el siglo XVI, la Inquisición declaró loco a Galileo Galilei, quien demostró empíricamente las hipótesis de Bruno y Copérnico. Ya en el siglo XVI, Spinoza fue expulsado de la sinagoga y declarado “maldito entre los malditos” por sus tratados teológico-políticos, y Descartes tuvo que esperar 20 años para publicar su Discurso del método.

Hidalgo, Morelos y los héroes de la Independencia fueron excomulgados, y a finales del siglo XIX Nietzsche y Marx fueron declarados apóstatas. En el siglo XX, la Iglesia católica se puso del lado de Mussolini, Franco y Hitler; respaldó el régimen de Pinochet y ha estado muy lejos de una condena real a barbaries como la de Yugoslavia o la crisis humanitaria en Darfur.

En los últimos 20 años ha habido descubrimientos científicos apasionantes: el acelerador de partículas LHC ha mostrado que la creación del universo tiene como origen a la “Gran explosión” y no una lenta y artesanal producción como se muestra en el Génesis.

El descubrimiento de un fósil de 40 millones de antigüedad llamado Ida demuestra que Darwin (otro apóstata para la Iglesia) tenía razón y que hubo especies de transición en el proceso evolutivo por el que pasamos de especies inferiores al homo sapiens que hoy somos.

Un mundo en tremenda pobreza se enfrenta al dilema ético de lograr resolver la injusticia, y es el momento de atrevernos a pensar que tendremos que hacerlo sin auxilio divino.

El Concilio Vaticano II concluyó que la pobreza tenía dimensiones de escándalo. Hoy el escándalo cobra un monstruoso rostro en Haití, en donde la pobreza matará a más gente que el propio terremoto; en Haití se muestra el derrumbe de la globalización como modelo de organización injusta del mundo.

Hoy las religiones enfrentan una crisis ética y de fundamentos sin precedentes, y en un mundo plagado de pobres y de injusticias, más valdría iniciar una revisión a fondo de su papel y de su capacidad para repensarse y asumir que no son poseedoras de la verdad, y que la tolerancia es la única ruta transitable para todos.

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