martes, 17 de noviembre de 2009

La estructura política anquilosada. Periódico El Universal

Ignacio Alvarado

El Universal
Martes 17 de noviembre de 2009


El volátil diseño del gobierno empeoró a inicios de la década; la mayor pluralidad y transparencia electoral no supuso cambios en el andamiaje normativo institucional, generando situaciones anómalas, dicen especialistas

En 2009 morirán 30 mil niños menores de un año como consecuencia de enfermedades en extremo prevenibles; 900 mil ciudadanos engrosarán las filas del desempleo, sumando con ello cerca de 3 millones de excluidos del sistema productivo. Entre los más jóvenes, otros 3 millones estarán sin escuela, mientras persiste la cifra de 6 millones de analfabetas. En el campo, más de millón y medio de agricultores trabajarán la tierra con ánimos de supervivencia.


Tal es el panorama que muestran cifras oficiales, tanto gubernamentales como de organismos internacionales. La realidad más cotidiana es un reflejo del derrumbe del país, cuyo sistema de gobierno es incapaz de subvertir ese declive, de acuerdo con analistas consultados. En poco más de una década, México no sólo perdió liderazgo regional, sino que extravío el rumbo. Va a la deriva como nación y ninguno de los especialistas ve signos de cambio en lo inmediato.

“La pobreza no se ha reducido, los servicios públicos no han mejorado, debido a que no hemos podido crear empleos. Lo que ha provocado el gobierno es un círculo, ya no digo vicioso, sino perverso, donde la desigualdad es cada vez mayor”, dice Saúl Arellano, director de Investigación del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social AC (CEIDAS).

César Cansino, profesor investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, asegura que la inversión en áreas fundamentales como educación, ciencia, tecnología, agro y desarrollo social es insuficiente o surge de programas mal diseñados. El volátil diseño del gobierno empeoró al comienzo de la década, con el arribo de un nuevo partido al poder.

Explica que “la llegada de una mayor pluralidad, de mayor competencia y de mayor transparencia en los procesos electorales no supuso la transformación del andamiaje normativo institucional, generando situaciones anómalas, contradictorias con la democracia”.

En todo caso, dice, la alternancia mostró con crudeza un país inacabado, en el que todo está por hacerse. “Lo vemos en todos los rubros: en materia de procuración de justicia, de reformas estructurales; en la construcción misma de las instituciones democráticas que aseguren el Estado de derecho y que preserven las garantías individuales”.

Erróneo, diseño de políticas

México se encuentra a la zaga en casi cualquiera de los rubros de inversión decisiva que convirtieron a países como Brasil en un referente de desarrollo.

En salud, el gasto ejercido por el gobierno equivale a 2.9% del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con datos de 2006 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), mientras que Argentina y Brasil destinan 4.58% y 4.92%, respectivamente.

En el plano educativo, el país también queda rebasado por las dos naciones sudamericanas: Brasil destina 4.87% de su PIB y Argentina 5.07%, mientras que México alcanzó, en 2006, 4%. En ciencia y tecnología la inversión no alcanza siquiera 1%, lo que por ley debió ocurrir desde hace tres años.

Arellano asegura que la baja inyección de riqueza nacional a estos sectores se complementa con diseños absurdos de inversiones para el desarrollo de la producción en el campo o el combate a la pobreza, en donde miles de millones de pesos se pierden anualmente sin alcanzar una meta de crecimiento.

Al año, el gobierno destina 240 mil millones de pesos al campo y 40 mil millones de pesos para el combate a la pobreza extrema. Pero la miseria no sólo se mantiene, tanto en zonas rurales como urbanas, sino que crece de forma gradual. Hasta ahora, dice el investigador del CEIDAS, no existe un solo pobre que haya abandonado esa condición a partir de la ayuda que recibe del gobierno.

