sábado, 6 de marzo de 2010

San Lázaro, el palacio de la ignominia. Periódico La Crónica

Saúl Arellano
Opinión Domingo 7 de Marzo, 2010
http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=492648

En esta semana que termina se dieron a conocer dos noticias ignominiosas que ratifican la arrogancia, prepotencia y cinismo que habita en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Estas características se perciben desde las puertas mismas de la Cámara de Diputados, en donde un cuerpo de seguridad integrado por un grupo de prepotentes iletrados, tratan a los visitantes de ese cuerpo ¿legislativo? como si se tratara de delincuentes, malvivientes u otra especie despreciable.

Le sigue en el orden la arrogancia de una inmensa cantidad de asesores, secretarios particulares y demás cargos inventados, que viven de nuestros impuestos, y que por los resultados legislativos que vemos, también deberían ser evaluados y sancionados por incompetencia. Esta “especie parlamentaria” actúa como si fuesen “sub-diputados” y en los casos más patéticos al estilo de versiones mimetizadamente reducidas de sus jefes.

El cinismo es la característica más importante de la inmensa mayoría de quienes tiene la responsabilidad de analizar, discutir y construir las mejores leyes para nuestro país. Es en este punto en donde cobran relevancia las dos noticias que menciono en el primer párrafo.

La primera es la relativa a que las y los señores diputados, en un país en el que más de 50 millones de mexicanos viven con menos de 30 pesos diarios, cobrarán a partir de este mes la humilde suma de 150 mil pesos mensuales, más vales de gasolina, más bonos de transporte, más seguro de gastos médicos mayores, más todo lo que a Usted se le pueda ocurrir en prebendas y apoyos indirectos.

En nuestro país había a finales del año pasado, 5.96 millones de personas que ganaban menos de un salario mínimo, es decir, viven ellos y sus familias, el hambre y la marginación más agudas. A esta cifra habría que agregar los 2.5 millones de desempleados y los 9.97 millones de personas que ganan entre uno y dos salarios mínimos, es decir, entre 54 y 108 pesos diarios.

Si se comparan los ingresos mensuales de este último grupo de población, encontraríamos que, tomando como referencia a los de ingresos del margen más alto, es decir, dos salarios mínimos mensuales, resultaría que los “becarios de San Lázaro” perciben 46.2 veces más ingresos que ellos. Si se toma al grupo que está en el límite inferior, es decir, un salario mínimo mensual, resultaría que una vez más, “los becarios de San Lázaro” ganan 92.5 veces más que ellos.

Yo no sé si a Usted, que me hace el favor de leerme, esto le parece ofensivo, pero a mí me parece el colmo del cinismo y una desvergüenza mayor, porque no se trata de saber si los legisladores hacen mucho o poco para merecer este salario, sino que están contribuyendo a generar mayor desigualdad, polarización y encono entre los mexicanos.

La segunda noticia a la que aludo al inicio de este artículo es la confirmación de que había un pacto firmado entre el PRI y el PAN para que el primero aprobara el incremento de impuestos, que hoy tiene como efecto que en lugar de 15%, paguemos 16% de I.V.A., y 30% de I.S.R., y para que el segundo no construyera alianzas electorales con el PRD para dejarle el camino abierto al PRI en las elecciones de octubre del año pasado a julio de 2011.

Lo interesante del caso es que ese vergonzoso y antidemocrático pacto lo firmaron César Nava y Beatriz Paredes, nada menos que presidentes nacionales de sus partidos, pero imagínese Usted, también diputados federales, con gozo a los ya mencionados 150 mil pesos mensuales de ingreso.

¿Con qué cara la Señora Paredes y el Señor Nava nos pueden decir que cobran esa suma mensual, y aparte nos hacen el favor de atentar contra la democracia? ¿Con qué cara nos van a pedir que votemos otra vez por sus partidos? Desde mi punto de vista, si tuvieran vergüenza, deberían renunciar a su cargo como diputados o al menos desempeñarlo sin cobrar de aquí a que termine la Legislatura.

Sostenía Nietzsche que la historia se repite dos veces: la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como comedia. Si se piensa desde esta perspectiva en lo que significa el cinismo, nos encontraremos que Diógenes de Sinope, el creador de la escuela de los cínicos, se ganó el mote de El Perro, porque despreciaba la riqueza y exigía de sus conciudadanos una vida en moderación y simpleza.

Así, lo que tenemos como diputados no es, con honrosas excepciones, sino la versión cómica de Diógenes, porque al revés de aquél, hoy priva en ellos la codicia, la ambición y el desmedido deseo de poseer riquezas aún a costa del bienestar y el equilibrio de la República.

Cuenta el filósofo Plutarco que un tal Démades, al llegar a la casa de un político honesto, y al ver su mesa austera y sencilla le dijo: “Me asombro, Foción, de que puedas almorzar así y te ocupes de la política”. Sin duda alguna, nos hacen falta muchos más personajes como Foción, y menos semejantes a Démades, de los cuales está hoy lleno, lamentablemente, el recinto de San Lázaro.

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