domingo, 23 de mayo de 2010

El apantallante, pero decepcionante discurso de Calderón. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Domingo 23 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=507995

Aun cuando varios analistas políticos aseguran que la visita del presidente Calderón a los Estados Unidos fue un éxito, y que los aplausos brindados por los legisladores demócratas demuestran un fuerte compromiso del partido del presidente Obama con la agenda binacional, yo creo que el discurso del presidente Calderón en el Capitolio se ubica antes bien en una categoría que va de lo malo a lo decepcionante.

Lo anterior, porque en todo su mensaje el licenciado Calderón mostró una infinita incomprensión de lo que es el fenómeno migratorio, así como un desconocimiento mayor sobre lo que podría significar una relación bilateral en serio para el combate al narcotráfico y el crimen organizado.

Mencionó la relevancia de frenar la venta de armas de los Estados Unidos hacia México, pero no ofreció ninguna solución respecto al señalamiento que ha hecho durante varios años la publicación Small arms survey, en la que se nos ubica como uno de los países menos transparentes en el registro y control interno de armas.

Rechazó seriamente la ley SB1070, pero no fue capaz de siquiera señalar un compromiso ético con los migrantes centroamericanos y provenientes de Sudamérica, con los cuales México tiene también una enorme deuda moral.

Habló de las grandes cifras que genera el tráfico de drogas, pero omitió un crimen social mayor, que es el de la trata de personas, agenda que por más que hagan eventos oficiales sigue siendo marginal en la política de protección de los derechos humanos en México.

Calderón cree que la defensa de los migrantes está relacionada con su capacidad de generar riqueza, sin darse cuenta de que con ello le da razón a los republicanos: si son tan productivos, ¿por qué no se regresan a producir allá?

Las dudas que existen en torno a la necesidad de generar una mayor cooperación México-Estados Unidos en materia de seguridad y combate al crimen organizado tienen fuertes raíces: ¿Y el combate efectivo a la corrupción? ¿Y el control del Ejército y la reparación del daño a las víctimas civiles? ¿Y los controles de confianza para depurar a los cuerpos policiacos? ¿Y un marco jurídico que dé certidumbre y que garantice las libertades y los derechos humanos?

No, el señor Calderón no puede regresar triunfal de su gira por los Estados Unidos. Hay muchos más problemas de los que el gobierno está dispuesto a reconocer, y mucho más deudas de las que siquiera están conscientes los frívolos que lo acompañan en el Gabinete.

El señor Calderón llegó a Washington sin una agenda para la regulación financiera de los mercados y evitar no sólo otra crisis como la que estamos viviendo, sino para evitar el lavado de dinero que, no hay de otra, o pasa por el sistema bancario nacional o no hay modo de transportar toneladas de billetes a otros países.

El Presidente viajó a Washington sin una agenda novedosa, y lastimosamente se ciñó a repetir el guión que le marcaron los medios, fundamentalmente los norteamericanos.

¿Por qué no relanzar la Alianza para la Prosperidad de América del Norte? ¿Por qué no plantear una posición de dignidad, basada en lo mejor de los principios de nuestra política internacional? ¿Por qué no asumir de una vez por todas que la desigualdad entre países e interna es parte de la agenda bilateral y que en ella es en donde la migración tiene muchos de sus anclajes?

¿Por qué no plantear una agenda conjunta que, basada en la generación de bienestar y equidad, permita alcanzar metas sociales conjuntas y equilibrar los niveles de vida de ambos países, para con ello repensar el tema de un área común, de libre tránsito de personas y mercancías, fundada en el respeto de las diferencias?

Es obvio que al señor Calderón no le interesaba plantear estas cuestiones, porque nada de esto se está promoviendo en el país y porque no tiene ningún interés de modificar las condiciones estructurales de desigualdad y pobreza que han provocado el éxodo de millones de paisanos.

El discurso de Calderón es una pieza de oratoria “apantalla-tontos”. ¿Cómo se pretende establecer una nueva agenda bilateral si los planteamientos ya no sólo son los mismos de siempre, sino los que le dictaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores desde Washington?

Calderón llegó a nuestro país vecino con las manos vacías y así va a regresar. Todo, porque no hubo la capacidad, ni de él ni de la secretaria Espinosa para relanzar una alianza inteligente con los Estados Unidos.

Tenemos sin duda alguna una estrecha dependencia con respecto a nuestro vecino del norte; pero no es con base en la abyección, sino con la dignidad, como podremos ganar el respeto y el trato igual que debe prevalecer entre los Estados.

No es con discursos como vamos a cambiar nuestra realidad; por eso, me atrevo a afirmar que los aplausos brindados a Calderón en el Capitolio fueron más una estrategia sumamente inteligente de los legisladores demócratas para ganar terreno en sus propias agendas, que una demostración real de admiración por el Presidente de México. Como dirían en mi pueblo: “que se los compre quien no los conoce”.

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