domingo, 30 de mayo de 2010

El ridículo contador de empleos del Gobierno. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Domingo, 30 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=509441

“Sería cómico, si no fuese trágico”, reza un dicho popular. Así puede resumirse el contador electrónico de empleos que presentó el secretario del Trabajo, Javier Lozano, en su última conferencia de prensa, anunciando que en lo que va del año, se han creado cerca de 400 mil puestos de trabajo “con nombre y apellido”, presume el funcionario, como si los más de 2.4 millones de “desocupados”, fuesen seres anónimos o entes imaginarios.

He sostenido a lo largo de los dos últimos años, que la estrategia propagandística del gobierno, además de mentirosa es abusiva, porque en lugar de advertirle a la población que la situación por la que atravesamos es crítica, quieren hacernos pensar que todo va bien; que si pensamos “en positivo” las cosas van a mejorar en automático, como si la realidad social respondiera a los postulados de los libros de superación personal.

Pareciera pues que el secretario Lozano basa su pensamiento en ese tipo de textos, y cree que mostrándonos “cifras maravillosas”, los mexicanos saldremos al día siguiente alegres de tener la oportunidad de buscar cómo paliar el hambre, ya sea vendiendo piratería en la mejor esquina posible, o “fayuca” en el tianguis más cercano, al fin y al cabo, la informalidad también cuenta en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

Lo peor de todo este entuerto es que pareciera que el Gobierno ya entró a un juego perverso en el que sus funcionarios intentan vendernos “cifras alegres”, mientras que los investigadores seguimos insistiendo en que no están diciendo la verdad completa, en una espiral que parece funcionar bajo el principio de a “ver quién se cansa primero”.

Así las cosas, el secretario Lozano no dice que “falta mucho”, pero que vamos por la ruta correcta. Nada más falso: sostiene que la creación de 400 mil empleos es sinónimo de inequívocos signos de recuperación. Sin embargo, lo que no nos dice, es que esos 400 mil empleos no alcanzan ni para cubrir el crecimiento natural de la Población Económicamente Activa (PEA).

Es decir, es cierto que se ha creado esa cantidad de empleos, pero lo es también el hecho de que la demanda de puestos de trabajo le supera con mucho.

Una de las lecciones elementales en los cursos básicos de estadística, consiste en advertir que se debe tener sumo cuidado en la distinción de cuándo “mucho es poco, o poco puede ser mucho”. Y aquí no depende de la perspectiva, sino de las dimensiones y proporciones con respecto a las cuales se presenta un dato o una cifra.

Para ilustrar lo anterior, veamos lo que dice el comunicado número 148/10, fechado el 25 de mayo por el INEGI: “Con datos desestacionalizados, en el mes en cuestión (abril) la Tasa de Desocupación (TD) a nivel nacional fue de 5.53% con respecto a la PEA, tasa que superó a la tasa de marzo pasado en 0.58 puntos porcentuales. La comparación anual muestra un incremento en la tasa de desocupación (5.45% vs 5.25%) y una disminución en la subocupación (9.4% vs 12%), durante abril de este año, con relación al mismo mes (sic) de un año antes”.

En función de lo anterior, vale la pena plantear una cuestión meramente lógica: según los datos oficiales, en abril de este año, en materia de desocupación, estamos peor que en el mismo mes de 2009; y también estamos peor con respecto al mes de marzo de este 2010. Luego: si estamos peor ¿cómo es que vamos por el camino correcto? Desde mi perspectiva, sostener que estamos mal, pero que vamos bien, es producto de una mente que ha perdido la razón.

Porque como muestran los datos, no es que nos estemos recuperando lentamente y de lo que se trata es de acelerar la marcha; muy por el contrario, hay retrocesos constantes. De este modo, lo evidente es que no contamos con datos que permitan afirmar que en los próximos meses, sin modificar las políticas públicas en materia económica y social, habrá una tendencia sostenida y creciente de reducción de la desocupación y con ello, de mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos.

Por ello resulta ofensiva la propuesta del señor Lozano de “flexibilizar” el mercado laboral, porque simplemente a estas alturas no hay mercado laboral al cual podamos hacer más flexible. Para sostener este dicho, apelo a la cifra de la propia Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del Primer Trimestre de 2010: de los 43.63 millones de personas ocupadas, el 64.3%, es decir, más de 28 millones, no tienen acceso a servicios de salud por el trabajo que desempeñan.