“Es verdad que el gasto social se ha ido incrementando año con año, pero lo que no ha hecho el gobierno es un análisis del impacto. Es decir, tenemos evaluaciones de gestión, pero no resultados. Eso es gravísimo, porque cuando uno ve los resultados del programa Oportunidades a casi 10 años de su operación, no ves un solo pobre que haya dejado de serlo”, dice Arellano, quien afirma que el problema radica en el esquema que se sigue para ejercer el gasto.

“Cuando estalló la crisis de los precios de los alimentos, la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas) advirtió a México que los programas de recursos condicionados, como el de Oportunidades, funcionan cuando tienes un mercado eficiente; es decir, cuando la cadena de producción está vinculada a la de la distribución y ésta a mercados eficientes de la distribución y consumo final”.

El resultado de un diseño como el descrito por el investigador tiene un final adverso: los pobres compran malo y caro. Pero lo peor es que México ha entrado en una desestructuración rural, que pasa de lo estrictamente productivo a lo social e impacta al país entero.

Además de pobres, analfabetas

De los 19.5 millones de personas que viven en pobreza alimentaria, 12.2 millones radican en el campo. En 2007, la cantidad de mexicanos en extrema pobreza era de 14.4 millones. La cifra se elevó en 5 millones en los últimos dos años, cuando el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) calculó que la canasta básica alimentaria subió 12.5%, en contraste con un aumento salarial que no va más allá de 4%.

Son datos a los que no se han incorporado los cruces de 2009, cuando 900 mil individuos perdieron su empleo.

Además de pobre, México es un país de analfabetas y desertores escolares. Informes de la Auditoria Superior de la Federación revelan que el país invierte sólo 2.2% del gasto total en infraestructura para escuelas primarias y secundarias, cuando el promedio sugerido por la ONU es mayor a 8%.

Con base en los números, una inversión al doble produciría un crecimiento económico tres o cuatro veces mayor al que se registra ahora, y de ahí que los expertos enfaticen en la reducción de capital destinado al sector educativo.

Los indicadores de la CEPAL muestran claramente la realidad mexicana: en 2003 se alcanzó el punto máximo de inversión, con 4.1% del PIB; en 2004 cayó a 3.7%, y en 2005 volvió a 4.0%.

La base educativa es quizá la inversión que más garantiza un mejor futuro para cualquier país. El Programa de la ONU para el Desarrollo concluye que por cada año adicional de estudios, un individuo obtiene ingresos mensuales promedio de 450 pesos. Aplicada la fórmula a México, una persona que termina la preparatoria obtiene un ingreso 400 veces superior al de quien tiene la secundaria.

Con una tasa de deserción de 40% en bachillerato, y 6 millones de iletrados, México parece condenado a permanecer en el hoyo de la pobreza.

De acuerdo con la CEPAL, Chile invierte menos porcentaje de su riqueza al sector educativo, 3.18% en 2006, pero erradicó el analfabetismo. La tendencia de inversión aumenta en ese país, mientras que en México ocurre lo contrario.

No sirvió la alternancia política

El daño previsible ante el retroceso en inversión en educación, parece haber sido advertido por los legisladores.

El pasado 10 de noviembre, José Trinidad Padilla, presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, anunció que el Congreso buscaría reasignar 20 mil millones de pesos al gasto educativo para no tener un país generador de “pobres e ignorantes”.

Un día después, la Cámara de Senadores solicitó a los diputados federales considerar recursos suficientes para alcanzar la inversión de 1% del PIB en ciencia y tecnología, algo que por ley debió alcanzarse desde 2006.

La intención no basta hasta que se aplique en hechos, dice el investigador del CEIDAS: “El país está condenado a seguir en el atraso cultural, tecnológico y científico, porque hoy 40% de la riqueza en el mundo se genera en el área del conocimiento. Tenemos las peores inversiones, no viene la alta tecnología, no hacemos innovación, no tenemos patentes y, por lo tanto, no tenemos un mayor ingreso en términos de población, pero tampoco de crecimiento económico”.

