domingo, 22 de noviembre de 2009

Medicinas falsas, una agenda olvidada.Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Domingo 22 de Nov., 2009
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=470829

Hay quienes siguen creyendo que los temas de seguridad nacional están relacionados exclusivamente con las actividades de “inteligencia”; el combate y la prevención del terrorismo, o más recientemente, con el combate al narcotráfico.

Frente a esta visión, hay expertos que muestran que la seguridad nacional está relacionada también con los temas de la cuestión social, pues en medio de la pobreza y las desigualdades globalizadas, el descontento social puede llevar al debilitamiento de los regímenes democráticos.

Desde septiembre de 2008, mes en que estalló la crisis por la que atravesamos, académicos y analistas de toda clase y calibre, han advertido sobre la posibilidad de “estallidos sociales.

La seguridad nacional, pues, está vinculada a temas y procesos, muchas veces “subterráneos”, casi invisibles, que cuando afloran en su magnitud es muy difícil revertirlos dada la magnitud de las consecuencias que tienen en la vida y en la forma de ser de las personas.

No es exagerado decir que uno de esos temas en nuestro país es el de la falsificación de medicamentos, fenómeno ante el cual, la Cofepris ha ido de mal en peor, pues no ha logrado generar las capacidades ni las alianzas interinstitucionales para combatir con eficacia, de la mano con la industria farmacéutica y los distribuidores, candados que eviten la falsificación de las medicinas y su comercialización.

La revista Perspectivas, publicada por la Organización Panamericana de la Salud, sostiene en su número 11 de 2007, que “Las estadísticas no son precisas, pero se suele citar que del 6% al 10% de todos los fármacos que circulan en el mundo son fraudulentos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que los productos falsificados o adulterados representan entre el 5% y el 8% de los 550 mil millones de dólares que mueven por año los medicamentos.”

En efecto, en su Informe 2008, la OMS advierte de la magnitud global de este problema: “Es imposible cuantificar la amplitud de la falsificación. Sin embargo, el número de incidentes detectados en 2007 aumentó a más de 1,500 (o sea, una media de más de cuatro casos diarios), lo que supone un incremento de aproximadamente el 20% con respecto a 2006, y de 10 veces más en comparación con 2000. Estos aumentos reflejan una mayor capacidad de detección e información, pero, al mismo tiempo, revelan que el problema va en aumento.”

El panorama en México no es menor. Todos los estudios realizados por la OMS, y los documentos generados por “IMPACT”, la alianza global más importante en materia de combate a la falsificación de medicamentos, advierten que en los países en donde hay mayor corrupción, pobreza y desigualdad, el crimen de la falsificación de medicamentos encuentra campo fértil para proliferar y crecer.

Dado nuestra nada honrosa posición entre los países más corruptos del planeta; y dadas las magnitudes de la pobreza y la marginación, es altamente probable que la falsificación de medicamentos en México no sólo no pueda ser contenida, sino que, ante la ingente necesidad de las personas, el delito puede crecer con consecuencias realmente graves para la salud de las gente que los consumen, pero también para las condiciones generales de la salud pública debido a la posible generación de mayor resistencia o capacidad de mutación de los virus y las bacterias.

En su artículo La falsificación de los medicamentos en los países menos desarrollados, Julian Morris y Phillip Stevens, del International Policy Network, ponen en evidencia la magnitud del problema de nuestro país: “México es una importante fuente de medicinas falsificadas; el valor anual de dicho negocio se estima allí en US$ 650 millones, lo cual se acerca al 10 por ciento de las ventas totales de fármacos en el país”.

Si lo que se estima que la delincuencia obtiene por ingresos generados por la falsificación de medicamentos, supera el presupuesto anual de una dependencia como el Sistema Nacional DIF, es de destacarse simple y llanamente que estamos en problemas.

Ante esta situación, que no es exagerado calificarla de “muy grave”, la Cofepris nos dice que sólo el 1% de los medicamentos en México son falsos. Como puede verse, hay una discrepancia mayúscula con los datos proporcionados por fuentes independientes, y más valdría que las autoridades comenzaran a darnos explicaciones racionales sobre el “por qué” en la magnitud de las diferencias; esto, porque lo que está en juego es nada menos que la salud y la vida de las personas.

Los datos del Banco de México señalan que el incremento registrado entre octubre de 2008 y octubre de 2009 en el gasto en salud y cuidado personal de los mexicanos creció 5.7%, mucho más que la inflación promedio; y que dentro de ese capítulo, son las medicinas uno de los capítulos que más han presentado incrementos.

Ante tal escenario, es probable que la población, ante la severa crisis y el desempleo masivo que nos azota, decida comprar medicamentos de dudosa procedencia. Ante ello, las autoridades siguen asumiendo discursos triunfalistas que definitivamente no caben cuando se está hablando de la salud y la vida de las personas. Lamentablemente, para esta administración, la falsificación de medicinas es una agenda olvidada.

No hay comentarios: