domingo, 26 de octubre de 2008

Escuchar a la UNAM y al Politécnico Nacional. Periódico La Crónica

Por: Saúl Arellano Opinión
Domingo 26 de Octubre de 2008 Hora de publicación: 00:14
En La República Platón sostenía, en voz de Sócrates, que en la Ciudad no sólo debía garantizarse el gobierno de los filósofos, sino que incluso debía obligárseles a aceptar gobernar a la ciudad. Ante ello, vale preguntar ¿Por qué no querrían los filósofos gobernar a la ciudad? Sobre todo, porque según Platón, los filósofos están dedicados a la búsqueda de la virtud, mientras que el político y el ciudadano están en busca de la libertad. Es precisamente esta diferencia sutil entre el filósofo y el político la que le hacía pensar a Platón que el gobierno de los filósofos garantizaría a la ciudad autoridad moral; puesto que si el filósofo no tenía como objetivo la riqueza o el poder político, garantizaba rectitud en sus actos lo cual llevaría a la finalidad última de la ciudad: la generación de una sociedad justa.Haciendo una extrapolación de estas ideas a nuestro tiempo, habría que pensar lo benéfico que puede resultar para nuestro país, en el momento de crisis en el que estamos, someter las ideas del gobierno a un examen crítico, autónomo, de las inteligencias más agudas que tenemos, respetando y convocando sobre todo, a la exposición de todas las visiones y de todas las posturas teóricas y políticas.Es un hecho que, por lo expresado públicamente ante la crisis global por los integrantes del Gabinete federal, e incluso por el propio Presidente de la República, hay una enorme carencia en cuanto a la claridad de visión, proyecto y objetivos de corto, mediano y largo plazo para México.Lo que hoy requerimos es un conjunto de políticas “inovativas”, como le llama la Cepal, capaces de construir nuevas condiciones para revertir cuestiones estructurales que han afectado y que continúan afectando en las últimas décadas, principalmente a países como los latinoamericanos, y que han llevado a niveles de pobreza y desigualdad inaceptables en el marco de un proyecto civilizatorio de inclusión.Queda claro para todos que si hoy estamos metidos en una especie de “hoyo negro” de la economía global que todo lo engulle y transforma en sus estructuras fundamentales, es debido a la linealidad y simpleza del pensamiento global imperante; esto es, el discurso casi único que prevalece y por medio del cual la tecnocracia global nos ha querido hacer creer que la vida es simplemente la realización personal a través del consumo.Recientemente tuvimos un ejercicio sumamente interesante con respecto a la reforma petrolera en el Senado de la República. El método utilizado es sumamente novedoso, pues durante semanas vimos y escuchamos a los principales expertos en la materia, representantes de todas las visiones y posturas. Mario Luis Fuentes sugería en un artículo publicado en Excélsior, que este método debía utilizarse igualmente para discutir, desde el Congreso, en torno a los principales temas sociales en los que tenemos severos saldos pendientes, fundamentalmente la pobreza y la desigualdad.Hoy más que nunca estamos en medio de un ambiente de fragilidad y de vulnerabilidad económica y social mayor. Si esto es así, y si el pensamiento economicista simplón que ha imperado nos ofrece sólo más de lo mismo para solucionar nuestros problemas, entonces bien valdría la pena acudir a otras fuentes de pensamiento y a otras formas de racionalización del pensamiento económico y social.La pregunta obligada es por qué no, en este contexto, escuchar y pedirle a las universidades públicas, en particular a las dos más importantes por su dimensión, la UNAM y el Politécnico Nacional, que puedan aportar, no sólo visiones, sino a profesionistas capaces de generar una nueva lógica de organización de las instituciones y de generación de ideas novedosas para detonar el desarrollo nacional. Si las respuestas más eficaces para enfrentar la crisis del secretario Cordero); en “echarle huevos” (propuesta del secretario Cárdenas); en malbaratar dólares al por mayor a través de “subastas des-reguladas” que permiten ataques especulativos (Hacienda-Banco de México), bien valdría la pena al menos escuchar lo que otras voces y otras teorías económicas tienen qué decirnos sobre el desarrollo social y económico del país.Hace unos meses un columnista que trabaja de vocero de varios grupos económicos, se preguntaba quién querría, en un mundo globalizado como en el que vivimos, contratar a algún alumno de la UNAM o el IPN. Hoy habría que plantearle a este y otros testaferros del capitalismo salvaje: ¿quién quiere contratar a economistas y financieros de universidades privadas que llevaron a la ruina económica a las principales inmobiliarias y han puesto en crisis al sistema económico global?Si ese es el mundo empresarial, corrupto e ineficiente que nos quieren vender, hay que darles las gracias y seguir mejor de frente. De lo que se trataría es de construir estados lo suficientemente fuertes como para garantizar que siempre privará el interés común sobre el interés privado, garantizando simultáneamente la plena realización, en libertad y equidad, de todos los proyectos, por disímbolos que sean, de todas las personas que integramos a la sociedad.La UNAM nos ha dado la buena nueva cada año, en el último lustro, de un vertiginoso reposicionamiento en los primeros lugares en prácticamente todos los “rankings” serios que evalúan a escala internacional a las instituciones de educación superior.El Instituto Politécnico Nacional está avanzando en un proceso de acreditación y mejoramiento de su calidad educativa, y recientemente el Consejo Nacional para la Acreditación de la Ciencia Económica evaluó con el Nivel 1 a la Escuela Superior de Economía, nivel máximo en la escala de medición de este Consejo. Con esto, el Politécnico Nacional ha logrado la acreditación de 60 Programas de Estudio. El Dr. Ernesto Zedillo, uno de los más prestigiados economistas del mundo, es egresado del IPN; y a mi juicio, no hay nadie en este país que le pueda regatear al ex presidente su talento y el haber construido las bases sobre las que hoy la economía nacional está soportando los embates de la crisis global.La UNAM fue durante muchas décadas semillero, no sólo de presidentes de la República, sino de secretarios de Estado, políticos de altísimo nivel, diplomáticos de prestigio internacional, educadores de la más alta calidad y prestigio mundial; filósofos y poetas de la talla de Octavio Paz, Ramón Xirau, Luis Villoro y una interminable lista de nombres.Es tiempo de pensar distinto y es tiempo de valorar la importancia de formar a profesionistas y pensadores con la capacidad no sólo de manejar instrumentos técnicos y científicos, sino sobre todo, intelectuales capaces de ser constructores de país; intelectuales con verdadera vocación y sensibilidad social; y pensadores con un profundo sentido de la responsabilidad y el compromiso ético con la sociedad.Todo esto es un asunto de capacidades, sí, pero también de formación; escuchar al Politécnico y a la Universidad, y en general al conjunto de instituciones de educación superior públicas, no nos va a hacer daño; al contrario, un proceso de apertura así podría darnos la posibilidad de iniciar un proceso de reconciliación nacional con base en el pensamiento y vocación de tolerancia que caracteriza a nuestras máximas instituciones educativas nacionales.

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