A lo anterior hay que agregar que más de 2.66 millones perciben ingresos inferiores a un salario mínimo al día, es decir, el 9.2% del total de personas ocupadas como subordinados o asalariados; de este mismo segmento, sólo la mitad cuenta con un contrato escrito.

Por todos estos datos, si el próximo mes, con información similar el secretario Lozano vuelve a presentarnos su “contador electrónico de empleos”, alguien de su equipo debería considerar seriamente recomendarle la visita a un psiquiatra.

domingo, 23 de mayo de 2010

El apantallante, pero decepcionante discurso de Calderón. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Domingo 23 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=507995

Aun cuando varios analistas políticos aseguran que la visita del presidente Calderón a los Estados Unidos fue un éxito, y que los aplausos brindados por los legisladores demócratas demuestran un fuerte compromiso del partido del presidente Obama con la agenda binacional, yo creo que el discurso del presidente Calderón en el Capitolio se ubica antes bien en una categoría que va de lo malo a lo decepcionante.

Lo anterior, porque en todo su mensaje el licenciado Calderón mostró una infinita incomprensión de lo que es el fenómeno migratorio, así como un desconocimiento mayor sobre lo que podría significar una relación bilateral en serio para el combate al narcotráfico y el crimen organizado.

Mencionó la relevancia de frenar la venta de armas de los Estados Unidos hacia México, pero no ofreció ninguna solución respecto al señalamiento que ha hecho durante varios años la publicación Small arms survey, en la que se nos ubica como uno de los países menos transparentes en el registro y control interno de armas.

Rechazó seriamente la ley SB1070, pero no fue capaz de siquiera señalar un compromiso ético con los migrantes centroamericanos y provenientes de Sudamérica, con los cuales México tiene también una enorme deuda moral.

Habló de las grandes cifras que genera el tráfico de drogas, pero omitió un crimen social mayor, que es el de la trata de personas, agenda que por más que hagan eventos oficiales sigue siendo marginal en la política de protección de los derechos humanos en México.

Calderón cree que la defensa de los migrantes está relacionada con su capacidad de generar riqueza, sin darse cuenta de que con ello le da razón a los republicanos: si son tan productivos, ¿por qué no se regresan a producir allá?

Las dudas que existen en torno a la necesidad de generar una mayor cooperación México-Estados Unidos en materia de seguridad y combate al crimen organizado tienen fuertes raíces: ¿Y el combate efectivo a la corrupción? ¿Y el control del Ejército y la reparación del daño a las víctimas civiles? ¿Y los controles de confianza para depurar a los cuerpos policiacos? ¿Y un marco jurídico que dé certidumbre y que garantice las libertades y los derechos humanos?

No, el señor Calderón no puede regresar triunfal de su gira por los Estados Unidos. Hay muchos más problemas de los que el gobierno está dispuesto a reconocer, y mucho más deudas de las que siquiera están conscientes los frívolos que lo acompañan en el Gabinete.

El señor Calderón llegó a Washington sin una agenda para la regulación financiera de los mercados y evitar no sólo otra crisis como la que estamos viviendo, sino para evitar el lavado de dinero que, no hay de otra, o pasa por el sistema bancario nacional o no hay modo de transportar toneladas de billetes a otros países.

El Presidente viajó a Washington sin una agenda novedosa, y lastimosamente se ciñó a repetir el guión que le marcaron los medios, fundamentalmente los norteamericanos.

¿Por qué no relanzar la Alianza para la Prosperidad de América del Norte? ¿Por qué no plantear una posición de dignidad, basada en lo mejor de los principios de nuestra política internacional? ¿Por qué no asumir de una vez por todas que la desigualdad entre países e interna es parte de la agenda bilateral y que en ella es en donde la migración tiene muchos de sus anclajes?

¿Por qué no plantear una agenda conjunta que, basada en la generación de bienestar y equidad, permita alcanzar metas sociales conjuntas y equilibrar los niveles de vida de ambos países, para con ello repensar el tema de un área común, de libre tránsito de personas y mercancías, fundada en el respeto de las diferencias?

