domingo, 20 de abril de 2008

Otra Vez el Hambre

Por: Saúl Arellano Opinión
Domingo 20 de Abril de 2008 Hora de publicación: 01:32
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=358048
Cuando William Clinton terminó su segundo periodo de gobierno hace ya casi ocho años, nadie pensaba que el superávit comercial, los equilibrios financieros y el poderoso ritmo de crecimiento de la economía norteamericana se desplomaría en menos de una década y sumiría al mundo en un clima de riesgo que amenaza con más pobreza y desolación en múltiples regiones del mundo.La década de los 90 y los inicios del nuevo siglo han estado marcados por severas crisis financieras de los llamados “países con economías emergentes”. El “efecto samba” en Brasil; el “efecto tequila” en nuestro país, y más recientemente el llamado “efecto tango”, en Argentina, tuvieron severos impactos en la economía global, mostrando con ello que la globalización no sólo ha llegado para quedarse, sino que además los efectos colaterales de lo que ocurre en cualquier punto de la tierra repercute necesariamente en prácticamente todas las regiones.Lo más sorprendente de lo que hoy estamos viviendo, es que la crisis económica que se ha estado “cantando” desde principios de este 2008, proviene del mismo epicentro de la economía global: ya habíamos tenido advertencias de la irresponsabilidad de muchas compañías y sectores económicos en los manejos de sus cuentas y con ello, en la estabilidad financiera no sólo de sus países de residencia, sino de toda la economía mundial. Así los casos de Enron y otras empresas en Europa y los propios Estados Unidos de Norteamérica, que hoy ha implosionado bajo los efectos de la crisis inmobiliaria que ha generado una probable recesión económica en aquel paísLos efectos de lo anterior no se han hecho esperar. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha ajustado todas sus proyecciones de crecimiento, incluido nuestro país el que, a pesar de la negación del Secretario de Hacienda, difícilmente podrá superar los dos puntos porcentuales del PIB en este año.Por si fuera poco, la ya aceptada recesión de la economía de los Estados Unidos de Norteamérica y sus efectos globales, está acompañada por una crisis mundial del sistema alimentario que ha prendido los focos de alarma de todos los organismos internacionales promotores del desarrollo social y humano.El Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha hecho énfasis reiteradamente en la necesidad de modificar las políticas económicas de las economías más desarrolladas y transformar las perspectivas agrícolas globales para situarlas en dos nuevas dimensiones: a) la crisis ecológica global y; b) el crecimiento en el consumo de alimentos en países como China e India, lo cual ha generado dinámicas inflacionarias en el sector agrícola mundial que no se habían vistos desde hace muchos años.Así, la FAO muestra cómo a partir de 2004 ha habido una inflación en los precios internacionales de los alimentos, cercanos al 80%, y en casos como el trigo, el incremento ha llegado ya en este 2008 a 180%; con la advertencia adicional de que estos precios no regresarán a los niveles de 2004 sino hasta aproximadamente el 2015.La economía, ciencia de vastos supuestos, y en los principales círculos financieros globales, de poca claridad ética y moral, ha podido hacer poco para predecir los efectos de un sistema global cada vez más interconectado y cada vez más interdependiente. Lo peor del caso es que esto de lo que hoy se habla se había venido advirtiendo desde que el consumo de leche, granos, cereales y carne, comenzó a crecer exponencialmente en China e India desde la década de los 90 en que, ambos países, registraron tasas de crecimiento económico cercanos o incluso superiores al 10% anual.Así, los “genios” de la economía globalizada —y verdaderos atalayas de la ideología del libre mercado a cualquier costo—, no pudieron prever que ante el crecimiento de precios de los hidrocarburos, y ante la rápida expansión de las economías asiáticas, comenzaría a generarse una reducción en el “stock” mundial de alimentos con el consecuente aumento de sus precios.Cualquier persona que haya leído un manual básico de economía puede saber que el incremento en la demanda, genera casi siempre un incremento en los precios. Y este principio tan básico es el que los organismos financieros internacionales y los otros “genios”, sus representantes en las instituciones financieras nacionales, casi siempre en los ministerios de Hacienda y los bancos centrales, no pudieron prever y tomar las medidas necesarias para evitar que los logros en la reducción de la pobreza y el hambre conseguidos en los últimos años, se vean hoy comprometidos y exista la posibilidad de graves regresiones.La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) publicó este mes de abril sus estimaciones sobre el incremento en el número de personas pobres y personas en situación de hambre en América Latina de continuar las tendencias actuales. Así, la CEPAL estima que en 2007 había en América Latina 68.5 millones de personas en condiciones de indigencia, es decir, un 12.7% de la población total de la región; sin embargo, si se considera un incremento anual de 15% en el precio de los alimentos (proyección aún conservadora), esta suma crecería a 84.2 millones de personas. Con respecto al número de pobres, la CEPAL estimaba un 35% de la población de la región en condiciones de pobreza; sin embargo, con la misma consideración de incremento en el precio de los alimentos, el porcentaje podría incrementarse hasta el 37% lo que implicaría un total de 204 millones de pobres en la región. En cualquiera de los escenarios previstos, aún atenuados por incrementos en los ingresos de las personas, la realidad que implican es simplemente inaceptable.La pregunta obligada es qué estamos haciendo en nuestro país para enfrentar esta crisis, más aún cuando debe insistirse, el ajuste en las estimaciones de crecimiento nos dicen que no pasaremos de un 2% del PIB, lo que implica un rezago brutal en la generación de empleos dignos y capacidades de ingreso para las personas; más aún si se considera que la política de contención salarial que priva desde la década de los 90 no permitirá la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores, con lo que el incremento real de los salarios no rebasará en promedio el 3%.Con estas cifras será difícil continuar con la reducción de la pobreza: sin generación masiva de empleos; con una política social dedicada al simple reparto de cheques y acciones de asistencia social para la supervivencia; con un sistema político entrampado en la “coyuntura del día siguiente” y en acusaciones mutuas tendientes al absurdo, nuestro país seguramente verá un año más perdido en la generación de mejores condiciones de vida de millones de mexicanos y en la reducción de la pobreza.Los disturbios ya comenzaron en Haití, Egipto y otros países de África y Asia. El descontento se enseñorea en prácticamente todo el orbe y el malestar social se incrementa día a día con la incomprensible incompetencia de nuestra clase política para enfrentar estos y los demás retos de la cuestión social.De este modo, entre la frivolidad y la ineficacia del Gabinete que en poco ayuda al presidente Calderón a destrabar el conflicto político; entre los intransigentes de toda la vida en el PRD, dedicados a negar la esencia de la vida política, que es el diálogo y la inteligencia; y con un PRI entrampado en sus propias lógicas y disputas internas, nos enfilamos hacia el 2009, año electoral en el que antes que ejercicios y propuestas hacia la conciliación nacional, lo más probable es que estaremos viendo nuevas muestras de los “cochineros” de los que los partidos políticos son capaces y que sorprendentemente, encuentran siempre nuevas vías para dejarnos perplejos ante sus acciones.El hambre de las personas no puede reducirse a una discusión de cifras, y frente a ello no puede dejar de señalarse el extravío de una clase política que no comprende que la discusión y los pactos políticos no pueden limitarse, como hasta ahora, al reparto de cargos y posiciones en el Gabinete, el Congreso o los gobiernos locales, sino que debe enfrentar de una buena vez la terrible desigualdad y el hambre que hoy más que nunca, amenaza con hacer “metástasis” ante la indolencia y la desvergüenza de los políticos.

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