miércoles, 5 de mayo de 2010

Entre el apocalipsis y un Congreso mediocre. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Jueves 6 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=504541

Lo esperable de cualquier jefe de Estado es que al momento de pronunciar sus mensajes públicos, las palabras que utiliza sean elegidas cuidadosamente; la mesura, la sobriedad y la prudencia debieran ser los ejes rectores de su discurso, y la inteligencia y una profunda vocación pedagógica, sus virtudes.

Por ello, sorprende el mensaje emitido por el licenciado Calderón, quien más que como jefe del Estado mexicano se presentó a sí mismo en su visita oficial a Alemania como la versión posmoderna, nada menos que de Juan el Evangelista, y más aún, como el mesías contemporáneo que es capaz de derrotar, no a cuatro, sino a cinco jinetes del Apocalipsis.

Un tono de discurso así hace pensar que el titular del Ejecutivo está viendo películas de contenido muy extraño o realizando lecturas relacionadas más con las supuestas profecías mayas sobre fin del mundo en 2012, que con una comprensión clara de lo que está ocurriendo en el país.

No hay duda de que el licenciado Calderón se quiso mostrar como el verdadero promotor de las buenas y maravillosas cosas que ocurren en México, que todos deberíamos ser —si es que algún día tenemos dinero para viajar al extranjero—, con la salvedad de que resultó un poco exagerada su auto-presentación como el Avatar de los males nacionales, e incluso planetarios, por aquello de que “salvamos” al mundo al combatir sin tregua, cual “cazadores de microbios” a la tenebrosa influenza que nos atacó el año pasado.

Mientras tanto, las iniciativas en el Congreso se mantienen en “la congeladora”, pues los principales funcionarios y empleados del Presidente, o están ocupados ofreciendo disculpas por las tropelías cometidas por las autoridades en la lucha contra el narcotráfico, o bien, se mueven en la frivolidad absoluta, como el señor César Nava, a quien se le ve sumamente ocupado en las sesudas sesiones que deben significar las entrevistas que le hacen los medios de espectáculos, y que en sus ratos libres trabaja como presidente nacional del PAN.

Esta ineficacia del aparato gubernamental no exculpa, desde luego, al Club de Becarios de San Lázaro, quienes aprobaron la sorprendente cifra de 81 iniciativas, de 992 presentadas a lo largo del primer año legislativo, lo que significa la impresionante productividad de 8.1 por ciento.

Ante estos resultados, una propuesta que los ciudadanos deberíamos promover es que a las y los legisladores, ya que están tan preocupados por impulsar la flexibilización del mercado laboral, se les aplique un sistema de pago basado en resultados. Así, en este caso, podríamos reducir su salario a un 8 por ciento del monto total, y en función del incremento en su capacidad de analizar y dictaminar leyes, que para eso fueron votados, realizar los incrementos respectivos en sus percepciones salariales.

Al respecto, vale la pena pensar en la actual estructura orgánica y funcional del Congreso de la Unión, pues un tema que no ha sido analizado seriamente es que cuando fue promulgada la Constitución, se asumió que la creación de leyes y probables reformas al texto constitucional, requerían de tiempo para probar su eficacia o sus deficiencias. Por ello, se planteó que, en un país con 13 millones de habitantes en 1917, era suficiente que el Congreso sesionara dos veces por año.

En evidencia, de hace 100 años a la fecha las condiciones en que vive México se han modificado radicalmente; hoy que somos un país con casi 110 millones de habitantes, con urgencias tan graves como la pobreza en que viven más de 50 millones de mexicanos, resulta inaudita la mezquindad del Congreso al continuar sesionando sólo seis meses repartidos en dos periodos por año: de febrero a abril en el primer semestre y de septiembre a noviembre en el segundo.

Un acto ya no de grandeza, sino de congruencia elemental, sería que el Congreso, ante las severas crisis que vive el país tanto en lo económico como en lo relativo a la seguridad pública y, desde luego en lo social, se declarase en estado de emergencia nacional, y por acuerdo unánime de todos los partidos, sesionara de manera permanente de aquí al 2012 a fin de saldar los rezagos y la enorme deuda moral que tiene con el país.

Empero, para tomar una medida de esta naturaleza se requeriría, en primer lugar, de altura de miras y compromiso con la nación, y no como ahora, que la mayoría de los y las legisladoras responden a los intereses de sus gobernadores o partidos políticos. Y por si hubiese duda sobre esto, simplemente habrá que seguir las campañas políticas que se están desarrollando para atestiguar que andarán en la grilla local tratando de afianzar sus “liderazgos” y presencia locales y con ello incrementar las prebendas y privilegios de los que hoy son beneficiarios

Una buena manera de celebrar el Bicentenario sería trabajando por México, y no viviendo del presupuesto y sangrando al país, cual sanguijuelas en la piel de los desarrapados. Lamentablemente, esto no va a ocurrir y tendremos que seguir desarrollando estrategias de sobrevivencia, atrapados entre la megalomanía de un Presidente que cree poder con todo y contra todos, y un Congreso en el que pulula la mediocridad.

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