Es obvio que al señor Calderón no le interesaba plantear estas cuestiones, porque nada de esto se está promoviendo en el país y porque no tiene ningún interés de modificar las condiciones estructurales de desigualdad y pobreza que han provocado el éxodo de millones de paisanos.

El discurso de Calderón es una pieza de oratoria “apantalla-tontos”. ¿Cómo se pretende establecer una nueva agenda bilateral si los planteamientos ya no sólo son los mismos de siempre, sino los que le dictaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores desde Washington?

Calderón llegó a nuestro país vecino con las manos vacías y así va a regresar. Todo, porque no hubo la capacidad, ni de él ni de la secretaria Espinosa para relanzar una alianza inteligente con los Estados Unidos.

Tenemos sin duda alguna una estrecha dependencia con respecto a nuestro vecino del norte; pero no es con base en la abyección, sino con la dignidad, como podremos ganar el respeto y el trato igual que debe prevalecer entre los Estados.

No es con discursos como vamos a cambiar nuestra realidad; por eso, me atrevo a afirmar que los aplausos brindados a Calderón en el Capitolio fueron más una estrategia sumamente inteligente de los legisladores demócratas para ganar terreno en sus propias agendas, que una demostración real de admiración por el Presidente de México. Como dirían en mi pueblo: “que se los compre quien no los conoce”.

domingo, 16 de mayo de 2010

La reforma no planteada. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Domingo 16 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=506565

No hay nada peor que carecer de la capacidad de detenerse y preguntarse a sí mismo si el camino que se ha tomado es el correcto o si la manera de andarlo es la adecuada. Lo mismo aplica para las instituciones del Estado y para quienes las encabezan.

Lo anterior viene a cuento porque al parecer nadie en la actual administración se ha detenido a preguntarse con seriedad en si el eminente fracaso al que está encaminado el Gobierno de Felipe Calderón, no tiene como una de sus aristas el propio diseño institucional con base en el cual actúa el aparato gubernamental.

Sorprende así, que en medio del debate sobre la reforma del Estado, no se haya abordado el tema de la urgencia de llevar a cabo una profunda reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, a fin de transformar la estructura gubernamental.

Pensemos por ejemplo en la administración por sectores. Tomemos además por caso al llamado sector salud. Este sector es encabezado por la Secretaría de Salud e integra a organismos como el IMSS, el ISSSTE y el DIF, amén de la existencia del Consejo de Salubridad General, el cual tiene incluso fundamento directo en la Constitución.

Así las cosas, vale la pena considerar que dada su estructura y responsabilidades, el IMSS cuenta por sí mismo con mayores recursos financieros que cualquier otra dependencia, ya no del sector salud, sino incluso de otros sectores de la administración federal. Asimismo, por sus dimensiones políticas, el ISSSTE y el DIF responden más a una lógica política presidencial que a un diseño de coordinación interinstitucional estratégico.

De esto —y obviamente de muchas otras cuestiones— resulta que las y los mexicanos recibimos servicios médicos diferenciados en calidad y oportunidad. Así, no son lo mismo las capacidades que tiene el IMSS, y por lo tanto la gama y alcances de los servicios que ofrece, que a lo que se tiene acceso mediante el Seguro Popular. De igual forma, no es lo mismo tener acceso a una de las guarderías del IMSS (aún con lo ocurrido en la guardería ABC), que a las estancias infantiles de Sedesol.

Frente a este tipo de realidades, si se lleva a cabo un análisis de los mecanismos de vinculación y coordinación interinstitucional entre los distintos sectores, nos encontraremos con que es prácticamente imposible hacer algo en serio; primero por el andamiaje jurídico que les da sustento, pero sobre todo por la estructura normativa presupuestal a la que están sujetos, pues cada uno de los Ramos Generales de Gasto, responden a una normatividad específica determinada de acuerdo con el sector de que se trate.

Por si fuera poco, el galimatías se complejiza aún más cuando se piensa en las Reglas de Operación que se diseñan para normar a los programas federales de mayor monto presupuestal, las cuales además de constituir en la mayoría de los casos verdaderos catálogos de trabas burocráticas, adolecen de disposiciones que fomenten y faciliten la cooperación y acción coordinada de las instituciones.

