domingo, 22 de marzo de 2009

Truncar la ruta de los hombres perversos. Periódico La Crónica

Saúl Arellano Opinión
Domingo 22 de Marzo, 2009 Hora de modificación: 00:31
Hora de modificación: 00:31

¿Quieres seguir tú la antigua ruta que pisaron los hombres perversos?
Libro de Job, 22-15. Biblia de Jerusalén
¿Quiénes son los hombres perversos? La Real Academia de la Lengua define al vocablo “perverso” como un adjetivo que cualifica algo sumamente malo, que causa daño intencionadamente. En función de lo anterior, no es difícil imaginarse en nuestra realidad cotidiana la inmensa cantidad de personas a las que puede adjudicárseles este adjetivo. A pesar de ello, en este artículo quiero referirme a un tipo particular de hombres perversos: los que viven y conspiran desde el poder ya sea el político o el económico.En su maravilloso texto, La ruta antigua de los hombres perversos, René Girard nos dice: “La ruta antigua de los hombres perversos comienza por la grandeza, la riqueza, el poder, pero concluye con un fulminante desastre”.Bernard Madoff, por ejemplo, es hoy el prototipo del hombre perverso a escala global en el mundo de la economía; en palabras igualmente de Girard, “Es uno de esos hombres cuya carrera puede acabar muy mal porque ha comenzado muy bien”. Y vaya que terminó mal; defenestrado incluso por sus antiguos amigos, muy probablemente terminará sus días en la cárcel.Madoff corresponde a la figura del hombre estrepitosamente caído. Con anterioridad adulado, reconocido, envidiado, la coyuntura actual lo llevó al colapso absoluto; a la pérdida de todo o casi todo lo que con anterioridad los otros hombres y mujeres le envidiaban: el reconocimiento público sobre la figura mítica del prohombre de negocios. Hoy no es visto sino como un vulgar ladrón global, que engañó con éxito reiterado a muchos.Pero, más allá de la culpabilidad de Madoff; ¿no será éste otro caso de un chivo expiatorio mundial? ¿No se trata de una víctima propiciatoria a través de la cual el capitalismo salvaje que nos llevó a la crisis que hoy encaramos, pretende expiar sus culpas y generar una figura simbólicamente sacrificial?Madoff, por las evidencias que se han dado a conocer públicamente es sin duda un hombre perverso; pero lo son también quienes actuaron en su propia lógica; quienes trataron de hacer del juego de la simulación y el fraude la ruta hacia el poder, la riqueza y los privilegios excesivos; nada menos que la ya señalada ruta de los hombres perversos.La hipocresía global se revela en el caso Madoff. Por ello es el chivo expiatorio por excelencia; la identificación mimética generada por la insana envidia que sus corifeos, socios y hoy víctimas le prodigaban el día de ayer, hoy se ha transformado en una identificación mimética para la condena. La unanimidad de la crítica y condena a Madoff es sospechosa en ese sentido. Alguien tiene que pagar los platos rotos y no hay un mejor mecanismo que el de la condena individual; es decir, la particularización de la venganza que precisamente evita el juicio colectivo sobre la escandalosa orgía financiera mundial de la que muchos participaron y de la que aún hoy muchos se siguen beneficiando.Los especuladores que se han enriquecido y que han multiplicado sus fortunas a costa de buen parte de las reservas internacionales de nuestro país son verdaderos hombres perversos; lo son también quienes desde las instituciones públicas los han solapado y protegido del juicio público; defensa que evita precisamente la ya señalada estrepitosa caída que pudieran llegar a tener si se diera la unanimidad de la condena en su contra.Quizá ésa sea por otro lado, la parte más siniestra que rodea a los hombres perversos: la de la impunidad de la que gozan, la mayoría, a lo largo de sus vidas. Así vemos en nuestro contexto nacional a personajes que viven en y desde la perversidad con entera impunidad: un gobernador que puede ordenar la tortura de una periodista y mantenerse en su cargo es un hombre sin duda impune; otro más que puede permitir que su procurador de justicia encubra la tortura y muerte de un campesino a manos de policías ministeriales, y luego lo promueva como candidato a presidente municipal de la capital de su estado es sin duda impune. Las rutas de los hombres perversos están relacionadas con la traición al pueblo; con el abuso de los débiles; con la acción sin escrúpulos en contra de los amigos; con el exceso de poder; con la tiranía; con el enriquecimiento ilícito; con la vacuidad de los privilegios sin límites a costa de la miseria y desigualdad de las mayorías.Por eso, señala Girard, “Vox populi, vox dei. Como en la tragedia griega, el ascenso y la caída de los grandes constituye un misterio sagrado cuya conclusión es la parte más preciada. Aunque siempre sea la misma, siempre se espera con impaciencia”. El autor nos dice también: “el periodo durante el cual los malos y los malditos gozan del favor divino dura lo bastante como para colocar a los “justos” al borde de la desesperación”.Estas ideas de Girard llevan necesariamente a “la otra orilla”; es decir, a la perspectiva de las víctimas. Si el actuar de los hombres perversos no conoce límites, entonces su capacidad de lastimar, herir y sobajar a los demás se extiende indefinidamente a lo largo del tiempo; lo que sin duda lleva a que las víctimas, o reaccionen, o caigan en el más ignominioso estado de servidumbre.El problema con las víctimas es que en las condiciones actuales no tienen a quien recurrir para exigir justicia. Regresando al texto de Job, éste dice amargamente: “No es un hombre como yo para decirle, “Comparezcamos juntos en un juicio. No hay un árbitro entre nosotros que ponga su mano entre los dos, que aparte su látigo de mi vista y no me espante su terror. Entonces hablaría sin temerle, pus no soy culpable a mis ojos” (Libro de Job, 9, 32-35)Es esta la misma posición de la víctima y por ello Girard sostendrá que la ruta antigua de los hombres perversos sigue siendo la misma el día de hoy. Los perversos en el poder son los que roban, mienten, amenazan, torturan e incluso asesinan, pero que no pueden ser llevados a juicio, porque no hay tribunales adecuados para juzgarlos.Al respecto, vale la pena destacar que el día de mañana, 23 de marzo, se cumplirán 15 años del cobarde asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Ese 23 de marzo de 2004 se consumó una verdadera suplantación de poderes en México, operada por muchos de los hombres más perversos que a la fecha siguen impunes. Como en la ruta de Job, Carlos Salinas de Gortari fue literalmente linchado; y se convirtió en el perfecto chivo expiatorio que permitió la “purificación” de los cómplices del complot que llevó a la muerte a Colosio.El proceso electoral de 2009 estará plagado de candidaturas que serán entregadas a numerosos perversos (y en esto indudablemente también hay perversas); el riesgo de nuevos atentados es real; y la ciudadanía una vez más estará atrapada en la mediocridad de las propuestas y la vacuidad de las plataformas de los partidos.Las mujeres y hombres perversos están en todas partes y en todas las esferas del poder político y económico. Es a ellos a los que hay que truncarles su ruta. Si bien un final desastroso es deseable, zanjar su camino y evitar mayores males a posibles víctimas lo es mucho más.Esa debe ser una de las tareas prioritarias en la reconstrucción de una ética civilizatoria en medio de las crisis globales que hoy vivimos: truncar de manera definitiva la ruta que han seguido y que hoy siguen los hombres perversos.

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