miércoles, 7 de abril de 2010

Lo nacional de la UNAM y el presupuesto de los políticos. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Miércoles 7 de Abril, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=499008

En el marco del Diálogo Bicentenario por un México Social, Rolando Cordera sostuvo: “lo nacional de la UNAM debe tener una expresión territorial”. Con esto, explicaba el Maestro emérito, lo que se quiere decir es que la Universidad tiene en las ideas la mayor fuente de legitimidad para recorrer el país y promover un nuevo diálogo político y social.


No son pocos los logros que ha obtenido la Universidad en la última década. De hecho, si se compara su rendimiento frente al de los partidos políticos, en función del presupuesto público que reciben, las diferencias serían abismales.

Para el año 2010, el Congreso aprobó a regañadientes un presupuesto de poco más de 23 mil millones de pesos para la UNAM. Por su parte, el IFE solicitó un presupuesto de seis mil 200 millones de pesos para sus gastos de operación, más tres mil millones para financiamiento de los partidos políticos.

De acuerdo con el estudio sobre el poder adquisitivo de los profesores de la UNAM, editado por el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía, un “Profesor Asociado A” tenía en 2005 un sueldo nominal mensual de $7,606.00. Un diputado federal en ese mismo año recibía al menos $120,000.00 mensuales, es decir, 15.77 veces más que un profesor universitario.

Por la Universidad Nacional han pasado los dos mexicanos galardonados con el Premio Nobel en los últimos 30 años; la UNAM ha recibido además distinciones como el Premio Príncipe de Asturias; y en los últimos diez años ha avanzado gradualmente en los “ranking” internacionales más relevantes, situándose entre los primeros 100 centros de educación superior a escala mundial.

Por el contrario, lo que vimos en la semana anterior a la de Pascua en el Congreso, nos hace pensar que nuestros representantes populares se encuentran al nivel de los políticos de países bananeros, en los que la diatriba y la carencia de inteligencia asoman por todos lados.

La UNAM también se encuentra en su Centenario y es motivo de celebración. Su campus ha sido integrado al catálogo del Patrimonio Cultural de la Humanidad, y cada vez más estudiantes, profesores, artistas, literatos, filósofos y científicos, obtienen distinciones que no sólo son una muestra fehaciente de su talento, sino que además contribuyen a poner en alto el nombre del país.

Si el Presidente de la República quiere realmente que se hable bien de México en el exterior, debería considerar mayores inversiones, no sólo para la UNAM sino para todo el sistema de universidades públicas, ya que es en las ciencias y las humanidades en donde podremos encontrar nuevas rutas y salidas a nuestros problemas.

Hoy que el país vive una ola de violencia atroz; que hay discordia política por todos lados; que dirigentes de los partidos actúan con una mezquindad inusitada, llama poderosamente la atención el intenso activismo del rector Narro, quien se ha dedicado a promover la discusión de propuestas que, en sus propias palabras, hacen énfasis en el rescate social del país a fin de evitar seguir creciendo sólo para una minoría.

Hacer realidad la propuesta de Rolando Cordera, en el sentido de devolverle a la UNAM su carácter nacional, implica la voluntad de destinar más recursos y presupuesto para la investigación, la publicación de textos, la creación científica y tecnológica; así como el desarrollo del arte y la filosofía.

Pensar en “lo nacional” de la UNAM no sólo implica ampliar la cobertura y la oferta de la universidad superior; se trata de sembrar por todo el país el espíritu crítico; la vocación solidaria con los demás; la sensibilidad social en el análisis de nuestros problemas más graves, y sobre todo, la construcción de propuestas de inclusión y combate a la desigualdad y la pobreza, que caracterizan a nuestra máxima casa de estudios.

Sin embargo, un proyecto así requiere de una acelerada transformación de nuestro sistema educativo, lo que nos trae de nuevo al tema de los presupuestos. Mientras el Gobierno y las y los legisladores no comprendan que seguir invirtiendo menos del uno por ciento del PIB en investigación científica y tecnológica vulnera nuestra soberanía y nos condena al atraso, un proyecto de inclusión social como el que representa la UNAM no podrá llevarse a cabo.

Mientras los políticos no generen las condiciones para revertir el hecho de que sólo seis de cada 10 jóvenes en edad de asistir al bachillerato y que sólo tres de cada 10 en edad de asistir a la Universidad puedan hacerlo, México seguirá condenado al fracaso.

El Presidente quiere que se hable bien de México en el extranjero: pues bien, aquí va una propuesta: que en el siguiente paquete fiscal incluya un incremento de recursos para llegar al 1.5% del PIB en la inversión pública en ciencia y tecnología; así como en dos puntos adicionales del PIB en educación en todos los niveles, y que mantenga estos criterios de gasto hasta finalizar su sexenio. De hacerlo, le puedo garantizar que habrá una mucho mejor imagen, de México y de su gobierno, pero sobre todo, habrá contribuido a revertir una buena parte de la desigualdad que sus propias políticas han fomentado.

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