Dicho desde la teoría de las instituciones, nuestra administración pública no cuenta con los incentivos para fomentar la coordinación; promueve la competencia por clientelas electorales, antes que la cooperación para construir sinergias de desarrollo; alienta el uso político de las dependencias a fin de posicionar figuras personales, antes que la construcción de liderazgos sociales para la protección de los derechos sociales.

Así las cosas, tanto Vicente Fox como Felipe Calderón decidieron gobernar como los más priistas de los panistas, basándose en las estructuras de gobierno autoritarias y patrimonialistas heredadas del régimen anterior, sin comprender que el desarrollo democrático también debe leerse en clave de desarrollo institucional.

En ese sentido, resulta limitado pensar que la reforma del Estado se reduce a la transformación del régimen presidencialista. Lo resulta aún más el pensar que mediante la incorporación de figuras como la ratificación de funcionarios por el Congreso se incrementará automáticamente la eficacia de las instituciones, como si ésta dependiera exclusivamente de la capacidad de sus titulares.

Pensemos por un momento en que efectivamente el nombramiento de los secretarios de Estado deba pasar por la ratificación del Congreso: ¿Combatiríamos con mayor eficacia la pobreza, con la misma estructura con que cuenta actualmente Sedesol? ¿Se podría garantizar mejor el derecho a la salud con la dispersión que hoy priva en ese sector?

¿Por qué no aspirar a un sistema universal de salud que brinde servicios bajo estándares mínimos de calidad? ¿Por qué no transformar a los programas de combate a la pobreza en políticas de protección de derechos sociales? ¿Por qué no exigir un sistema asistencial en el que operen mecanismos de protección a los vulnerables como el seguro de asistencia social?

Esas y otras medidas serán imposibles de llevarse a cabo si continuamos operando con las estructuras que actualmente tenemos en la administración pública; y lo mismo puede argumentarse si se piensa en seguridad pública, en medio ambiente, trabajo etcétera.

En la reforma del Estado, tan importantes resultan las instituciones que cuentan votos como las responsables de revertir la desigualdad y la pobreza; fenómenos que vulneran a la democracia tanto como un fraude electoral.

domingo, 9 de mayo de 2010

Los males de los niños y la educación en México. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión, Domingo 9 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=505116

Si es cierto que el secretario Lujambio tiene aspiraciones presidenciales, debería saber que las probabilidades de éxito de llegar a la candidatura de su partido, pasan necesariamente por una gestión exitosa al frente de la SEP. Si no hubiera tales aspiraciones —que honestamente lo dudo—, su responsabilidad constitucional basta y sobra para exigirle cuentas sobre la educación en nuestro país.

Al respecto vale la pena traer a cuento la reciente publicación de los resultados de la Encuesta de Salud en Estudiantes de Escuelas Públicas en México, 2008, coordinada por la talentosa Tere Shamah y el actuario Oswaldo Palma.

La Encuesta incluyó 15 temas relacionados con la salud de los estudiantes de la educación básica, y los resultados que arroja son más que preocupantes, más aún si se considera que ante los resultados, el secretario Lujambio no ha dado a conocer ningún plan especial para una transformación de las condiciones en las que estudian nuestras niñas, niños y adolescentes.

Será lamentable que, una vez más, contemos con indicadores y estudios de calidad, y la reacción institucional simplemente sea la de pronunciar un discurso, casi siempre malhecho, en torno a que la realización de tal o cual estudio “demuestra” la preocupación del gobierno, y … bla, bla, bla.

Lo que es evidente es que la palabrería no alcanza para resolver los problemas nacionales, y que no basta pronunciarlos o mostrarlos para erradicarlos. Decir que algo se va a hacer no es equivalente a decir qué es precisamente lo que habrá de llevarse a cabo, ni mucho menos implica tiempos y posibilidades de evaluar con base en resultados.

La encuesta revela, en primer lugar, que a pesar de que desde 2001 hay un Programa Intersectorial de Educación Saludable (PIES), a la fecha no se conoce ningún resultado de sus avances, cosa que debería ser preocupación también del Dr. Córdova Villalobos, si es que también aspira a ser Gobernador de Guanajuato.

Debe destacarse pues, que la Encuesta revela que en el ciclo escolar 2006-2007, el 2.8% de los escolares reprobaron en la educación primaria. El dato es realmente de terror, pues si se considera que según los datos de la SEP, en ese año habría 13,401,193 niñas y niños inscritos en la primaria, entonces el número de reprobados ascendería a 375 mil 323 niñas y niños.

