domingo, 28 de marzo de 2010

Es la hora de un rescate social. Periódico La Crónica

Saúl Arellano

Opinión Domingo 28 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=497329

En el marco del Diálogo Bicentenario por un México Social, el doctor José Narro, rector de la UNAM, planteó dos ideas de la mayor relevancia para nuestro país, en torno a las cuales propongo reflexionar.

La primera de ellas se refiere a la necesidad de reconocer que el modelo de desarrollo en México está agotado desde hace ya varios años, ante lo cual no hemos tenido la capacidad de reaccionar adecuadamente.

“México no puede seguir creciendo sólo para una minoría”, sentenció con toda razón el rector. Al respecto, vale la pena destacar que 400 empresas concentran la mayor cantidad de capital en todo el país, y que son al mismo tiempo estos negocios los que son beneficiados por los regímenes de excepción fiscal que la Secretaría de Hacienda ha diseñado para beneficiar a sus patrones fácticos.

Por ello también, el juego del Congreso, mediante el cual se ha pospuesto reiteradamente un nuevo pacto fiscal, como lo propuso Leonardo Lomelí el pasado jueves en el mismo evento, tiene como trasfondo, no la ausencia de acuerdos, sino la decisión de los principales grupos parlamentarios de subyugarse al mandato de los que resultan privilegiados por un régimen de privilegios.

Dos conocedores del tema, Luis Enrique Mercado y Javier Guerrero, coincidieron en que es indispensable modificar la estructura tributaria del país, pero además ampliar urgentemente la base gravable con el fin de distribuir con mayor equidad la carga impositiva. Como ejemplo, Mercado destaca el hecho de que tan sólo mediante la eliminación de la mitad de los casos de excepción que benefician a los más ricos el Estado recibiría alrededor de 400 mil millones de pesos, lo cual cerraría el déficit que heredamos del “catarrito financiero”, pero sobre todo la brecha de desigualdad que beneficia a los más ricos.

Todo ello deberá estar acompañado por un modelo de generación masiva de empleos dignos y de una nueva política industrial que fomente la creación de un nuevo mercado interno. Si esto se diera así, la idea de un impuesto generalizado, por ejemplo el IVA con una tasa de 12 por ciento, podría ser aceptable por todos.

Lo que no puede permitirse más es el hecho de que hoy México recauda mucho menos que los estándares internacionales e incluso mucho menos, con respecto a su PIB, que países de América Latina. Hay un hecho incontrovertible: México requiere elevar cuando menos en 80 por ciento su capacidad recaudatoria en los próximos cinco años, si no queremos que ocurra una nueva catástrofe financiera cuando el petróleo de verdad se agote.

La segunda idea de enorme relevancia que planteó el doctor Narro es relativa a la urgencia de un rescate social. Para ilustrar la dimensión de esta propuesta valdría la pena señalar el Fobaproa, que constituye uno de los mayores agravios sociales en nuestra historia, y que el rescate carretero nos ha costado más de 150 mil millones de pesos del 2000 a la fecha.

Si se generan “rescates” bancarios, carreteros y de otro tipo para beneficiar a los que más tienen, ¿por qué no deberíamos pensar mejor en un rescate social que sirva de homenaje a los 200 años de nuestra vida independiente?

México no puede seguir siendo un país en el cual la desigualdad provoca que haya regiones indígenas en las que se tiene un promedio de vida inferior en hasta 10 años a la media nacional. No podemos seguir aceptando tener una tasa de mortalidad infantil casi cinco veces superior a la de Finlandia, cuatro veces superior a la de un país como España o casi tres veces superior a la que registra un país como Cuba.

Por ello es relevante destacar también las preguntas planteadas por Mario Luis Fuentes: ¿por qué a 200 años de vida independiente no hemos sido capaces de construir un sistema educativo universal y gratuito hasta el nivel universitario? ¿Por qué en dos centurias no hemos logrado construir un sistema de seguridad social universal? O bien, ¿por qué en 200 años no hemos podido construir una economía capaz de dar empleo digno a todos?

Las respuestas son múltiples, pero, en buena medida, no hemos sido capaces de serlo fundamentalmente por la mezquindad y la mediocridad de nuestras élites gobernantes, las cuales se han dedicado a administrar la tragedia, pero no a construir un país digno e incluyente.

La memoria de los héroes que pagaron con su vida nuestra libertad de hoy no merece la arrogancia del poder y el desprecio por lo social de la mayoría de nuestros políticos. Y no merece tampoco la mediocridad del crecimiento económico que tiene en la calle a 2.5 millones de desempleados.

Nuestra generación tiene la responsabilidad de asumir en toda su dimensión la magnitud simbólica del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Por ello, una nueva revuelta intelectual y ética es urgente para celebrar con dignidad estas enormes fechas, y evitar que en los años venideros se nos acuse de no haber estado a la altura del momento y de haber reducido las mayores fechas que podremos celebrar a una gran kermés, como ya lo ha hecho el gobierno federal.

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