domingo, 29 de noviembre de 2009

Violencia contra niños: impunidad y muertes evitables

Saúl Arellano
Domingo 29 de Nov., 2009
Hora de modificación: 02:15
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=472310

Hay distintas formas de ejercer la violencia. Una de las más ocultas es la violencia ejercida por omisión o negligencia en la procuración de protección y cuidado, mayoritariamente ejercida contra las niñas y niños.


El pasado 20 de noviembre se celebró el XX aniversario de la Convención sobre los derechos del niño. Cabe destacar que una de sus principales aportaciones es haber establecido la obligatoriedad de su cumplimiento, y con ello, la responsabilidad de los Estados, de velar por la protección del interés superior de la niñez.

La convención prohíbe toda forma de abuso, maltrato, violencia, tratos crueles o degradantes en contra de los niños; y establece también principios elementales para evitar que la violencia sea cometida no sólo por acción, sino por omisión.

El tema es de singular relevancia, porque la inmensa mayoría de muertes de niñas y niños menores de cinco años en todo el mundo y en nuestro país, están relacionadas precisamente con la ausencia de cuidado o prevención, tanto de las familias como de las autoridades del Estado.

El tema es de relevancia mayor. La convención reconoce a las niñas y niños como sujetos plenos de derechos; lo que representa una profunda transformación con respecto a la llamada “doctrina tutelar”, pues implica reconocer que el cuidado de las niñas y niños es responsabilidad, sí de las familias, pero también de las instituciones públicas.

En una reciente actualización de su sitio de internet, la Organización Mundial de la Salud destaca, con datos del 2007, que al año mueren cerca de nueve millones de niños en todo el mundo antes de cumplir los cinco años; esto es, una cifra de 24 mil 657 fallecimientos diarios, dato de escándalo si se considera que el 70% son originados por causas prevenibles. Son muertes que no es exagerado calificar de las “muertes de la pobreza”.

Del total de esos decesos, el 2% son originados por el VIH-sida, es decir, 180 mil anuales, lo que implica un promedio de casi 500 muertes diarias. Otro 9% es provocado por enfermedades infecciosas y parasitarias, es decir, 810 anuales o 2,219 diarias. 16% es generado por diarrea, es decir, casi 145 mil por año o 3 mil 945 diarios; el 17% es provocado por enfermedades respiratorias agudas, esto es, un promedio de 153 mil fallecimientos anuales ó 4 mil 191 diarios.

Es de destacarse además, que un 4% de esas muertes son generadas por accidentes (una de las causas de muerte calificadas por la OMS como “violentas”) es decir, un promedio de 360 mil al año, o casi mil diarias por esta causa.

En México, según las estadísticas sobre defunciones del INEGI, se registraron entre 2005 y 2007, un total de 93 mil 927 fallecimientos de menores de un año, esto es, casi cuatro muertes por hora.

Las cifras para las niñas y niños entre uno y cuatro años son, aunque mucho menores, también preocupantes. En el mismo periodo, se registraron 18 mil 630 fallecimientos para los niños de este grupo de edad; esto implica un promedio diario de 17 decesos, o bien, de una muerte cada 42 minutos.

Si se suman ambas cifras, el resultado es, hay que reiterarlo continuamente, inaceptable por donde quiera vérsele: 102 muertes diarias de menores de cinco años. Si se utiliza el mismo promedio obtenido por la OMS, relativo a que el 70% de esos fallecimientos son prevenibles, estaríamos hablando de que en nuestro país hay 71 muertes prevenibles y en exceso prevenibles todos los días, de menores de cinco años.

Es aberrante descubrir que entre estas muertes, las que tienen como causa la violencia se han incrementado gradualmente desde la década de los 90. Para ejemplificar, baste señalar que mientras que en el año 2000, el porcentaje de niñas y niños de cero a cuatro años que fallecieron por causas violentas fue del orden del 8%, en 2006 la cifra se situó en 8.3%, con un pico histórico en 2004 de 8.4%.

En números absolutos, pensando en los años 2006 y 2007, habría un promedio anual de 2 mil 470 muertes violentas de niñas y niños de cero a cuatro años, es decir, casi cinco mil niños en ese grupo de edad muertos por violencia en sólo dos años. A estas cifras deben agregarse las relativas a las defunciones ocurridas por violencia en el grupo de edad de cinco a 14 años, en las cuales, según los datos de INEGI, en los años 2005 y 2006 habría habido al menos 2 mil 488 muertes anuales.

La pregunta obligada ante estas siniestras cifras es ¿cómo es posible que en México mueran por causas violentas, todos los días, un promedio de 13 niñas y niños menores de 14 años?

Una respuesta que puede ayudar a comprender la oscuridad de estas cifras se encuentra en la impunidad imperante en el país. Emblemáticamente, habría que pensar en las víctimas de la Guardería ABC.

Esta realidad nos sitúa como un país de cínicos, en el que por si fuera poco, el Gobierno federal nos dice que su política social será seguir haciendo más de lo mismo, y en el que en términos generales, seguimos siendo una sociedad que tolera la violencia infanticida.

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