Asimismo, es de considerarse que el 1.4% de los escolares declaró no haber asistido al ciclo escolar anterior, debido fundamentalmente a problemas familiares económicos o de salud; esto significa que casi 192 mil niñas y niños de primaria no pudieron asistir a la escuela, cuando se supone que este país cuenta con la capacidad económica y de infraestructura para garantizar que ninguna niña o niño esté privado de su derecho a la educación.

Otro dato a destacar es que el 5.4% y el 4.9% de estudiantes de primaria y secundaria tienen extra-edad grave, es decir, están sumamente rezagados con respecto al grado que deberían estar cursando. En números absolutos se trata de casi 725 mil niñas y niños de primaria y 275 mil de secundaria; o sea, prácticamente un millón que enfrenta esta problemática.

Casi el 10% de las viviendas en que habitan los estudiantes de primaria y secundaria, tenía en el año de su levantamiento, piso de tierra. Otro 10% carecía de agua entubada, con un promedio de 20 litros por persona (cuando el estándar internacional es de casi el doble); prácticamente el 15% en los dos niveles educativos presenta problemas visuales; 50% tiene caries; casi el 85% no tiene esquema completo de vacunación en primaria, mientras que, segmentando por grupo de edad, casi el 25% de los menores de 10 años no ha completado el esquema de vacunación.

En materia de enfermedades respiratorias agudas, prácticamente el 40% de todos los estudiantes de primaria y secundaria presentan prevalencia; y aquí lo más grave: sólo el 67% de los estudiantes menores de 10 años y el 44.9% de los mayores de 10, recibieron atención médica.

Para colmo, las niñas y niños escolarizados viven problemáticas en los extremos: mientras que poco más del 8% de todos los estudiantes presentó bajo peso y talla para su edad, uno de cada tres presenta sobrepeso más obesidad. Igual de grave resulta el hecho de que uno de cada cinco niñas y niños presentaron anemia en la primaria, mientras que prácticamente uno de cada siete en secundaria se encontraba en la misma condición.

Lo que nos revelan estos datos es que el gobierno mexicano carece de una agenda adecuada para la protección de los derechos de los niños; que las ambiciones políticas siguen anteponiéndose al interés superior de la niñez, y que por si fuera poco, las y los diputados se la pasan en la vagancia y la irresponsabilidad, antes que atender este tipo de cuestiones.

México vive una profunda tragedia debido al incumplimiento de los derechos de las niñas y los niños, y muy en particular, los relativos a una vida saludable y a una educación oportuna y de calidad. El diagnóstico ahí está; la pregunta al secretario Lujambio es ¿qué sigue y cómo piensa resolverlo?

miércoles, 5 de mayo de 2010

Entre el apocalipsis y un Congreso mediocre. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Jueves 6 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=504541

Lo esperable de cualquier jefe de Estado es que al momento de pronunciar sus mensajes públicos, las palabras que utiliza sean elegidas cuidadosamente; la mesura, la sobriedad y la prudencia debieran ser los ejes rectores de su discurso, y la inteligencia y una profunda vocación pedagógica, sus virtudes.

Por ello, sorprende el mensaje emitido por el licenciado Calderón, quien más que como jefe del Estado mexicano se presentó a sí mismo en su visita oficial a Alemania como la versión posmoderna, nada menos que de Juan el Evangelista, y más aún, como el mesías contemporáneo que es capaz de derrotar, no a cuatro, sino a cinco jinetes del Apocalipsis.

Un tono de discurso así hace pensar que el titular del Ejecutivo está viendo películas de contenido muy extraño o realizando lecturas relacionadas más con las supuestas profecías mayas sobre fin del mundo en 2012, que con una comprensión clara de lo que está ocurriendo en el país.

No hay duda de que el licenciado Calderón se quiso mostrar como el verdadero promotor de las buenas y maravillosas cosas que ocurren en México, que todos deberíamos ser —si es que algún día tenemos dinero para viajar al extranjero—, con la salvedad de que resultó un poco exagerada su auto-presentación como el Avatar de los males nacionales, e incluso planetarios, por aquello de que “salvamos” al mundo al combatir sin tregua, cual “cazadores de microbios” a la tenebrosa influenza que nos atacó el año pasado.

