domingo, 2 de noviembre de 2008

Exorcizar lo macabro. Periódico La Crónica

Por: Saúl Arellano Opinión
Domingo 2 de Noviembre de 2008 Hora de publicación: 00:03
Hoy se celebra en nuestro país el día de los muertos. Merece la pena en ese contexto pensar en el significado de la muerte, su dimensión simbólica y su dimensión real, es decir, su presencia como realidad cotidiana y como evidencia irrefutable de nuestra fragilidad y finitud.La muerte es parte consustancial de la vida; antes que su negación radical es su antítesis, dicho de otro modo, su “contra-argumento”. En esta perspectiva, la muerte no pone fin a la vida, la completa: cierra el círculo vertiginoso o calmo, en cualquier caso, de la existencia.De ahí el significado festivo que damos al Día de los Muertos. No sólo tratamos de burlar a la muerte burlándonos de ella sino que, en el carácter profundo de nuestra mexicanidad, tratamos de violentarla, de suspenderla en el tiempo propio de lo festivo, y en esta suspensión, convidamos a nuestros muertos a que regresen para participar de nuestra fiesta, de nuestro regocijo.No es casual que el día de los muertos se celebre después del día de Todos los Santos. El mexicano, como bien advertía el gran Octavio Paz, católico, protestante o ateo, tiene y de algún modo celebra a su santo. Si la fiesta de todos los santos es fiesta celebrada por todos, ¿por qué no convidar a nuestros muertos?Pese a todos los esfuerzos por describir y comprender la muerte, este extraño y a la vez cotidiano suceso está marcado por el misterio. La muerte pone fin al signo que es en sí mismo cada vida. Signo pletórico de significados, o signo carente de sentido; de cualquier modo, signo, es decir huella y presencia de actos, fe, redención, anhelos, actos justicieros, crímenes dilectos: todo junto y todo encerrado en un misterio menor que en la pequeñez que cada uno somos en cada caso, cobra una dimensión mayor para quienes nos rodean, en el misterio del silencio absoluto; de la ausencia total de ser en la que nos sumimos en el momento de morir.Nacer y morir son los actos fundantes de lo que cada quien es y llega a ser. Por eso importa tanto en la vida de las personas su biografía; no sólo como sucesión de hechos, trabajos y días, sino en la narración culminante que describe tanto el alumbramiento como el respiro final.Hoy que en México se vive y respira de manera extraordinaria a la muerte en todo el territorio nacional, como producto de la ola de violencia que ha desatado el crimen organizado, vale la pena repensar qué significa morir, como espejo de la vida que llevamos; y en esa lógica, cómo el morir y la forma en que morimos habla de quiénes somos y de quiénes fuimos en lo individual, pero también en referencia a nuestra pertenencia a una colectividad.Los mexicanos le hemos dado cultural y tradicionalmente a la muerte un sentido ritual; a veces hasta sacrificial. Pero en la última década se han suscitado cambios radicales en la manera en cómo vivimos y también en cómo morimos. ¿Cómo procesar en nuestro contexto los asesinatos colectivos del narco? ¿Cómo darle sentido y comprender la muerte de víctimas, en todos los casos inocentes, de la conflagración entre grupos de criminales, o de la fuerza pública con los delincuentes?Pensar la muerte con referencia a los actos violentos puede ayudarnos un poco. René Girard nos dice en La violencia y lo sagrado: “es más difícil satisfacer el deseo de violencia que suscitarlo, especialmente en las condiciones normales de la vida social”. Hoy el crimen organizado ratifica —involuntariamente y sin saberlo, por supuesto— la seriedad de la tesis de Girard. Nada parece satisfacer su ansia desquiciada de matar ni su sádica propensión a hacerlo de manera cada vez más grotesca y sin duda alguna, macabra.Octavio Paz sostiene en el texto citado: “Muerte de cristiano o muerte de perro son maneras de vivir que reflejan maneras de morir (…) hay que morir como se vive (…) Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra vida la que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala muerte que nos mata”.Sentencia dura la que nos propone Paz; pero sin duda una que nos revela también un criterio moral de sanción y de evaluación de nuestro paso existenciario por el mundo. Que conste, la afirmación de Paz debe leerse con cuidado: morir de “mala muerte” no significa que alguien “se lo merezca”, aunque como el propio poeta advierte, quizá “se lo haya buscado”.Así, vale la pena preguntarnos como sociedad ¿merece realmente alguien morir decapitado, aún cuando haya sido toda su vida un criminal? Sin duda alguna, esta pregunta la hago desde una posición moral, porque asumo con Walter Benjamin que toda pregunta sobre la violencia y sus consecuencias, para que tenga sentido, debe hacerse desde una posición ética. Más allá de intentar ofrecer respuestas, la intención es invitar a una reflexión colectiva sobre la muerte en nuestros días. ¿Podemos permitir que una “muerte de perro” recorra cotidianamente nuestras calles y se convierta en parte del decorado y peor aún, en signo de nuestra vida social? ¿Podemos permitir que lo macabro, lo más feo de la muerte y la repugnancia que genera, se inserte e incube en nuestras relaciones de diario?García Lorca nos regala un verso sublime en su poema La cogida y la muerte: “la muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde”. Hoy, Día de Muertos, en nuestro México sorprendentemente festivo en medio de tanta tristeza, tanta pobreza y tanta desigualdad, valdría decir que lo macabro ya puso huevos en las heridas abiertas de un México asolado y desolado por la nefasta presencia del crimen organizado.Hace justo una semana me encontraba desayunando con un grupo de amigos en Salvatierra, Guanajuato, cuando el rumor cobró fuerza y nos reveló lo siguiente: a sólo 50 metros de donde estábamos, en el kiosco del jardín principal de la ciudad, se encontraba la cabeza de un hombre junto a una cubeta de pintura con un “narcomensaje”.Pensar en una persona decapitada no puede menos que generar un intenso escalofrío; empero tener esa cabeza a una distancia 50 metros no puede menos sino hacer pensar y repudiar lo macabro en lo que se ha convertido esta pútrida lucha entre los barones de la droga.Hoy es un buen día para repensarnos en nuestra vida diaria, vista en el espejo de la mueca espantosa de la muerte que tenemos enfrente. Necesitamos resignificar nuestra existencia, para que nuestras muertes, cuando lleguen, tengan un sentido distinto al sinsabor y a la nada a la que nos estamos arrojando colectivamente al no ser capaces de construir otra sociedad, con otros valores que le digan sí a la vida, para que nuestros finales sean dignos de ser narrados; hay que regresar a la muerte al terreno de lo “misterioso insondable”, y sacarla del mundo de lo indecible en que se encuentra.Retomo para terminar una vez más al poeta Paz: “Sahagún cita una frase que el sacerdote dirigía al príncipe al momento de ascender al trono: recuerda, señor, que los reyes comen pan de dolor. Moral heroica a un tiempo insensata y sublime. Su pesimismo no doblega ni disuelve a la voluntad: la afila y la templa. Nos enseña a ver de frente al destino”.Comamos pues hoy nuestro pan de muertos, y comencemos mañana a reconstruir a nuestro México; a resignificar a la muerte. Esta es sin duda la mayor tarea que tenemos los mexicanos: exorcizar lo macabro de una vez y para siempre.

