jueves, 10 de enero de 2008

Los telelocos en Guanajuato. El Correo

Pos Saúl Arellano
Miércoles, 09 de Enero de 2008

Guanajuato está una vez más en el ojo del huracán en la prensa nacional. Y una vez más, los guanajuatenses hemos sido expuestos al ridículo nacional por la miopía y la eterna confusión de las autoridades emanadas de Acción Nacional, de querer hacer de sus creencias y moral personales, morales y creencias de obligatoriedad pública, violentando los principios más elementales de separación del poder civil con respecto a cualquier tipo de orientación religiosa. El día lunes, el periódico Reforma consignó en su primera plana la decisión del Gobierno del estado de transmitir, en la televisora que se financia con los recursos públicos de la entidad (Canal 4-TV), una telenovela con la intención de evangelizar y de promover los valores de la iglesia católica.
Más allá de que se trata de una entidad con una población mayoritariamente católica, la decisión de invertir en una programación confesional nos evidencia la posición del gobierno del estado: no se promoverá la formación de conciencia ciudadana, basada en los valores y conciencia crítica que nos manda la Constitución General de la República.
La pregunta, por obvia que parezca, debe hacerse ¿Por qué el gobierno del estado quiere que la población siga sumida en la ignorancia y en una actitud de irracionalidad? La respuesta, por simple que parezca también debe sostenerse: porque una población sin capacidad de crítica es una sociedad dócil, conformista y sin deseos de transformación de sus condiciones de vida.
Invito a los lectores a que hagan una reflexión y se pregunten lo siguiente: ¿Por qué un país como Inglaterra, con una tradición monárquica y religiosa sumamente fuertes, es al mismo tiempo cuna de una de las democracias más sólidas del mundo, la cual cuenta con uno de sus principales instrumentos educativos en una de las televisoras más importantes del planeta, que es nada menos la BBC ? La respuesta es simple: en Inglaterra se entendió desde hace cerca de 500 años, que la educación no ponía fin a las tradiciones; antes bien podía afianzarlas. Más aún, que el pensamiento crítico antes que amenazar a la unidad y la estabilidad de su sociedad, la dotaría de capacidades para la equidad, para la solidaridad y para el desarrollo de todos.
Sin duda lo anterior se logró con base en distintas decisiones e instrumentos promovidos y alentados desde el Estado; pero es innegable que la televisión, como herramienta educativa de la población jugó un papel fundamental en la formación del buen gusto y de capacidades de entretenimiento y esparcimiento de alta calidad de los televidentes, lo cual obligó a las televisoras y radiodifusoras privadas, a mejorar la calidad de los contenidos y en general de sus programaciones.
La decisión de transmitir una telenovela católica, auspiciada con recursos públicos, que además fueron clasificados como “confidenciales”, lo que nos evidencia es una actitud confesional y carente de todo sentido del Estado de derecho y de la formación de una sociedad realmente democrática y laica.
En la década de los 80 surgió en los Estados Unidos de Norteamérica una película que en inglés se titulaba simplemente “UHF”, y que fue traducida al Español como “Los Telelocos”. En esta cinta, Alfred Matthew Yankovic, quien protagoniza al personaje central, junto con un grupo de verdaderos fracasados, se hacen de una televisora y con base en una programación absurda y estúpida, logran convertir a su canal en el más exitoso. La película, por supuesto, representa una crítica a la “programación basura” de la mayoría de los canales norteamericanos, y desde luego, a la falta de visión crítica de las teleaudiencias.
Alguien podrá argumentar: si esto ocurriera en la realidad (las televisoras nacionales son un claro ejemplo), se trata de privados haciendo negocio con otros privados. Sin duda que en ello hay mucho de razón. Empero, en nuestro estado se trata de recursos públicos desperdiciados, sobre todo cuando la televisión puede cumplir un papel educador fundamental, y más aún si consideramos que somos uno de los peores estados en materia educativa en el país.
Hoy la televisora pública con que contamos, lamentablemente se ha convertido en una versión bizarra de “Los telelocos”: de una farsa ante lo ridículo de la programación de las televisoras norteamericanas, pasamos a la imposición de una programación confesional que nadie pidió y que contraviene todos los contenidos de nuestra legislación en materia de laicismo: aquí lo que ocurre es que se quiere imponer desde el poder una visión del mundo y de la vida, y eso es lo que no puede admitirse. Es la libertad de creer, de pensar y de estar informado, derechos consagrados en nuestra Constitución, lo que está en juego.

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