Mientras tanto, las iniciativas en el Congreso se mantienen en “la congeladora”, pues los principales funcionarios y empleados del Presidente, o están ocupados ofreciendo disculpas por las tropelías cometidas por las autoridades en la lucha contra el narcotráfico, o bien, se mueven en la frivolidad absoluta, como el señor César Nava, a quien se le ve sumamente ocupado en las sesudas sesiones que deben significar las entrevistas que le hacen los medios de espectáculos, y que en sus ratos libres trabaja como presidente nacional del PAN.

Esta ineficacia del aparato gubernamental no exculpa, desde luego, al Club de Becarios de San Lázaro, quienes aprobaron la sorprendente cifra de 81 iniciativas, de 992 presentadas a lo largo del primer año legislativo, lo que significa la impresionante productividad de 8.1 por ciento.

Ante estos resultados, una propuesta que los ciudadanos deberíamos promover es que a las y los legisladores, ya que están tan preocupados por impulsar la flexibilización del mercado laboral, se les aplique un sistema de pago basado en resultados. Así, en este caso, podríamos reducir su salario a un 8 por ciento del monto total, y en función del incremento en su capacidad de analizar y dictaminar leyes, que para eso fueron votados, realizar los incrementos respectivos en sus percepciones salariales.

Al respecto, vale la pena pensar en la actual estructura orgánica y funcional del Congreso de la Unión, pues un tema que no ha sido analizado seriamente es que cuando fue promulgada la Constitución, se asumió que la creación de leyes y probables reformas al texto constitucional, requerían de tiempo para probar su eficacia o sus deficiencias. Por ello, se planteó que, en un país con 13 millones de habitantes en 1917, era suficiente que el Congreso sesionara dos veces por año.

En evidencia, de hace 100 años a la fecha las condiciones en que vive México se han modificado radicalmente; hoy que somos un país con casi 110 millones de habitantes, con urgencias tan graves como la pobreza en que viven más de 50 millones de mexicanos, resulta inaudita la mezquindad del Congreso al continuar sesionando sólo seis meses repartidos en dos periodos por año: de febrero a abril en el primer semestre y de septiembre a noviembre en el segundo.

Un acto ya no de grandeza, sino de congruencia elemental, sería que el Congreso, ante las severas crisis que vive el país tanto en lo económico como en lo relativo a la seguridad pública y, desde luego en lo social, se declarase en estado de emergencia nacional, y por acuerdo unánime de todos los partidos, sesionara de manera permanente de aquí al 2012 a fin de saldar los rezagos y la enorme deuda moral que tiene con el país.

Empero, para tomar una medida de esta naturaleza se requeriría, en primer lugar, de altura de miras y compromiso con la nación, y no como ahora, que la mayoría de los y las legisladoras responden a los intereses de sus gobernadores o partidos políticos. Y por si hubiese duda sobre esto, simplemente habrá que seguir las campañas políticas que se están desarrollando para atestiguar que andarán en la grilla local tratando de afianzar sus “liderazgos” y presencia locales y con ello incrementar las prebendas y privilegios de los que hoy son beneficiarios

Una buena manera de celebrar el Bicentenario sería trabajando por México, y no viviendo del presupuesto y sangrando al país, cual sanguijuelas en la piel de los desarrapados. Lamentablemente, esto no va a ocurrir y tendremos que seguir desarrollando estrategias de sobrevivencia, atrapados entre la megalomanía de un Presidente que cree poder con todo y contra todos, y un Congreso en el que pulula la mediocridad.

sábado, 1 de mayo de 2010

Las profundas fisuras de la globalización. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Domingo 2 de Mayo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=503837

De Oaxaca a Grecia, de Arizona al Vaticano, a donde se mire, hay evidencia de profundas fisuras en el modelo de globalización vigente. Sin duda, hoy como nunca confluyen factores de crisis y saturación ética por doquier: la pobreza, cuya condición afecta a casi tres mil millones de personas en todo el planeta, de los cuales aproximadamente una tercera parte vive en lo que se denomina pobreza atroz, es decir, la hambruna y la miseria absolutas como condición de existencia.