1 comentario:

JESUS dijo...

Debo de comentar que no reviso los periódicos, muy rara vez lo hago, en esta ocasión entre al internet y encontré su artículo sobre mi Municipio –Tarandacuao-, no reviso los periódicos por que se me quedó grabada una sentencia de San Juan Bosco, en el que palabras más palabras menos decía que quien leía los periódicos era porque no tenía nada que hacer, y que él prefería ocupar ese tiempo en buscar la comida para sus jóvenes. (San Juan Bosco creo los oratorios para jóvenes desprotegidos y es autor de un sistema de enseñanza que se denomina sistema preventivo con el que buscaba insertar a la juventud los valores de ser un buen cristiano para poder llegar a ser un honesto ciudadano).
Pero al encontrarme con el artículo de Tarandacuao, que es mi tierra, lo leí completamente y debo comentarle que comparto gran parte del artículo, pues yo he vivido en carne propia lo que describe:
Ser de origen campesino y ver con tristeza que el campo ya no da para vivir, ver que han pasado muchos años y no hay una sola industria en mi pueblo por lo que he tenido yo que salir de mi pueblo a buscar trabajo, el invertirle dinero al campo y pasado el ciclo no recuperas ni la inversión, convirtiéndose en pérdidas que bajo ninguna circunstancia recuperas, que los insumos agrícolas son elevadísimos y que lo que cosechas no te sirve más que para el autoconsumo. Eso y mucho más lo he vivido en carne propia.
Todo eso no lo niego que existe en Tarandacuao y no habría como negarlo porque como le repito, yo lo he vivido en carne propia.
Puedo comentarle que este año, invertí $ 7, 000.00 en dos hectáreas de cultivo, si bien me va obtendré solo $ 1,500.00 pesos en la cosecha. Y de lo anterior a quien hago responsable de mi perdida ¿al Gobierno Local, al Gobierno Estatal, al Gobierno Federal, a los Comerciantes, al Clima a Dios?, sí usted me puede ayudar a quien culpar porque yo francamente no encuentro a quien culpar de mi perdida de inversión.
La libertad de expresión es un derecho que tenemos consagrado como garantía constitucional, pero bien se dice que uno de los principios del derecho constitucional es: que la constitución sea interpretada con armonía. Esto es que no por ser un derecho constitucional podemos ir más allá de lo que ella establece. Por tal razón la libertad de expresión debe ser objetiva, de lo contrario se trasgreden otros derechos fundamentales que también están consagrados en la constitución.

