lunes, 24 de marzo de 2008

¡Es la locura! La Crónica

Por: Saúl Arellano Opinión
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=353328
Domingo 23 de Marzo de 2008 Hora de publicación: 01:50

Si había una duda de que los partidos políticos nacionales atraviesan por una severa crisis, esta semana se han despejado todas y queda claro que en México la ciudadanía se encuentra secuestrada por un grupo de pandillas que han desvirtuado la naturaleza, no sólo de los partidos en general, sino del propio régimen democrático y el orden constitucional en que debiéramos vivir.Al respecto vale la pena preguntarse, ¿hay algún punto de inflexión en nuestra historia reciente que nos dé claridad de en cuándo y dónde comenzó esta descomposición? Mirar al pasado es siempre necesario, más aún si lo que se busca son las rutas que hemos extraviado y las rutas que no debemos volver a andar.Foucault nos advierte, sin embargo, que indagar en el pasado puede verse en dos niveles; uno, el de las grandes continuidades; éste permite analizar periodos históricos de larga duración, pero en el fondo reproduce una visión lineal del tiempo y de la propia historia; el segundo nivel de análisis por el contrario, pone énfasis en las rupturas, en los momentos en que “el cemento social” como le llama Elster, se fisura y da origen a algo nuevo, nunca necesariamente mejor que aquello de lo que se separa; esta visión, sin duda, nos permite alertarnos de posibles regresiones y de posibles atentados en contra de lo que se aspira en una sociedad con vocación democrática.En la construcción de la “radiografía de estas fisuras” no hay que ir muy lejos. Hace 14 años, el 1º de enero de 1994, el país se vio cimbrado por la irrupción de una nueva guerrilla, que le declaró la guerra al Estado Mexicano y que más allá de los acuerdos o simpatías con que pueda contar el sub-comandante Marcos, nadie puede regatearle al movimiento zapatista el hecho de haber hecho evidente la tremenda desigualdad en la que viven las personas indígenas y que aún hoy en municipios de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, por citar los casos más graves, viven con niveles de desarrollo humano similares a los de los países más pobres del mundo, ubicados en el África Negra.Hace exactamente 14 años, nos enteramos también del que constituye quizá, uno de los crímenes políticos más vergonzosos de los últimos 80 años en nuestro país. Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, cayó abatido por un balazo en la cabeza; asesinato cobarde que continúa impune y que más nos valdría, como sociedad, esclarecerlo.Muchos argumentan que su asesinato se debe al clima de inestabilidad económica que ya se percibía; sin embargo, las “inestabilidades” no jalan el gatillo. Para ello se necesitan asesinos, entrenados para matar a sangre fría; se necesita el arma, recursos, pero sobre todo, se necesita la capacidad para salir impune. La teoría del “loco solitario” nadie puede asumirla como una explicación creíble, y para muchos que en aquella época acudíamos a la universidad, siempre nos quedó la sensación de que, desde entonces, todo comenzó a venirse abajo. En efecto, meses después vino el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu (su hermano se suicidaría en circunstancias sospechosas años más tarde) y para rematar, el famoso “error de diciembre” que de un día para otro dejó en la pobreza a más del 60% de la población nacional.El ex presidente Carlos Salinas argumentó que la “nomenklatura” había fraguado un enorme complot para apoderarse de México. A pesar de sus detractores y de los errores que se cometieron en su administración (la inmensa corrupción sobre todo), en este punto todo indica a la luz de los años, que el ex presidente Salinas tenía y tiene razón.En filosofía existe un principio denominado “La navaja de Ockham”, el cual consiste en afirmar que la explicación más simple es la que se aproxima más a la verdad; argumento similar al de Marco Aurelio, quien apelaba siempre al “principio de la Simplicidad”. Si se aplica al caso del asesinato de Colosio, no es difícil deducir que fueron las aristocracias tradicionales quienes tenían la capacidad de fraguar un crimen de tal magnitud. Las preguntas claves son ante un caso así ¿quién se benefició? ¿Quién tenía el poder de cubrir el crimen? ¿Quién tuvo el poder de controlar los daños del asesinato y quiénes terminaron obteniendo los mayores beneficios?A partir de entonces, el PRI quedó literalmente en la orfandad, acrecentada por la “sana distancia” autoimpuesta por el ex presidente Zedillo. El PAN, el gran ganador de la conmoción, comenzó a obtener mayores espacios (no debe olvidarse que la elección de Fox como gobernador de Guanajuato fue en mayo de 2005), y el PRD comenzó a tener avances relevantes, quizá el más importante, el triunfo del ingeniero Cárdenas como primer Jefe de Gobierno electo en el Distrito Federal.En este contexto, los partidos no aprendieron nada. La reforma electoral de 1996 que permitió la plena ciudadanización del IFE, terminó en un todavía no suficientemente explorado acuerdo de cúpulas, que culminó con la premiación de varios de los entonces consejeros electorales con cargos de elección, sobre todo en Acción Nacional, en donde los casos más vergonzosos son los de Santiago Creel, y Juan Molinar, ambos supuestos “próceres de la democracia” que terminaron su “aventura ciudadana” vinculándose a lo peor del panismo, representado en el llamado “Yunque”.Hoy, después de la “borrachera” de ineptitud, corrupción e intolerancia del foxismo, nos encontramos en un marasmo de confusiones frente a las cuales más valdría tomar muchas precauciones y actuar, todos los políticos, con suma prudencia, aunque lamentablemente está a todas vistas claro que ésta no se encuentra en el catálogo de sus virtudes.Hoy los partidos políticos representan lo peor en las percepciones ciudadanas: corrupción, ineficacia, mentiras, engaños, abusos, impunidad, enriquecimiento ilícito o al menos inexplicable, abuso de poder, entre otras infamias que pueden formar parte de cualquier catálogo descriptivo del hampa y el crimen organizado.El “marranero” que presenciamos esta semana en el PRD y el enconado pleito en el Partido Alternativa, no son sino el reflejo de lo que los políticos son. Es obvio que hay excepciones y políticos realmente profesionales; empero, el problema se encuentra en que la clase política en su conjunto está hoy sometida a los intereses de los particulares. Quien lo dude puede llevar a cabo una investigación simple por el Registro Público de la Propiedad en las entidades y revisar quiénes son los dueños, simplemente por tomar un caso, de las constructoras autorizadas para desarrollar obra pública en entidades y municipios. El resultado más allá de ser indignante, en realidad no debería sorprender a nadie.Hoy vivimos un escándalo político de proporciones mayores en el segundo partido en importancia en la Cámara de Diputados; hoy vemos que grupos de jóvenes se agreden y dan muestras tremendas de discriminación e intolerancia; hoy quienes defienden la reforma energética parecieran formar parte del negocio; hoy la pobreza y la desigualdad sigue abrumándonos terriblemente; hoy, el señor López Obrador, víctima de su propio fanatismo y personalidad mesiánica, hace llamados a la violencia si los ciudadanos no estamos de acuerdo con su visión de país; y hoy, simplemente tenemos un país fracturado y que parece encaminarse no a otro lado, sino a emprender o quizá hasta a acelerar, esto que puede llamarse la marcha de los locos.“A un régimen político se le puede juzgar por el ‘ritmo’ que imprime a todo el pueblo”, nos dice María Zambrano. Nuestro régimen hoy nos tiene sumidos en la miseria, la confusión y la vorágine. No hay duda de que nos corresponde a los ciudadanos de hoy juzgarlos.
sarellano@ceidas.org

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