El filósofo Peter Sloterdijk habla de tres modelos de globalización. A la primera la denomina como globalización cósmico-urania, la cual da inicio con el pensamiento griego y la universalización del pensamiento racional.

A la segunda la caracteriza como una globalización terrestre, la cual inicia con los viajes de Colón y culmina con la expansión de las capacidades de movilización planetaria a través de la mecanización de las naves trasatlánticas, el ferrocarril y la aparición de los aviones; a ello habría que agregar como corolario, desde mi perspectiva, la carnicería y el espanto producido por la Segunda Guerra Mundial.

La tercera forma de globalización, en la propuesta de Sloterdijk, es la globalización electrónica, la cual aún no alcanza su cúspide y, podríamos decir, todavía no termina de configurarse, pues la globalización terrestre aún no ha terminado de irse, aun cuando sus andamiajes teóricos y ontológicos persisten y conviven con nuevas formas de construir identidades y procesos de integración a escala planetaria.

Una de las cuestiones que deben considerarse en este tipo de análisis es que los procesos que se describen tienen a su vez distintas formas de construcción, según la región del mundo en que se vive. No es lo mismo la vida en la globalización en Europa que en América Latina, el Asia pobre o el África subsahariana.

A pesar de ello, hay nuevas formas de confluencia y simultaneidad de acciones que sorprenden: un activista finlandés muere asesinado en Oaxaca: la paradoja no sólo estriba en el hecho de que un ciudadano del país más equitativo del mundo caiga abatido por las balas asesinas en uno de los enclaves mundiales de pobreza y desigualdad, como es Oaxaca, sino en la afortunada confluencia del compromiso con los derechos humanos en uno y otro polo del planeta.

La crisis de la migración en España, Alemania o Francia no es tan distinta a la que se vive hoy en Arizona; en todos los casos se da la contradicción de una defensa brutal por la apertura de las aduanas y como contrapartida el cierre de las fronteras. Es decir, por un lado libre paso al capital y las mercancías y por el otro la criminalización y el hostigamiento a los pobres y excluidos que huyen de la pobreza y desigualdad que privan en sus países.

Las crisis financieras se han convertido en las plagas del siglo XXI: un día hunden a países en una región y al siguiente se aparecen cual Mefistófeles en el otro lado del mundo, haciéndonos prisioneros de una angustia permanente ante la cual los únicos a salvo son quienes ya tienen casi todo, liderados por un grupo cínico de especuladores que han retomado a la usura –hoy sofisticada mediante la utilización de las más avanzadas herramientas tecnológicas– como credo incuestionable del funcionamiento económico planetario.

Frente a todos estos dilemas y muchos más, las iglesias, principalmente la católica, han perdido una buena parte de sus capacidades de liderazgo y, peor aún, han dejado de ser referentes éticos para muchos de sus fieles.

Las versiones contemporáneas del mercado total, ni siquiera soñado por los más férreos mercantilistas de los siglos XVI y XVII, han mostrado la brutalidad y la ausencia de toda posibilidad de justicia, que supuestamente sería autogenerada y regulada por la “mano invisible” planteada por el padre del liberalismo moderno.

El Estado, el último de los constructos de la modernidad con la capacidad de conducir la vida social, se ha retraído ante los embates de la avaricia privada, y hoy lucha de manera desesperada para construir nuevas reglas. Así se percibe en el caso estadunidense, o de las instituciones europeas, las cuales no aciertan aún a exorcizar el inaudito hundimiento de la economía griega, así como la fragilidad de las deudas de España y Portugal.

De esta forma, nuestra incapacidad nacional para generar suficientes empleos dignos para todos no es sino el otro lado del oscuro rostro de una globalización fragmentada y fracturada en sus capacidades para la inclusión económica, política y social de todos, en un mundo caracterizado por la complejidad y la diversidad.

Enfrentamos modelos de racismo creciente, sin parecer entender que históricamente, en momentos de crisis generalizadas, los violentos toman la palestra y frecuentemente tienen éxito en sus ambiciones.

El racismo, los nacionalismos extremos y otras formas de intolerancia hoy asumen nuevos rostros que se esconden tras las máscaras hipócritas de la defensa del Estado de derecho, dando la espalda a la defensa de los derechos humanos y con ello a la esencia misma de la democracia. La Ley SB1070 es un claro ejemplo de estas graves fisuras de la globalización.