domingo, 11 de mayo de 2008

Y sin embargo ... no habrá menos pobres. La Crónica de hoy

Por: Saúl Arellano Opinión
Domingo 11 de Mayo de 2008 Hora de publicación: 02:23
El Gobierno Federal puso en marcha una nueva estrategia a través de la cual buscará ser más eficaz en el combate a la pobreza. Bajo el paraguas comunicacional de “Vivir Mejor”, el gobierno federal asume una tarea que desde hace años era urgente, y que consiste en darle una mejor coordinación a los programas públicos dirigidos a reducir la pobreza.Este planteamiento destaca por muchas cosas, menos por ser novedoso. En efecto, desde el año 2005 las y los investigadores que participamos en la construcción del Informe Alternativo sobre el Cumplimiento de los Derechos de los Niños, hicimos evidente que los programas públicos y el aparato institucional responsable del desarrollo social carecía de los mecanismos de coordinación y vinculación que pudieran darle mucho mayor eficacia y sentido a la política social a fin de darle prioridad al cumplimiento de los derechos de los niños, bajo el argumento de que un país en el que los derechos de los niños se cumplen a plenitud, seguramente existen las condiciones y posibilidades para cumplir con los derechos de todos.Este argumento fue igualmente presentado hace unos meses, cuando el CONEVAL publicó su evaluación en torno a los programas sujetos a reglas de operación, los cuales de acuerdo con los criterios de ese estudio, nuevamente fueron señalados como poco coordinados; sin mecanismos de flexibilidad para adecuarse a las condiciones regionales y con una estructura sectorial que impide desde el aparato burocrático movilizar mayores recursos y sumar capacidades en la generación del desarrollo social.De tal forma que la propuesta que hoy hace el Gobierno federal, reconoce lo que ya se había dicho en diversas evaluaciones (lo cual debe decirse, no es un asunto menor); sin embargo, el problema es que en el documento de 54 páginas que se dio a conocer a la opinión pública, no se encuentran los detalles sobre cómo se va a generar esta coordinación; sobre cómo se van a evaluar los resultados del impacto que tendrá en el mediano y largo plazo esta estrategia y mucho menos, de dónde van a salir los recursos para la instrumentación de las acciones complementarias a través de las cuales se pretende llegar a quienes hoy no son beneficiarios de los programas de combate a la pobreza.Este punto es importante de ser destacado. Desde hace varios años, y consta en entrevistas, varios investigadores hemos señalado defectos graves del Programa Oportunidades: primero, en las zonas indígenas y rurales más pobres no tiene presencia, lo que ha dejado a más de 1 millón de familias fuera de su padrón. La nueva estrategia dice que atenderá inicialmente a 150 mil familias, con 500 pesos bimestrales; la cuestión positiva es que por primera vez se atenderá a quienes nunca se había llegado; la mala noticia es que seguirán fuera de los programas alrededor de 850 mil familias sin contar con la protección a que tienen derecho, con el agregado a discutir si es justo que a estas familias se les entreguen 250 pesos mensuales, y a las beneficiarias de Oportunidades hasta tres o cuatro veces ese monto. ¿Hay “pobres de primera y de segunda”? ¿Se puede ser inequitativo desde el Estado? Y lo más interesante: de verdad transfiriendo dinero a los pobres se puede resolver la pobreza. Desde mi humilde opinión, es evidente que no. La segunda cuestión importante en torno al Programa Oportunidades es que no se plantea ninguna modificación a sus reglas de operación para garantizar la permanencia en el programa de niñas y niños que se mueven estacionalmente siguiendo, junto con sus familias, los ciclos de las cosechas de un campo mexicano que si ya tenía dificultades, la nueva crisis alimentaria global lo ha puesto al borde del colapso. Estas niñas y niños jornaleros, migrantes temporales dentro de su propio país, no cuentan con los apoyos ni las condiciones necesarias para, al menos, ver garantizados sus derechos más elementales, amén de que el objetivo central de la política pública debería consistir en sacarlos de esta dinámica y protegerlos a través de servicios sociales elementales de salud, educación, vivienda y alimentación.Tal y como reza la sabiduría popular, cuando se analizan