La disfunción de las instituciones y el mal diseño de los presupuestos tienen origen en intereses ajenos al gobierno. El investigador en Ciencia Política Israel Covarrubias sostiene que esa condición se acentuó al comienzo de la década, con la alternancia en el poder.

“El hecho de que México, progresivamente en la última década, se desplazó de ese lugar privilegiado que tenía como cabeza en el concierto latinoamericano, se debe un poco a esta ausencia del Estado. No sé si se deba exclusivamente a los panistas, a Vicente Fox o a Felipe Calderón, pero sí creo que ha habido una pérdida de la noción de Estado”.

La fractura laboral

Datos consignados por el CEIDAS indican que entre 1993 y 2008 el país incorporó a 15 millones de personas a la población económicamente activa. Pero de ellos, 10 millones están en el mercado informal, y de los restantes 5 millones que hallaron cabida en áreas formales de la economía, 60% carece incluso del derecho a la seguridad social.

En los hechos, las cuotas obrero-patronales registradas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fueron en decadencia desde 2002. Partiendo de los indicadores manejados por el IMSS, el empleo formal no ha crecido desde 2000.

Al segundo trimestre de 2009, 43.3 millones de ciudadanos registraban ingresos por acción de su trabajo. De ellos, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo señala que 5.6% percibe menos de un salario mínimo, y en el rango inmediatamente superior, con ingresos que van de entre uno y dos salarios mínimos, se encuentran otros 9.6 millones de mexicanos.

Impacto en la forma de morir

La pobreza y el desempleo, o el empleo de baja calidad, inciden en la salud y la manera en que mueren los mexicanos.

En 2007, el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) registró el deceso de 512 mil personas. De ellas, 30 mil contaban con menos de un año.

Los cánceres de mama y cérvico-uterino mataron a 9 mil mujeres, y las enfermedades infectocontagiosas acabaron con otros 6 mil individuos.

El dato que destaca es el de los 30 mil niños que mueren anualmente, debido a que seis de cada 10 pudieron salvarse con atención médica simple.

“Cuando uno ve la cantidad de niñas y niños que se enferman por desnutrición, no lo puedes creer”, dice Saúl Arellano, quien asegura que “en este país tenemos los dos extremos: 10% de niños con problemas graves por obesidad, de un lado, y con desnutrición crónica por el otro, quienes literalmente se están muriendo de hambre”.

No vislumbran “salvación”

Los polos opuestos se notan también en la disposición de la infraestructura. Los grandes residenciales que se levantan en San Pedro Garza García, el municipio más rico del país, son la orilla contraria de lo que se vive en la montaña de Guerrero, donde se concentran las comunidades más empobrecidas no sólo de México, sino del planeta.

La desigualdad es impresionante, dice Israel Covarrubias. A partir de 2004 el tema comenzó a discutirse en los recintos académicos, por un elemento fundamental que plantea una pregunta: “¿Cómo se llegó a tales niveles cuando se alcanzaron altos índices democráticos en el país?”

México es la decimocuarta economía mundial, pero se encuentra en la posición 53 entre las naciones con mejor desarrollo humano. Su nivel de desigualdad, compara Saúl Arellano, es igual al de El Salvador o Perú, naciones con mucho menos riqueza. En síntesis, dice el experto, “aquí (en México) es como si tuvieras a Estados Unidos y a Zambia bajo un mismo territorio”.

Para ello no hay salidas visibles, advierte el investigador de la Universidad de Puebla César Cansino:

“Siendo realistas, creo que la situación será cada vez peor. Los indicadores económicos tenderán a deteriorarse. Los sectores que han sido estratégicos para apuntalar nuestra economía irán perdiendo capacidad, precisamente porque no se han querido modificar los principios bajo los que se sostienen. Si el sector energético fue un pilar para el crecimiento en las mejores décadas de la economía nacional, ahora será un lastre y abonará al deterioro económico, desalentando a otros sectores de la economía. México está a la deriva"

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