domingo, 10 de enero de 2010

La inflación: otro dato engañoso. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 10 de Enero, 2010
Hora de modificación: 01:55
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=479987

Reza el catecismo neoliberal, cada vez asumido con mayor ahínco y devoción por los gurús hacendarios, que el mercado reacciona libre y siempre racionalmente ante los estímulos del entorno; es decir, la “mano invisible” sigue viva y vigorosa, a pesar de cualquier tipo de pesares que se argumenten en su contra.


Triunfalista, el gobierno hace una vez más un uso propagandístico sobre el comunicado del Banco de México sobre la inflación en 2009, a fin de acabar de una vez por todas con las visiones catastrofistas que gustan de ver en los “catarritos” pulmonías fulminantes, y de no darse cuenta que si el gobierno dice que no pasa nada así será, aunque la realidad se empeñe en mostrarnos lo contrario.

Los ayatolas del mercado de hoy recuerdan a los pseudohegelianos de ayer, quienes llegaban a sostener que si la teoría no se adapta a la realidad, peor para la realidad.

Con esta consigna en mano, la vicepresidencia económica, como le llama Rolando Cordera a la Secretaría de Hacienda, nos recetó para abrir felizmente el año una andanada de precios que, argumenta su titular, son sólo de unos cuántos puntos porcentuales, bajo la lógica de que si ya estamos pobres, qué más dan otros “aumentitos”.

El problema del asunto es que según los datos del Coneval, al 2008, poco más del 80 por ciento de los mexicanos teníamos al menos una carencia social, dato que todavía no nos dicen a cuánto creció con el impacto de la crisis de 2009, aunque, en palabras del secretario de Desarrollo Social, las cifras más conservadoras apuntan a un incremento de alrededor de 1.5 millones de mexicanos.

Así, en tanto que uno de los factores que más repercutió en el crecimiento de la pobreza es la inflación en los alimentos, aprobar un aumento al precio del diesel agropecuario (con el que funcionan tractores y maquinaria agrícola), del diesel para el transporte (con el que funcionan los tractocamiones en donde se transportan los alimentos y demás mercancías) y del gas doméstico (sí, con el que se hacen tortillas y se preparan alimentos) significa un enorme despropósito que impedirá reducir los vergonzosos índices de pobreza y marginación que persisten en el país.

Con todo ello, el mensaje del gobierno está claro: la jerigonza contra la pobreza no es más que un recurso teatral con propósitos electorales para tratar de mantener las 10 gubernaturas que están en juego este año y sostener en lo posible una plataforma competitiva para intentar no salir del juego por la Presidencia de la República en 2012.

Esto se muestra sobre todo en los reiterados intentos del gobierno de engañar a la población mediante la publicación de cifras que son sólo verdades a medias, las que he venido documentando en mis últimas colaboraciones aquí en La Crónica.

Véase si no en los recientes comunicados oficiales sobre la inflación en 2009. Según los datos del Banco de México, el Índice General por el que se mide la inflación se situó al cierre del año en 3.57 por ciento. Sin embargo, en lo que respecta al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), analizado por sus componentes, los incrementos se dieron como sigue: a) alimentos, bebidas y tabaco, 4.24 por ciento; b) ropa, calzado y accesorios, 3.47 por ciento; c) vivienda, 0.94 por ciento; d) muebles, aparatos y accesorios domésticos, 5.51 por ciento; e) salud y cuidado personal, 4.94 por ciento; f) transporte, 5.35 por ciento; g) educación y esparcimiento, 4.04 por ciento, y h) otros servicios, 4.36 por ciento.

Así, la media inflacionaria del conjunto de estos componentes sería de 4.10 por ciento. Sin embargo, cualquier persona con nociones elementales de estadística sabe que en mediciones pequeñas, la existencia de un valor extremo distorsiona el valor de la media, y en este caso ocurre así con la inflación relativa a la vivienda (0.94 por ciento).

Lo que recomiendan los expertos en casos así es eliminar los valores extremos y recalcular la media, o reportar la mediana. Si se lleva a cabo este ejercicio, la mediana nos indicaría un valor de 4.3 por ciento, y eliminando el valor de la inflación relativa a la vivienda, el cálculo de la media sería de 4.55 por ciento, es decir, valores mucho más aproximados al comportamiento típico de la mayoría de los componentes del IPC. Estas cifras coinciden con las reportadas sobre inflación subyacente por el Banco de México, pero no son a las que les da mayor publicidad el gobierno.

En efecto, esto nunca no lo van a decir así las autoridades. Ante este tipo de observaciones, las reacciones siempre van en el sentido de que “sus cálculos estadísticos están avalados por evaluaciones ISO-9000”, que “sus estimaciones son infalibles”, y que a final de cuentas todo depende del cristal con que se mira, con la salvedad de que el único cristal que aceptan es el suyo.

Lo cierto es que en México hace mucho frío, y no sólo meteorológicamente hablando. Lo peligroso es que también se prevé que para verano las cosas cambien, pues tendremos meses de intenso calor. Esperemos que eso sí se quede en el terreno del clima, porque un ambiente social muy caliente en medio de intensos procesos electorales es algo que no le conviene a nadie.

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