las cosas, “el diablo está en los detalles”. Y uno de los “detallotes” que no se han considerado suficientemente en esta propuesta se encuentra, en que no hay un solo párrafo en el documento que ha circulado públicamente en torno a “Vivir Mejor”, en el que se nos explique cómo se va a avanzar en la federalización de los recursos. Esto lleva a preguntas elementales: ¿de verdad la Federación cuenta con mejores capacidades operativas y de trabajo en campo, que las autoridades locales? ¿La política social puede continuar operando bajo el esquema de programas centralizados, sin participación en la ejecución de los recursos y el desarrollo de los programas, de los gobiernos estatales y municipales?Debe destacarse además que estas observaciones giran sólo alrededor del diseño y contenido de lo que el gobierno ha propuesto como documento de “avanzada” de su nueva estrategia; empero, hay preguntas mayores que debemos hacernos: ¿No debería la política social reformarse considerando amplios consensos nacionales para lograr avanzar sobre el terreno de la desigualdad, que es mucho más grave y profunda que la pobreza en que vivimos?¿No deberíamos estar discutiendo nuevos arreglos y pactos sociales dentro de nuevas esferas de justicia en las que un planteamiento serio debería dirigirse hacia la redefinición de los mecanismos de acceso a la garantía de nuestros derechos económicos, sociales, culturales y ambientales?Dicho de otra manera, ¿no estamos confundiendo el síntoma con la enfermedad? Porque lo que acontece en nuestro país no podría suceder de no ser por las enormes estructuras burocráticas, administrativas y económicas que han llevado a que la desigualdad sea una consecuencia directa de cómo operan las instituciones. La nueva estrategia “Vivir mejor” es importante porque por primera vez reconoce lo que la administración de Vicente Fox se negó a siquiera considerar como posibilidad de diagnóstico. Sin embargo, esta estrategia no puede ser considerada como el punto de destino, sino apenas como el primer paso para convocar a un nuevo conjunto de arreglos sociales que permitan redefinir los arreglos sociales en que vivimos y que tiene sumida casi la mitad de la población en algún grado de pobreza.Douglas North nos dice que las instituciones son “las reglas del juego” sobre las que las sociedades se organizan, funcionan y distribuyen tareas y beneficios. Si esto es así, nuestras instituciones requieren de una profunda reforma que no sólo las vuelva más funcionales, sino que permita garantizar relaciones recíprocas de organización, funcionamiento y distribución de la riqueza social.Lo anterior —agrega North— implica la existencia no sólo de un conjunto de “instituciones subyacentes” que en lo operativo permitan una adecuada operación del funcionamiento institucional macro, sino sobre todo, de valores y acuerdos políticos de gran envergadura, que permitan, con el consenso de todos, redefinir tareas, responsabilidades y criterios de equidad justos para todos.En ese sentido, es preciso decir que ningún político puede darse por satisfecho mientras que en Santa Catarina, en Guanajuato; en Batopilas, en Chihuahua; en Metlatónoc, en Guerrero; o Churumuco, en Michoacán y otros cientos de municipios del país, tengamos a gente literalmente a punto de morir por hambre o enfermedades prevenibles y curables; y frente a ellas tengamos a municipios como León, Juárez, Acapulco o Morelia, en donde las condiciones de vida, en general, son presentan indicadores similares a las de algunos países europeos.La desigualdad que vivimos y la crudeza y los nuevos rostros de la pobreza de hoy no se van a resolver sólo con esta nueva estrategia de “Vivir Mejor”. Requerimos de otro pacto social, porque de lo contrario vamos a seguir con nuestras “impresionantes mediciones estadísticas” de la pobreza, mientras que los más pobres y necesitados van a seguir, hay que insistir en ello, literalmente “muertos de hambre”. El “Ya basta” que emitió el Presidente en contra del crimen organizado debería extenderse a un “ya basta” frente al hambre, la muerte y la enfermedad de millones de pobres, en su mayoría niños y niñas, que no tienen ninguna alternativa viable de futuro. Esperemos que en aras de un porvenir deseable para todos, así sea.

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