domingo, 27 de enero de 2008

La Globalización y el Declive del Bienestar. La Crónica

Por: Saúl Arellano Opinión
Periódico La Crónica (www.cronica.com.mx)
Domingo 27 de Enero de 2008 Hora de publicación: 00:22

La organización Internacional del Trabajo publicó en 2004 el informe de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, titulado “Por una Globalización Justa: Crear Oportunidades para todos”. En este texto, la Comisión sostiene: “Creemos que la perspectiva dominante, en lo que atañe a la globalización, debe dejar de ser una preocupación limitada a los mercados y convertirse en una preocupación más amplia respecto a la gente (…) Una mejor globalización es la clave que permitirá lograr una vida mejor y segura para la gente de todo el mundo en el siglo XXI”.Esta declaración merece al menos dos reflexiones: una relativa al hecho de que la globalización no es un concepto ideológico, sino histórico, esto es, un concepto que define una realidad que se ha configurado a escala mundial y que ha sometido a prácticamente todas las personas a sus lógicas y dinámicas. En resumen, la globalización es un hecho y no hay nada que puede hacerse para revertirla, al menos en el corto plazo. La segunda reflexión tiene que ver con otro hecho irrefutable: tal como se desarrolla actualmente, la globalización ha generado condiciones de inequidad, injusticia, pobreza y exclusión alrededor de todo el mundo y es preciso transformar esas condiciones en aras de construir un mundo en que las personas puedan realizar con dignidad sus proyectos de vida.Por otra parte, el informe de esta Comisión Mundial, nos alerta sobre un hecho: esta globalización tiene como referente a los “pedestales de las salas de juntas de las empresas y los gobiernos” y no a las necesidades reales de las personas que en su vida cotidiana resienten y padecen las consecuencias de una globalización injusta.Resulta paradójico que a menos de 4 años de haber lanzado este llamado a construir una nueva globalización, la OIT nos advierta que ante la turbulencia económica global es probable que el mundo vea cómo más de 5 millones de personas perderán sus empleos.En su documento “Tendencias mundiales sobre el empleo en 2008”, la OIT nos alerta de que en 2007, sólo 61,7% de las personas en edad de trabajar estaban empleadas, es decir, 3 mil millones de personas. Esta cifra logró alcanzarse gracias a un crecimiento económico global de 5.2% en 2007, a través del cual se crearon 47 millones de empleo en todo el mundo el año pasado; empero, esta cifra no logró ni de lejos contribuir a reducir el desempleo masivo que se vive a escala global.Estas cifras, sin embargo, al desagregarse a nivel regional y analizar el caso de la región de América Latina y El Caribe, lo que se encuentra es que es la única región del mundo en la que creció el “empleo vulnerable”, esto es, el empleo sin seguridad social y que las personas pueden perder en cualquier momento; así, la OIT nos informa que en nuestra región este tipo de empleo creció del 31% a poco más del 33% de la población que actualmente trabaja, datos consistentes desde luego con el crecimiento de la economía informal y hasta ilegal en nuestra región y en México.Ante estas advertencias, los gobiernos de todo el mundo han tenido respuestas tímidas, si no es que hasta débiles y cobardes, en la redefinición de lo que el bienestar significa y en la restitución de capacidades de los Estados para incidir positivamente en la generación de mecanismos de protección social efectivos y de cobertura universal.Charles Bukowsky, en su cuento “Acción”, escribe sobre uno de sus personajes situado en la crisis económica de los años 70: “¡Qué bien le iba entonces! Ahora debía más dinero del que jamás podría ganar. Estaba en la ruina, el gobierno estaba en la ruina, el mundo estaba en la ruina. ¿Quién coño tenía el maldito dinero?”Esta reflexión pareciera escrita para nuestro momento de una globalización que en los círculos financieros internacionales se percibe a sí misma como gloriosa; circuitos que han entrado a lógicas esquizofrénicas, que a su vez se convierten en verdaderos espasmos psicóticos en momentos de crisis como la que estamos atravesando ahora mismo en todo el mundo ante el anuncio de una segura ralentización de la economía norteamericana y más aún, ante la posibilidad de una recesión global.Juan Somavia, director general de la OIT sostiene que la realidad económica mundial debe hacer entender a las clases dirigentes que la sola generación de empleos no se traduce de manera automática en generación de empleos dignos; esto es, con seguridad social y perspectiva de estabilidad. Esto debe llevarnos, sostiene Somavia, a situar a las políticas de empleo en el centro de la definición de las políticas macroeconómicas para garantizar que el crecimiento sea integrador y permita darle a la gente posibilidades de empleo digno.Al contrario de esta visión, en nuestro país hemos visto encumbrarse desde hace ya varios años tanto en las instituciones hacendarias como en las de diseño de las políticas económicas a verdaderos “talibanes del mercado” dispuestos a hacer valer sus dogmas económicos a cualquier costo y seguir sosteniendo que la mejor política de fomento al empleo es “que no haya tal política”. La Secretaría de Economía necesita un vuelco en sus visiones y debe reconocer que ante la crisis del empleo mundial, renunciar a la generación de capacidades de intervención del Estado en la generación de bienestar es apostar por un futuro de menor calidad de vida y de menores oportunidades para realizar plenamente los derechos humanos y sociales de las personas.La cuestión aquí consiste en reconocer que el Estado Mexicano no ha logrado pensar de manera adecuada a la globalización, ni ha logrado plantearse de manera seria el punto crítico de todo este debate: ¿cómo generar una nación justa y cómo el Estado puede darle certeza a todos de que por el hecho de ser mexicanos contaremos con la protección social necesaria para vivir la vida con dignidad?En el mismo texto citado, Bukowsky retoma el tema: “Pero ¿Qué era justo? ¿Ha habido alguna vez un instante de justicia para los pobres? Toda esa mierda sobre la democracia y las oportunidades con la que los alimentaban era sólo para evitar que quemaran los palacios. Claro, de vez en cuando había un tipo que salía del vertedero y lo conseguía. Pero por cada uno que lo conseguía había cientos de miles enterrados en los barrios bajos o en la cárcel o en el manicomio o suicidados o drogados o borrachos. Y muchos más trabajando por un sueldo de miseria, desperdiciando sus vidas por la mera subsistencia. La esclavitud no ha sido abolida, solamente se ha expandido para incluir a nueve décimas partes de la población. En todas partes. Santa mierda”.Esta visión, que para algunos parecía apocalíptica y exagerada en los años 70, se nos revela hoy, a la luz de los años, como una detallada descripción del mundo del desempleo y del hasta ahora inevitable declive del bienestar en que vivimos: miles de vidas frustradas; miles de sueños apagados; y miles de ilusiones y proyectos truncados por la incapacidad de los Estados y de nuestras instituciones para ponerle límites a una globalización que hoy no alcanza a ser ni justa ni incluyente.Debe insistirse en que requerimos de una nueva inteligencia social; de una nueva capacidad para procesar la complejidad en que vivimos y de una renovada voluntad política y ética, para ponerle límites a los intereses que tienen a esas 9 décimas partes de la población mundial, sumidas en la frustración y el espanto.
sarellano@ceidas.org

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