Su artículo carece de objetividad en el siguiente párrafo:
“Existe además un agotamiento del campo en este municipio pues de acuerdo con el documento "Superficie Agrícola estimada mediante análisis de satélite para el estado de Guanajuato", editado por el Instituto Internacional para el Manejo del Agua, en el año 2000 Tarandacuao ocupó el último lugar estatal en cuanto a la superficie productora agrícola de todo el estado con sólo 381 hectáreas de alfalfa; 1 hectárea de hortalizas y 6 de maíz o sorgo”.
Si bien es cierto que usted señala una fuente de información: al Instituto Internacional para el Manejo del Agua. Usted debiera hacerse llegar de información correcta o utilizar fuentes de información con mayor seriedad. Pues debe usted saber que en la Secretaría de Agricultura Ganadería Pesca y Alimentación (SAGARPA) –así se llamaba en el año 2000- existen los archivos de las superficies sembradas en este Municipio en ese año y que fueron atendidas con el programa “Procampo” y que no concuerdan con los datos que usted utilizó en su artículo.

Es cierto también que las autoridades responsables de las áreas de Desarrollo Social y Rural no han hecho su trabajo, pero no es de ahora, de del año pasado, ni de hace dos años, ha sido desde que yo tengo uso de razón con sus honrosas excepciones. En Tarandacuao se ha tenido la oportunidad de conocer que es la alternancia, puedo comentarle que ha habido funcionarios del PAN, del PRI y de otras corrientes políticas que no han hecho su tarea. Pero no han sido los gobiernos locales los únicos responsables, han sido tanto el gobierno estatal como federal que siempre han apoyado a los municipios del corredor industrial y a los municipios como Tarandacuao, o como Xichu o Santa Catarina o como Jerécuaro, etc, los han dejado en segundo plano. Ha sido responsables también la oposición que en su momento no ha sabido ejercer su papel como tal y siempre quiere ejercerlo cuando se aproximan periodos electorales con el único objeto de tratar de llegar al poder político, han sido responsables los menos de comunicación que muchas veces responden a intereses de grupos o sectores y que muchas veces callan lo que tienen que denunciar o denuncian las cosas con muy poca objetividad con la finalidad de beneficiar precisamente a grupos de interés.

Le felicito porque tiene la oportunidad de contar con un medio de comunicación que le permite expresar sus ideas y hacer denuncia social, mi única sugerencia para con usted es que en sus fuentes de información sean las mejores, con lo anterior enriquece su trabajo editorial y que este sea de calidad.
Le invito también que al ser usted asesor de los grupos que detentan el poder como se puede leer en su perfil. Les asesore de manera tal que tomen las mejores decisiones para los ciudadanos, pues como usted lo ha informado en su editorial “VIAJE AL CENTRO DE LA DESIGUALDAD” los gobernantes a los que usted ha asesorado, no han tomado las mejores decisiones, no quiero pensar que no han sido bien asesorado por usted, quiero pensar mejor que no han sabido tomar las mejores decisiones.
Mi nombre es J. Jesús Hernández Castañeda, tengo 30 años y actualmente me desempeño como Secretario del Ayuntamiento de Tarandacuao, Gto., también participo como colaborador voluntario en la Asociación Civil “Liga Nacional de San Judas Tadeo” A. C en la Ciudad de México.
Cel: 045-55-13-86-88-59
Correo electrónico: jesus.gto@gmail.com